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Senderismo y Turismo Rural en Panama

Teníamos pensado ir a ver el anochecer en el Cerro Tute pero, en Santa Fe hay tantas cosas por hacer, que nos oscureció antes de darnos cuenta, así que al día siguiente nos encaminamos al Tute con la orientación de los taxistas, que nos recomendaron, a su beneficio, no subir Tute desde la calle de asfalto a pie, pues nos iba a tomar hasta 4 horas, así que nos podían llevar a la pata del cerro.

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En los años de 1502, el Español Cristóbal Colón llega a las Costas del Norte de Veraguas en donde fundó el primer poblado en tierra firme de América, el cual llamó Santa María de Belén. En 1557, se presume que Santa Fe fue fundada por el Capitán Francisco Vásquez. Los primeros pobladores eran autóctonos; sin embargo, cuando llegaron los españoles y los colombianos se produjo el mestizaje, donde se realizaron fuertes batallas antes de la época Republicana.

Se considera como tierra de grandes batallas importantes para el país. Es aquí donde los rebeldes caciques Quibian y Urracá libraron en sus montañas diversos combates contra los invasores españoles. Estas batallas alimentaron a la Guerra de los Mil Días; hecho que se dio en 1903, en la que el Cholo Victoriano Lorenzo ganó la batalla.

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El Cerro Tute, como película de ficción engañándonos en la neblina de la tarde, simulaba ser un volcán humeante desde el Río Santa María.

Este cerro es muy famoso por los enfrentamientos que allí se dieron y culminó con varios muertos que al día de hoy son considerados mártires.

Para llegar a Tute debe prestar atención unos kilómetros antes de Santa Fe, cerca del hotel del mismo nombre.

Allí, en el año de 1959, y a la usanza del ejemplo cubano se formó el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) como reacción al dominio norteamericano. A imitación de los rebeldes de la Sierra Maestra, los miembros de MAR se trasladaron a Cerro Tute, donde pensaban establecer su Cuartel Central. Los cubanos, un grupo de guerrilleros de la capital y campesinos se alzaron contra la autoridad con el fin de derrocar al gobierno.

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Tomaron sus armas y se internaron en el Cerro Tute, su Sierra Maestra panameña, inspirados en el deber impostergable de luchar por un cambio revolucionario que permitiera instaurar un gobierno legítimo capaz de impulsar los cambios sociales que exigía el pueblo, extirpar todo vestigio del poder corrupto de las clases dominantes y de sumisión al imperialismo norteamericano. La generación del Cerro Tute, es un ejemplo de coraje y dignidad. Ellos como legítimos herederos de nuestros héroes: Urracá, París, Felipillo, Bayano, Rufina Alfaro y Victoriano Lorenzo, prefirieron la muerte antes que aceptar las prebendas de los grupos de poder económico y político que sometían al pueblo trabajador.

El 3 de abril de 1959, un grupo de 20 estudiantes llegó al Cerro armados y con la intención de luchar por la ‘liberación de la República’. Este movimiento se considera el primero de su tipo en el país.

Los colegiales comulgaban con la Revolución Cubana de Fidel Castro y deseaban alzar su voz en contra de la injerencia estadounidense en el país, así como en contra de lo que ellos consideraban las injusticias del gobierno de turno. En su momento, Floyd Britton diría que lo hicieron ‘cumpliendo con la patria y desafiando el poder de la oligarquía criolla y del imperialismo norteamericano’.

El grupo estaba conformado por: Oscar Navarro, César Jaramillo, Jaime Padilla Béliz, Eduardo Santos Blanco, Samuel Gutiérrez, Campos Labrador, Márquez Briceño, Luis Chandeck, Rodolfo Murgas, Rodrigo y Polidoro Pinzón, Rubén Urieta, Aurelio Ali Bonilla, César Manfredo y Eliseo Alvarez.

Un año antes de lo sucedido en las montañas de Santa Fe, este grupo de jóvenes ‘se lanzó a las calles siendo brutalmente reprimidos por la Guardia Nacional, mientras exigían mejores condiciones de estudio, bajo la consigna ‘¡Más escuelas y menos cuarteles!’, al igual que otras reivindicaciones populares, cuyo saldo dejó cientos de detenidos y varios muertos, entre ellos el estudiante artesano José Manuel Araúz’.

La revolución del Tute duró un par de días y arrojó el saldo de cuatro estudiantes muertos: Eduardo Santos Blanco, Rodrigo Pinzón, José Girón y Domingo García.

