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Gira Cerro India Dormida, vuelta completa; visita a las cascadas de la Piedra Pintada y Serpentario Maravillas Tropicales.

¡Wow! Una gira espectacular. Aunque nuestros amigos siempre buscan caminos más difíciles, disfrutaron La India Dormida como nunca antes. Flor del Aire nos acogió y nos regaló un clima espectacular que nos permitió gozar de la vista.

Comenzamos subiendo el Cerro La India Dormida para recorrerlo completo, desde los pies hasta la cabeza. En su pecho, los chicos se inventaron la idea de tomar el café de la mañana, lo que fue un disfrute para todos.

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Foto de Rey Aguilar

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En la cima comprendimos que el Valle de Antón es, en verdad, “El Cráter de un Volcán Habitado”, hogar de gente amable y un pueblo pintoresco.

Desde allí avistamos los cerros circundantes: Cerro Gaital, Cerro Pajita, Cerro Caracoral, conocidos como Las Tres Marías; además del Cerro Cariguana, y a lo lejos, el Cerro Picacho y las montañas de Valle Chiquito.

Desde allá arriba pudimos ver el Mar Pacífico y las montañas penonomeñas, así como el Parque Eólico en el distrito de Aguadulce.

Descendimos por la cabellera de la India, llamada “Flor del Aire”, que cuenta con algunos saltos de agua fría para reponerse. Nos bañamos en el Chorro de los Enamorados y luego caminamos hacia La Piedra Pintada, una gran roca que se desprende de un cerro, donde se conserva claramente un mapa antiguo del área (petroglifo). Y como es normal, y el hambre apremiaba, nos fuimos a almorzar.

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La cerecita del pastel fue nuestra visita al Serpentario Maravillas-Tropicales Centro de Rescate y Reubicación, donde pudimos disfrutar de una amena charla informativa por parte del biólogo herpetólogo Mario Urriola, quien nos deleitó con información valiosa para el aprendizaje y la conservación de estos interesantes animales; conversación que también se dió en medio de unas tazas de café. Luego pudimos conocer a Lola, nuestra amistosa amiga pitón.

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Consideramos que, gracias a Dios, a la Naturaleza y al conocimiento adquirido por personas experimentadas y estudiosas de estos temas, esta gira fue un éxito. Agradecemos de corazón a cada uno de los que nos acompañaron en esta aventura.

Nos llena de orgullo saber que están movidos por la curiosidad, y que dentro de cada uno arde la llama del interés por saber, entender y aprender sobre la función que cumple cada ser vivo en el ecosistema, por el bienestar nuestro y de las futuras generaciones. Hoy, somos personas con un nuevo conocimiento.

Ascenso al Cerro India Dormida

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El cerro La India Dormida tiene una altitud aproximada de 860 a 900 m s. n. m.

Iniciamos el ascenso por el sendero de la Piedra Pintada, donde varios niños del área se ofrecieron como guías o para cuidar el auto. Decidimos ir con Dorindo, un niño de unos 10 años que cargaba sacos de mangos. Intentamos ayudarlo, pero el peso (unas 25 libras) nos agotó rápidamente. Nos turnamos hasta que se encontró con un familiar y le entregó la carga.

El camino atraviesa un bosque y pasa junto a chorros como Los Escondidos, Los Enamorados y el Salto del Sapo. Dorindo avanzaba ágil, saltando piedras y trepando árboles, mientras nosotros lo seguíamos con cuidado, ya que algunos tramos eran resbalosos.

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Vista desde la cima del cerro India Dormida.

Llegamos a la Piedra del Sapo, donde una señora bajaba con los zapatos en la mano, vestida para trabajar. En lugar de seguir recto, Dorindo tomó un sendero a la izquierda y nos dijo que apenas íbamos a mitad de camino. Al disculparnos por no poder seguir su ritmo, nos contó que vive detrás del cerro y camina ese sendero todos los días para ir y volver del colegio, al igual que la señora que vimos, quien hace ese recorrido diario para llegar al pueblo a trabajar.

