La dicha de la vida está en lo simple. Algunas montañas las hemos visto mil veces y nos hemos preguntado mil cosas en torno a ellas y hasta ahÃ.
¡Ayer fue un dÃa espectacular! Hicimos la cima del Cerro Trinidad de Capira, que forma parte del Parque Nacional Altos de Campana. Fue una experiencia única, en donde pudimos disfrutar no solo de la cima, sino del camino y de parte de lo que guarda este espectacular cerro: una gran biodiversidad.
Helechos arbóreos, epÃfitas, orquÃdeas, un sinnúmero de animales entre esos coloridas orugas, decenas de insectos, danzantes mariposas y aves para escoger.
Por razones de seguridad, nuestro guÃa optó por dividir el grupo en dos y de esa manera poder disfrutar ampliamente cada uno, de la cima cuyo espacio es reducido. La misma no es fácil de acceder, es crucial hacerlo con un guÃa experimentado o un guÃa local. Nosotros habÃamos hecho esta cima ya por varios lados, incluso del lado norte y varias veces con la familia Herrera, que son quienes hicieron un escultura de una biblia de cemento que se encuentra en la cima.
Madre Naturaleza nos permite poder disfrutar de cerca de sus maravillas, con organización, seguridad y buena disposición. Todos sucumbimos ante esplendorosa grandeza, dichosos y reinantes pero conscientes de nuestra pequeñez ante tanta maravilla.
Y digo expedición porque asà lo fue, no es cuento. Ya lo habÃa intentado una vez sin encontrar el camino y sin que nadie me pudiese ayudar. Uno de los chicos hace algún tiempo habÃa llegado hasta una parte, pero en total, nadie habÃa llegado a la cima, asà que un domingo nos fuimos a ver, primero que todo, si encontrábamos el camino.
Ese cerro con su formación rocosa espectacular, me habÃa llamado la atención desde niña. Es visible desde buena parte de la carretera Interamericana, incluso desde algunas partes de Arraiján. Imponente, posee varios picos o cimas que alcanzan los 1000 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra ubicado luego de pasar la comunidad de LÃdice en Capira y en sus faldas habitan comunidades como Trinidad, Aguacate, el Chileno, y Majarajá. Es uno de los cerros más importantes del Parque Nacional Campana.
Según ANCON (1995), la cima del Cerro Trinidad está entre los pocos lugares dentro de la Cuenca donde se ubican especies de flora de tierras frescas y frÃas ya que la mayorÃa de las especies de plantas del área de la cuenca en forma general, es caracterÃstica de flora de tierras bajas.
Los estudios de los recursos biológicos en el área de Trinidad han sido poco, en la actualidad se sigue presentando el caso, ya que posterior al estudio de ANCON el más reciente es el de monitoreo de la Cuenca para el sector del nacimiento de la subcuenca. Durante su estudio ANCON, reportó para el sector de Trinidad 34 especies de anfibios, 30 de reptiles, 267 de aves y 39 de mamÃferos.
El Cerro Trinidad es un punto que se puede desarrollar para hacer caminatas de alto impacto, tiene pequeños caminos por los cuales se puede subir y a su paso se puede explorar acerca de la flora y fauna del lugar. Según los moradores arriba se encuentran los restos de un avión caÃdo hace muchos años. Se puede hacer conexión con otras partes del Parque Nacional Altos de Campana.
Avanzamos subiendo un llano muy lindo con árboles frutales. Recogimos naranjas, mangotines y seguimos nuestro camino que se veÃa fácil, hasta la toma de agua. Una vez en el bosque la vegetación era contundente, áspera y húmeda. Lo que venÃa eran barrancos.
Una loma empinada que parecÃa interminable, ya tenÃamos grandes cantidades de sudor por nuestros cuerpos; de inmediato procedimos a utilizar la soga, que nos fue de gran ayuda en todo el camino.
Nos encontramos con una serpiente pequeña que se escabullÃa entre la hojarasca; de inmediato ella impregnó el ambiente con un olor a pescado podrido, su modo de defensa. Los hongos y setas estaban por todo el lugar.
