Rancho Frío, Parque Nacional Darién

Este parque se ubica a 325 kilómetros de la ciudad de Panamá. Es el parque nacional más grande de la República de Panamá, con una extensión de 5,970 km². Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1981 y Reserva de la Biosfera en 1983. Es considerado el segundo pulmón natural más importante de América, después de la selva del Amazonas.

Puerto de Yaviza

Es importante destacar que Darién es la provincia más grande de la República de Panamá, con una extensión de 11,896 km², un área comparable al tamaño de la isla de Jamaica. Limita al este con Colombia, lo cual debería convertirla en una de las provincias más estratégicas e importantes del país.

Sin embargo, no es un secreto que Darién es también la provincia más olvidada del territorio panameño, a pesar de su rica cultura e incalculable valor biológico. Su ubicación fronteriza la expone a múltiples desafíos: el paso constante de personas desplazadas provenientes de Suramérica, la tala indiscriminada de sus maderas preciosas, la caza de su fauna silvestre, así como la presencia de enfermedades endémicas, epidemias y altos índices de desnutrición en varias de sus comunidades.

La agricultura local también enfrenta dificultades, ya que las condiciones de transporte —en su mayoría fluvial y marítimo— limitan la distribución de los productos y reducen las oportunidades de ingreso, en un contexto donde el desempleo es generalizado. Aun así, no se puede pasar por alto que los programas de vigilancia sanitaria implementados en Darién han sido clave para contener el avance de la fiebre aftosa desde Sudamérica, funcionando como un verdadero muro de contención para evitar la propagación hacia el norte del continente.

El nombre “Darién” proviene de la lengua del pueblo indígena Cueva, una tribu que habitaba la región y fue exterminada por los conquistadores durante el siglo XVI.

Habitan tres grupos indígenas precolombinos: los Gunas, que residen en comunidades tradicionales como Paya y Púcuro, al pie del sagrado cerro Tacarcuna; los Emberá, habitantes ribereños del Chocó; y los Wounaan, cultural y lingüísticamente cercanos a los Emberá.

Los ríos más caudalosos del país, el Tuira y el Chucunaque, atraviesan esta provincia, enmarcada por las imponentes serranías de San Blas, Bagre, Pirre y del Sapo.

Navegando Chucunaque

La emoción me invadía. Hacía meses que venía con la idea de visitar esta provincia. En un principio, el plan era llegar hasta Paya, el último pueblo antes de entrar en territorio colombiano, una zona muy remota y considerada peligrosa debido a la pasada presencia de la guerrilla.

Busqué mucha información y me puse en contacto con personas que ya hubieran visitado el parque: muy pocos. Supuse que el miedo frena el entusiasmo de quienes desean conocerlo pero no se sienten seguros, ya sea por el conflicto o por la inmensidad del área. Revisando el mapa, no pude evitar notar que el parque está ubicado a pocos kilómetros de la frontera con Colombia.

También pasamos por las oficinas de ANAM en busca de información y para notificar que nos dirigíamos al parque. Resultó curioso que el guía con quien ya habíamos coordinado por nuestra cuenta fuera, precisamente, uno de los guías más confiables y reconocidos del Parque Nacional Darién.

Una vez todo estuvo listo, nos organizamos y partimos 11 personas junto con el guía, saliendo desde la Terminal de Albrook a las tres de la madrugada con rumbo al Darién.

Los precios del transporte son accesibles: desde la ciudad de Panamá hasta Metetí cuesta $9; y hasta Yaviza, $14. En nuestro caso —y como debe hacerlo todo aquel que se dirija hacia el Parque Nacional Darién—, era necesario registrarse en la oficina de ANAM en Metetí. Allí efectuamos el pago por el alojamiento y la entrada al parque. Pagamos $1 cada uno por la entrada (por ser estudiantes) y $5 por noche por persona para alojarnos en el refugio de Rancho Frío, el primer refugio de ANAM dentro del parque. Por supuesto, es muy importante que si van en grupo de estudiantes, lleven su carné vigente que los respalde. (año 2011)

SENAFRONT Metetí

Y claro, en el caso de no ser estudiantes y pagar como “nacionales”, el precio por entrar al parque es de $3.00, y por noche en el refugio, $10.00. En caso de acampar, se pagan $2.00 por estudiante y $5.00 por nacional. Los extranjeros pagan $5.00 por la entrada al parque, $15.00 por noche de alojamiento, y $10.00 si desean acampar. (VERIFICAR)

Todo iba de maravilla, aunque tuvimos algunos contratiempos con el transporte, ya que fue necesario hacer trasbordo en Agua Fría. A partir de allí, todo fue espléndido. Esperamos con entusiasmo que ANAM abriera a las 9:00 a.m. en Metetí y nos registramos sin inconvenientes.

