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Cueva La Escondida, Cascada El Peñón y Cascada La Gloria: La más alta de Panamá Oeste.

Supe de La Gloria cuando era niña y, en 2007, caminé casi tres horas hasta llegar. Fue una experiencia hermosa. Alrededor de esta cascada hay muchas más, aunque no visibles a simple vista.

La Gloria es la cascada más alta registrada en Panamá Oeste y pertenece a un afluente del río Cirí Grande, cuenca del Canal de Panamá.


Una familia tranquila y trabajadora custodia esta maravilla, saliendo adelante con la agricultura y ahora con el turismo ecológico, que para ellos es sostenible.

Esta vez visitamos, con nuestro guía local Miguel, la Cascada La Escondida, que nos dejó maravillados. Quise invitar a todos a bañarse; el agua verde aqua, iluminada por un rayo de luz, crea una atmósfera mágica, y salir del baño recarga de energía.

Nuestra amiga cubana tuvo algo de miedo y prefirió quedarse al otro lado de la cueva, pero luego, con la ayuda de Rey, logró atravesarla y quedó sorprendida de lo que casi se pierde.

Al pasar la cascada aparece un túnel habitado por decenas de murciélagos. Esa cueva transmite vitalidad, y fue difícil continuar con el itinerario.

Caminamos hasta la cascada El Peñón, sublime y vertiginosa. Algunos lucharon contra la corriente para llegar; la ida fue difícil, pero la vuelta fácil gracias a la corriente.

Luego tomamos un hermoso sendero junto a una quebrada que desemboca en la calle principal. Noté varios charcos de aguas transparentes, aunque el tiempo no alcanzó para explorarlos.

Después nos dirigimos a la casa de los custodios de la cascada, la familia Ovalle, con quienes coordinamos el almuerzo. Para nosotros es un placer visitarlos; son personas luchadoras y de gran corazón, que siempre nos reciben con una sonrisa amable.

Tras el almuerzo, cuando los chicos empezaban a amodorrarse, fue el momento perfecto para ir a conocer la maravillosa Gloria, que dejamos para el postre.

Grupo completo.
Linda Ana, arriba de La Gloria.

Es muy satisfactorio haber visto sus rostros llenos de sorpresa y felicidad, sus expresiones y palabras, y a algunos enmudecidos que se lanzaron a escalar la enorme cascada, que esta vez superó todas las expectativas al estar llena de agua.

Agradecemos de corazón a todos los que formaron parte de esta aventura. Es un placer para nosotros mostrarles Panamá, un país lleno de fuentes de agua viva, montañas azuladas y senderos fascinantes.

Reseña: Ascenso al Cerro Cabra de Arraiján.

Cerro Cabra llama la atención de cualquier montañista panameño. Es ese que se ve cuando uno va saliendo del puente de las Américas hacia el Oeste.

No es muy alto, solo posee 512 msnm, pero se encuentra muy cerca del mar y se sube casi desde “la pata”.

A pesar de ser un cerro poco técnico, tiene una parte de ascenso considerable y cansona. La paja canalera (Saccharum spontaneum) crea túneles que parecen interminables, y cuando la calor apremia, sientes picazón y más dolor en las heridas que provoca, pues corta.

El ascenso fue hermoso, sobre todo por la gran vista que hay desde la cima, en la que es posible ver gran parte de la ciudad de Panamá e islas del Pacífico del Golfo de Panamá.

En el cerro habitan una gran cantidad de especies de insectos, sobre todo arañas y grillos de diversas formas y colores; también es posible ver las ranas Dendrobates auratus, lo cual aún sorprende y es sinónimo de un buen estado de cierta parte del cerro que no ha sido colonizada por la paja canalera o su otra amenaza: la minería.

