Puntuales, arrancamos rumbo a la provincia de Coclé. Esta vez estaríamos bien al norte, justo en el límite entre La Pintada y Olá, divididos por el majestuoso Río Grande.
Visitamos Chorro Alto, ubicado en Bajo Grande, donde un puente colgante cruza el río y marca la división natural entre Olá y La Pintada.
Chorro Alto impresiona —y no en vano lleva ese nombre—: es una cascada imponente, de gran altura y fuerza. Su acceso es relativamente fácil si se toma con calma; vehículos 4×4 llegan sin inconvenientes. La caminata es breve, sobre todo si la comparamos con otros destinos similares.
Para ingresar, es necesario pasar por una propiedad familiar. Allí pedimos permiso para atravesar su terreno y realizamos una colaboración económica, ya que son ellos quienes mantienen el lugar limpio y libre de desechos.



Con la boca abierta, admirábamos el lugar. Inspeccionamos el área, montamos la hamaca y liberamos una Leptodeira annulata —una serpiente que merecía una vida mejor— en una zona apartada del chorro. Luego, nos sumergimos en sus frías y profundas aguas.
El día estuvo soleado; aquel domingo nos regaló un clima perfecto. El agua, helada como pocas veces, nos estremecía mientras nadábamos hacia la base de la cascada. Eso sí, si te ubicas justo bajo la caída del chorro, podrías llevarte un buen golpe.
Más tarde, emprendimos una pequeña caminata hacia el Chorro Grande de Ojo de Agua, en el río Zapillo, perteneciente al distrito de La Pintada, provincia de Coclé. El camino es de nivel fácil, aunque a una persona sin experiencia podría tomarle más tiempo recorrerlo.

Ojo de Agua es imponente. Sus aguas caen con tal fuerza que el río puede arrastrarte sin previo aviso. En verano, es común ver a los locales realizar clavados espectaculares, pero durante la época lluviosa, cuando el río está cargado de agua, lo más sensato es admirar el chorro desde la orilla. Especialmente porque, con el agua turbia, no se ven las rocas ocultas en el fondo, y un salto mal calculado podría terminar muy mal.
El chorro es un verdadero espectáculo de la naturaleza, de esos que te dejan sin palabras. Estar allí se siente como ser parte de una película de misterio mezclada con aventura; el lugar guarda una magia singular, casi secreta.
Nosotros lo disfrutamos desde la orilla. El río Zapillo es bellísimo, y en verano regala pozas de agua cristalina, ideales para bucear y nadar con total deleite.


Terminamos nuestro recorrido felices, con la emoción intacta… y con el estómago rugiendo por comida de verdad. Ya en el bus, de regreso, fuimos sorprendidos por una enorme tarántula cruzando la carretera —una de las especies de arácnidos más grandes del mundo—. Imposible no admirarla. Nos detuvimos para observarla mejor, fascinados por su presencia imponente.
Repuestos y con las panzas llenas, tomamos la ruta de La Pintada, atravesando la comunidad de Piedras Gordas. Allí hicimos una parada en la Hacienda La Esmeralda, propiedad de la familia Quiroz. El aroma cítrico nos envolvió apenas llegamos, y no tardamos en saborear unas deliciosas naranjas valencianas.
Algunos de los chicos se transformaron en verdaderos depredadores frutales: comían y llevaban como si se tratara de un tesoro. Fue, sin duda, un éxtasis frutal digno de recordar.

Y así concluimos otra aventura más. Agradecemos a quienes confían en nosotros para compartir un día ameno, de la mano de la naturaleza y en comunión con nuestro entorno.
¡Saludos!
¡Amigos Enlodados!
Gracias por la gira, estuvo muy chévere todo.
Hola.
¿Me podrian decir como se llega a ese lugar?
Saludos.
Buenas, podria decirme como llegar