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Senderismo y Turismo Rural en Panama

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Estuvimos en Lajaminas, un pueblo pintoresco, de esos de los Santos, provincia tan típica de nuestro país. Fueron unas 4 horas y media de viaje, entre paradas, llegamos de madrugada, el camino era fantasmagórico, rodeado de potreros y sin un solo poste de luz. Ya instalados en la casa, pude sentir ese calor de hogar santeño.

La casa de Vladimir es preciosa, decorada al gusto por su mamá, bellos adornos engalanaban el patio, así como las pequeñas flores y qué se diga del interior de la casa, mosaicos de arcilla que dan vistosidad y hasta un mueble con un techito hecho de tejas (que vidagena soy).

Después de instalarnos, nos sentamos a conversar un rato, mientras hablábamos escuche el bramar de alguna vaca a lo lejos.

A la mañana siguiente desayunamos y salimos a los alrededores con la Sra. Oderay, mamá de Vladimir, muy amable nos llevo a conocer su rancho Río Viejo, en la parte alta de un terreno, desde el cual había una vista panorámica de Lajaminas, riquísima brisa pasaba, ¡extraño la hamaca! Habían unos graciosos cerdos y tres vacas de mascota: Doris, Argentina y Barbie así que las fuimos a ver de cerca, muy inofensivas, pero Doris era grande y gorda así que no nos atrevimos a tocarlas.

De regreso a la casa fuimos a tumbar naranjas, recogimos tantas que en cada comida hacíamos refresco. Después de eso tomamos rumbo a Isla Iguana, por fin, qué ansiosa estaba.

Tomamos la lancha de Bolocho, un amable señor, amigo de la familia, que también trabaja en isla Iguana con la ANAM, que dicha! El costo del viaje fue de 60 dólares que es más o menos lo que se paga, a menos que quiera regatear.

Ya en la lancha, todo fue un suspiro, a siete kilómetros de la costa, unos 20 minutos y ya estábamos del otro lado, en Isla Iguana, en un parpadear de ojos, Vladimir se tiró al agua, aun no habíamos encallado, pero el agua era verde turquesa, invitante, el fondo se veía clarito sin dificultad, en el cielo azul se veían las famosas tijeretas y fragatas que habitan la isla, son las dueñas del lugar.

Hace un par de años se instaló un centro de visitantes a cargo de la ANAM en El Crial, la playa más grande y que está mirando hacia la costa. El centro tiene guarda parque a cargo y está ahí con el objetivo de controlar a los turistas, buzos y campistas que llegan a visitar. ANAM cobra por la visita: B/.4.00 por persona, los cuales se pagan en el centro de visitantes.

Me dijo Bolocho que a veces se ven ballenas jorobadas, cachalotes, delfines y hasta tiburón ballena, orcas y yubatas que emigran desde las frías aguas del Polo Norte y Sur hacia los cálidos mares del trópico para aparearse, espectáculo marino apreciable año a año desde Isla Iguana, rogué por ver algo, pero creo que la emoción fue mucha, hubiese podido morir al verlo.

También anidan las tortugas, sobre todo entre septiembre y diciembre y habitan iguanas verdes y negras que muy poco se dejan ver por los humanos. Lo que sí logramos ver fue a unos merachos, esos si no le tienen miedo a nada!

Exageraría si escribiera que vimos un millón de Cangrejos Ermitaños, Mangotes, Kikirikakiris, el fantasma y los Concholí, pero indudablemente así fue, tenía que ver bien la arena para no pisar alguno, eran billones, de todos los tamaños y colores.

La isla esta completamente deshabitada, es un área protegida, con el arrecife de coral más grande del golfo de Panamá con 16 hectáreas. Hay multas por pisar corales, o tratar de llevártelos, tampoco puedes dar de comer a los animales en derredor, hay que tener extra cuidado con la basura y llevártela a tierra firme, los yates también tienen sus reglas, no pueden encallar cerca de la playa ni encima de los corales.

Había leído que el mar en verano se pone feo y con grandes olas, pero suerte tuvimos que estaba sereno al menos del lado de Playa Crial. En esa misma playa llegaron unos peces gorditos y grandes de color gris que no pude distinguir, pero pasaban muy cerca de nosotros, logramos ver cuatro de ellos; en Isla Iguana  hay 11 especies de corales de unos 4,800 años de edad y aproximadamente 542 especies de peces.

Leo sopló una cama inflable en la que más tarde harían una sesión de fotos con Becerro. Livia y Vlad se ofrecieron a darnos el recorrido por los senderos.