Mientras estábamos allí, tuvimos la suerte de presenciar una pequeña muestra de la biodiversidad del lugar: llegó una familia de monos aulladores (Alouatta palliata), vimos algunos loros frentirrojos e incluso descubrimos un nido de colibrí.

Luego, tomamos un autobús hacia Yaviza, con un costo de $5.00 por persona.

Yaviza. Puente sobre Río Chucunaque

En Yaviza termina la carretera Panamericana; es allí donde inicia el famoso Tapón del Darién, que abarca las comarcas indígenas de Guna Yala, Madugandí, Wargandí, Emberá-Wounaan, así como los distritos de Chimán y el este de Chepo, todos en Panamá, y el norte de los departamentos del Chocó y Antioquia, al oeste del Golfo de Urabá en Colombia.

En esta piragua pagamos $5.00 cada uno. El recorrido duró una hora y media en medio de las aguas de los ríos Chucunaque y Tuira, hasta llegar a El Real de Santa María. Estos ríos son de gran importancia, pues constituyen un medio de comunicación clave en la provincia del Darién y la comarca Emberá-Wounaan, ya que sus diversos afluentes conectan las principales localidades ribereñas.

Para algunos del grupo era la primera vez que subían a una piragua, lo que hizo de esta una experiencia completamente nueva. El paisaje dominante era exuberante y desconocido para nosotros. El río Chucunaque, imponente y de aguas color chocolate, nos pasaba en dirección contraria; íbamos río arriba por esa carretera líquida. En el trayecto, vimos pasar familias enteras remando en sus piraguas, principalmente de la etnia Emberá-Wounaan. También vimos a varios policías regresando, quién sabe qué misión.

La mayoría de mis compañeros se durmieron en plena piragua; creo que algunos incluso roncaban, agotados por el viaje. Llevábamos más de 24 horas sin dormir. Personalmente, la sola idea de saber que estaba en esta remota región del país no me permitía cerrar los ojos. Para mí, hubiese sido un pecado estar allí y no observar todo lo que pasaba a mi alrededor.

El río Chucunaque mide 231 km, es muy ancho y constituye el principal afluente del río Tuira, el segundo río más extenso de Panamá. Junto con el río Balsas, el Chucunaque y el Tuira forman una cuenca hidrográfica de 10,664.42 km², la mayor del país.

El Chucunaque nace cerca del Cerro Grande, en la Serranía del Darién, en la frontera entre las comarcas indígenas Guna Yala y Wargandí. Fluye hacia el sureste hasta la localidad de Uala, cabecera de Wargandí, y continúa en esa dirección recibiendo diversos afluentes: el Artigartí, Mortí, Chiatí, Membrillo, Metetí, Ucurgantí, Marragantí, Turquesa y Chico. Al llegar a la localidad de Yaviza, el río cambia su curso hacia el suroeste y finalmente llega a El Real de Santa María, donde se une con el río Tuira.

En la piragua rumbo a el Real
Samuel, Juan y yo, los únicos despiertos.

De pronto, a lo lejos, comenzamos a ver un cerro. El guía me tocó el hombro y me dijo que era el imponente cerro Pirre, uno de los más altos de la región y muy interesante por la gran cantidad de especies endémicas que habitan en él. Los árboles cuipo (Cavanillesia platanifolia), descomunales, se divisaban a lo largo de todo el recorrido. Vimos un caimán tomando el sol a orillas del río; el cielo nos favoreció, aquel día las nubes parecían en tercera dimensión. El panorama era digno de una película jurásica.

Cabe destacar que Darién posee montañas de considerable altura, entre las que sobresalen:


  • Cerro Tacarcuna (1,875 m s. n. m.)


  • Cerro Piña (1,581 m s. n. m.)


  • Cerro Pirre (1,569 m s. n. m.)


  • Cerro Nique (1,550 m s. n. m.)


  • Cerro Chucantí (1,430 m s. n. m.)


  • Cerro Tanela (1,415 m s. n. m.)


  • Altos del Quía (1,361 m s. n. m.)

