Sobran las palabras para describir la felicidad tanto de los niños como de nosotros al verles sus caritas sonrientes y de agradecimiento al celebrarles su fiestita de navidad, que estuvo llena de regalos, dulces y confites, piñatas y colores ♥
Feliz Navidad y Año nuevo a todos nuestros amigos y amantes respetuosos y constantes de la Naturaleza de Panamá.
Luego de haber hecho el reconocimiento de área en el mes de febrero, regresamos con un grupo de 10 personas a este lugar hermoso, en donde acampamos y disfrutamos de la Naturaleza en todo su esplendor. Recorrimos cada rincón que pudimos y caminamos el trecho de 2 horas hasta la Cascada La Gloria, una hermosa caÃda de agua que nos recibió con más agua que la vez anterior.
Fueron 3 dÃas y dos noches sumidos en el campo, entre los verdes llamativos de la tierra.
Todos quedamos contentos con tanta hermosura, hermosas montañas y caÃdas de agua por todo el camino, al lado del rÃo Cirà Grande y viendo a lo lejos, el hermoso cerro ChichibalÃ.
Pudimos conocer sobre los sembradÃos de culantro y cómo cosecharlos, mantenerlos; fuimos en busca de ranas, nos bañamos en los rÃos circundantes, sudamos la gota gorda, escalamos la cascada La Gloria, cocinamos en fogón, disfrutamos del vino hasta tarde, conversamos en la oscuridad de la noche, nos bañamos con la lluvia, nos topamos con serpientes y aves hermosas, y conocimos gente de gran corazón  🙂
Si quieres formar parte de nuestros trips «enlodados» escrÃbe a info@enlodados.com y con gusto te avisaremos a un próximo trip, lleno de aventuras, a uno de esos lugares de «difÃcil acceso» que con solo un poco de organización puedes visitar.
MuchÃsimas gracias a los jóvenes del team y a la gente linda y amable de Bajo Bonito.
Fuimos con mi prima postiza Roxana (nieta de la señora Tunina que menciono en el post de Bajo Bonito), ya que ella se dirigÃa a La Gloria a dejar un mandado; generalmente no existe transporte público hasta La Gloria asà que los pobladores acostumbran caminar diariamente hasta llegar a sus hogares.
Pasamos varias quebradas, a decir verdad, bastantes. Vimos el cerro Chichibalà de Capira a lo lejos, por instantes nos rodeaba la neblina y nos serenaba la lluvia.
Ya el sudor se hacÃa presente y caminamos más rápido que de costumbre, aunque a pesar de nuestros esfuerzos, todo nos tomó 2 horas exactas, sin importar que nos habÃan dicho que el camino era solo una hora. Sinceramente, cuando hablamos de tiempo con la gente del campo nunca les creo, ellos caminan muy rápido y generalmente no poseen reloj o indicador del tiempo.
Nos percatamos de que bordeamos el rÃo, de nombre Cirà Grande, que posee muchas caÃdas de agua y algunas cercanas a la vÃa principal. La gente de estos pueblos saben el valor del agua, y cuidan sus rÃos como oro.
En este lugar las casas están distanciadas unas de otras y separadas por hectáreas grandes de terreno que utilizan para cultivar vÃveres. La escuela primaria es nueva, pero antes de que existieran los niños debÃan caminar hasta Bajo Bonito para recibir clases.
Nuestra recomendación es pagar a los dueños de la casa de madera entre 3 a 5 dólares de colaboración.
Si les digo cuanto mide, les miento. Para mi, y sin haberla medido, digo que quizás unos 70 metros. Realmente es una cascada escalonada, o sea que se puede subir con cuidado, arriba se encuentra la cascada La Tulivieja y otras más. Nos dedicamos a contemplar su belleza, embelesarnos con tan magnÃfica obra de la Naturaleza y bañarnos en sus frÃas aguas, que invitan al deleite.
Al poco tiempo nos regresamos y nos quedamos un rato conversando con Mary Ovalle, la dueña y señora de esos terrenos, una mujer amable y carismática, nos ofreció guineos y nos mostró sus orquÃdeas. Compartimos el lunch con la familia, admiramos el paisaje, nos despedimos y caminamos de vuelta a Bajo Bonito, claro ahora nos tomó menos tiempo pues casi todas las pendientes eran en descenso.
Bajo Bonito es una hermosa comunidad del corregimiento de Cacao del distrito de Capira en la provincia de Panamá. Tiene una población aproximada de 357 habitantes y es un lugar rodeado de montañas.
La primera vez que fui a Bajo Bonito, tenÃa alrededor de 8 años y el viaje fue en familia: tÃos, primos, etc. En aquel tiempo cuando la chiva (transporte) bajaba las pendientes, mis tÃas preferÃan bajarse y caminar, con el miedo de que se saliera del camino.