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Subimos una loma empinada y, tras cinco minutos más, llegamos entre piedras sueltas al cráter del volcán extinto del Valle de Antón. La vista era hermosa y gratificante. Dorindo nos advirtió que al atardecer aparecían duendes y no debíamos demorarnos mucho.

Nos contó una de las versiones de la leyenda de la India Dormida: Piria, hija del cacique y esposa del Sol, protegía el astro y la llama de la vida. El guerrero Montevil se enamoró de ella, pero fue rechazado porque su alma y cuerpo pertenecían al Sol. Obsesionado, dejó de comer y dormir, hasta que logró convertirse en cacique para acercarse a Piria. Aun así, ella lo rechazó. Enfurecido, Montevil mandó matar al padre de Piria y luego intentó violarla.

Ella, desesperada, huyó hasta caer rendida al borde de un acantilado. En ese momento, los rayos del Sol iluminaron su cuerpo y la convirtieron en piedra, formando las montañas. Montevil, al ver esto, se desmayó, y el Sol transformó su lamento en el sonido del agua fluyendo, condenándolo a sufrir eternamente por el amor que no pudo tener.

Existen otras versiones e incluso una novela, ya que esta montaña ha sido la inspiración de poetas y escritores.

Otra versión cuenta que Flor del Aire, hija del cacique Urracá, se enamoró de un soldado español. Yaraví, un fuerte guerrero indígena que la amaba, al ver que ella no le correspondía, se suicidó frente a ella y su pueblo. Arrepentida y dolida, Flor del Aire decide renunciar al español para no traicionar a los suyos. Vagó por las montañas llorando su destino, hasta que murió mirando al cielo. Su silueta quedó inmortalizada en la montaña como símbolo de su verdadero amor.


En otra ocasión decidimos subir la India Dormida por los pies —es decir, por el final— y bajar por la cabellera, pasando por los chorros y la Piedra Pintada.

Comenzamos la caminata desde La Cruz, cerca de Altos de la Estancia. A simple vista, el sendero parecía no estar marcado y era bastante empinado, con alta dificultad debido a los precipicios que encontramos casi de inmediato. Sin embargo, al avanzar y aligerar el paso, notamos que el camino se volvía más uniforme, lo que nos permitió continuar sin mayores problemas.

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Nos encontramos en las pantorrillas del cerro y ya estuvimos disfrutando de magnificas vistas del cráter del Valle de Antón. Bajo un sol trepidante seguimos el camino y luego de casi una hora, nos encontramos en la cintura u ombligo de la India Flor de Aire.

Evelin se nos unió esta vez, casi acabadita de llegar del Norte y para ella fue un toque difícil regresar al hiking, pero la emoción, combinados con los lazos fuertes de amistad y el regalo tan grande que la Naturaleza nos entregaba, la hizo llegar sin problemas al final de la jornada.

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Evelin y Rey subiendo por las piernas de La India.

En el camino nos encontramos con unos chicos que habían subido por el sector de la comunidad de El Hato, es decir, por la “cintura” de la India Dormida.

Nos desviamos ligeramente del sendero y pasamos muy cerca de una cruz de madera ubicada en lo alto del cerro, en una zona que colinda con las comunidades situadas detrás de la India. Luego enfrentamos una bajada muy empinada, que descendimos con precaución, evaluando la mejor forma de hacerlo. Optamos por el lado derecho, avanzando con mucho cuidado, hasta escalar nuevamente y llegar a la garganta de la India.

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Cerca de la Cruz de la comunidad trasera al cerro.
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Mariel por las pantorrillas de La India Dormida.
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Cráter casi completo del Valle de Antón.
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Cascada Los Enamorados.

Divisamos la cabeza y en pocos minutos llegamos. El recorrido desde Altos de la Estancia hasta el Chorro Los Enamorados, en la Piedra Pintada, nos tomó unas tres horas. Finalizamos con un refrescante baño bajo los rayos del sol, como un regalo mágico de la Madre Naturaleza.

El Cerro La India Dormida es uno de esos lugares donde se disfruta tanto el destino como el camino. Su trayecto, lleno de mitos y leyendas, invita a imaginar duendes, elfos o incluso al indio guardián del tesoro de la Piedra Pintada. A lo largo del sendero, sus chorros aparecen estratégicamente, y puedes elegir entre tres rutas según el tiempo y las vistas que prefieras disfrutar.