(Otras montañas como Pavarandó, Armila y Sapo no tenían sus alturas especificadas en la fuente original).

En un momento, al tomar una curva, entramos en el terreno del río Tuira. Más adelante, el cauce se redujo: estábamos en uno de sus afluentes, el río Pirre. De pronto apareció el poblado de El Real de Santa María, un corregimiento ubicado dentro del distrito de Pinogana.

Una vez en El Real, sabíamos que nos esperaba una caminata de aproximadamente cinco horas hasta llegar a Rancho Frío. Pero, gracias al ingenio de nuestro guía, consiguió contactar un camión que nos llevaría hasta Pirre 1.

Aprovechamos para tomar un almuerzo que nos cayó de maravilla, pues fue nuestra primera comida “real” del día. Dejamos algunas donaciones traídas desde la ciudad y abordamos el camión. Pasamos sobre un río, luego por varios poblados y por el aeropuerto de El Real. Al llegar a una bifurcación, tomamos la vía de la derecha. El guía nos comentó que por la otra calle se puede llegar a Colombia con bastante facilidad.

Luego de eso llegamos a Pirre 1, donde nos encontramos con el señor Alberto Pizarro, guardaparques de ANAM, quien nos esperaba con un four-wheel y se encargó de llevar nuestras maletas. De inmediato emprendimos la caminata hacia Rancho Frío. Definitivamente, nuestro guía Isaac Pizarro fue una maravilla. De no haber sido por él, hubiéramos tenido que caminar desde El Real hasta el refugio de Rancho Frío con el cansancio acumulado, cargando mochilas pesadas durante más de cinco horas.

El cerro Pirre se veía cada vez más cerca, gigantesco y ¡azul! debido a la densidad de su vegetación. Solo un espacio sin árboles rompía su verdor, se trataba de un derrumbe de tierra.

Iniciamos la caminata, y a cada canto de ave, nuestro guía nos decía qué especie era. ¡Demasiado emocionante! Nos detuvimos en una casa, la última que veríamos en el camino. El guía saludó a los moradores y aprovechamos para tomar unas deliciosas pipas y comprar algunos plátanos que nos vendió la señora de la casa.

Llegando al Real de Santa María

Al fondo, cerro Pirre

En el camino hacia Rancho Frío distinguimos árboles gigantescos, pero hubo uno que casi me saca lágrimas, un Ceiba pentandra, sus raíces tabulares eran increíbles, y su dosel se perdía en el infinito, definitivamente un centenario que ha sobrevivido al tiempo y ha sido respetado.

Pasamos por muchas quebradas, vimos monos aulladores, y de pronto la lluvia comenzó a caer, lo que nos animó aún más. La lluvia siempre es bienvenida, pues refresca el alma, y qué mejor lugar que la selva para quitarnos el fogaje. El camino era enredado y se perdía entre diferentes senderos.

Aceleramos el paso bajo la lluvia torrencial y llegamos al refugio de ANAM exactamente en dos horas. Ordenamos las maletas dentro del refugio y nos dirigimos hacia “La Cascada”… sí, aún no tiene nombre esa cascada. En media hora, luego de atravesar un sendero, estábamos caminando sobre el río y llegamos. Era hermosa, de aguas claras y con un chorro diagonal que caía con fuerza en la poza.

"La Cascada" foto del website de ANAM
La Cascada

Pensé en tirarme por el surra surra al día siguiente, cuando volviéramos más temprano a la cascada con las cámaras. Tenía algo de miedo, pues últimamente me han estado dando calambres en el agua, y no quise arriesgarme. Sin embargo, al día siguiente me arrepentí de no haberlo hecho.

El refugio era exactamente como lo imaginé: de madera, amplio por dentro, con dos espacios separados disponibles, un baño, un retrete, una llave de agua y una cocina con estufa. A nuestra disposición teníamos colchones; podíamos usar los camarotes o poner los colchones en el piso. Elegimos esta última opción, revisamos que no hubiera ningún animalillo en el suelo, y nos acomodamos.

En la cocina, ANAM pone a disposición ollas, platos, vasos y hasta cubiertos, en caso de no llevarlos. A un lado del refugio corre un río calmado.

Obviamente es necesario llevar comida, preferiblemente enlatada, ya que luego de pasar El Real de Santa María no hay lugares donde adquirir enseres. También es muy importante llevar suficiente agua potable, ya que, aunque en la estación de Rancho Frío hay agua, no es potable.

