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Día a día escuchamos hablar del famoso “efecto invernadero”, o del “calentamiento global” e incluso llegamos a utilizar los términos sin siquiera saber de qué se trata. Ecología ya debería ser una materia en nuestros colegios. Vivimos en una nueva era geológica en la que las actividades humanas han tenido un impacto global significativo sobre los ecosistemas terrestres, a ésta era se le ha llamado Antropoceno. Lo que hace falta aquí es educación.

Los científicos han empleado el término “efecto invernadero” para describir el proceso de calentamiento de las capas más bajas de la atmósfera, ya que este proceso presenta un parecido con las propiedades que tienen los vidrios empleados en los invernaderos para retener energía. En este proceso, el cristal permite el paso de la radiación solar infrarroja de onda corta de forma fácil al invernadero; pero, bloquea la salida de gran parte de la radiación que ha sido absorbida dentro del invernadero y que luego es emitida hacia el exterior en forma de radiación terrestre infrarroja de longitud de onda más larga. De esta manera, un invernadero se calienta porque el vidrio retiene o atrapa en su interior parte de la energía térmica de onda larga que trata de escapar hacia el espacio. La atmósfera, con sus componentes, actúa de forma similar como un gran invernadero.

En condiciones atmosféricas normales este efecto invernadero ayuda a mantener un equilibrio del clima, ya que al regular la cantidad de energía calorífica que sale de la superficie de la Tierra, permite mantener una temperatura media relativamente constante.

En la actualidad, este equilibrio se ha visto afectado por las enormes cantidades de dióxido de carbono y otros gases de invernadero que se han descargado en la atmósfera, aumentando, cada vez más, su capacidad de absorción de la radiación terrestre infrarroja. Muchos estudios han revelado que en las últimas décadas ha aumentado, en aproximadamente 10%, el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera.

El dióxido de carbono (CO2) es un tipo de gas que no se encuentra en grandes cantidades en la atmósfera terrestre pero que, a pesar de eso, es muy importante. El dióxido de carbono es un gas de invernadero, lo que significa que ayuda a atrapar el calor proveniente del Sol en nuestra atmósfera. Sin el dióxido de carbono en nuestro aire, la Tierra estaría muy fría.

¿De dónde proviene el dióxido de carbono existente en nuestro aire? Cuando los seres humanos y otros animales respiran, aspiran oxígeno y exhalan dióxido de carbono. El oxígeno se utiliza para obtener energía de la comida, lo que se conoce como respiración.

La combustión también produce altos niveles de dióxido de carbono, por ejemplo, en incendios naturales, como los forestales. También las cosas quemadas por los humanos producen CO2. Las chimeneas de las fábricas que queman carbón producen dióxido de carbono. Los motores de los automóviles, camiones y autobuses también expulsan dióxido de carbono al aire.

Este aumento en el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera se debe esencialmente a tres causas o factores principales:

-         El aumento de las actividades humanas para satisfacer las necesidades de energía para los procesos industriales, de transporte, de calefacción; que nos ha llevado a un alto consumo de combustible de origen fósil como el carbón, petróleo y gas natural, entre otros. A esto se le ha llamado I.P.A.T.: Impacto Humano, Población, Bienestar Económico, Tecnología.

-         El impacto humano, que ha aumentado a un ritmo constante desde la Revolución Industrial, sigue creciendo rápidamente después de la Segunda Guerra Mundial, llamada ésta fase por los científicos como “la gran aceleración”.

-         La deforestación, que disminuye la capacidad de consumo del dióxido de carbono de la atmósfera.

Esta situación está generando que el equilibrio normal se altere aumentando la capacidad de retención de calor por la atmósfera, promoviendo un aumento de la temperatura global normal de la superficie terrestre. En la actualidad hay preocupación porque el resultado de esta tendencia es hacia un aumento de la temperatura media, a través de un proceso conocido como “calentamiento global”.

Un aumento de la temperatura media puede promover el cambio del clima del planeta alterando drásticamente su entorno. Entre los efectos más dramáticos de este aumento general de la temperatura media (calentamiento global) se refleja en el aumento del nivel medio del mar como producto del derretimiento de los casquetes polares, causando inundaciones en las regiones bajas próximas a las costas, poniendo en peligro los puertos y poblaciones costeras. Por otro lado, los ciclos de producción agropecuarios se verían alterados, afectando el abastecimiento mundial de alimentos.

Ahora, vamos a asustarnos un poco. Las emisiones de dióxido de carbono son incoloras, inodoras y, en términos de inmediatez, inofensivas. Pero sus efectos de calentamiento fácilmente podrían llevar las temperaturas mundiales a niveles que no se han visto en millones de años. Algunas plantas y animales ya están extendiendo sus territorios hacia los polos, y esos cambios dejarán rastros en el registro fósil. Algunas especies no sobrevivirán al calentamiento. Y el aumento de las temperaturas podría elevar el nivel del mar seis metros o más.

