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Cerro Punta, Tierras Altas

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La vista desde la cima del Sendero de la Fresa.

Cerro Punta es un sitio de ensueño, completamente diferente en clima al resto del país. Si llegas hasta la comunidad de Volcán, obligatoriamente debes visitar también las comunidades de Bambito, Nueva Suiza y, por supuesto, subir a Cerro Punta.

Nos encontramos con carreteras perfectamente pavimentadas, rodeadas de cultivos agrícolas. A 2,000 metros sobre el nivel del mar y con una temperatura que oscila entre los 15 y 20 grados centígrados, este sitio está rodeado de montañas densamente cubiertas de bosques. Cerro Punta es la villa más alta de Panamá y suele estar bañada por las nubes.

Sembradí­os en Cerro Punta.

Posee un terreno bastante accidentado, con pequeñas planicies, donde la mayoría de los pobladores habitan y es muy común ver casas a cierta distancia una de la otra, es un modelo que ha empleado el pueblo donde se ven las casas chicas y detrás terrenos grandes donde practican la agricultura (mayormente papa y hortalizas de clima templado).

Haras Cerro Punta

Desde la década de los ochenta, la agricultura se ha expandido tan rápidamente aquí que hoy se produce en esta región casi el 80% de los vegetales que se consumen en Panamá, y además se exporta una vasta variedad de flores. Esta explosión agrícola ha ocurrido a costa de los bosques de los alrededores, pero la población local está comenzando a comprender las consecuencias de la deforestación e intenta conservar los abundantes recursos naturales que aún existen, con miras a un desarrollo turístico como alternativa para mejorar el futuro de la región.

El río Chiriquí Viejo tiene 161 km de recorrido y desemboca en el océano Pacífico. Es una de las cuencas hidrográficas más importantes por su alto potencial ecológico y sus valiosos recursos naturales. En la parte del río que atraviesa Cerro Punta, la contaminación provocada por el mal manejo de agroquímicos y otros insumos agrícolas ha disminuido.

El cultivo de hortalizas y flores, la cría de caballos de carrera y la ganadería son las actividades económicas más importantes de la región. Aquí también podemos visitar el Parque Internacional La Amistad (PILA), cuyo nombre se debe a que sus límites se extienden a lo largo de la frontera entre Panamá y Costa Rica.

Las quebradas cerca de Finca Drácula.

Nos detuvimos en Guadalupe, un suburbio de Cerro Punta, donde hay pequeños locales ideales para tomar un café o un chocolate caliente. Visitamos “Jardín Mary”, un lugar que he frecuentado desde niña, cuando mi mamá me llevaba de paseo a Chiriquí. Allí se dedican a la venta de hermosas flores y deliciosos postres, especialmente fresas y moras, que ofrecen en jugos y en “duros”.

En este lugar también cuidan algunos animales rescatados, como perros, gatos, cerdos, e incluso una oveja negra muy linda y amigable. La visita a este sitio es maravillosa, ya que cuentan con una variedad de plantas de origen nacional, algunas especies introducidas y muchas otras que solo pueden verse en tierras altas o que han sido adquiridas en el extranjero.

Entramos a un café donde venden fresas en todas las presentaciones que puedas imaginar: con crema, con vino, con whiskey, con leche condensada, con chocolate. También ofrecen “duros” y batidos. El lugar cuenta con un mirador llamado el “Mirador de las Fresas”, desde el cual se puede apreciar una vista espectacular. Mientras subes, la temperatura va descendiendo, y en ocasiones es tan baja que puedes ver cómo sale vapor frío de tu boca.

A los lados del camino —hecho con restos de llantas recicladas— se pueden ver sembradíos de lechuga y mostaza. Ya en lo alto del mirador, al final del sendero, se alcanza a ver Haras Cerro Punta, conocido por sus hermosos caballos pura sangre. Gracias a las temperaturas que oscilan entre los 10 y 20 °C, los caballos desarrollan una mayor capacidad pulmonar, lo que les permite destacarse como algunos de los mejores del mundo. Estos pura sangre han ganado los grandes clásicos del país y premios de reconocimiento internacional, incluyendo el Clásico del Caribe.

Con las rosas del Jardín Mary

Desde el mirador también se pueden ver los poblados cercanos, incluyendo parte del caserío de Las Nubes y el Parque Internacional La Amistad. El costo para entrar al sendero es de 0.50 centavos, y quedamos encantados con tanta belleza: montañas cubiertas de neblina, aire fresco y un paisaje que invita a la contemplación. Estuvimos allí arriba por una hora, simplemente conversando y admirando el entorno.

