Nadie podría pensar que un día normal de playa con sol precioso se puede tornar gris a causa de un animal venenoso.
Sí y las circunstancias de lo sucedido no fueron las mejores para la víctima porque sin duda, el dolor no se lo quitaba nadie. Pero agradecemos que esas mismas circunstancias nos escogieron a nosotros para ser quienes le dieran asistencia.
Una clienta iba saliendo ya de la playa. La mitad del grupo se encontraba practicando snorkel y el resto estaba en la orilla disfrutando de la calidez del Caribe. Al parecer la joven decidió salir del agua y en eso, pisó algo que de inmediato le produjo un intenso dolor que con los minutos se intensificó.
De ese grupo me llamaron pues me encontraba adentro con los que hacían snorkel por el arrecife y fui a ver qué sucedía. Cuando vi su pie, pensé que había sido un erizo de mar, sin embargo no se veían espinas, pero denotaba tres incisiones o punzadas en el talón. Tampoco suponía ser una raya pues con anterioridad habíamos visto ya esto. Sin duda, sería un erizo que entró y salió, por lo tanto supusimos que el dolor pasaría en poco tiempo.
De inmediato apliqué cetirizina y al ver que el dolor no cedía, también Ibuprofeno. Establecimos una hamaca y se cargó a nuestra clienta hasta donde estuvo más tranquila y donde el dolor por momentos bajaba y luego intensificaba. Esto sucedió a eso de las 2pm y nuestra lancha debía buscarnos a las 3pm. Por lo que decidimos mantener la calma y esperar. Los síntomas se encontraban controlados, el dolor seguía en el mismo sitio, denotaba que todo era sintomático pues No hubo desmayo, vómito, subida de presión ni mareos.
Durante muchos siglos los seres humanos hemos usado nuestro poder e inteligencia para destruir o modificar la naturaleza, para robarle espacio a otras especies y constituirnos en el centro de la evolución. Pero hay un lugar en el que seguimos siendo seres indefensos y vulnerables, y donde nuestro instinto de sobrevivencia más primitivo (ese que traemos desde los primeros días del Homo Erectus) puede salvarnos. Un lugar de peligros y leyes inexorables: la selva. – Irving Bennett, Explorador panameño.
Habíamos planeado esto con tiempo, venimos realizando este viaje desde el año 2011, pero ésta vez lo hicimos cuadriculado; todo bajo completo control, justo como debe ser al planear meterse en la selva en un mes como julio.
La selva del P. N Portobelo conlleva muchos elementos que si no conoces, es mejor ni atreverse: el río es impetuoso y se divide en variados afluentes; no existe camino marcado; tratándose de la Sierra Llorona, la humedad es contundente y así como los árboles de ceiba (Ceiba pentandra) de hasta 60 metros de alto, desarrollan raíces tabulares, a veces la tierra cede tanto que se caen, esto pasa a diario. Así como es posible ver reptiles inofensivos, es posible ver reptiles muy venenosos. También es parea de escorpiones y bichos que más adelante detallaré. Sin dejar de lado que es una de las áreas del país con más existencia de felinos comprobada.
La lista de implementos era larga, pero funcional y necesaria; recomendamos no exceder las 15 libras y dormir en hamacas, lo cual se le hace bastante difícil a quien no está acostumbrado.
El grupo que nos acompañaría sería de 16 personas, bastante grande para nuestro gusto. Partiendo de ahí, sabíamos que el recorrido sería más lento.
Como siempre, revisamos la hoja cartográfica antes de partir, la misma ya va en la mente pues el área para nosotros es como la palma de la mano, hemos podido conocerla muy bien. Tiempo atrás, Rey y yo habíamos planteado crear una nueva ruta para que la ruta vieja se la comiera la selva, cosa que ya está sucediendo. Teníamos en mente cambiar la ruta en una parte donde aparece un acantilado.
A eso de las 10:30 pm arribamos en Guanche e inmediatamente nos bajamos del autobús, empezó a chispear. Nos despedimos de nuestro conductor estrella no sin antes advertir que de no salir antes del anochecer del domingo, estuviese alerta. Iniciamos la típica caminata por la trocha hasta donde acamparíamos.
La devoción que le tiene mi familia al Cristo Negro, es grande. Le hacen ofrendas, peticiones y por supuesto: Mandas. Todos los años para fechas cercanas al 21 de octubre, una de mis tÃas organiza un paseo familiar a la Iglesia de Portobelo a visitar el santo, y de regreso, pasamos por una de las más famosas playas de Colón: La Angosta.