A la mañana siguiente, luego de haber dormido largo y tendido, nos levantamos un poco tarde para subir hacia el mirador. Mientras desayunábamos, pudimos escuchar guacamayas que pasaban despavoridas, graznando y avisando su llegada. Salí corriendo a ver si podía fotografiar alguna, pero ya se habían alejado. Nos dijeron que son guacamayas rojas, que generalmente andan por la zona del refugio.

Para mí, fue un momento muy emocionante, pues las guacamayas son aves casi extintas. La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) otorgó a Panamá el segundo lugar en la región mesoamericana en su “lista roja” de especies de guacamayas amenazadas.

Además, esta especie ha sido declarada en riesgo por la Convención Internacional de Especies Salvajes de Flora y Fauna en Peligro de Extinción (CITES, por sus siglas en inglés), que prohíbe su comercialización como forma de protegerla de la destrucción de su hábitat, lo que ha provocado la eliminación de sus lugares de anidación. Aquí en Panamá, estas especies se encuentran, en muy pocas cantidades, en el área de Cerro Hoya, en la provincia de Los Santos, así como en Veraguas y Darién.

Guacamayas
Mi foto de las guacamayas.

La misión del segundo día sería subir al mirador llamado Rancho Plástico. Iniciamos la caminata y, al poco tiempo, vimos una curiosa rana: Rhinella alata, endémica de Panamá, Colombia y Venezuela. Luego de superar algunas lomas, entramos en la selva húmeda tropical, un sendero poco marcado rodeado de vegetación tupida. Nos topamos con una bandada de monos araña (Ateles fusciceps) que, enfurecidos, nos arrojaban palos desde lo alto del bosque.

Vimos distintos árboles, entre los que destacaban el árbol de Jagua (Genipa americana), cuipos (Cavanillesia platanifolia), guayacán (Tabebuia guayacan), ceiba (Ceiba pentandra), cedro amargo (Cedrela odorata), espinoso (Parkinsonia aculeata), almendro (Dipteryx oleífera), guarumo (Cecropia obtusifolia), algarrobo (Hymenaea courbaril) y olimos el bálsamo (Myroxylum balsamum), una madera muy apreciada actualmente. También notamos muchos higuerón (Ficus citrifolia), espavé (Anacardium excelsum) y nazareno (Peltogyne purpurea). Además, vimos cícadas, estas últimas “sumamente” amenazadas y en peligro de extinción debido a su lento crecimiento. Tanto así que hay coleccionistas que las compran a precios muy altos en el mercado negro.

La lluvia volvió y nos refrescó. Al llegar al primer mirador de Rancho Plástico, pudimos ver muy poco, ya que las nubes cubrían el contorno de los árboles que se divisaban a lo lejos. Supimos que allí estaba El Real y que, con buen tiempo, es posible distinguir algunas casas, el río Tuira, así como la zona de El Hormigón, y, por supuesto, el dosel del bosque desde lo alto.

Decidimos seguir hacia el siguiente mirador. Para llegar, debíamos avanzar media hora más, además de las dos horas que ya llevábamos caminando. En el sendero nos encontramos con varias ranas Dendrobates auratus, caracoles de tierra entre la hojarasca y pegados a los árboles. En un momento, un alacrán casi pica a una compañera; además, vimos muchas hormigas sompopo y algunos ciempiés.

Nos desviamos del sendero para observar un ave Saltarín Cabecidorado o Manakin (Pipra erythrocephala) que habitaba en esa zona. Solo fue necesario prestar un poco de atención y allí estaba el pequeñín descansando en una rama. Más adelante, vimos un tucán picoiris (Ramphastos sulfuratus) y un jacamar (Galbula ruficauda).

Es importante destacar que en esta área se pueden encontrar una gran cantidad de aves, especialmente algunas especies endémicas del Cerro Pirre y dentro del parque, como el subepalo bello (Margarornis bellulus), la tangara nuquiverde (Tangara fucosa), el águila arpía, el halcón peregrino, la guacamaya azul (Ara ararauna), la guacamaya verde (Ara ambigua), y el loro moña amarilla (Amazona ochrocephala). También habitan allí el autillo serranero, el colibrí copetivioleta, el colibrí pirreño, el solitario variado, la reinita de Pirre, la clorofonia cuellidorada, la tangara azulidorada, la tangara de monte de Pirre y el pinzón carilucio, entre muchos otros. Se han censado hasta 450 especies de aves dentro de este parque nacional.