Ella hizo muy buenas relaciones amistosas en el lugar y fue asà como los lugareños la tomaron como una nativa más, tanto asà que a su casa aún llegan personas de Bajo Bonito a hospedarse cuando vienen a hacer sus mandados a la ciudad de Panamá.
De esa forma, hace poco pude conversar con la señora Saturnina de apodo “Tunina†y le dije que querÃa regresar a esas montañas a caminar y ella me ofreció la información necesaria.
Fácil de fácil acceso no es, las “chivas†o más bien “gallineras†no salen a diario para Bajo Bonito ni mucho menos a toda hora, hay como quien dice: perseguirlas hasta encontrarlas. Ya me habÃa ido un fin de semana antes a averiguar sin encontrar resultados, luego Tunina me dijo por quien preguntar y llamar y asà fue como un viernes a la 1 de la tarde Anselmo y yo estábamos montados en una gallinera repleta de gente con productos y gasolina rumbo a montaña adentro en Capira.
Hasta Cacao la chiva se toma aproximadamente 1 hora y 15 minutos y la calle es pavimentada. De ahà a Bajo Bonito son 2 horas más en verano, dependiendo de la dificultad del terreno, pues en invierno toma más tiempo poder llegar.
En el camino se observan claramente cerros como el cerro Trinidad, cerro Ciri Grande, Altos del MarÃa y parte del P.N. Altos de Campana. La calle de pronto se cerraba por helechos que podÃamos casi tocar sacando las manos del transporte.
Nos quedamos en la cabaña de la Asociación Medalla Milagrosa en donde se reúne la comunidad para organizar sus cosechas, que cuenta con paneles solares que da electricidad hasta para 6 casas, pero preferimos ahorrar y no dañar la paz natural del lugar. Allà alzamos nuestra tienda de acampar y nos pusimos a cocinar en el fogón de leña, pues llegamos al atardecer y se hacÃa de noche.
En Bajo Bonito no hay luz, hay agua pero son pocas las casas con sistema de tuberÃas, no existen infraestructuras de alojamiento, pero hay muchos espacios en los que se puede acampar.
Luego de haber cenado y reposado nos fuimos a bañar al rÃo, que pasa por toda la comunidad, ya casi se hacÃa de noche, encontramos una charca que nos llegaba al cuello, con un espacio pequeño, digamos “personal†para nadar. Vale decir que aquà los rÃos son increÃbles, de aguas mansas y claras. Se trata del rÃo Ciri Grande, que baja por toda la comunidad de Bajo Bonito y se va ensanchando a medida que llega al lago Gatún.
La subcuenca del rÃo Cirà Grande limita al norte con el lago Gatún, al este con la subcuenca del rÃo Trinidad, al sur con la divisoria continental y al oeste con la subcuenca del rÃo Indio. Esta cuenca es parte importante del Canal de Panamá.
En Bajo Bonito hay tiendas donde venden enseres básicos como pan, arroz, carnes enlatadas, algunos snacks y jugos. El medio de transporte que predomina es el caballo, pocos carros 4×4 y los pies para caminar grandes distancias.
La diversión es abundante, a la mañana siguiente caminamos un par de horas hasta la comunidad de La Gloria, subimos y bajamos pendientes pronunciadas y disfrutamos de hermosas vistas.
Nos fuimos a dormir y a pesar de estar en pleno verano, en el Bajo nunca dejó de llover, serenaba por las noches, lo que ayudó a que nuestro sueño fuera más profundo.
En todo el recorrido vimos gran cantidad de aves, reinitas, tucanes, tangaras, colibrÃes, ruiseñores, entre otras. Nos contaron que en el poblado hay ñeques, conejo pintado, zarigüeya, armadillo y algunas veces han visto llegar un manigordo que se come las gallinas. Anselmo vio un mono cerca del rÃo. Mi tÃa Hilda a veces contaba que cuando ella trabajó en la escuela básica de Bajo Bonito, a veces tocaba comer mono, pues era lo único que se encontraba.
Supimos de un chorro cercano al pueblo, pero el señor Francisco prefirió acompañarnos pues el camino no estaba marcado. Con machete en mano fue abriendo sendero, cruzamos una quebrada, subimos un barranco adivinando pasos y trepados en un precipicio, vimos el chorro que nos transmitió miedo, no habÃa por donde bajar y a su caÃda de agua se formaba un remolino, que nos dio a pensar que se traga al que cae.
El tiempo era corto y se hacÃa tarde para nuestro regreso a la ciudad, caminamos de regreso y nos quedamos en una parte del rÃo de aguas mansas, a la que los pobladores llaman “La Pailaâ€.