Si vas en auto debes tomar la carretera Panamá-Colón y doblar a la derecha al llegar a Sabanitas (cuando doblas, el supermercado REY te quedará a mano derecha). Luego sigues derecho pasando las comunidades de Puerto Pilón, MarÃa Chiquita hasta llegar a Playa Langosta, y otros pueblos, hasta llegar a Portobelo. El trayecto hasta Sabanitas toma una hora y hasta playa Langosta 30 minutos más por una carretera totalmente asfaltada.
En bus: Vas a la Terminal de Albrook, y tomas un bus de la lÃnea Panamá – Colón, que tienen servicio expreso y normal, y siguen la carretera TransÃstmica. Debes bajarte en la entrada del pueblo de Sabanitas, a un costado del Supermercado El Rey. Aquà tomas un bus hacia Portobelo o la Costa Arriba (trayecto total: 1:30 minutos en bus expreso – 2:30 minutos en bus normal).
De Sabanitas a Playa Langosta
Se llena de visitantes los fines de semana, pero nada exagerado. Últimamente las personas se dirigen a islas cercanas y han dejado de lado este paraÃso tropical. Como sea, nosotros preferimos ir dÃas de semana ya que la gran cantidad de personas, generalmente trae basura y a veces, uno se la encuentra en el mar, lo cual es triste. Importante tomar en cuenta que los fines de semana, los locales ponen música con el volumen muy elevado, lo cual puede ser desagradable para la mayorÃa.
La playa es de arena blanca y pocas partes de arena negra, a la mano izquierda se encuentra un bosque de manglar muy interesante.
Estrella de mar del Caribe: Luidia senegalensis.
En innumerables visitas, hemos podido ver de cerca estrellas de mar y muchos peces de colores, lo cual la hace apta para el snorkel, aunque la mayorÃa no lo practique aquÃ, es muy propicio.
Es necesario prestar la debida atención que se requiere en cualquier playa, algunas veces hay marea alta y los guardavidas solicitan a las personas no introducirse muy lejos de la orilla. Recordemos que ellos están haciendo su trabajo, procurando el bienestar de todos.
Como en cualquier playa donde acude bastante gente, procura no ir solo y estar siempre pendiente de tus pertenencias, asà como de su auto. En caso de ir en transporte público, los buses en esta área prestan servicio hasta las 4pm.
Desde la ciudad de Panamá, debes conducir aproximadamente 100Km para llegar a este parque. Posee 35,929 hectáreas y fue creado en el año 1976 pero se conoce muy poco de sus montañas, rÃos, vegetación. Por su importancia histórica se valoriza más el lado marino pues en su interior se encuentra uno de los puertos más importantes naturales más bellos de todo el Caribe, la BahÃa de Portobelo, bautizada asà por Cristóbal Colón en el año 1502, en su cuarto y último viaje al Nuevo Mundo. Las fortificaciones que se conservan rodeando la ensenada fueron declaradas por la UNESCO en el año 1980 Sitio del Patrimonio Mundial.
La topografÃa del parque es muy complicada. Su punto más alto es Cerro Bruja, con 979 metros de altitud, situado en la divisoria de aguas continentales. Los cerros Pan de Azúcar y Palmas y una estrecha franja montañosa dentro del lÃmite norte de la cuenca del Canal de Panamá.
Protege la cabecera y cuencas hidrográficas de los rÃos más importantes de la región como el Cascajal, Guanche, Piedras, Iguana, el Iguanita y el Brazuelo.
Nuestra misión serÃa caminar por la selva hasta llegar al Salto de los Monos, uno de los más altos del paÃs y el más alto de la provincia de Colón, con 74 metros de altura. El team Enlodados se preparó con semanas de anticipación para esta aventura, todo estaba listo para emprender una excursión que resultó siendo más de lo que esperábamos.
Una vez en Sabanitas nos fuimos al supermercado a comprar los enseres necesarios para la expedición. Todos traÃan su agua, elemento de suma importancia para una caminata de esta magnitud; algunos cenaron a esa hora pues el tiempo nos habÃa traicionado.
Nos fuimos rumbo a Guanche en donde iniciarÃa la aventura. En medio de la oscuridad de las 12 medianoche bajamos del bus panel y preparamos todo para iniciar a caminar, si, ¡a esa hora!
Creo que por la hora, lo fresco de la noche y la emoción, nadie sentÃa si quiera el peso de las mochilas.
Pasamos por un potrero en el que ya el lodo se hacÃa presente. Al salir de allà bordeamos el rÃo Guanche, caminamos justo al lado del rÃo, casi sin darnos cuenta de su precensia por la oscuridad de la noche. Nos topamos con una zarigüeya que nos veÃa desde un árbol.