Todos llegaron a la cima más alta del cerro, que es conocida como “Infiernillo” y luego la roca que se conoce como “La Cara del Diablo”, donde descansaron, almorzaron y disfrutaron del paisaje, rememorando que Cerro Cabra es un volcán. El cerro fue declarado reserva en el año 2015, por su importancia hídrica ya que ahí­ nacen quebradas y el importante Río Bique.

Es un volcán extinto y constituye el último de los volcanes de esta alineación, que se encuentra localizado próximo a la margen derecha de la entrada del Canal de Panamá, en el Océano Pacífico.

Luego del descenso, los chicos disfrutaron de un delicioso sancocho hecho en leña.

Cerro Marta y Chorro Tigrero. Parque Nacional G. D. Omar Torrijos Herrera.

Partimos de la ciudad de Panamá a eso de las 2 de la tarde, la marcha fue directo a Penonomé donde nos abastecimos de lo último necesario; en el Copé nos esperaba el gran Macedonio, guía local del Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera.

Luego de esperar los todo terreno en medio de una tertulia torrijista, abordamos los autos y nos fuimos rumbo a la montaña. Ya caía la noche y los locales me decían que iban cuatro días de lluvia pertinaz.

En el camino, con un fondo de Ulpiano Vergara, le comentaba tantas cosas al conductor “Fulo” en medio de mi emoción, que bajó el volumen y empezó a hablarme de su preocupación por la deforestación, especialmente por la quema “de maldad” que hacen algunas personas en el área de los pinos. Ya oscurecía casi por completo y, en medio de la calle de piedras, saltaban conejos muletos (Sylvilagus brasiliensis) y aves motmot (Momotus momota) se escondían en sus refugios.

Llegamos a nuestro lugar de camping: una acogedora casa en medio del poblado de Santa Marta, que forma parte de El Copé, en El Harino, corregimiento del distrito de La Pintada en la provincia de Coclé.

Procedimos a armar el campamento y encender las parrillas, que al final resultaron ser tres, de las cuales todos comimos. Al mirar al cielo, el firmamento estaba estrellado; agradecí ampliamente, pues con esto, las probabilidades de lluvia al día siguiente eran pocas, y así fue.

Iniciamos la marcha a las 6:30 a.m. Teníamos una idea breve de lo que nos esperaba: 14.5 km de camino difícil, dividido entre el Cerro Escobal y el Cerro Marta.

Bajamos al río Tigrero, lo atravesamos e iniciamos el ascenso hacia el Cerro Escobal rumbo al mirador. Allí nos reencontramos, pues algunos se habían adelantado, mientras Macedonio venía con el resto del grupo. A mí me salió “El Francisco”; más de un año sin caminar como Dios manda… ¡vaya loma!

Bajamos Escobal y caminamos por un bosque de galería alrededor de un potrero que culmina en un valle desde el cual se veían claramente los cerros Marta y Juan Julio. En el potrero había un árbol de guaba —la naturaleza siempre provee.

Me la pasé conversando todo el camino con Macedonio. Me contó algunas versiones de lo que sucedió ese 31 de julio de 1981. Las siete personas a bordo, entre ellas el general Omar Torrijos Herrera, quien dirigió la dictadura militar de Panamá entre 1968 y 1981, fallecieron en el lugar.


Algunos cuentan que la avioneta dio varias vueltas en los alrededores hasta que finalmente se estrelló contra la “Nube de Hueso”, en el borde del Cerro Marta. Otros dicen que la primera explosión se escuchó cuando la avioneta sobrevolaba el área, y no en el cerro. Además, se menciona que se trató de una operación contra Torrijos, denominada “Halcón en Vuelo”, que habría incluido la colocación de un artefacto explosivo en una caja de sodas.

El clima no era bueno, pero el viaje era sencillo: apenas 15 minutos, con constante comunicación con la torre de control. Unos 12 minutos después del despegue, el capitán informó que el vuelo transcurría con éxito. Esa fue la última comunicación. El Cerro Marta tiene una altitud de 1,046 metros, y el avión cayó a 944 metros.