Datos registran que los rebeldes llegaron al Tute el 3 de abril, luego de obtener armamento y municiones, y que la Guardia Nacional llegó el 5 de abril. Al día siguiente, 6 de abril, se dio el primer encuentro entre rebeldes y oficiales. Ahí ocurrieron las primeras dos bajas. Al parecer, el choque hizo que el grupo de estudiantes se dispersara. Según indican, no fue hasta tres días después, el 9 de abril, que hubo un segundo intercambio de disparos. Al parecer, ya en esta segunda batalla, el hambre, las malas condiciones y otros factores habían mermado el ánimo de los combatientes. Posteriormente, la Guardia Nacional lograría la captura de los colegiales que estaban diseminados en distintos núcleos.

En una publicación de 2010 de La Prensa, se comenta que ‘El combatiente Isaías Chang expresó que el fracaso de este movimiento se debió al apresuramiento y a la inexperiencia’.

El profesor de Historia José Álvaro publicó un artículo de opinión en La Estrella de Panamá en 2012 en el que comenta: ‘El levantamiento insurreccional de Cerro Tute constituyó una prueba para la juventud panameña, que demostró no temerle a la pérdida de la vida, si esta significará modificar el estado caótico del país’.

A pesar de que anualmente para conmemorar la fecha se realizan eventos en las tumbas de los caídos, el sociólogo veragüense Víctor Jordán declaró a La Prensa en 2010 que ‘se ha hecho muy poco por recordar esta gesta, pues este grupo de jóvenes cumplió una función muy importante en la historia nacional, en busca de esa tan anhelada reivindicación de los derechos y libertades ciudadanas.

Tomado de Artículo ¿Qué ocurrió el 3 de abril de 1959 en el Cerro Tute? La Estrella de Panamá.

Se dice, que la Guardia Nacional envió al capitán Omar Torrijos para dispersar a los revolucionarios. Solo tres militares resultaron heridos: entre ellos el Capitán Omar Torrijos, quien en franca huida fue alcanzado en las nalgas. Aquella humillación persiguió a Torrijos toda la vida.

Por nuestra parte, encaminamos Tute con el Sr. Américo y vimos cómo el taxi 4×4 iba subiendo la cordillera y nos dejó a una distancia considerable del cerro. Divisamos la cima y pensamos que sería fácil pues la calle de tierra llega prácticamente allá arriba.

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Caminamos a través de ella, confiados y tranquilos a alcanzar las enormes e inconfundibles rocas que se veían a lo lejos. Ese cerro que tantas veces había visto en fotos y al cual le tenía un amor platónico. La brisa es un factor importante en este lugar, pues es tan fuerte que a pesar de mis kilos, casi me lleva en variadas ocasiones, me aferraba al suelo rocoso con miedo de que me levantara. Hubo un momento en el que muchas rocas pequeñas alzaron con la brisa y me cayeron en los ojos, a pesar de que uso anteojos, no fue impedimento para ellas.

A mitad del corto camino, nos detuvimos a ver el paisaje que quedaba atrás, desde tan arriba se puede ver toda la parte Sur y Este de Santa Fe, los cerros que van quedando a lo lejos, las calles se pierden y se distingue cualquier movimiento que ocurra en las montañas de abajo. Entendimos muy bien por qué la historia dice, que aquellos «guerrilleros» se aferraron al Tute.

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Cima del Tute.

Allá arriba, la vegetación es escasa, la deforestación a causa de la colonización es la culpable. Este, ya no es un cerro en el cual se disfrute de flora o fauna, escasos insectos juegan en las hierba, lastimosamente es un cerro pelao’. El sol nos pegaba en la cabeza con fuerza y daba la impresión de que esas rocas allá arriba, eran un altar de piedras mágicas. Recordé la canción de Caifanes en donde dice que «cada piedra es un altar«.

Me recosté en el suelo, entre la hierba que pica. De pronto, las nubes nos bañaron de rocío, el viento se hizo más fuerte y me aferré a la hierba. Las nubes, densas y frías iban y venían en una danza espectral. Nos dejaron un manto de rocío imperceptible sobre el cuerpo. Nos tomó una hora llegar a la cima, supimos que cuando la calle no estaba recortada, podía tomar hasta ocho horas hacer el ascenso.

Rey se apresuró a la cima repleta de rocas y precipicios aunado a la brisa que nunca paró. Allí si sufres de vértigo, no puedes avanzar.  Se debe atravesar un trillo espinoso. Allí termina el cerro, es el mismo filo de la montaña, su cima posee 1453 msnm.

Los guías locales han establecido senderos que llevan al visitante por el cerro Tute. Este fue instituido como Sitio Histórico Turístico, por el Consejo Municipal de Santa Fe, en 1993.

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