Caminamos aproximadamente una hora hasta el lugar en donde debÃamos acampar, allà desempacamos y armamos las carpas. Los muchachos prefirieron dormir a la intemperie ya que la humedad era horrible, incluso se bañaron en el rÃo Guanche a esas horas de la noche, buscando que se los llevara “Madre Aguaâ€.
A la mañana siguiente nos preparamos para lo que realmente serÃa el inicio. Arreglamos todo y distribuimos peso. La caminata inició fresca a eso de las 7am y lo primero que tuvimos que hacer fue cruzar el rÃo Guanche, amplio, y de aguas claras.
Luego pasamos por otro potrero, en donde el paisaje era exuberante, la neblina coronaba las cimas de las montañas, el verde del pasto era increÃble y estábamos en frente del cerro Pan de Azúcar.
Éste árbol Ceiba (Ceiba pentandra) es impresionante, no tanto por la altura si no por lo ancho de su tronco o base, que mide aproximadamente 6 metros y tiene más de 400 años.
Ya sudábamos y algunos fueron hasta el rÃo a lavarse el rostro para continuar caminando por senderos de helechos que nos raspaban la piel, subiendo y bajando de troncos caÃdos, putrefactos. Al borde del Guanche Ãbamos, precioso de aguas verdes y profundidades perfectas. Algunos caÃmos, otros caminaban invictos. De pronto nos encontrábamos con quebradas, charcos o pozos de lodo. La dificultad se hizo mayor cuando el terreno se tornó quebrado y fue necesario subir y bajar algunas pequeñas pendientes.
Esta sierra está conectada con Cerro Bruja, que lleva este nombre, según ciertas versiones de leyendas, donde la más conocida es que hace 30 años varias personas intentaron subir este cerro, le dieron la vuelta a la montaña y no lograron salir del lugar.
El calor agobiante de la selva, y el peso de las bolsas nos tenÃan sofocados pero a la vista estaba una pequeña caÃda de agua revoltosa en la que los guÃas nos dejaron refrescarnos por un rato. Luego avanzamos sobre la selva que a cada paso se volvÃa más espesa, de bosque muy húmero tropical; vimos heliconias, bromelias, hongos de todos los tamaños y formas, notamos árboles del dosel de hasta 20 metros o más, algunos con lianas. Llevábamos más de 3 horas caminando.
Faltaba poco para llegar a la cascada “Solangeâ€, nombre que le dieron en honor a una señora francesa que hizo esta misma expedición, con el CEI. Allà descansamos y nos metimos a la caÃda de agua pues luego de allà serÃa poco lo que faltaba para llegar al refugio.
Continuamos caminando, el cansancio era notable pero la felicidad y las ansias de llegar eran mayores, si lo que habÃamos visto hasta el momento era hermoso, lo que faltaba por ver era prometedor.
En el último tramo antes de llegar al refugio, “la cosa se puso buenaâ€, fue necesario pasar al lado de un panal de abejas, luego subirnos a un árbol algo elevado, pasar sobre este caminando de lado con tal de no caernos al vacÃo, para luego bajar a otro tronco y finalmente al suelo. Pero en poco tiempo estuvimos en el refugio, en donde desempacamos y descansamos felices por haber llegado.
Era mediodÃa, almorzamos algo ligero y armamos el camping y hamacas, cocinamos lo que serÃa la cena, que graciosamente fue demasiado creativa pues se nos olvidó la sal; y nos fuimos rumbo a buscar “El Salto de los Monosâ€, que según nuestros guÃas, se encontraba a más o menos media hora del refugio.
Nos divertimos tanto como las fuerzas nos lo permitieron, nos tomó casi una hora desde el refugio hasta el salto, pero todo habÃa valido la pena. Los guÃas instalaron una soga para subir el salto y llegar a otra poza de agua profunda en la que decidimos tirarnos. Hicimos wetrappel y clavados. El agua era verde cristalina, completamente limpia, solo de recordarlo me causa ansias de regresar. Un total fenómeno de la naturaleza.
Este parque nos sorprendió, es una maravilla. Panamá tiene lugares increÃbles, inexplorados, fenómenos naturales e indescriptibles. Para mi es imposible transmitirles todo lo que se siente ante algo de esta naturaleza pero basta incitarlos a seguir conociendo este Istmo, que aunque pequeño, guarda en lo más profundo de sus selvas lugares impresionantes.
La caminata exige muy buenas condiciones fÃsicas, es bastante lo que hay que caminar y la humedad es constante. Si deseas hacer esta travesÃa contácteme a info@enlodados.com para una próxima aventura.
