Hace poco fuimos hasta el Fuerte San Lorenzo, dentro del área protegida del mismo nombre. Para llegar a él, fue necesario pasar sobre las esclusas de Gatún y entrar en Fuerte Sherman, una ex base militar rodeada por una espesa selva, rica en diversidad de especies.
Antes de cruzar el puente de Gatún sobre el Canal de Panamá, tuvimos la magnífica experiencia de ver varios gatos solos (coatíes) con sus crías corriendo de un lado a otro por la carretera, jugando y huyendo de los autos; se introducían por las rendijas de la malla ciclónica. Después pasamos por el puente sobre el Canal y fue una gratificante experiencia ir en auto justo al lado de las históricas esclusas de Gatún.

Para llegar, es necesario ir hasta Cuatro Altos, en Colón, y desde allí es muy fácil llegar siguiendo las señalizaciones que indican “Fuerte San Lorenzo”.
El Fuerte San Lorenzo fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en el año 1980 bajo la denominación de las Fortificaciones de la costa caribe de Panamá, con las fortificaciones de la ciudad de Portobelo. Formaban el sistema defensivo para el comercio transatlántico de la Corona de España y constituyen un magnífico ejemplo de la arquitectura militar de los siglos XVII y XVIII.
Al llegar al lugar el olor de la selva nos invadió, vimos muchas aves desde lejos, algún ñeque pasar al lado de la carretera. En medio de unas ruinas de casas abandonadas nos recibió un guardia que nos dio indicaciones.
Ubicada en la ribera oeste del Canal de Panamá, en la costa atlántica, el Área Protegida San Lorenzo contiene 9,653 hectáreas de bosques, manglares, cativales y arrecifes, además de 20 km de costa. Es una pieza importante del Corredor Biológico Mesoamericano, además de constituir la parte más al norte del corredor biológico norte-sur entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Llegamos a las ruinas de San Lorenzo y el silencio penetraba, la yerba crecida hizo que inmediatamente empezaran los mosquitos a trabajar. Creo que justamente la Anam debería encargarse de limpiar el área; pero bueno, llevábamos ya una información corta del Fuerte y al pisar la primera ruina, en donde está el castillo, todo fue impresionante.
En los años de oro, este fue uno de los principales fuertes para la custodia de riquezas provenientes de las colonias suramericanas y de la Vieja Ciudad de Panamá. Conocido como uno de los tres fuertes más importantes de América, fue esencial para la protección del comercio español. Constantemente era atacado por piratas, corsarios y bucaneros en busca de los tesoros que se almacenaban allí, provenientes de las colonias suramericanas y de la Vieja Ciudad de Panamá.
El Fuerte San Lorenzo era un punto estratégico en la defensa española, ya que fue construido en una península, sobre uno de los puntos más altos del lugar y en la desembocadura del río Chagres. Desde allí se observaba la llegada de los galeones españoles hasta la desembocadura del río, y era un lugar primordial de defensa. Desde lo alto, se puede contemplar un paisaje impresionante y rememorar aquellas increíbles luchas entre corsarios y piratas, como si se estuviera en una película.
Y así fue como el legendario pirata inglés Henry Morgan logró tomar el Fuerte de San Lorenzo, tras varios intentos fallidos. Aunque lo intentó en dos ocasiones previas, no fue sino hasta 1670 cuando, siguiendo sus instrucciones, el fuerte —en ese entonces bajo el control del corsario Joseph Bradley— fue finalmente atacado. Este asalto no fue por mar, como cabría esperar, sino por tierra: Bradley desembarcó con unos 400 hombres en un pequeño puerto cercano al castillo, eludiendo el alto arrecife que protegía la costa, considerado casi inexpugnable.
Este golpe no fue casual. Morgan tenía un plan estratégico: destruir el Fuerte de San Lorenzo como paso previo para invadir la Vieja Ciudad de Panamá, utilizando como ruta el río Chagres, vía fluvial clave para el tránsito colonial.


Los antecedentes de este tipo de ataques se remontan a 1572, cuando el también célebre corsario Francis Drake atacó las costas del Reino de Tierra Firme, en particular el puerto de Nombre de Dios y el Camino Real, por donde transitaban los tesoros extraídos del Perú. Estas amenazas obligaron a la Corona española a reforzar sus defensas en el litoral atlántico.
Así fue como nació la idea de construir el Fuerte de San Lorenzo. Su propósito: custodiar la entrada a la red fluvial que conectaba con el corazón comercial de la antigua Panamá. La construcción se inició en 1598, por orden del rey Felipe II, y concluyó en 1601. Los planos de esta imponente fortaleza fueron diseñados por el renombrado ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli.
Lo más fascinante de esta edificación es su ubicación: el castillo fue levantado sobre un imponente arrecife que domina por completo la desembocadura del río Chagres. Entrar a este río no era tarea sencilla: las embarcaciones debían avanzar a remo hasta la Casa de Cruces, y desde allí seguir mediante un sistema de palanca, operado por expertos llamados “proeles”, generalmente esclavos negros de gran fuerza. Era una maniobra compleja que los invasores raramente podían replicar. Además, estaban expuestos a la arcabucería que defendía la costa. Si eran abatidos, la corriente empujaba irremediablemente sus embarcaciones mar adentro.

La estructura original del Castillo de San Lorenzo era la de una fortaleza avanzada, rodeada de empalizadas rellenas de tierra que funcionaban como muros defensivos. Su verdadero valor militar radicaba en su ubicación estratégica, dominando una amplia extensión del mar y facilitando así el control de la desembocadura del río Chagres. Por esta razón, se le consideró durante mucho tiempo como el centinela del gran triángulo estratégico del Istmo de Panamá.
Entre los años 1616 y 1620, el fuerte contaba con “seis piezas gruesas de bronce, su Castellano como Capitán, y soldados de presidio encargados de la defensa de la entrada”. Ya en 1620, las autoridades españolas comenzaron a tomar conciencia del deterioro que presentaba la fortaleza, señal clara de su importancia dentro del sistema defensivo colonial.