En Guadalupe, a 2,197 metros sobre el nivel del mar, es evidente que la agricultura sigue predominando, pero el ecoturismo comienza a abrirse paso en la región. Muchos visitantes llegan para disfrutar y estudiar el clima, la flora y la fauna del Parque Internacional La Amistad. Al ser una reserva de gran extensión, permite observar especies endémicas y otras que se encuentran en peligro de extinción.

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Los jardines mágicos de las casas en Guadalupe, Cerro Punta son un encanto. De hecho nos topamos con una que todo su jardín era de rosas. Caminamos hasta el jardín de orquídeas Drácula, donde poseen este tipo de orquídeas del mismo nombre en particular.

Los Cangilones de Gualaca.

Recientemente visitamos los Cangilones de Gualaca, un atractivo turístico del distrito de Gualaca en la provincia de Chiriquí. El sitio estaba concurrido, con numerosas bicicletas y vehículos en un estacionamiento improvisado. Este balneario es popular entre locales y extranjeros por las cristalinas aguas del río Estí y por las formaciones rocosas esculpidas naturalmente, que asemejan grandes desfiladeros o piscinas talladas en piedra.

El río Estí nace a más de 1,000 metros de altitud y desemboca en el río Gualaca, confluyendo luego con el río Chiriquí. Aunque no se conoce con certeza el origen del nombre “Cangilones”, se cree que proviene de la forma del cauce, cuyas paredes de roca parecen moldeadas artificialmente. Según especialistas, estas formaciones se originaron a partir de flujos de lava de la última erupción del volcán Barú.

Cabe destacar que, en el Diccionario de la lengua española, “cangilón” se define como uno de los recipientes atados a la rueda de una noria para extraer agua, lo que podría explicar la relación del nombre con las características geológicas del lugar.

El nombre “Cangilones” resulta apropiado, ya que en la parte superior del sitio se encuentra una extensa superficie rocosa que forma una gran poza natural, muy concurrida por bañistas. Desde allí, el agua fluye rápidamente a través de un estrecho y profundo canal, desembocando en otra poza, y finalmente en un pequeño charco de aguas frescas.

Durante nuestra visita, algunos lugareños comentaron que el balneario contaba anteriormente con vestidores, pero las crecidas del río durante la estación lluviosa, debido a la fuerza de la corriente, han destruido estas estructuras.

El balneario cuenta con escalinatas que facilitan el acceso desde la carretera hasta el nivel del río. Esta área inferior es casi plana y presenta una superficie predominantemente rocosa, con formaciones naturales que actúan como escalones, permitiendo un acceso relativamente cómodo al agua.

Es importante tener precaución, especialmente con niños, quienes deben estar siempre acompañados por adultos o utilizar salvavidas, ya que el río no es ideal para menores o personas que no saben nadar. En el lugar, es común observar a lugareños demostrando sus habilidades con clavados desde las altas paredes rocosas hacia las profundas aguas.

Además, se ha habilitado un pequeño puente peatonal que permite cruzar el río con seguridad, especialmente útil para quienes no desean nadar pero desean explorar ambos lados del balneario.

En Los Cangilones de Gualaca no hay venta de alimentos, por lo que se recomienda llevar su propia merienda desde un supermercado cercano. Es fundamental recoger la basura al retirarse para conservar la limpieza del lugar, que actualmente no presenta contaminación por desechos sólidos ni aguas residuales.

El sitio cuenta con baños básicos que pueden ser útiles para cambiarse, pero carece de infraestructura turística adecuada. Los residentes han solicitado a las autoridades la construcción de ranchos, baños y áreas recreativas, ya que las instalaciones previas se han deteriorado con el tiempo y la falta de mantenimiento.

Para llegar, se puede tomar un autobús desde David hacia Gualaca. Es importante preguntar al conductor si pasa por Los Cangilones y solicitar que lo deje en la intersección; desde allí, se camina aproximadamente un kilómetro. Desde Boquete, algunos sugieren ir primero a David para luego tomar el autobús a Gualaca, ya que es una ruta más directa.

Si se viaja en automóvil, se accede por la vía Transístmica Chiriquí–Bocas, girando a la izquierda justo después del coliseo deportivo Bracy Randolph. Aunque el camino no está asfaltado, es transitable incluso para vehículos pequeños.

Este balneario es considerado un patrimonio turístico local. Más allá de su popularidad en verano, ofrece un entorno natural de gran belleza, paz y frescura todo el año. Por ello, es importante su preservación y revitalización.

Se invita a quienes no lo conocen a visitar este hermoso lugar, disfrutar de sus aguas cristalinas y vivir una experiencia placentera e inolvidable.

