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Hiking Trails and Trips in Panama

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¿Quien no quiere ir a Guna Yala? Toda mi vida había querido ir, pero mi mente estaba cuidándose de no hacerse demasiadas ideas, no me gusta hacerme una imagen exagerada de un lugar y que luego no llene las expectativas, pero déjenme decirles que este lugar me dejó boquiabierta, el mismo paraíso en pequeñas islas, en un solo archipiélago, “el Archipiélago de las Mulatas”.

Todo estaba preparado para quedarnos tres días en la comarca, así que nuestro trip inició a bordo de un transporte especializado para viajar a este lugar, y ya que las condiciones de la carretera no son las mejores, abordamos un auto 4×4 con un excelente chofer.

En Panamá existen 3 comarcas establecidas que son habitadas por indígenas, Guna Yala es una delgada porción de tierra cuyo principal atractivo son las 365 islas que componen el archipiélago (49 habitadas), Kuna Yala en lengua guna significa «Tierra Guna» o «Montaña Guna». El área fue formalmente conocida como San Blas, más adelante, en el 1998 como Kuna Yala, pero se cambió en octubre de 2011 cuando el Gobierno de Panamá reconoció la afirmación del pueblo Guna que en su lengua materna no era equivalente a la letra «K» y que el nombre oficial debería ser «Guna Yala».

En este artículo quiero dar a conocer algunas generalidades de la comarca, pero subdividiré las islas que visitamos, que fueron unas cuantas, de las 365 existentes.

El auto entró por la carretera Llano – Cartí que está ubicada en Chepo. Emocionada trataba de no perderme ni un solo instante, a pesar de que nuestro destino era playa, debíamos pasar por la Reserva Natural Nusagandi, un lugar lleno de vida que también pertenece a la comarca. El auto se detuvo justo en el límite de Nusagandi en donde se paga una cuota por entrar a la comarca y al área protegida, debimos esperar un rato mientras que las autoridades llegaban y se formó una fila de autos, todos con el mismo destino.

Estábamos verdaderamente mareados a causa de las curvas de la carretera, que no es por exagerar, pero son muchas y bastante peligrosas. El conductor debe ser muy responsable en este trip.

Al cabo de aproximadamente 2 horas desde Chepo, llegamos al puerto en donde abordaríamos nuestra lancha que nos llevara a nuestro primer destino: Gardi Sugdub. En el puerto se hizo el pago por entrar en la comarca y su registro, con nombre y cédula de identificación personal/ pasaporte.

Muy emocionada, subí a la lancha feliz de ya estar ahí en donde estaba segura, pasaría días fenomenales. Este es un lugar en el que no vas a poder evitar que tus labios evoquen una sonrisa o alguna palabra de admiración.

En la costa, había muchos yates y nuestro bote se dirigió justo a uno de ellos en donde dejaron a unos extranjeros. Luego llegamos a la isla “Gardi Sugdub”, que al parecer es una de las más habitadas. Allí bajamos y dimos un breve recorrido con nuestro amigo y guía Juan, quien es un excelente guía guna y conoce su comarca muy bien. En Gardi Sugdub caminamos por sus veredas, en las cuales resultamos un poco confundidos, solo Juan se daba cuenta cuando estábamos en un patio ajeno, la libertad aquí en increíble. Vimos una escuela, de nombre Sayla Olonibiginya; en una de las paredes había una linda pintura con una frase en español que llamó mucho nuestra atención “Un indio sin tierra es indio muerto”. Buscamos hasta el cansancio un lugar donde comprar hielo, pero casi no encontramos. En esta isla hay algunas edificaciones que funcionan como hotel y hacen tours a otras islas más naturales, además de que hay servicio de radio-comunicación, biblioteca, dos muelles, tiendas y panaderías. En muchas de las casas, que son hechas con caña brava, vimos mujeres gunas cosiendo molas: una de las expresiones más auténticas del arte indígena panameño, y una de las más cotizadas en el extranjero. En otra de las casas advertimos un letrero que llamó mucho nuestra atención, decía: “Botánico, cáncer, hernia y fibroma”.

En un edificio abandonado resaltaba otra frase “86 años de la revolución kuna, febrero 25, 1925. Kuna Revolution. El pueblo que pierde su tradición pierde su alma” esto en referencia de su historia que en esa fecha, hace ya 87 años se dio la La Revolución Guna, en la que los indígenas gunas se defendieron ante las autoridades panameñas, que obligaban a los indígenas a occidentalizar su cultura a la fuerza. En esta revolución se proclamó la República de Tule, de corta existencia. Cuando se unificó nuevamente con Panamá, los gunas con el aval del gobierno panameño, se creó un territorio autónomo llamado comarca indígena de Kuna Yala, y que garantizaba la seguridad de la población y cultura Guna.

Pasamos al lado del museo de la isla y fuimos invitados a entrar por un costo de 3$ cada uno. En menos de media hora pudimos comprender gran parte de su cultura, quedamos fascinados con cada cosa: objetos, instrumentos, figuras, y lo mejor es que todo fue explicado de una manera súper interesante, la única regla del museo es no tomar fotos.