La cueva parecÃa formada de un derrumbe de quien sabe cuantos cientos de años. Es importante destacar que casi todo el parque nacional Campana es resultado de la pasada actividad volcánica del volcán del Valle de Antón y existen  numerosas manifestaciones que hablan de un pasado geológico de una enorme intensidad.
Nuevamente utilizamos la cuerda, el camino era demasiado resbaloso y pronunciado. Continuamos abriendo camino, pues sendero no habÃa. Nos sentamos en una loma a almorzar y agarrar fuerzas para seguir, no sabÃamos hacia donde Ãbamos pero menos rendirnos.
Al levantarme pude ver claramente que en frente estaba uno de los picos, quizás uno de los más pequeños del Trinidad y a lo lejos se veÃan los techos de algunas casas, lo que significaba que estábamos subiendo y con eso en mente seguirÃamos.
Una vez repuestos seguimos inventando camino. Hongos grandes, bromelias, epifitas, insectos, musgo, mariquitas, mariposas y el canto de las aves nos acompañaban. Grandes árboles encontramos a nuestro paso. Los arbustos nos cerraban el trillo, nos confundÃan, nos perdÃan. Los helechos son los dueños del lugar, los hay de todas las especies. Ãrboles espinosos advertÃan su presencia al agarrarnos de ellos para avanzar. La vegetación estaba cerrada, casi no se veÃa el cielo, solo la copa de los árboles y el olor putrefacto de materia en descomposición nos llegaba de repente, además de la neblina que casi nos tocaba.
De pronto la loma se hizo empinada, bordeamos una laja enorme subiendo hacia quien sabe donde. Las grandes rocas que pisábamos se caÃan e iban a dar con fuerza al que venÃa detrás. Nada de lo que pisábamos era seguro usamos una soga para poder continuar, resbalamos muchas veces e invadÃamos el ambiente con carcajadas de aliento por seguir.
Al llegar la neblina estaba espesa, la vegetación de altura era tupida. En ocasiones la neblina desaparecÃa y pudimos ver que a nuestra derecha habÃa un pico aún más alto. Nos sentamos y descansamos, ya tenÃamos 4 horas de estar subiendo cerro Trinidad, pero valió la pena.
Carlos sacó su reloj y midió la altura e indicaba que estábamos a 965 msnm. Era un hecho. Estuvimos largo rato esperando que la neblina se fuera, pero nada.
No hubo quien no se diera la tÃpica “matada†resbalándonos a cada instante. Salimos golpeados y rayados. De regreso decidimos no tomar la cueva pero fue necesario bajar con la cuerda por una laja alta.
Definitivamente, este ascenso fue increÃble por la cantidad de locuras que tuvimos que hacer tanto para subir, como para bajar, pero la recompensa fue única y de seguro muy pronto lo haremos de nuevo, a ver si llegamos hasta el pico más alto del Cerro Trinidad.
Si deseas hacer este ascenso, debes tomar en cuenta muchas medidas de seguridad y tener muy buen sentido de orientación. Para cualquier duda, saben que pueden escribir a info@enlodados.com
A veces las ganas de ver verde me invade tanto que tengo por necesidad que buscarlo. Aunque viva en un lugar donde hay muchos árboles, para mà la necesidad de recorrer Panamá se escapa de mi cuerpo, va más allá de mi corazón y se aferra a mi alma. Si no lo hago puedo deprimirme, lo he comprobado.
Hace poco nos atrevimos a buscar el trillo que conduce a la cima del cerro Trinidad de Capira, uno de los más altos del área y que forma parte del Parque Nacional Altos de Campana. Era carnavales, y para dicha de nosotros no tuvimos problemas con el transporte. Nos fuimos en bus colectivo sin ningún problema.
Tomamos un bus Panamá-Capira (LÃdice). Preguntamos al conductor donde tomar las “chivas†(buses) de Trinidad y el amablemente nos dijo que en un Mini Súper desde el cual salen todas las chivas que van hacia esos pueblos.
