Nos encontramos temprano y puntuales, listos para la aventura. Sabíamos que esta vez habría sorpresas: las lluvias habían comenzado, y como todos sabemos, el clima en Panamá puede ser muy impredecible. Puede haber un sol radiante y hermoso en un momento, y una lluvia torrencial al siguiente.
Pasamos por nuestro guía local en Chicá y emprendimos la caminata hacia el Saca Lágrimas. La meta era regresar antes de las 2:00 p.m. Habíamos escuchado rumores sobre una represa en la finca Loma Linda, ubicada por los lados de Buena Vista de Chame, que retiene el agua que normalmente cae en esta quebrada.
La caminata fue agradable y rápida en la bajada, atravesando el clásico “túnel”, como le llamamos: una pared de tierra a ambos lados del camino. Entre vacas, insectos y el verde intenso, finalmente llegamos al chorro, uno de los tantos de esta quebrada. Sin embargo, su caudal estaba sorprendentemente bajo, afectado por la represa mencionada, lo cual es difícil de creer considerando que en esta época del año, con lluvias diarias en Chicá, debería estar a rebosar.
La belleza escénica del lugar es espléndida. Grandes rocas dispuestas de forma curiosa hacen pensar en un gran derrumbe ocurrido hace miles de años. El agua atraviesa estas formaciones y cae en la quebrada que continúa hasta Buena Vista de Chame.
Nuestros amigos completaron la caminata de ida y vuelta en dos horas, lo que nos dejó tiempo para visitar otro chorro en el área de Chame: El Cacao.
Con hermosas vistas chameras, nos topamos con un fuerte aguacero durante el trayecto. Al bajar del autobús, nos recibió un clima frío y espectacular. Allí nos esperaba nuestro guía local Ysaac, quien nos explicó la problemática actual: Hacienda Loma Linda ha cerrado el acceso al río, habilitando una carretera privada solo para sus vehículos. Esto obliga a los pobladores a escalar por las rocas del río y cruzar senderos antiguos y descuidados para llegar al chorro.
Lo curioso es que, al llegar al chorro, puede verse el final de esa carretera justo al otro lado, pero no está disponible ni para los locales ni para los visitantes. Una verdadera lástima.
A pesar de estos obstáculos, gracias al entusiasmo del grupo, llegamos sin mayores contratiempos y disfrutamos de este bello lugar: un caudal generoso, lluvia suave y un río con profundidad ideal para nadar.
De regreso, pasamos por los terrenos de la Feria del Limón en Chicá de Chame, donde un delicioso sancocho con arroz nos llenó el estómago… y nos dio sueño en el camino de vuelta a la ciudad.
Siento un profundo respeto y admiración por quien fue Victoriano Lorenzo; a pesar de ser un personaje que se menciona de manera superficial en los textos escolares y solo hablan de cómo y dónde murió cuando realmente la historia es mucho más profunda. Un prócer, un mártir, un cabecilla representante de los pueblos humildes de Panamá.
Camping Cascada La Gloria de Capira
Salida: Sábado 2 de Abril a las 7am (Terminal de Albrook)
Regresamos el dÃÂa Domingo 3 de Abril en horas de la tarde (Metro de 5 de mayo)
Incluye:
Chiva local 4×4 ida y vuelta. Es el único transporte apto para las lomas del lugar.
GuÃÂa, BotiquÃÂn de primeros auxilios, Fogata.
Visita a cascada de Bajo Bonito
Hiking a la cascada La Gloria de Capira (media hora aproximadamente)
Camping en La Gloria en terreno privado.
Rico sancocho al final de la jornada.
Lo prometido es deuda y quedamos con Menchaca en dar a conocer su hermosa finca, ubicada al final de Chicá, bajando la calle que conduce hacia Bajo del RÃÂo, a mano derecha.
Con paisajes chameros y árboles frutales, nos recibe ParaÃÂso Escondido, un sitio para pasarla relajado,àacampando o acostado en una hamaca, disfrutando de un sancocho o un arroz con guandú.
Abajo nos esperan las cascadas El Guabitoày la del Buey, que constituye un cañón de decenas de cascadas y charcos.