Aprendimos algo que resultó fenomenal: para los gunas, la tierra es la madre de todas las cosas; ella es la guardiana de todo lo que existe, y representa el espíritu, la fuerza y el vigor de su cultura, así como el balance. Es ésta la razón por la que es tan importante para ellos cuidar su medio ambiente y no abusar de él y es por ello que siempre han luchado por mantener su autonomía. Solo así han podido preservar su cultura y la diversidad biológica de la región, a pesar del auge del turismo. La gente es especialmente orgullosa de su historia y de sus costumbres; tienen leyes y reglas especiales que todo visitante debe respetar.

El mar de ésta región del país es de un verde esmeralda brillante y transparente, ¡les juro que no estoy exagerando! Islas de todas las formas y tamaños, algunas con abundante vegetación, donde predominan las palmeras. Alrededor de cada isla, un cinturón de arena blanca o de arcilloso claro con una pequeña corona de espuma blanca de las olas. Cada vista es fascinante, primitiva, misteriosa. Aquí es otro mundo.

Nuevamente en la lancha, nos dirigimos a una isla de nombre Isla Anzuelo: Assuerdub, en donde subió un joven. De ahí en adelante, pasamos por gran parte del archipiélago, pedazos en donde solo habían yates por montón, anclados al lado de islas que parecían solo manglar. Guna Yala se extiende desde el Golfo de Mandinga, donde está su cabecera El Porvenir (Gaigirgordup), cerca del límite con la provincia de Colón hasta la frontera con Colombia. Su litoral está bordeado por islas con y sin nombre, entre cayos (islas más pequeñas), islotes, todo esto conocido como Archipiélago de San Blas o de Las Mulatas. La comarca se extiende unas 200 millas a lo largo de la costa panameña en el Mar Caribe.

Nosotros nos acercamos a una isla, en donde había un barco hundido y ésta sería la nuestra, la isla en la que viviríamos por dos noches: Isla Perro o Assudub. Simple y sencillamente, no lo podía creer. De inmediato pude decir “esta es la playa más hermosa que he visto en mi vida” y les aseguro que conozco bastantes playas lindas.

Éramos los únicos visitantes, apenas era día viernes y los únicos además de nosotros eran los cuidadores de la isla. Procedimos al proceso de pago, que fue de 7$ por noche por persona por acampar, así que cada uno pagó 14$. Las cabañas cuestan 15$ la noche. Ese precio me pareció excelente pues incluye el uso del baño, uso de la playa, es decir…el uso de toda la isla. Cabe decir que cada isla tiene sus reglas y el uso de la playa en ellas no es gratis, incluso hay que pagar por algunas áreas de snorkel o buceo; en Isla Perro todo está incluido en el precio y es una verdadera maravilla.

Armamos las tiendas de acampar, el día estaba precioso y con una tranquilidad fenomenal, lo único que rompe el esquema del sonido en este lugar son los talingos, aves bulleras y comelonas de las que tienes que cuidar muy bien tu merienda. Oh, en ésta isla debes llevar tu comida pues solo venden bebidas, pero muy cómodamente puedes traer tu barbacoa y cocinar. De igual forma existe la opción de alquilar una estufa y gas. Los chicos planearon este viaje tan bien que la comida sobró y luego de hacer nuestra primera comida del día, nos fuimos a dar un chapuzón a la playa.

LA PLAYA, tan quieta que puedes meter una silla y quedarte ahí toda una tarde sin moverte del mismo sitio. Tan transparente que el uso del snorkel es más para no irritarte los ojos, los peces los puedes ver sin meter la cabeza al agua; y el Barco Hundido… ¡huh! ¡El barco hundido! 

Frente a ésta, se encuentra Isla Diablo: Niadub, que al perecer no recibe tantos visitantes como Isla Perro, pero a la vista resulta igual de hermosa. Al caer la tarde llegaron algunas familias, ciertas personas solo vienen y se van antes del anochecer.

Le dimos la vuelta a la isla, desde la orilla vimos arrecifes coralinos repletos de peces, un barco inmenso, anclado, compraba langostas a los nativos mientras sus tripulantes bajaban en botes a bañarse a la playa. Una familia remaba en su kayac; los pelícanos pescaban y descansaban sobre el mar, metiendo su cabeza bajo el agua por instantes y modelando para nuestras fotografías; a lo lejos viajaban tres veleros, que me transportaron a los tiempos de Cristobal Colón: La Niña, La Pinta y la Santa María, y es que éste archipiélago fue visitado por el mismo Colón en su cuarto viaje, quien le dio el nombre de Archipiélago de las Barbas, y que luego cambió por Islas Sambellas, pero con el transcurrir del tiempo fueron conocidas como las Mulatas, Archipiélago de La Sonda y también Islas Pabiras.

 Casi escondiéndose el sol y nosotros haciendo la cena. Nos sentamos a tomar un buen vino mientras la luna llena decía presente y alumbraba toda la isla. Nos sentamos en un tronco cerca de la playa y mientras nos mojábamos los pies, la luna emitía destellos de luz que casi nos tocaba, las olas estaban furiosas y nos mostraron su fuerza nocturna. Luego me acosté en el colchón inflable y ni cuenta me di cuando era media noche y estaba fuera de la carpa, dormida profundamente bajo las palmas, hechizada en una comodidad placentera.

