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Bahía de Portobelo, Parque Nacional Portobelo

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Al mediodía de un día de semana, arrancamos para Colón con nuestro amigo Alain, proveniente de la Polinesia Francesa. Pasamos por las esclusas de Miraflores y nos detuvimos a tomar un par de fotos. Nos demoramos más de una hora y media en llegar a Sabanitas, ya que en ese tiempo la carretera hacia Colón estaba malísima y llena de cráteres, a causa de los grandes camiones… ¡Qué pena con Alain! Estaba consternado con el desorden del tráfico.

Pero todo mejoró cuando llegamos al Rey de Sabanitas. Ya después de ahí, ¡todo fue contento y hermosura! Empezamos a ver la costa, y Alain nos decía que esa parte de Panamá es muy parecida a su país… Más adelante vimos varios estuarios bajo puentes, algunas fincas con montañas a lo lejos y disfrutamos del paisaje de playa desde el auto.

Llegamos a la Iglesia del Cristo Negro de Portobelo, que encierra un silencio sepulcral, rodeada de imágenes antiguas, donde la devoción se remonta a los tiempos de la colonia, cuando se cuenta que un 21 de octubre de 1658 llegó a la playa de Portobelo la imagen del Cristo Negro. Solo son suposiciones, ya que todavía no se tienen referencias históricas precisas sobre este tema, pero por algunos cálculos intuitivos se puede decir que la imagen lleva en Portobelo más de dos siglos.

Nos contaron que hay varias versiones del origen de la imagen del Cristo Negro, entre las cuales podemos mencionar las principales:

La caja y la tormenta: Algunos cuentan que un barco que se dirigía a Cartagena de Indias, cada vez que intentaba zarpar de Portobelo, se desataba una violenta tormenta, obligándoles a regresar al puerto. En el quinto intento, la tripulación estuvo a punto de naufragar, por lo que decidieron aligerar la carga tirando por la borda una enorme y pesada caja que llevaban en su bodega. Luego de esto, el barco pudo navegar sin problema. Seguidamente, unos pescadores encontraron la caja y cuando la abrieron, vieron que era una imagen del Nazareno. La llevaron al pueblo y la colocaron en la iglesia.

La caja y la epidemia: Otra leyenda cuenta que unos pescadores encontraron una caja flotando en el mar durante una epidemia. Dentro estaba el Cristo, y lo colocaron en la iglesia. Casi inmediatamente, la epidemia se acabó y los enfermos se recuperaron rápidamente.

La equivocación de imágenes: Una tercera leyenda asegura que la Iglesia de Taboga (una isla del Pacífico) ordenó la imagen de un Jesús Nazareno a un proveedor en España. Por otra parte, la Iglesia de Portobelo le solicitó al mismo artesano una imagen de San Pedro. Se produjo una equivocación al enviar las imágenes, y el San Pedro terminó en la iglesia de Taboga y el Nazareno en Portobelo. Todos los esfuerzos para tratar de subsanar la equivocación resultaron infructuosos, pues siempre ocurría algo que impedía al Nazareno abandonar el pueblo. De esta manera, la comunidad interpretó las dificultades como un mensaje divino y desistió de la idea de intercambiar las imágenes. Incluso en los gozos dedicados a la devoción cantan: “En Portobelo te quedaste, como signo de tu amor…”.

Es lógico que todas estas devociones estén acompañadas de ciertos mitos que para la gente son como norma de vida. Por tal razón, las conferencias episcopales, los obispos de cada diócesis y, en casos más concretos, los párrocos, deben permanecer en silencio frente a los mitos del pueblo respecto a las devociones, que como tales son aceptadas por la Iglesia.

Salimos de la iglesia y nos dirigimos donde había una venta de molas, collares, pulseras y artículos hechos a mano por los indígenas kunas que emigran de San Blas hacia Portobelo para vender sus productos.

Vimos en otro punto de venta un mono cariblanco que estaba amarrado con una cuerda; nos acercamos para tocarlo y nos tomamos algunas fotos con el tan fotogénico animalito.

La Bahía de Portobelo fue descubierta por Cristóbal Colón el 2 de noviembre de 1502, durante su cuarto viaje a América. Está rodeada de fortificaciones que, en la época de la colonia —siglos XVI, XVII y XVIII—, fueron utilizadas para defenderse de los cruentos ataques de los piratas. Esto se debía al auge que tuvo la región por el oro, la plata y las mercancías que la corona española traía desde América del Sur.

Caminamos hacia el Fuerte Batería de San Jerónimo, donde se refugiaron los españoles durante los ataques del pirata Henry Morgan en junio de 1668. En ese entonces, Portobelo albergaba grandes riquezas que resultaron tentadoras para Morgan, quien antes de atacar Panamá —capital de la Castilla de Oro—, asaltó por sorpresa esta ciudad. Con una tropa de 460 hombres, logró tomar Portobelo. Hoy en día, el fuerte es patrimonio cultural y es utilizado por los lugareños para jugar fútbol, entre otras actividades.

Logramos entrar en uno de los calabozos, comúnmente llamados mazmorras, ubicadas justo debajo del Fuerte Batería de San Jerónimo. Al regresar del viaje, investigué un poco más sobre el tema y encontré que en el Fuerte de San Lorenzo, en la desembocadura del río Chagres, también existen mazmorras o galerías subterráneas en las cuales estuvieron recluidos personajes importantes durante la colonización española.

No logré encontrar información sobre quién estuvo encarcelado en el calabozo que visitamos, pero nos pareció impresionante estar allí, en el mismo lugar donde personas vivieron calamidades y sufrieron condenas. Curiosamente, al revisar las fotografías, notamos que en una de ellas, en la pared del calabozo, se distinguía la forma de un rostro: parecía un colonizador renacentista o un pirata, con bigote incluido.

Caminamos por las calles del pueblo hasta llegar a otro fuerte: Santiago de la Gloria. En el camino nos encontramos con una perrita muy cariñosa que se tiró al piso tratando de llamar nuestra atención.

Según se cuenta, Francis Drake decía que este fuerte superaba en artillería al famoso Castillo de San Felipe. Santiago de la Gloria está ubicado en la entrada de Portobelo, y desde allí las baterías defensivas tenían una vista estratégica para dominar a los piratas que intentaban invadir el puerto.

Al llegar al fuerte, se puede caminar entre las ruinas y los cañones, y observar la garita donde, según la historia, Morgan degolló al centinela.

Portobelo representaba para España un centro con mejores condiciones que Nombre de Dios, que hasta entonces había sido utilizado como base de operaciones en el Caribe.

Fue hermoso compartir nuestra historia con un extranjero que vive en uno de los países más bellos del mundo, y que para él, Panamá es un precioso rincón de Centroamérica. Es significativo, considerando que muchas veces nosotros mismos, quienes tenemos el privilegio de ser llamados panameños, no sabemos apreciar lo que tenemos.