Cuentan los pobladores que el nombre “Filipinas” proviene de una antigua palabra nativa que significa “lugar alto” y que, posiblemente, con el tiempo se fue transformando hasta llegar al nombre actual. Nuestro guía local, Yonathan Hernández, nieto del señor Héctor —dueño de los terrenos donde se encuentran las cascadas—, nos contó que en el área habitaban indígenas, y que los últimos conocidos eran llamados los “viejos nómadas”. También circulan rumores de que habitaban en cuevas.
Nuestra última gira del año fue a este maravilloso sitio, rodeado de verdes montañas y ese hermoso tesoro resguardado, donde fluyen más de 20 cascadas, algunas muy difíciles de explorar. Antes de esto, visitamos el Parque Nacional Altos de Campana, donde pudimos admirar magníficas vistas.
Cada cascada tiene su encanto, aunque a veces sentimos mayor afinidad con una en especial.
La dificultad del sitio es baja hasta la segunda cascada, pero de ahí en adelante se vuelve un poco más técnica, ya que un mal paso puede ser desastroso, pues para llegar a cada cascada es necesario atravesar espacios escarpados de varios metros de altura. El lugar está lleno de cascajo, una laja de caliza que se utiliza frecuentemente para los tejados de las casas o como simple ornamento.
Recomendamos ampliamente visitar el sitio con un guía local; a Yonathan lo puedes contactar por redes sociales.
Muchísimas gracias a todos los aventureros que nos acompañaron en esta experiencia. Acá les dejamos algunas fotos.