A la mañana siguiente hicimos hojaldres y mucho café, nuestro desayuno fue exquisito. Era muy temprano y los nativos ya andaban por la costa pescando con pequeñas redes, esto constituye gran parte de su economía. Preparamos todo para irnos de tour a algunas islas cercanas, no sin antes meternos a la playa y practicar con el snorkel. Después del mediodía llegó nuestro bote y junto a otra familia, fuimos a conocer otros lugares. Pasamos por lugares como la “Isla Corazón” que solo tiene 1 palmera; a lo lejos vimos Isla Pelícano, pequeña y acogedora. El bote se detuvo sobre “La Piscina Natural”, un lugar en mar abierto en donde el agua nos llegaba en parte a la cintura, repleta de estrellas de mar, las había en toda la extensión y de todos los tamaños, debimos tener mucho cuidado para no pisarlas.

Fuimos a otra Isla, cuyo nombre es Perro Grande: Assudumaddub, en la que había bastante gente. Nos metimos en la playa y de inmediato nos dijeron que teníamos que pagar por su uso, así que nos subimos al bote y fuimos todos de regreso a Isla Perro en donde finalmente nadé hasta el Barco Hundido e hice snorkel junto a desconocidos, que con miedo no se atrevían a nadar de regreso a la playa; alguna chica había pisado mal y se había herido con el hierro del barco. Mi emoción solitaria era tremenda, el área del barco es bastante profunda, al sumergirme a lo largo del barco pude ver tantos peces como nunca en mi vida. Los había en diversos tamaños, colores y formas. Me paré sobre el barco y a mi lado pasaron docenas de peces voladores; un pez me piñizcó un dedo y luego de un rato decidí ir de regreso a la playa, una experiencia inolvidable.

Con snorkel, los juegos acrobáticos y el nado sincronizado de Juan y Anselmo, fue como transcurrió la tarde; pero en una de las tantas zambullidas cerca del arrecife frontal de la playa me emocioné demasiado a ver un pez grisáceo y alargado, de gran tamaño y quieto en el fondo del arrecife, me miraba tranquilo, le di hasta vueltas encima para observarlo mejor. En mi ignorancia, no me di cuenta de que era una barracuda que pescaba su cena. Estos peces son famosos por ser agresivos y por las innumerables veces que han atacado a humanos, dejándoles graves heridas.

Esa noche nos llovió y uno de mis compañeros tuvo que salir a mitad de la noche en busca de una cabaña, pues su carpa prácticamente fue devastada por el viento. Estábamos tan dormidos que no lo escuchamos y ¡él no entró a jalarnos los pies!

Nuestro último día en el paraíso lo pasamos en la playa, a la que llegaron nativos a vender langostas por precios muy módicos, era domingo y la playa estaba hasta el tope de gente, en su mayoría extranjeros.

Recogimos nuestras pertenencias y esperamos nuestro bote que nos llevaría de regreso, pero como aún era algo temprano nos llevaron a otra isla, ¡otra hermosa isla! ¡Isla Aguja: Iggodup! Esta isla digamos que es un poco más comercial, en ella hay restaurante y más cabañas pero es igual de hermosa, desde su playa se puede ver toda la Serranía de San Blas. Aquí el alojamiento incluye desayuno, almuerzo y cena; de esa misma manera al acampar por un menor precio pero con las comidas incluidas. Aprovechamos y almorzamos, luego de reposar un rato nos tiramos al mar desde el muelle una y otra vez. Todo esto gracias al joven Davis que es uno de los que dirige el turismo de ésta isla y otras.

Tristes, abordamos el bote para ir de regreso al muelle en el que tomaríamos el transporte de regreso a la capital. En 3 horas ya estábamos en la ciudad capital y de ahí cada uno para su casa con un sentimiento tan grande por haber conocido esta comarca, sin quejas, sin agotamiento. Todo reducido a unas ganas inmensas de regresar y quedarnos por más tiempo, además de mucho interés por conocer otras áreas de la comarca.

Algunas recomendaciones:

-       4×4 sin duda, no pasan autos sedán pues las lomas, curvas y el estado de la carretera lo requiere así.

-       Mientras más gente vaya, el precio se reduce. Mientras menos gente va, el precio sube. Es un paraíso pero todo esto tiene su precio: se debe pagar por el transporte o gasolina en el caso de tener auto, entrada a la comarca, entrada a la reserva natural, pagar por la entrada del transporte, lancha (que es lo más elevado a pagar), estadía en la isla de su escogencia, alimentación. Para todo esto, pueden escribirme a info@enlodados.com

-       Los Gunas cuidan mucho su entorno por lo tanto es necesario seguir sus reglas, que son muy estrictas. Valoremos este paraíso natural y dejémoslo limpio. Tal y como lo encuentras o mejor.

-       No olvides llevarte un souvenir: una mola, una pulsera, un collar. Recuerda que así contribuyes al turismo sostenible de éste lugar y a su continuidad.

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