El dióxido de carbono calienta el planeta, y al mismo tiempo, se cuela en océanos y los acidifica. En algún momento de este siglo serán tan ácidos que los corales ya no podrán construir arrecifes.

Para algunos geólogos, nuestro impacto en la Tierra podría parecer tan repentino y profundo como el de un asteroide.

Debemos centrar nuestra atención en las consecuencias de la acción colectiva y en cómo podríamos evitar lo peor. En total, que el término “Antropoceno” sea una advertencia para el mundo.

Aquí te proponemos 10 consejos para ayudar a reducir las emisiones de dióxido de carbono y además ahorrarte un dinero:

1. Utiliza las escaleras.

Un recorrido de 15 segundos en ascensor equivale a mantener encendida un bombillo de 60 vatios durante 1 hora. Sube caminando en lugar de tomar el ascensor, es bueno para el medio ambiente y para ponerte en forma.

2. No malgastes la luz.

Apaga la luz cuando no sea necesaria. Aprovecha la luz natural, pinta de colores claros las paredes y los techos, reduce al mínimo la iluminación ornamental y limpia el polvo de las pantallas de las lámparas para aprovechar al máximo la luz.

3. Cambia tus bombillos.

Una bombilla de bajo consumo comparada con una normal (emitiendo la misma luz) ahorra en un año casi 100 dólares. Si sustituyéramos cinco bombillos normales (con un uso de unas cinco horas diarias) por otras de bajo consumo evitaríamos unos 250 kg de CO2 al año. Basta con comprar lámparas y bombillos clase energética ‘A’ para lograr una mayor eficiencia y un ahorro a medio-largo plazo. Cambia primero los bombillos que están más tiempo encendidas en casa por Leds,  ésta es una tecnología aún algo cara, pero con claras ventajas, como su larga vida útil, su menor fragilidad y su menor disipación de energía (el 90% de la corriente que les llega se transforma en luz).

4. Lava con agua fría y a carga completa.

Llenar la lavadora y ahorra el consumo de energía: lavas más cosas de una sola vez. La temperatura de 30°C puede ser suficiente para la ropa muy sucia y permite ahorrar tres cuartas partes del consumo del ciclo más caliente. Si lavas con agua fría, el ahorro es del 80% de la energía.

5. No dejes los aparatos en ‘stand by’.

Los aparatos como televisores, ordenadores o vídeos en estado de espera consumen el 15% de su consumo total. En algunas viviendas, el consumo de estos aparatos en ‘stand-by’ puede llegar a sumar el 10% del consumo del hogar. Si colocamos una regleta con interruptor para cortar totalmente la corriente que les llega podemos reducir 39 kg de CO2 al año.

6. Desenchufa todos los cargadores.

El cargador consume aunque no esté conectado al teléfono. Desenchufa el cargador del móvil cuando no lo uses. Si dejamos el cargador siempre enchufado estaremos desperdiciando el 95% de la energía necesaria para cargar el teléfono.

7. Busca electrodomésticos eficientes.

Escoger un electrodoméstico eficiente es sinónimo de ahorro. Después de diez años, periodo que equivale al tiempo de vida de cualquier electrodoméstico, habremos ahorrado un 74,7% del consumo eléctrico total con respecto al consumo de un electrodoméstico no eficiente lo que puede suponer más de 1200 dólares en algunos casos.

8. Haz un uso inteligente de tus electrodomésticos.

Podemos mejorar la eficiencia de nuestros electrodomésticos con un uso que aumente su rendimiento. Por ejemplo, si colocamos la nevera en un lugar fresco se ahorra hasta 150 kg CO2 al año. No abrir la nevera más de lo necesario o no introducir alimentos calientes son otros consejos para reducir el consumo eléctrico.

9. Prescinde de la secadora.

Tender la ropa al aire libre en lugar de usar una secadora eléctrica permite ahorrar unos 50 kg de CO2 cada año, además de evitar los 318 kg de CO2 emitidos en su fabricación.

10. Baja la calefacción

Reducir la temperatura sólo un grado basta para recortar un 5 %-10 % la factura de energía del hogar y evitar 300 kg de CO2 por casa y año. Ajustar la temperatura a 20°C o bajarlo varios grados por la noche son medidas fáciles que sumadas a un correcto aislamiento con doble acristalamiento, rellenos en puertas y ventanas, cortinas o aislando las cajas donde se enrollan las persianas (por donde se escapa calor y penetra el frío) nos ahorrarán hasta un 40% en el consumo de la calefacción.