Los residentes de Coclesito reportarían haber escuchado, entre las 11:50 a.m. y las 12:05 p.m., dos estallidos provenientes de la cordillera.

Investigando, constaté que el piloto del FAP-205 habría intentado cruzar un cañón entre el Cerro Juan Julio y el Cerro Marta, cuando los problemas meteorológicos le hicieron perder visibilidad. Así, el ala izquierda del avión habría chocado contra un árbol, provocando que la nave girara hacia un lado e impactara en la ladera, en la parte más alta del cerro, que mide 1,046 metros. Por eso, la nave no quedó esparcida por toda la montaña.

La avioneta fue encontrada por los llamados “Macho’e Monte”, quienes, a pesar de haber caminado todo el día, no se detuvieron. Según la información de los campesinos, estudiaron dos variantes: escalar el Cerro Juan Julio, el más alto, o el Cerro Marta. Finalmente, por los indicios dados, optaron por el Cerro Marta. Empezaron el ascenso alrededor de las siete de la noche. Como se dice en Panamá, escalaron “en cuatro patas”, es decir, a gatas, utilizando pies y manos durante casi cuatro horas, hasta llegar a la cumbre. Llegaron a la cima alrededor de las 10:45 de la noche de ese sábado.

Existen varias versiones o “teorías de conspiración”, en las cuales se habla incluso de un posible asesinato, como relató el escritor John Perkins en su libro Confesiones de un sicario económico. En él se dice que el General Omar Torrijos Herrera habría sufrido este trágico accidente a causa de la agencia de inteligencia norteamericana (CIA), que se oponía a las negociaciones entre Torrijos y un grupo de empresarios japoneses liderados por Shigeo Nagado, quienes proponían la construcción de un canal a nivel por Panamá. El libro presenta una historia bastante creíble, respaldada por las creencias sobre cómo se tejen las intrigas en lo más profundo de las agencias de seguridad de las potencias mundiales, y permaneció durante siete semanas consecutivas en la lista de best-sellers del New York Times.

Ya por ahí Macedonio me decía que faltaban dos horas de camino, por escaleras, y eso me sonaba escalofriante, pues odio las escaleras; imagínense dos horas subiendo. Debido a esto, uno de nuestros amigos se deshidrató y fue necesario ayudarlo con su equipaje y suero rehidratante. Más adelante, una de las chicas sintió malestar en una de sus rodillas, por lo que también fue necesario apoyarla. Una quebrada nos invitaba a beber de sus aguas, y así lo hicimos: dulce y fresca agua de la montaña.

Pero todo el cansancio se nos olvidó cuando finalmente llegamos a los restos de la avioneta De Havilland Canada DHC-6 Twin Otter de la Fuerza Aérea de Panamá, con el código de identidad FAP-205; dicen que era la favorita de Torrijos, pues era capaz de aterrizar casi en cualquier lugar.

Un frío me recorrió el cuerpo, pero traté de controlarme. Estar frente a esa avioneta me traía sentimientos encontrados, pues, aunque no viví la época torrijista, mi infancia estuvo marcada por historias acerca de ella, contadas con mucho entusiasmo y añoranza por mi madre y mi padre.

Luego de ver la avioneta, subimos a la cima y ahí estábamos a 1,046 msnm, con vistas a las montañas adyacentes: Cerro Juan Julio, Cerro Buenos Aires, y a lo lejos, Cerro Orarí, Cerro Guacamaya, entre otros. A pesar de haber sido un día claro, no pudimos ver el Mar Caribe.

Celebramos la llegada a la cima, pues todos lo logramos y nos sentimos felices por ello. Compartimos merienda y disfrutamos de la vista y el paisaje despejado.