Sitio Barriles, vestigios del pasado…

Después de un rico paseo por las tierras de Cerro Punta, nos dirigimos emocionados a la comunidad de Caizán, en Volcán, en busca del Sitio Arqueológico Barriles, donde durante los últimos 100 años se han descubierto piezas arqueológicas que intentan develar el misterio de las antiguas civilizaciones que poblaron las faldas del Volcán Barú.

Un lugar con una historia impresionante y muestras fehacientes de la existencia de una cultura ancestral que habitó la región entre los años 300 y 600 d.C.

Teníamos apenas una idea de lo que íbamos a encontrar. Barriles es un museo al aire libre, un jardín temático donde se pueden ver distintos petroglifos con numerosos dibujos inexplicables y misteriosos. Observamos una gran variedad de figuras esculpidas en piedra. El grabado en las rocas fue una de las primeras formas de comunicar: convertir ideas en símbolos, expresar palabras a través de dibujos.

Entre las piezas encontradas había metates, estatuas de caciques llevados en andas por sus súbditos, cerámicas de alto y bajo relieve, y petroglifos o grabados en piedra, entre los que destaca un mapa que representa el cráter del Volcán Barú y que se extiende hasta Punta Burica, así como líneas que identifican los antiguos asentamientos humanos en ambas vertientes de la cordillera.

Bajamos por una escalera en forma de caracol y, a medida que descendíamos, íbamos viendo cerámicas incrustadas en las paredes de tierra. Al pie de la escalera, estábamos rodeados por tres paredes de tierra en las que se asomaban piezas de cerámica: algunas rotas, otras enteras; algunas pintadas, otras sin pintar.

Nos contaron que, cuando estaban excavando en este lugar y comenzaron a aparecer muchas piezas, decidieron suspender los trabajos y mantener el sitio tal como está hoy, para proteger las vasijas y todos los artefactos de su posible destrucción por el contacto con el aire. Aún hay muchas piezas por descubrir.

Caminamos un poco por el lugar y encontramos algunas cosas curiosas: vimos guineos rojos, heliconias gigantes, bambúes que crecen hasta 3 pulgadas al día y la Palma del Viajero, cuyas falanges de inmensas hojas siempre crecen de norte a sur.

También vimos una roca magnética que hace que una brújula se vuelva loca, y otra que, al mojarse, revela todos sus diseños escondidos.

Visitamos un museo pequeño e interesante con artefactos que demuestran que el sitio estuvo habitado por diferentes culturas, incluyendo la maya, que llegó en plan de guerra, destruyendo todo lo que había antes. Este es el único lugar en Panamá donde existen vestigios y evidencia de la presencia de la cultura maya.

Se dice que los primeros hallazgos se dieron en 1947, cuando Pedro Corella, junto a su esposa Elisa Serracín de Corella, encontraron rocas talladas en forma cilíndrica, parecidas a un barril, por lo que a esta cultura se le llamó “Barriles”. Además, se descubrieron algunas estatuas de piedra.

Otra versión del origen de estos hallazgos sugiere que este pudo haber sido un sitio ceremonial de una cultura originaria de Asia y África.

Cabe destacar que el Sitio Barriles forma parte de 60 hectáreas de la finca propiedad de los esposos Edna Houx y José Luis Landau, quienes, tras un convenio con el INAC, se convirtieron en custodios de los objetos encontrados, los cuales en varias ocasiones han estado amenazados por personas ajenas que han intentado robar las piezas.

El señor Landau nos llevó al museo y nos explicó uno a uno los objetos arqueológicos. También nos mostró el lugar donde se realizaron las últimas excavaciones en 2001, por estudiantes de la Universidad Libre de Berlín y la Universidad Humboldt. Nos comentó que esa investigación sirvió para señalar la posible causa de la desaparición de la cultura de Barriles: una crisis provocada por movimientos sísmicos que los obligó a emigrar.

Recorrimos parte de la finca y pudimos saludar y tocar a las vacas y terneros; fue una hermosa experiencia.

Pero, según la familia Landau, aunque el INAC y la Autoridad de Turismo de Panamá les han brindado apoyo logístico a través de seminarios sobre cómo atender a los turistas que visitan el lugar, la realidad con el INAC ha sido otra. Nos comentaron que nunca han recibido apoyo económico de esta institución, y que el trabajo ha sido un esfuerzo propio.

Visitar el Sitio Barriles fue una experiencia mágica y misteriosa que nos hizo retroceder en el tiempo y tratar de comprender aquellas antiguas culturas llenas de sabiduría que nos dejaron este legado, para tener una idea mínima de cómo era el mundo para ellos.