Luego de esperar algún tiempo llegó una chiva de “El Chileno†un pueblo que queda más allá de nuestro destino y por ende pasaba por Trinidad. Nos subimos en la chiva, que en realidad viene siendo un antiguo auto de la Cruz Roja y que ahora cumple con la función de transporte.
Desorientados fuimos y nos metimos “por ahÆel camino aquel que no era más que monte y más monte, nos llegaba a la cintura, habÃan muchas plataneras, helechos, lajas gigantescas, y uno que otro árbol de naranja. De pronto lo que para nosotros era un camino mÃnimamente marcado, desapareció. ¿Y ahora? A improvisar.
Llegamos hasta una tuberÃa y de allà nos regresamos a la carretera principal a preguntar si habÃa otro trillo pues pensamos que efectivamente el que habÃamos tomado era incorrecto.
Al salir del chorro vimos unas chachalacas (Ortalis cinereiceps), y unos tucancillos verdes (Aulacorhynchus prasinus). Caminamos por esas lomas hasta llegar al Cruce, lo que fue bastante, a mi me pareció increÃble haber caminado tanto. Esperamos una chiva por casi media hora en una tienda en donde sà tenÃan sodas frÃas, donde conocimos unos jóvenes que serán nuestros guÃas en la verdadera expedición al cerro Trinidad.
Sin ningún problema llegamos a Capira con una experiencia más y con la satisfacción de haber conocido un lugar tan fantástico.
Queda por decir que los invito a empezar a caminar. Hay lugares tan cerca de la ciudad, tan accesibles y hermosos… Lo único que hace falta es tener las ganas de caminar, de conocer, de improvisar, interactuar, y sobre todo disfrutar de tanta belleza que ofrece nuestro Panamá. No te conformes con ver esos cerros desde lejos, tratar de llegar lo más cerca posible es lo mejor.
LÃdice es solo uno de los poblados que están en las faldas del Cerro Trinidad de 969 metros sobre el nivel del mar, asà mismo como el Cruce detrás del cerro.
Luego de cinco minutos de recorrido en la carretera hacia LÃdice, ya el paisaje cambiaba. El verde toma su lugar en este lugar, a medida que avanzas se va viendo Cerro Trinidad desde distintas esquinas, el clima cambia a fresco y puro.
Desde principios del siglo XIX estas fueron utilizadas para pastear al ganado entregando en diezmo a la Parroquia de San Isidro. Su nombre original era el «Potrero», por inquietud de los moradores se ordena el cambio del nombre de Potrero por el de «LÃdice». Este nombre es un homenaje a LÃdice comunidad de Checoslovaquia destruida el 4 de junio de 1942 por orden de Adolfo Hitler. La ONU, decretó que en cada paÃs debÃa haber un pueblo, calle, plaza o edificio que llevara este nombre en memoria de sus habitantes y le toco a Capira.Desdunloma antes de mi casa, se puede ver el Cerro Trinidad, asà como desde muchos puntos de Arraiján. Cuando uno va en la carretera Arraiján – Chorrera, puedes ir viendo como aparece y desaparece desde las curvas de la carretera. Incluso en el centro de Chorrera, justo cuando uno va en la carretera central de la chorrera, viendo hacia el frente se ve claramente el Cerro Trinidad. La forma de este cerro es enigmática, casi siempre tapado por las nubes que lo cubren en la cima. Tiene unos picos impresionantes que sobresalen en la cordillera central que a partir de allà reducen la altitud de sus cumbres, para dar paso a las colinas.
Las vistas desde LÃdice son hermosas, el clima es fresco, a lo lejos se ve el cerro Trinidad como el rey de la región. En las tardes el sol pasa por detrás de su cima y refleja su sombra en el pueblo.
Luego de pasar LÃdice, se ve un precioso paisaje, parecido al que se ve desde Campana: punta chame, algunas islas, parte de Capira, Cermeño, entre otros lugares.