De regreso, me pegué a nuestro guía local, Samuel, y él me habló de la zamia que crece en el cerro, la única zamia epífita en el mundo (crece sobre árboles) cuyas hojas asemejan las de una palma. Es una sobreviviente de la Era Mesozoica, es decir, tiene unos 200 millones de años, por lo que se les llama “fósiles vivientes”. También vimos un trogón (Trogon massena), ranas (Dendrobates auratus, Silverstoneia flotator), entre otras especies. Samuel me contó que en tiempos pasados se veía la Rana Dorada (Atelopus zeteki), y que la última vez que la avistaron por esos lados fue en 2010.

El camino de regreso, a pesar de ser casi todo en descenso, fue duro para algunos senderistas que resentían las rodillas. A mí, en lo personal, me va mejor bajando, pero en el Cerro Escobal hay una parte con rocas sueltas y un sol tremendo que pega de forma vertical sobre la cabeza; estando destapado, podría causar un golpe de calor. Una de las chicas se lesionó la rodilla dos veces, por lo que fue necesario ayudarla a continuar, animarla a avanzar, y uno de los chicos incluso se ofreció a llevarla a cuestas un rato.

Subir el Cerro Marta no es fácil, y es necesario hacerlo con mucha agua y un buen desayuno a base de proteínas. Quien lo intenta debe tener excelentes condiciones físicas o, al menos, experiencia en senderismo para que la experiencia sea agradable y no una pesadilla. El señor Macedonio nos contó de personas que no tuvieron la misma suerte y tuvieron que salir del sendero a las 11 p.m. debido a las crecidas de los ríos Marta y Tigrero. Por ello, recomiendo ampliamente hacer este sendero sólo bajo condiciones naturales favorables.

A pesar de todo, hicimos el tiempo estipulado y, en horas de la tarde, llegamos al Chorro El Tigrero, donde disfrutamos de tan hermosa caída de agua que nos quitó el cansancio y nos devolvió las fuerzas para terminar el último kilómetro y medio en subida que faltaba.

Al final de la jornada, nos esperaba una sopa de pollo que revitalizó por completo nuestro espíritu y estómago. Salimos de día hacia El Copé, donde nos encontraríamos con nuestro transporte privado hacia la ciudad de Panamá.

La experiencia de haber subido el Marta fue sublime. Para mí, haber tocado el punto donde murió tan importante hombre, líder de nuestra patria, aún me pone los pelos de punta. Es una experiencia para contar a mi familia y un sendero que espero poder recorrer algún día con mi hijo.

Entrando al Parque Nacional G. D. O. T. H.
Todos en la cima.

Agradecemos a cada uno de los participantes por su ánimo positivo y entusiasmo contagioso. A nuestros excelentes guías locales, quienes conocen el área a la perfección, saben dónde se encuentra cada planta y hasta dónde duerme el jaguar.

¡No cabe duda de que fue una experiencia para toda la vida!

Monumento Natural Cerro Gaital y el Manantial: Pozo Azul

La logística fue tremenda. A pocos días del trip, nuestra seguridad era del 50%, así que nos fuimos unos días antes a hacer gestiones, y la montaña nos recibió con lluvia cerrada. Aun así, logramos recabar la información necesaria. Tomamos una carretera llena de curvas en un terreno difícil, que solo se atreven a manejar los locales.

Entendí por qué, al preguntarles a otros conductores de 4×4, nadie quería ir para allá. Uno de los temas que más nos preocupó fue la lluvia, pues en esta área los ríos crecen de manera descomunal. Pero, tras algunas conversaciones con la Madre Tierra, se nos concedió el viaje.

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Nos topamos en Albrook de madrugada y nos fuimos rumbo al poblado central, donde nos esperaba nuestro 4×4. Los chicos del grupo iban felices en la parte de atrás; lo sé porque hasta la cabina se escuchaban sus risotadas a gritos. Llegamos a lo que parecía “la nada” y entramos por el trillo que días antes habíamos demarcado.