Tiempo:

  • Por La Piedra Pintada, en buenas condiciones fí­sicas, puede tomarte una hora y media hacer el ascenso, casi lo mismo de bajada.
  • Por La Cruz de Alto de La Estancia, toma de tres horas a tres horas y media dependiendo de tus condiciones físicas; deberás tener especial cuidado en los precipicios, importante llevar zapatillas adecuadas, nada de “converse” ni “crocs”.

Una excelente actitud, llevar gorra y tener muchísimo cuidado si empieza a llover, en ese caso, No suba por favor.

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¡Los Chorros del Valle de Antón!

Estando en el Valle, decidimos ir a conocer los chorros o cascadas más representativos. Por costumbre, debíamos ir al Chorro de las Mozas, le advertí­ a mis amigos que el río estaría bastante sucio, a lo que no hicieron caso: la típica necedad de verlo en vivo.

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En efecto llegamos y estaba muy sucio a lo que decidimos caminar por su orilla hasta ver los chorros, lastimosamente, muchos de los desechos del Valle de Antón han ido a parar ahí­ e incluso es utilizado para sacar materiales como arenilla y tierra.

Forma parte de las leyendas del Valle de Antón. Cuentan que aquí­ tres hermanas se suicidaron al mismo tiempo por el amor que sentían hacia el mismo hombre, amor que era ignorado por él, ya que había sido embrujado por la hechicera más grande del pueblo, y se dice que cada una de las hermanas se convirtió en un chorro, que ahora forman lo que es: El Chorro de las Mozas.

Cómo llegar: Tome la vía que conduce a Cabañas Potosí­ hasta el final y verás la entrada hacia Las Mozas, en este momento (2015) el lugar ha sido arreglado, limpiado y está bajo la administración de personas encargadas de mantenerlo en buenas condiciones, tiene un costo de admisión de 3$


Al salir no había transporte y decidimos caminar, en eso venía un carro transportador de caballos y se nos ocurrió sacar la mano y el señor conductor paró, subimos y juro que no es nada fácil viajar en ese transporte, los tres nos golpeamos en cada salto hasta llegar a una parada en la que tomamos un bus de ruta que nos dejó en La Piedra Pintada (fue muy divertido)

Subimos el sendero que ya conocíamos, pasamos por el Chorro el Escondido y seguimos el sendero que conduce a la India Dormida, pero al ver el Chorro de los Enamorados, no pudimos contener las ganas de darnos un vigorizante y frío baño.

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Chorro “El Escondido”.
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Chorro “Los Enamorados” estación seca.
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“Los Enamorados” visto desde arriba.
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Este sendero es de belleza exuberante. En él se pueden ver más de cuatro pequeños chorros, de los cuales los dos primeros son perfectos para darse un buen baño. Si sigues el camino, puedes subir a La India Dormida o llegar a las comunidades que existen detrás del cerro.

Existe otra cascada, llegando a la Piedra del Sapo, llamada “Cascada del Sapo”. Se le conoce así porque en su parte superior sobresale un petroglifo en forma de sapo o rana. Este petroglifo tiene un área de unos tres metros cuadrados y cubre toda la parte superior de la piedra.

El Chorro de los Enamorados es una caída de agua donde se practica rappel para principiantes. Es un poco profundo, así que hay que tener algo de cuidado. El primero en lanzarse fue Max, como siempre, el más osado. Luego me acerqué; quería sentir el chorro cayendo sobre mi cabeza… ¡masajes naturales nos ofrece la naturaleza!

Salimos del Sendero de la Piedra Pintada y otro señor nos llevó hasta el mercado, donde tomamos un bus El Valle – San Carlos. Ya era tarde y no había buses hacia la ciudad, así que en San Carlos tomamos un taxi “pirata”. Los buses desde El Valle de Antón hacia la ciudad de Panamá salen hasta las 6 de la tarde.

¡Visiten los chorros, les encantarán!