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Sitio Barriles, vestigios del pasado…

Después de un rico paseo por las tierras de Cerro Punta, nos dirigimos emocionados a la comunidad de Caizán, en Volcán, en busca del Sitio Arqueológico Barriles, donde durante los últimos 100 años se han descubierto piezas arqueológicas que intentan develar el misterio de las antiguas civilizaciones que poblaron las faldas del Volcán Barú.

Un lugar con una historia impresionante y muestras fehacientes de la existencia de una cultura ancestral que habitó la región entre los años 300 y 600 d.C.

Teníamos apenas una idea de lo que íbamos a encontrar. Barriles es un museo al aire libre, un jardín temático donde se pueden ver distintos petroglifos con numerosos dibujos inexplicables y misteriosos. Observamos una gran variedad de figuras esculpidas en piedra. El grabado en las rocas fue una de las primeras formas de comunicar: convertir ideas en símbolos, expresar palabras a través de dibujos.

Entre las piezas encontradas había metates, estatuas de caciques llevados en andas por sus súbditos, cerámicas de alto y bajo relieve, y petroglifos o grabados en piedra, entre los que destaca un mapa que representa el cráter del Volcán Barú y que se extiende hasta Punta Burica, así como líneas que identifican los antiguos asentamientos humanos en ambas vertientes de la cordillera.

Bajamos por una escalera en forma de caracol y, a medida que descendíamos, íbamos viendo cerámicas incrustadas en las paredes de tierra. Al pie de la escalera, estábamos rodeados por tres paredes de tierra en las que se asomaban piezas de cerámica: algunas rotas, otras enteras; algunas pintadas, otras sin pintar.

Nos contaron que, cuando estaban excavando en este lugar y comenzaron a aparecer muchas piezas, decidieron suspender los trabajos y mantener el sitio tal como está hoy, para proteger las vasijas y todos los artefactos de su posible destrucción por el contacto con el aire. Aún hay muchas piezas por descubrir.

Caminamos un poco por el lugar y encontramos algunas cosas curiosas: vimos guineos rojos, heliconias gigantes, bambúes que crecen hasta 3 pulgadas al día y la Palma del Viajero, cuyas falanges de inmensas hojas siempre crecen de norte a sur.

También vimos una roca magnética que hace que una brújula se vuelva loca, y otra que, al mojarse, revela todos sus diseños escondidos.

Visitamos un museo pequeño e interesante con artefactos que demuestran que el sitio estuvo habitado por diferentes culturas, incluyendo la maya, que llegó en plan de guerra, destruyendo todo lo que había antes. Este es el único lugar en Panamá donde existen vestigios y evidencia de la presencia de la cultura maya.

Se dice que los primeros hallazgos se dieron en 1947, cuando Pedro Corella, junto a su esposa Elisa Serracín de Corella, encontraron rocas talladas en forma cilíndrica, parecidas a un barril, por lo que a esta cultura se le llamó “Barriles”. Además, se descubrieron algunas estatuas de piedra.

Otra versión del origen de estos hallazgos sugiere que este pudo haber sido un sitio ceremonial de una cultura originaria de Asia y África.

Cabe destacar que el Sitio Barriles forma parte de 60 hectáreas de la finca propiedad de los esposos Edna Houx y José Luis Landau, quienes, tras un convenio con el INAC, se convirtieron en custodios de los objetos encontrados, los cuales en varias ocasiones han estado amenazados por personas ajenas que han intentado robar las piezas.

El señor Landau nos llevó al museo y nos explicó uno a uno los objetos arqueológicos. También nos mostró el lugar donde se realizaron las últimas excavaciones en 2001, por estudiantes de la Universidad Libre de Berlín y la Universidad Humboldt. Nos comentó que esa investigación sirvió para señalar la posible causa de la desaparición de la cultura de Barriles: una crisis provocada por movimientos sísmicos que los obligó a emigrar.

Recorrimos parte de la finca y pudimos saludar y tocar a las vacas y terneros; fue una hermosa experiencia.

Pero, según la familia Landau, aunque el INAC y la Autoridad de Turismo de Panamá les han brindado apoyo logístico a través de seminarios sobre cómo atender a los turistas que visitan el lugar, la realidad con el INAC ha sido otra. Nos comentaron que nunca han recibido apoyo económico de esta institución, y que el trabajo ha sido un esfuerzo propio.

Visitar el Sitio Barriles fue una experiencia mágica y misteriosa que nos hizo retroceder en el tiempo y tratar de comprender aquellas antiguas culturas llenas de sabiduría que nos dejaron este legado, para tener una idea mínima de cómo era el mundo para ellos.