Saltarín o Manakin (Pipra erythrocephala)

Aunque no vimos muchos mamíferos, es importante destacar que en el parque coexisten siete mamíferos endémicos, como el arador darienita (Orthogeomys dariensis) y la zorra de cuatro ojos (Marmosops invictus). Más de 56 especies amenazadas o en peligro de extinción en el resto del continente mantienen poblaciones viables en Darién. Entre ellas se encuentran el águila arpía (Harpia harpyja), que alberga su población más importante a nivel mundial, el tapir (Tapirus bairdii), y las cinco especies de felinos: el jaguar (Panthera onca), el puma (Puma concolor), el manigordo (Leopardus pardalis), el tigrillo (Leopardus wiedii) y el tigrillo congo (Leopardus yagouaroundi).

Entre insectos por doquier y mucha lluvia, seguimos el camino hasta llegar al segundo mirador de Rancho Plástico, desde donde pudimos ver el cerro Pirre en todo su esplendor. Ese cerro, de 1,569 m.s.n.m., es uno de los puntos dominantes en biodiversidad de la zona, cubierto de neblina por la lluvia que acababa de caer.

II Mirador de Rancho Plástico

El frío nos entumeció, y no sabíamos cómo provocar calor. La vista era increíble, sublime. Me sentía anonadada de estar frente al famoso cerro Pirre, de origen volcánico, grande entre los grandes del Darién. Al principio, cuando planeábamos visitar el Parque Nacional Darién, teníamos pensado subir este cerro, pero nunca imaginamos que para llegar al filo se necesitan tres días caminando en la selva, lo que sería toda una verdadera aventura que, sin duda, haremos cuando tengamos más tiempo.

I mirador desde donde se ve El Real

Dendrobates auratus

No deseábamos que la lluvia parara, y así fue; nos acompañó en todo momento. Estábamos en el área más lluviosa del país, una de las regiones más lluviosas del planeta, ya que forma parte del Chocó Biogeográfico —la zona más húmeda del mundo— con precipitaciones que pueden superar los 8,000 mm anuales y donde prácticamente no existe estación seca. La temperatura varía según la altitud, entre 17 °C y 35 °C.

Al bajar y pasar nuevamente por el primer mirador, la neblina ya había desaparecido y, aunque estaba nublado, el paisaje se veía místico y cubierto de nubes. Desde esa altura, pudimos apreciar gran parte del panorama de El Real de Santa María.

Continuamos nuestro camino rumbo al refugio y nos encontramos con una lagartija crestada (Corytophanes cristatus) que intentaba mimetizarse entre la hojarasca, pero por suerte logramos verla.

Corytophanes cristatus

Entre caídas y resbalones llegamos un poco tarde al refugio; nos bañamos en el río que pasa al lado de la estación. Debido a tanta lluvia, el río se creció y fue imposible ir a “La Cascada”, así que nos quedamos sin fotos y yo sin haberme tirado por ella.

La comida ya estaba lista: un arroz con coco que nos había preparado el señor Alberto, ¡estuvo delicioso! Entrada la noche, disfrutamos un postre improvisado: un bizcocho con leche condensada que se peleó entre todos. Luego nos fuimos a descansar, aunque lo que quedó fue una partida de dominó acompañada de cuentos de miedo sobre la “Madre Agua”, el espíritu que te llama al río y desapareces para siempre. Nuestro guía logró que Lurys, Kari y yo nos pusiéramos las pijamas al revés.

A las 5 de la madrugada estábamos listos para partir. Solo tomamos un té de hierba de limón, nos colocamos las mochilas y caminamos durante dos rápidas horas de regreso a Pirre 1, donde nos esperaba un camión que nos llevaría hasta El Real.

Partimos directo al muelle de Mercadeo y emprendimos nuevamente el viaje en piragua rumbo a Yaviza. Durante el trayecto vimos gran cantidad de animales, sobre todo aves, monos y algunos perezosos en lo alto de los árboles. La mañana estaba en su esplendor, el sol arreciaba y los animales, calmados, lo aprovechaban.

Al llegar a Yaviza, un bus nos esperaba; antes de las 3 de la tarde ya estábamos de regreso en la ciudad de Panamá, con una experiencia hermosa guardada en el corazón.