Creo que cada quien iba con sus propias expectativas de lo que habían visto en fotos, pero nadie se imaginaba siquiera la dificultad del sitio. Nos sorprendió de súbito con una cachetada visual que nos dejó con la quijada caída. Sabía que era hermoso, pero no lo imaginé tan desbocado. (Primera gira a Pozo Azul, año 2016)

Todo favoreció, pero lo más importante en esta área es el clima, que nos regaló un día hermoso. Agradecí ampliamente a las fuerzas de la Naturaleza por permitirnos disfrutar de tan sublime sitio.

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La gente se puso en modo exploración y subieron hasta una quinta cascada, desde donde divisamos una sexta. El agua del río es celeste con toques verde aqua, evidentemente rica en minerales—seguro contiene cobre, manganeso o hierro—lo que le da ese color. Nosotros llamamos “Manantial” a este tipo de sitio. Ese mismo río baja hacia un cañón, donde se va expandiendo en un viaje corto y rápido que desemboca en el Pacífico.

Nos llena de orgullo saber que, aunque hace años hubo planes para construir una hidroeléctrica, la fuerza del pueblo pudo más. Aunque eso implicaba seguir sin electricidad, prefirieron eso antes que ver su río destruido. Gracias a ellos, hoy conocemos este magnífico sitio.

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El tiempo se nos hizo corto, pero al mediodía nos movilizamos a un sitio más “civilizado” para dirigirnos al cerro Gaital. A pesar de la neblina que casi siempre cubre la cima, la experiencia fue extrema y grandiosa. Algunos lo describen como una vivencia en la que es necesario utilizar al 100% todos los sentidos. La vegetación de altura, las epífitas y el musgo hacen de este cerro un lugar lleno de magia.

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Bajamos entrada la noche, con los sonidos del bosque a tutiplén, los animales en su mayor apogeo.

Una experiencia singular, que nos hizo saltar el corazón de alegría por todas las maravillas vistas en un solo día.

¡Llegaron las lluvias! Hiking al Saca Lágrimas y Cascada el Cacao.

Nos encontramos temprano y puntuales, listos para la aventura. Sabíamos que esta vez habría sorpresas: las lluvias habían comenzado, y como todos sabemos, el clima en Panamá puede ser muy impredecible. Puede haber un sol radiante y hermoso en un momento, y una lluvia torrencial al siguiente.

Pasamos por nuestro guía local en Chicá y emprendimos la caminata hacia el Saca Lágrimas. La meta era regresar antes de las 2:00 p.m. Habíamos escuchado rumores sobre una represa en la finca Loma Linda, ubicada por los lados de Buena Vista de Chame, que retiene el agua que normalmente cae en esta quebrada.

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La caminata fue agradable y rápida en la bajada, atravesando el clásico “túnel”, como le llamamos: una pared de tierra a ambos lados del camino. Entre vacas, insectos y el verde intenso, finalmente llegamos al chorro, uno de los tantos de esta quebrada. Sin embargo, su caudal estaba sorprendentemente bajo, afectado por la represa mencionada, lo cual es difícil de creer considerando que en esta época del año, con lluvias diarias en Chicá, debería estar a rebosar.

La belleza escénica del lugar es espléndida. Grandes rocas dispuestas de forma curiosa hacen pensar en un gran derrumbe ocurrido hace miles de años. El agua atraviesa estas formaciones y cae en la quebrada que continúa hasta Buena Vista de Chame.

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Nuestros amigos completaron la caminata de ida y vuelta en dos horas, lo que nos dejó tiempo para visitar otro chorro en el área de Chame: El Cacao.

Con hermosas vistas chameras, nos topamos con un fuerte aguacero durante el trayecto. Al bajar del autobús, nos recibió un clima frío y espectacular. Allí nos esperaba nuestro guía local Ysaac, quien nos explicó la problemática actual: Hacienda Loma Linda ha cerrado el acceso al río, habilitando una carretera privada solo para sus vehículos. Esto obliga a los pobladores a escalar por las rocas del río y cruzar senderos antiguos y descuidados para llegar al chorro.