En la noche, amarre bien su casa de camping, pues el viento sopla fuerte. Imprescindible siempre una buena fogata, con ramas secas y fáciles de conseguir en los alrededores de la finca.
No olvides el chocolate caliente o el vino; los malvaviscos o picadas, pues el espectáculo nocturno te espera. Miles de luces del lado PacÃÂfico se encienden y apagan en un baile singular.
Allá a lo lejos, Coronado, con su ahora selva de cemento y acá abajo El Nanzal de donde salen de los ranchos, el humo de los fogones.
Las llanuras, la costa y el mar son las zonas más bajas de la Tierra y por lo general allàel clima es más caliente. Todos nos hemos dadoàque mientras más cerca estemos de un fuego, recibimos más calor. Por eso podrÃÂamos pensar que cuanto más cerca se está del Sol, más calor se debe sentir.
Teníamos pensado ver el anochecer desde el Cerro Tute, pero en Santa Fe hay tantas cosas por hacer que se nos hizo de noche sin darnos cuenta. Así que al día siguiente, nos encaminamos hacia el Tute con la orientación de los taxistas, quienes —para su beneficio— nos recomendaron no subirlo a pie desde la carretera asfaltada, ya que tomaría hasta cuatro horas. En su lugar, nos ofrecieron llevarnos hasta la base del cerro.
En el año 1502, el español Cristóbal Colón llegó a las costas del norte de Veraguas, donde fundó el primer poblado en tierra firme del continente americano, al que llamó Santa María de Belén.
Más tarde, en 1557, se presume que Santa Fe fue fundada por el capitán Francisco Vásquez. Los primeros pobladores de la región eran indígenas autóctonos; sin embargo, con la llegada de los españoles y posteriormente de los colombianos, se produjo un proceso de mestizaje. Durante ese periodo, se libraron fuertes batallas antes de la llegada de la época republicana.
Se considera como tierra de grandes batallas importantes para el país. Es aquí donde los rebeldes caciques Quibian y Urracá libraron en sus montañas diversos combates contra los invasores españoles. Estas batallas alimentaron a la Guerra de los Mil Días; hecho que se dio en 1903, en la que el Cholo Victoriano Lorenzo ganó la batalla.
El Cerro Tute, como película de ficción engañándonos en la neblina de la tarde, simulaba ser un volcán humeante desde el Río Santa María.
Este cerro es muy conocido por los enfrentamientos que allí ocurrieron, los cuales culminaron con varias muertes. Hoy en día, esas personas son consideradas mártires.
Para llegar al Cerro Tute, debe prestarse atención a la señalización unos kilómetros antes de llegar a Santa Fe, cerca del hotel que lleva el mismo nombre.
Allá, en el año de 1959, y a la usanza del ejemplo cubano se formó el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) como reacción al dominio norteamericano. A imitación de los rebeldes de la Sierra Maestra, los miembros de MAR se trasladaron a Cerro Tute, donde pensaban establecer su Cuartel Central. Los cubanos, un grupo de guerrilleros de la capital y campesinos se alzaron contra la autoridad con el fin de derrocar al gobierno.
Tomaron sus armas y se internaron en el Cerro Tute, su Sierra Maestra panameña, inspirados por el deber impostergable de luchar por un cambio revolucionario que permitiera instaurar un gobierno legítimo, capaz de impulsar los cambios sociales que exigía el pueblo, extirpar todo vestigio del poder corrupto de las clases dominantes y la sumisión al imperialismo norteamericano. La generación del Cerro Tute es un ejemplo de coraje y dignidad. Como legítimos herederos de nuestros héroes Urracá, París, Felipillo, Bayano, Rufina Alfaro y Victoriano Lorenzo, prefirieron la muerte antes que aceptar las prebendas de los grupos de poder económico y político que sometían al pueblo trabajador.
El 3 de abril de 1959, un grupo de 20 estudiantes llegó armado al cerro, con la intención de luchar por la “liberación de la República”. Este movimiento es considerado el primero de su tipo en Panamá.
Los jóvenes simpatizaban con la Revolución Cubana de Fidel Castro y deseaban alzar su voz contra la injerencia estadounidense en el país, así como contra las injusticias del gobierno de turno. En su momento, Floyd Britton declaró que lo hicieron “cumpliendo con la patria y desafiando el poder de la oligarquía criolla y del imperialismo norteamericano”.