Tres días en la selva del Darién no fueron suficientes. El peligro del que tanto nos hablaron nunca lo sentimos estando en el parque, y de haberlo sentido, hubiéramos tomado el riesgo. A pesar de todos los retenes que tuvimos que pasar, no hubo ningún problema; por el contrario, fuimos tratados de muy buena manera por los oficiales de SENAFRONT. De alguna manera, el miedo de los ciudadanos a la guerrilla y las adversidades de la selva han contribuido a que este lugar conserve un endemismo tan grande, lejos de las manos humanas.

La satisfacción reflejada en los rostros de mis compañeros de expedición era inmensa. Estoy segura de que todos tienen un gran deseo de regresar al Darién, cueste lo que cueste.

Quedamos en regresar pronto y ponerle nombre a “La Cascada”; la próxima vez que vaya, espero poder quedarme por más tiempo. Confiamos en que a ustedes, lectores, se les transmitan las ganas de visitar este patrimonio natural.

Personalmente, no pude sentir más paz. Juro que uno de los momentos más felices fue cuando el espíritu de la tierra me llamó a entrar al río junto a la estación. Al recostarme en el agua y sentir las gotas caer sobre mi rostro, lo único que pude decirle a Lurys fue: “este es uno de los momentos más felices de mi vida”.

Información y recomendaciones para visitar el Parque Nacional Darién

  • Estaciones científicas:
    Dentro del parque existen tres estaciones científicas importantes:


    • Cana



    • Cerro Pirre o Rancho Frío (visitada en este viaje), ubicada a 14 km de El Real.



    • Estación de Cruce de Mono, en las faldas del Cerro de Pirre, accesible únicamente con piragua (2 o 3 horas) hasta Boca de Cupe, y luego una caminata de 5 horas hasta la estación.



  • Acceso al parque:
    Si vas en auto, debes manejar hasta Metetí, registrarte en ANAM, pagar las tarifas correspondientes y continuar hacia Yaviza, donde contactarás al guía autorizado.
    ANAM no permite la entrada al parque sin un guía autorizado por ellos. Escríbeme para la información de nuestro guía.



  • Provisiones:
    Lleva suficiente comida y agua, pues aunque en Darién es fácil conseguir verduras, es mejor llevar todo lo demás.
    En Metetí están los últimos bancos y cajeros automáticos; es crucial llevar dinero en efectivo.


  • Equipo recomendado:


    • Zapatillas o botas altas y cómodas, ya que el camino es largo y con quebradas, especialmente en invierno.



    • Repelente para mosquitos, ya que hay gran cantidad de insectos.



    • Linterna, ya que no hay luz eléctrica en el refugio.



    • Sábana o frazada, porque ANAM provee colchones pero no sábanas.



    • Artículos personales.



    • Botiquín con antiinflamatorios, pastillas para fiebre, vendas, curitas, gasas, alcohol, agua oxigenada, pastillas para deshidratación, confites frutales para bajones de azúcar, termómetro, etc.



    • Filtradores o pastillas purificadoras de agua (puritabs).



    • Algo para encender fuego (encendedor), y guarda todo en bolsas plásticas para protegerlo de la lluvia.



    • Cámara con protección.


  • Otros consejos importantes:


    • Aunque ANAM dispone de un vehículo fourwheel para algunos casos, puede ser incómodo para personas de la tercera edad y niños, ya que se deben hacer tramos largos caminando.



    • Lleva un salvavidas personal, pues normalmente no se usan en las piraguas disponibles.



    • Las piraguas no pueden tomarse después de las 5 de la tarde, según las normas de SENAFRONT, por seguridad. En ese caso, se puede quedar en algún hostal en Yaviza y salir al día siguiente.



    • Es recomendable visitar el parque en grupos de más de 8 personas para reducir costos. Ir pocas personas resulta caro, ya que hay que pagar al guía, ANAM, transporte, piragua (alquiler $10 a $15 por día), gasolina (8 galones mínimo) y conductor.



    • Cuidado con la basura: ANAM puede imponer multas.



    • ¡Lleva muchas ganas de pasarla excelente!


Grupo Completo ( fotografía de Raiza Segundo)

Agradezco profundamente a todos los asistentes por su apoyo, quórum y entusiasmo durante esta aventura. Un especial reconocimiento a nuestros guías Isaac Pizarro y Edilberto González por toda la valiosa información compartida, así como al representante de Yaviza, Enrique Lloren, por su ayuda con el itinerario.