Lo curioso es que, al llegar al chorro, puede verse el final de esa carretera justo al otro lado, pero no está disponible ni para los locales ni para los visitantes. Una verdadera lástima.

A pesar de estos obstáculos, gracias al entusiasmo del grupo, llegamos sin mayores contratiempos y disfrutamos de este bello lugar: un caudal generoso, lluvia suave y un río con profundidad ideal para nadar.

De regreso, pasamos por los terrenos de la Feria del Limón en Chicá de Chame, donde un delicioso sancocho con arroz nos llenó el estómago… y nos dio sueño en el camino de vuelta a la ciudad.

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Cascada Las Golondrinas y Cuevas de Cacao, Capira.

Siento un profundo respeto y admiración por quien fue Victoriano Lorenzo; a pesar de ser un personaje que se menciona de manera superficial en los textos escolares y solo hablan de cómo y dónde murió cuando realmente la historia es mucho más profunda. Un prócer, un mártir, un cabecilla representante de los pueblos humildes de Panamá.

Desde mediados del siglo XIX, la lucha y la alternabilidad del poder entre conservadores y liberales, cada cual con sus contradictorias y poco satisfactorias políticas gubernamentales, promueve un sinnúmero de levantamientos armados, la mayor parte de ellos ejecutados en Colombia, pero con secuelas en Panamá. Uno en especial la afectó y esa fue la Guerra de los Mil Días, en donde tuvieron participación “los indígenas” de la provincia de Coclé, liderados por Victoriano Lorenzo.

Importante siempre destacar, que Capira formó parte de Coclé y luego en 1941 el distrito fue eliminado, y surgió en su lugar el de Bejuco que duró hasta 1945. Cuando andamos en la sierra, nos damos cuenta que muchos pueblos de Capira conectan por trillos con caseríos de Coclé.

Aunque los cambios políticos no fueron casi percibidos por las poblaciones indígenas, hubo algunas como la de Penonomé, que por su relación con la iglesia y el gobierno civil, se vieron afectadas más directamente por las arbitrariedades, abusos y atropellos generados por las autoridades tanto eclesiales como civiles.

Hace poco vi una foto de un lugar que prometí­a ser encantador, pero lo más inusual era que jamás había escuchado siquiera del sitio. Investigando me puse en contacto con la persona que nos pudiese guiar a las cascadas mágicas que emergen a los lados de una cueva. Pasó el tiempo y estando un poco enredada olvidé hacer la gestión, pero se encargó la profesora y amiga Nivia Villarreal, cazadora de cascadas de ir en busca de tan magnífico lugar, al que nos apuntamos de inmediato.

Desde niña anduve caminando estas tierras capireñas, gracias a un nexo familiar y cuando supe que Victoriano era del Cacao, se tornó más interesante aún para mi. Leí­ libros como Desertores y El Cabecilla, buscando más información del cholo. Caminamos por los mismos senderos que nos dijeron él caminaba, en cada pueblo hemos ido preguntando qué pistas quedan.

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Ya lo presentía. Las cuevas de Cirí Grande tenían que ver y cuando llegamos allá nos lo confirmaron nuestro guí­as. Era allá­ en donde el cholo mandó a su pueblo a guarecerse durante La Guerra de los Mil Días, en donde los conservadores llegaron y prendieron fuego al caserío de El Cacao, llevándose o matando los animales de corral, dejando desamparados a los habitantes, que a su vez nombraron al cholo General, pues confiaban en él como lí­der.

Seguir leyendo Cascada Las Golondrinas y Cuevas de Cacao, Capira.