Tomamos un bus en la Terminal de Albrook, Panamá- Colón Corredor e  increÃblemente en menos de 40 minutos estábamos en el Rey de Sabanitas, pero decidimos irnos hasta la Terminal de la ciudad de Colón para tomar el bus hacia Portobelo desde allÃ.
Dimos un paseo por las ruinas y la iglesia del cristo negro, conocimos un mono cariblanco  y caminamos hasta el puerto del Fuerte de Santiago de la Gloria (las ruinas que están en la entrada del pueblo, mirando hacia la bahÃa) donde tomamos un bote, cuyo precio  fue de 25 dólares por las dos, Evelin y yo, ida y vuelta.
Hay un espacio racional donde se puede acampar y dejar las cosas personales, no hay agua disponible. Playa Huertas es genial para hacer buceo, con mucho cuidado, pues se han visto barracudas y anguilas morenas en variadas ocasiones.
El mar es bastante tranquilo y no hay muchas olas, por lo que dificultarÃa el surf. En los alrededores hay monos aulladores, en la fauna de la playa se pueden ver pelÃcanos grandes pescando, cangrejos, peces saltadores, entre otros.
A la hora indicada nos fueron a buscar, sin minutos de retraso. Llegamos a Portobelo y pernoctamos en un restaurante al lado del puerto donde nos atendieron como reinas, con comida deliciosa y nos consiguieron que dos señores nos llevaran hasta la Ciudad de Panamá muy amablemente.
Al mediodÃa de un dÃa de semana arrancamos para Colon con nuestro amigo Alain, proveniente de la Polinesia Francesa. Pasamos por las esclusas de Miraflores y nos detuvimos a tomar un par de fotos; nos demoramos más de una hora y media en llegar a Sabanitas, ya que en ese tiempo la carretera hacia Colon estaba malÃsima y llena de cráteres a causa de los grandes camiones…que pena con Alain, estaba consternado con el desorden del tráfico.
Llegamos a la Iglesia del Cristo Negro de Portobelo, que encierra un silencio sepulcral, rodeada de imágenes antiguas, donde la devoción se remonta a los tiempos de la colonia, cuando se cuenta que un 21 de octubre de 1658 llegó, a la playa de Portobelo, la imagen del Cristo Negro. Solo son suposiciones, ya que todavÃa no se tienen referencias históricas precisas sobre este tema, pero por algunos cálculos intuitivos se puede decir que la imagen lleva en Portobelo más de dos siglos.
Nos contaron que hay varias versiones del origen de la imagen del Cristo Negro, entre las cuales podemos mencionar las principales:
La caja y la tormenta: Algunos cuentan que un barco que se dirigÃa a Cartagena de Indias, cada vez que intentaba zarpar de Portobelo se desataba una violenta tormenta, obligándoles a regresar al puerto. En el quinto intento, la tripulación estuvo a punto de naufragar, por lo que decidieron aligerar la carga tirando por la borda una enorme y pesada caja que llevaban en su bodega. Luego de esto el barco pudo navegar sin problema. Seguidamente unos pescadores encontraron la caja y cuando la abrieron vieron que era una imagen del Nazareno, llevándola luego al pueblo, la colocaron en la iglesia
La caja y la Epidemia: Otra de las leyendas cuenta que unos pescadores encontraron una caja flotando en el mar durante una epidemia y dentro estaba el Cristo y lo colocaron en la iglesia. Casi inmediatamente la epidemia se acabó y los enfermos se recuperaron rápidamente.
Salimos de la iglesia y nos dirigimos donde habÃa una venta de molas, collares, pulseras, artÃculos hechos a mano por los indÃgenas kunas que emigran de San Blas hacia Portobelo para en vender sus productos.
Caminamos hacia el Fuerte BaterÃa de San Jerónimo donde se refugiaron los españoles de los ataques del pirata Henry Morgan en junio de 1668, ya que en Portobelo se encontraban grandes riquezas que fueron tentación para el pirata, quien antes de atacar Panamá, capital de Castilla de Oro, le asaltó por sorpresa. Con una tropa de asalto de 460 hombres, logró tomarse Portobelo. Ahora el fuerte es patrimonio cultural y es utilizado por los lugareños para jugar fútbol, entre otros.
Caminamos por las calles del pueblo hasta llegar a otro fuerte: Santiago de la Gloria, en el camino nos encontramos con una perrita muy cariñosa que se tiro en el piso tratando de llamar nuestra atención.
Al llegar a Santiago de la Gloria se puede caminar entre las ruinas y los cañones y observar la garita donde la historia cuenta que Morgan degolló al centinela.
Portobelo representaba para España un centro con mejores condiciones que Nombre de Dios, que habÃa sido utilizado en el Caribe como base de operaciones.