Contacté a Fermín gracias a un buen amigo que vive por el área de Alajuela y organicé un sábado familiar. A las 8 ya estábamos en Puerto Corotú, arribando en una piragua a motor, con dos expertos.
Subiendo por el Alajuela, entramos al Chagres o Río de los Lagartos, como le llamaron los conquistadores españoles. Lo que me importaba a mi eran las reacciones de mis familiares, sobre todo mamá y mi hijo, ya que jamás habían subido a una piragua.



Aquí se pueden observar diversas especies de animales como aves rapaces, garzas y tángaras. A lo largo de las riberas del río, es posible avistar caimanes e incluso nutrias.
Durante el recorrido, fue necesario bajarse varias veces de la piragua para poder avanzar en las zonas secas, ya que en época seca —como en abril de 2023— hay que arrastrarla para continuar.
La claridad del agua es impresionante; incluso en las zonas más profundas pueden verse las rocas de colores en el fondo. No les voy a mentir, sentí ganas de llevarme un par de esas piedras tan bonitas… pero recordé que estamos en un parque nacional, creado en 1985 para preservar su fauna, flora y su ecosistema de bosque húmedo caducifolio.

La historia se vuelve aún más fascinante al saber que el Alto Chagres alberga diversas comunidades indígenas de la etnia Emberá, una de las más importantes de la República de Panamá. Estas comunidades migraron desde la provincia del Darién, huyendo del conflicto con las guerrillas y en busca de paz para su pueblo.
Con el paso del tiempo y la creación del Parque Nacional Chagres, se vieron en la necesidad de encontrar nuevas formas de sustento. Así, comenzaron a desarrollarse en el ámbito del turismo, una actividad que han sabido adoptar y reinventar con el tiempo.
Paramos en una de las tantas Playitas que se crean en el Chagres, de aguas tranquilas, sobre todo en época de inicio de estación seca, la hace un remanso de paz y disfrute total, donde si te gusta la tranquilidad, podrás disfrutar en toda la plenitud, de lo que te ofrece la Naturaleza.

Puerto Corotú
En esta ocasión, hicimos un fogón, calentamos e hicimos comida, compartimos, aprovechamos para conocer a los chicos de la piragua y como siempre, sacar datos extras de sitios tan interesantes como éste. Siempre hay algo nuevo que aprender.
Después del mediodía, continuamos nuestro recorrido río abajo por el Chagres en dirección a la cascada. Nos acercaron lo más posible en la piragua, pero aún así fue necesario caminar un breve tramo. Es un sendero que cualquier persona puede hacer, aunque si no tienes experiencia en caminatas, podría tomarte unos 15 minutos.
La cascada es, sin duda, la cereza del pastel: perfecta, con una caída escalonada y una poza de profundidad ideal. Aprovechamos para preparar hot dogs y reflexionar sobre la belleza de nuestro país. En un solo lugar se concentra una riqueza inmensa: cultura viva, paisajes impresionantes, patrimonio nacional y aguas vírgenes, entre mucho más.
¿Cuántas veces les he dicho que amo Panamá? Nunca me cansaré. Este pequeño país siempre me demuestra que en cualquier rincón pueden vivirse experiencias grandiosas.