Camping Cascada La Gloria de Capira

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Camping Cascada La Gloria de Capira
Salida: Sábado 2 de Abril a las 7am (Terminal de Albrook)
Regresamos el día Domingo 3 de Abril en horas de la tarde (Metro de 5 de mayo)

Incluye:
Chiva local 4×4 ida y vuelta. Es el único transporte apto para las lomas del lugar.
Guía, Botiquín de primeros auxilios, Fogata.
Visita a cascada de Bajo Bonito
Hiking a la cascada La Gloria de Capira (media hora aproximadamente)
Camping en La Gloria en terreno privado.
Rico sancocho al final de la jornada.

Qué llevar:
– Camping
– Aislante y bolsa de dormir o colchón inflable
– Ropa fresca
– Alimentación básica para dos días.
– Agua, bebidas rehidratantes.
– 1 vaso 1 plato
– Estufa de camping o camp heat
– Linterna de mano o de cabeza
– Bolsa de basura
– 2 mudas de ropa fáciles de intercambiar
– toalla ligera
– Vestido de baño
– Zapatillas
chancletas
– Repelente contra mosquitos
– Cámara con su debida protección
– Medicamentos personales

Favor no traer más de 15 libras de peso.

Qué no traer:
– Machete

IMPORTANTE:
– El terreno a caminar es fácil, no requiere de mayores condiciones físicas.
– El transporte es LOCAL, no tiene aire acondicionado.
– No hay señal telefónica ni luz en el sitio.
Trabajamos con las comunidades locales con transporte locales 4×4 que son las acondicionadas para subir las pendientes de éste lugar de difícil acceso.
– Los terrenos de la cascada La Gloria son de una familia humilda, por lo cual solicitamos donaciones (alimentos secos, ropa para niños y niñas de edad escolar y útiles escolares) como sugerencia, no es obligatorio.

Indicar al 6592-9153 Nombre, edad, sabe nadar/ no sabe nadar.
# de cuenta BANCO NACIONAL DE PANAMÁ: 40004873560
Favor indicar antes de abonar a verificar si aún hay cupos y enviar foto de slip de depósito al mismo teléfono.
Mariel Ulloa

12 cupos disponibles.

Estoy a la orden para cualquier consulta.

Paraíso Escondido, donde Menchaca. Chicá de Chame.

Lo prometido es deuda y quedamos con Menchaca en dar a conocer su hermosa finca, ubicada al final de Chicá, bajando la calle que conduce hacia Bajo del Río, a mano derecha.

Con paisajes chameros y árboles frutales, nos recibe Paraíso Escondido, un sitio para pasarla relajado, acampando o acostado en una hamaca, disfrutando de un sancocho o un arroz con guandú.

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Abajo nos esperan las cascadas El Guabito y la del Buey, que constituye un cañón de decenas de cascadas y charcos.

A ellas nos llevan cortos senderos que han sido habilitados por los propietarios del lugar. Los más extremos llevan su equipo de rappel y bajan el chorro una y otra vez. Arriba de la Cascada El Guabito también hay un charco, para pasar la tarde y ver el sol esconderse entre los cerros Picacho y Valle Chiquito.

En la noche, amarre bien su casa de camping, pues el viento sopla fuerte. Imprescindible siempre una buena fogata, con ramas secas y fáciles de conseguir en los alrededores de la finca.

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No olvides el chocolate caliente o el vino; los malvaviscos o picadas, pues el espectáculo nocturno te espera. Miles de luces del lado Pacífico se encienden y apagan en un baile singular.

Allá a lo lejos, Coronado, con su ahora selva de cemento y acá abajo El Nanzal de donde salen de los ranchos, el humo de los fogones.

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Paraíso Escondido, ¡qué buen nombre! y mejor si vas en día de semana, que está vacío pues en los fines las familias recurren al lugar, en busca de un respiro.

El costo de entrada a la finca es de 3$ y la acampada a 5$ por pareja. El costo incluye el uso de los baños higiénicos y duchas. Pronto tendrán una piscina.

Recuerde llevarse sus desperdicios.