En el patio interior aún se conserva una antigua cisterna o pozo de gran diámetro, que servía para abastecer de agua a la guarnición. Más adelante, en el extremo más cercano al mar, se encuentra una escalera de caracol tallada en piedra, que desciende hacia un nivel subterráneo. Esta escalera habría servido como ruta de comunicación hasta el barranco, operando como una avanzada subterránea desde la cual se podía observar al enemigo o desempeñar funciones tácticas. Aún hoy, estas galerías subterráneas, que atraviesan el castillo en distintas direcciones, evocan un ambiente de misteriosos laberintos defensivos, pensados para confundir e interceptar cualquier intento de invasión.
En las ruinas de los edificios situados en la meseta inferior, se aprecia el uso de piedra en las bases y en parte de los muros, mientras que los niveles superiores fueron construidos con ladrillo. Son visibles arcos de medio punto y estructuras adinteladas hechas también con ladrillos, lo que evidencia una combinación de estilos arquitectónicos propios de la época. Las garitas de vigilancia también fueron construidas con este material, resistiendo al tiempo y al clima de la costa.
Las ruinas del Fuerte San Lorenzo de Chagres, con sus bastiones, camino de ronda, casamatas, polvorines y salas de armas, reflejan claramente el estilo carolino (siglo XVIII, reinado de Carlos III de España). De hecho, tanto en este fuerte como en los de Portobelo y Chagres, es evidente cómo las estructuras originales del siglo XVII fueron posteriormente modificadas y restauradas bajo los cánones de la arquitectura militar del siglo XVIII, lo que les confiere un carácter único y profundamente histórico.
El Fuerte San Lorenzo no solo cumplió funciones defensivas como bastión militar, sino que, tras su reconstrucción, también sirvió como prisión del Estado. En sus frías y oscuras galerías subterráneas, que aún evocan las mazmorras coloniales, estuvieron recluidas figuras históricas de gran relevancia. Uno de ellos fue Pedro de Guzmán y Dávalos, Marqués de Mina y Gobernador del Reino de Tierra Firme, quien, junto con su esposa, vivió confinado en los lúgubres calabozos del castillo. Saber que personajes tan influyentes pasaron parte de sus vidas encerrados en este lugar le da al recorrido un aire de misterio y dramatismo.
Otro prisionero ilustre fue el peruano Francisco Antonio de Zela, prócer de la independencia americana, quien también fue encerrado en los fosos de esta prisión, en una época en la que los movimientos de emancipación comenzaban a sacudir el continente.
Incluso a comienzos del siglo XX, muchos vestigios del pasado colonial del fuerte aún eran visibles. En 1908, el historiador Juan Bautista Sosa realizó una visita al sitio y halló restos de cureñas de cañones, culebrinas, morteros, utensilios domésticos, cadenas y grilletes. Hoy en día, aún se pueden observar los pesados cañones de hierro que alguna vez defendieron el castillo, muchos de ellos marcados con los sellos de la corona española. Aunque actualmente solo quedan las murallas, estos vestigios son suficientes para imaginar las historias que albergan cada rincón de esta antigua fortaleza.
Más recientemente, entre 1953 y 1999, toda el área de San Lorenzo fue utilizada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos como campo de entrenamiento en selva. En esta etapa moderna, el cercano Fuerte Sherman fue sede del Batallón de Entrenamiento de Operaciones en Selva, donde tropas estadounidenses se preparaban en condiciones tropicales extremas.

Por medio de la Ley 61 del 31 de diciembre de 1908, se destinó la suma de mil balboas (B/.1,000.00) para la conservación del Castillo de San Lorenzo, junto con los sitios históricos de Portobelo y la Basílica de Natá. Posteriormente, por la Ley 68 de 1941, el castillo fue oficialmente declarado Monumento Nacional, reconociendo su enorme valor histórico y cultural para Panamá.
En 1995, el Fuerte fue renovado por el ejército de los Estados Unidos, como parte de los esfuerzos de conservación llevados a cabo antes de la transferencia del Canal. Sin embargo, ya desde 1966 se habían realizado excavaciones arqueológicas que revelaron un nuevo emplazamiento de cañones por el lado terrestre. Estas piezas estaban estratégicamente ubicadas para proteger la explanada frente a la glorieta del Fuerte, previniendo ataques sorpresa por la retaguardia, como el que ocurrió en 1671 durante la toma del fuerte por piratas.
Hoy en día, el área de San Lorenzo ofrece una variedad de atractivos turísticos ideales para quienes aman la historia, la naturaleza y la aventura. Entre ellos destacan:
- El Castillo de San Lorenzo, con sus ruinas llenas de historia.
- El Camino de Achiote, ideal para caminatas y observación de aves.
- Senderos ecológicos que permiten avistar especies como monos aulladores, coatíes (gato solo), tucanes y coloridas heliconias.
- El Canal Francés y el río Chagres, que pueden explorarse en kayak o lancha.
- Las baterías de defensa costera construidas durante la Primera Guerra Mundial.
- Las esclusas y la represa de Gatún, íconos de la ingeniería canalera.
- Paisajes escénicos con extensos cativales y manglares que se pueden apreciar en la ruta entre Gatún y Sherman.
San Lorenzo no solo es un sitio de gran valor histórico, sino también un paraíso natural que invita a redescubrir el pasado mientras se disfruta del presente.