Hicimos caso y seguimos el camino, cada vez la carretera era más difÃcil y de piedras sueltas, decidimos arriesgarnos a seguir, hasta que tuvimos la gran sorpresa de encontrarnos con un rÃo sobre el cual habÃa que pasar, asà que dimos la vuelta y decidimos regresar, pues ese rÃo es solo para carros con doble tracción, se veÃa bastante fuerte.
De regreso tuvimos un par de problemas de tracción pero finalmente logramos seguir. En el camino nos encontramos con el señor que nos habÃa ayudado con la dirección, el cual iba caminando hacia fuera en busca de un transporte que lo llevara hasta Capira con su familia. Le dimos el aventón hasta afuera y de paso conseguimos un guÃa para pronto ir a subir el Cerro Trinidad, que será una nueva exploración de un cerro casi inexplorado, que es más bien intocable para muchos desde lejos.
LÃdice es solo uno de los poblados que están en las faldas del Cerro Trinidad de 969 metros sobre el nivel del mar, asà mismo como el Cruce detrás del cerro.
Luego de cinco minutos de recorrido en la carretera hacia LÃdice, ya el paisaje cambiaba. El verde toma su lugar en este lugar, a medida que avanzas se va viendo Cerro Trinidad desde distintas esquinas, el clima cambia a fresco y puro.
Desde principios del siglo XIX estas fueron utilizadas para pastear al ganado entregando en diezmo a la Parroquia de San Isidro. Su nombre original era el «Potrero», por inquietud de los moradores se ordena el cambio del nombre de Potrero por el de «LÃdice». Este nombre es un homenaje a LÃdice comunidad de Checoslovaquia destruida el 4 de junio de 1942 por orden de Adolfo Hitler. La ONU, decretó que en cada paÃs debÃa haber un pueblo, calle, plaza o edificio que llevara este nombre en memoria de sus habitantes y le toco a Capira.
Desde una loma antes de mi casa, se puede ver el Cerro Trinidad, asà como desde muchos puntos de Arraiján. Cuando uno va en la carretera Arraiján – Chorrera, puedes ir viendo como aparece y desaparece desde las curvas de la carretera. Incluso en el centro de Chorrera, justo cuando uno va en la carretera central de la chorrera, viendo hacia el frente se ve claramente el Cerro Trinidad. La forma de este cerro es enigmática, casi siempre tapado por las nubes que lo cubren en la cima. Tiene unos picos impresionantes que sobresalen en la cordillera central que a partir de allà reducen la altitud de sus cumbres, para dar paso a las colinas.
Las vistas desde LÃdice son hermosas, el clima es fresco, a lo lejos se ve el cerro Trinidad como el rey de la región. En las tardes el sol pasa por detrás de su cima y refleja su sombra en el pueblo.
Luego de pasar LÃdice, se ve un precioso paisaje, parecido al que se ve desde Campana: Punta Chame, algunas islas, parte de Capira, Cermeño, entre otros lugares.
Hicimos caso y seguimos el camino, cada vez la carretera era más difÃcil y de piedras sueltas, decidimos arriesgarnos a seguir, hasta que tuvimos la gran sorpresa de encontrarnos con un rÃo sobre el cual habÃa que pasar, asà que dimos la vuelta y decidimos regresar, pues ese rÃo es solo para carros 4×4, se veÃa bastante fuerte.
De regreso tuvimos un par de problemas de tracción pero finalmente logramos seguir. En el camino nos encontramos con el señor que nos habÃa ayudado con la dirección, el cual iba caminando hacia fuera en busca de un transporte que lo llevara hasta Capira con su familia. Le dimos el aventón y de paso conseguimos un guÃa para pronto ir a subir el Cerro Trinidad, que será una nueva exploración de un cerro casi inexplorado, que es más bien intocable para muchos desde lejos.
Capira es sin duda alguna, una perla de Panamá, con sus valles, montañas y rÃos que deslumbran sus caminos, algunas veces sin calles pavimentadas, pero siempre vale la pena recorrerlo, siempre más allá y mientras más lejos llegas, más hermoso se pone.