“El Árbol que conmueve a algunos hasta las lágrimas de alegría, es a los ojos de los demás solo una cosa verde que se interpone en el camino.”
William Blake
El bosque nuboso aquí es simplemente increíble. Grandes árboles cubiertos de musgo envuelven el paisaje en un aire de cuento encantado. Pequeñas gotas condensadas cuelgan de sus bordes, suspendidas entre los tonos verdes como si flotaran. Enormes bromelias de flores rojas, y otras con patrones atigrados, decoran las esquinas del sendero como si hubiesen sido colocadas estratégicamente.
Las orquídeas son comunes en este lugar, aunque para mí cada una es motivo de asombro —algo que a Yonathan, nuestro guía, le causa gracia porque para él son parte del día a día. Los philodendros son monumentales; vi algunos brillando con tonalidades tornasoladas, especialmente el Philodendron verrucosum, ¡una maravilla! De las begonias, mejor ni empiezo… hay tantas que parecen crecer como pasto.


Existen dos formas para llegar al salto. Uno es por Río Indio y el otro por el residencial Altos del María. Por Río Indio se pueden tomar aproximadamente 3 horas hasta llegar al bosque encantado del que escribo. De ahí desciendes en minutos.
Desde Altos del María se camina aproximadamente una hora a paso muy tranquilo. En nuestro grupo iban incluso 2 niños.
Aclaro, para acceder al residencial es necesario tener casa dentro del mismo, alquilar o por supuesto ir a visitar alguna amistad o familiar, que fue nuestro caso. En Altos del María existen muchos atractivos naturales muy bien estructurados para ser visitados de la forma más cómoda, por excepción del salto de Jordanal ya que aunque su acceso es más oportuno por medio del residencial, no tiene un acceso homologado, quizás porque es un atractivo algo alejado.