Nos lavamos los pies en una llave de agua antigua y empezamos la corta caminata: el primero en tomar fue el sendero del Faro, en el camino Leo y yo logramos ver unos merachos y prestábamos atención a cualquier sonido, a ver si teníamos suerte, pero nos topamos fue con una manada de cangrejos por todos lados, que nos asustaban con sus sonidos. Pude notar que los árboles tenían raíces extrañas, me atrevo a decir que son restos de manglar seco, o que son lo que quedo de algún ecosistema de manglar de hace muchos años. Pasamos por uno de los cráteres que alguna vez dejaron los estadounidenses al tomarse Isla Iguana en los años 40 para practicar tiro al blanco, aviones militares soltaban bombas que caían sobre la isla y los arrecifes a su alrededor 🙁

Se dice que muchas de esas bombas no explotaron y hace unos años dos de las más grandes fueron explotadas controladamente. Fácilmente se pueden ver los cráteres al recorrer la isla, incluso en el centro de visitantes de la ANAM tienen un mapa interactivo en el cual se ven claramente los cráteres dejados, testimonio de la ignorancia de aquellos militares y de la falta de responsabilidad de quienes tendrían que limpiar esos antiguos campos de tiro en nuestro país, pues no solo lo es en isla iguana, sino en muchos otros lugares.

Llegamos a la playa del Faro y era aún más hermosa que Playa Crial, angosta, imponente, el mar estaba furioso, grandes rocas negras se levantaban a un lado, más allá se veían unos cactus inexplicables, en el cielo sobrevolaban las tijeretas, fragatas, pelícanos, pájaros bobo, entre otros. Estaba paralizada, tomamos algunas fotos y nos sentamos en una de las piedras, sobre las cuales había miles de babosas, las despegaba de las piedras para verlas más de cerca y ellas me saludaban con sus antenas viscosas.

Al regresar por el sendero vimos árboles de naranjilla, el Panamá, el carate, el guácimo, el balso, mamón, marañón curazao, ciruela, guayaba y coco. Se dice que en la zona costera de la Isla hay más de 400 hectáreas de manglar donde dominan los mangles colorados, blanco, negro, salado.

Fuimos al centro de visitantes desde el cual hay una vista hermosa, ahí conversamos buen rato con uno de los guarda parques que nos contó que hace poco habían visto un cachalote y que esa mañana había pasado una iguana negra muy cerca, nos enteramos de que la isla fue declarada como Refugio de Vida Silvestre en 1980 a través de un Acuerdo Municipal y la asociación con el Consejo Internacional de Protección de las Aves (CIPA-Panamá) y con la ayuda de moradores de Pedasí, lucharon contra intereses que buscaban privatizar este importante centro ecológico y turístico y entonces crearon el refugio de vida silvestre Pablo Arturo Barrios, que incluye el área costera y el mar frente a Isla Iguana, permitiéndose específicamente la pesca artesanal pero prohibiendo la pesca de arrastre y de grandes barcos camaroneros.

Al salir del centro de visitantes tomamos el Sendero de Anidación rodeado de palmeras y en el cual en cierto punto el olor a excremento de aves era intenso, allí estaban anidando las fragatas, hacían un sonido fuerte y gutural, las que estaban sobre las ramas tenían un globo rojo bajo su pico, señal de apareamiento, fue hermoso verlas tan de cerca.

Montamos la lancha y ya en alta mar, Bolocho dio la orden de tirar la caña de pesca y tiramos otra de nuestro lado, ni 10 minutos andando y Vlad pescó un atún, pero se le escapo 🙁 más adelante Leo tenia en su mano la otra caña y sintió la presión, un hermoso pez atún de unas 4 libras…nuestro equipo iba ganando: Becerro, Yara y yo celebrábamos, 1 a 0. Seguimos probando suerte. Tenia en mis manos el nylon y sentí que algo haló fuertemente y casi me corta los dedos, era otro pez, idéntico al anterior, qué alegría, Leo lo sacó, que triunfo por haber pescado dos peces. Bolocho solo se reía de nuestro pobre triunfo.

El sol nos despedía con sus últimos destellos de la tarde, era hermoso, se veía tan cerca y palpable, redondo, anaranjado…

Nos fuimos a la casa llenos de pescado y con una hermosa experiencia que en lo personal pienso repetir, Isla Iguana es un paraíso accesible que más conocen los extranjeros que los panameños, atrévete a ir, no te vas a arrepentir.

Importante

Es posible ir y venir el mismo día, pero si quieres pasar la noche hay que acampar. Hay un refugio al lado del centro de visitantes, donde se puede dormir y también se puede acampar en la arena. Se permite hacer fogatas, pero sólo se puede usar leña de playa, no se deben cortar árboles ni ramas, ni siquiera secos.

Hay un pozo de brocal detrás de la casa del guarda parque, pero el agua es más bien salobre y no apta para beber. Trae tu propia agua y comida desde tierra firme, en Pedasí se puede conseguir todo lo que haga falta. Recuerda llevar protector de mosquitos.

Desde la Ciudad de Panamá por vía aérea diariamente, en 35 minutos hasta la Ciudad de Chitré en la Provincia de Herrera. En auto también desde la Ciudad de Panamá, a través de la Carretera Panamericana hasta la Ciudad de Chitré en cuatro horas, de allí a la ciudad de Las Tablas y luego al poblado de Pedasí en aproximadamente una hora. Luego de estar instalado en Pedasí es necesario trasladarse hasta la desembocadura del Río Pedasí y tomar una lancha o bote que en veinte minutos lo llevará a Isla Iguana.

El poblado de Pedasí es el más cercano a Isla Iguana y posee alojamientos, restaurantes y alquiler de lanchas, también puede hospedarse en las Tablas y después dirigirse hasta Playa el Arenal en Pedasí.

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