El Parque Nacional Darién es, sin duda, una joya invaluable de nuestro país y del mundo. Es un paraíso exótico y exuberante que debemos proteger con compromiso y responsabilidad. Nos sentimos privilegiados de contar con una reserva de esta magnitud en nuestro territorio.

Es tiempo de decir basta a la deforestación de nuestros bosques; reforestar y conservar es la palabra clave. Aún tenemos la oportunidad de vivir en armonía con la naturaleza, preservando este legado para las generaciones futuras.

El aire puro del Darién purifica el alma y renueva el espíritu.

12 comentarios sobre “Rancho Frío, Parque Nacional Darién”

  1. Fabuloso, amiga te felicito…pocas personas tienen el dinamismo y el “ojo” para hacer de una manera adecuada una travesia como esta, mi más sinceros respetos….si tuviera que ponerte un nombre por tu corta edad de estar en estos menesteres y tu confianza y seguridad para llevarlos a cabo exitosamente! princesa de la montaña!

  2. Increibleeeee! No tengo palabras, esto me llena de satisfaccion completamente, pienso eres grande amiga, muy buena informacion sobre esta gran experiencia, la cual es inolvidable para todos nosotros. Bendiciones!

  3. bueno la verdad esta ha sido mi mejor experiencia en toda mi vida. Al principio por poko y no voy pero con fe y gracias a unas personas mi sueño de dirigirme a ese lugar se cumplio aunque me pasaron una que otras cosas pero lo disfrute. Me caí­, bueno fui la primera en aterrizar y varias veces en una fue una caida a otro nivel jajajaja luego sufri de una doble personalidad en mi estaba yulissa y kary x cierto kary esta mas ponchi q yuli pero normal jajaja bueno pero la experiencia fue tan buena q anhelo regresar y como lo comenta mariel aqui quedarnos mas tiempo y conocer mas de esta provincia y su belleza por descubrir. La verdad le agradesco a enlodados por haberme permitido ir a este parque junto a ellos puesto q nunca voy a olvidar cada detalle que viví­ junto a todos los que fuimos ojala y pronto halla otro trip así de chevere como este y con las mismas personas. Chicos son un grupo excepcional los quiero a todos son los mejores de verdad gracias lo disfrute DARIEN eres lindo por tu belleza natural, tu paisaje, tus animales todoooooo xd jajajajaja atte. kary y yulissa jajajaja

  4. Fantástico el artículo que has escrite, la verdad es muy descriptivo, estoy planenando ir por allá, pero será para el próximo año, ya que ahora mismo pues estoy fuera de condiciones.

    Mi progunta es, ¿cómo nos enteramos de sus actividades? por que me gustaría ver la posibilidad de participar en sus expediciones.

    Saludos!

  5. Mariel, me parece impresionante este lugar, aun mas de la forma tan meticulosa y apasionante como lo describes…..yo unos años atrás viaje a La Palma y Punta patiño y no descarto viajar al Parque Darien….mis felicitaciones por tu valiosisimo trabajo.
    Gran abrazo
    Antonio

  6. Buenisimo tu objetivo ha sido logrado me has motivado a visitar esta región gracias por la completa información sobre los animales arboles , de verdad muy detallado todo me ha dejado satisfecho incluso más que sitios oficiales Gracias.

  7. Fabuloso nena, lo hicistes con entusiasmo y lograste tu objetivo….Disfrutastes el tour y lo disfrute yo tambien sin haber estado presente…pero es que de la forma en que describes cada y uno de los detalles, es como si estuviera viviendo ese magico momento con ustedes …ENHORABUENA

  8. Felicidades me gusta como te expresas de darien. Las personas no se atreven ir por el tema de la guerrilla pero eso no es asi como se lo imaginan, Darien es hermoso.

  9. la verdad espectacular,soy educadora y lleve a un grupo de udelas al parque darien quejaban de que esta muy muy lejos para mi fue una aventura hermosa tan hermosa que al regreso me camine el sendero sola camino muy rapido es hermosa esta provincia felicidades por sus diferentes travesias.chao

  10. Hola, les escribo para corregir los nombres de una par de árboles: el almendro es Dipteryx oleífera y el algarrobo es Hymenaea courbaril. Los nombres que aparecen son de especies exóticas (no nativas).

    Además, tengo una consulta, sobre la foto en el lí­mite del parque.

    ¿Tienes las coordenadas del letrero del límite?

    Gracias

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