El grupo estaba conformado por: Óscar Navarro, César Jaramillo, Jaime Padilla Béliz, Eduardo Santos Blanco, Samuel Gutiérrez, Campos Labrador, Márquez Briceño, Luis Chandeck, Rodolfo Murgas, Rodrigo y Polidoro Pinzón, Rubén Urieta, Aurelio Ali Bonilla, César Manfredo y Eliseo Álvarez.
Un año antes de los hechos en las montañas de Santa Fe, este grupo se lanzó a las calles en protesta, siendo brutalmente reprimido por la Guardia Nacional mientras exigían mejores condiciones de estudio, bajo la consigna: “¡Más escuelas y menos cuarteles!”. También se manifestaban por otras reivindicaciones populares. La represión dejó cientos de detenidos y varios muertos, entre ellos el estudiante artesano José Manuel Araúz.
La Revolución del Tute duró apenas unos días y dejó un saldo de cuatro estudiantes muertos: Eduardo Santos Blanco, Rodrigo Pinzón, José Girón y Domingo García.
Los registros indican que los rebeldes llegaron al cerro el 3 de abril, tras obtener armamento y municiones. La Guardia Nacional llegó el 5 de abril. Al día siguiente, el 6, se dio el primer enfrentamiento, en el que hubo dos bajas. El choque provocó que el grupo se dispersara. Tres días después, el 9 de abril, ocurrió el segundo intercambio de disparos. Para ese entonces, el hambre, las malas condiciones y el desgaste físico habían afectado el ánimo de los combatientes. Posteriormente, la Guardia logró capturar a los estudiantes, que se encontraban diseminados en distintos puntos.
Una publicación de La Prensa en 2010 recoge las palabras del combatiente Isaías Chang, quien expresó que el fracaso del movimiento se debió al apresuramiento y la inexperiencia.
El profesor de Historia José Álvaro, en un artículo de opinión publicado por La Estrella de Panamá en 2012, escribió: “El levantamiento insurreccional de Cerro Tute constituyó una prueba para la juventud panameña, que demostró no temerle a la pérdida de la vida, si esta significaba transformar el estado caótico del país”.
Aunque cada año se conmemora la fecha con eventos en las tumbas de los caídos, el sociólogo veragüense Víctor Jordán declaró a La Prensa en 2010 que “se ha hecho muy poco por recordar esta gesta”, destacando que el grupo de jóvenes desempeñó un papel importante en la historia nacional en su búsqueda por la reivindicación de los derechos y libertades ciudadanas.
Se dice que la Guardia Nacional envió al capitán Omar Torrijos para dispersar a los revolucionarios. Solo tres militares resultaron heridos, entre ellos el propio Torrijos, quien en plena retirada fue alcanzado por una bala en los glúteos. Aquella humillación lo persiguió por el resto de su vida.
Por nuestra parte, nos encaminamos hacia el Tute con el señor Américo. Observamos cómo el taxi 4×4 subía por la cordillera hasta dejarnos a una distancia considerable del cerro. Desde allí, divisamos la cima y pensamos que sería fácil, ya que la calle de tierra llega prácticamente hasta lo más alto.
Caminamos a través de ella, confiados y tranquilos, con la vista fija en las enormes e inconfundibles rocas que se veían a lo lejos. Ese cerro que tantas veces había visto en fotos y al que le tenía un amor platónico. La brisa es un factor importante en este lugar; es tan fuerte que, a pesar de mis kilos, en varias ocasiones casi me lleva con ella. Me aferraba al suelo rocoso con miedo de que me levantara. En un momento, muchas piedras pequeñas se elevaron con el viento y me golpearon en los ojos. A pesar de llevar anteojos, no fue impedimento para ellas.
A mitad del corto camino, nos detuvimos a contemplar el paisaje que quedaba atrás. Desde tan alto, se puede ver toda la parte sur y este de Santa Fe. Los cerros van quedando a lo lejos, las calles se pierden, y se distingue cualquier movimiento en las montañas de abajo. Entendimos muy bien por qué la historia cuenta que aquellos “guerrilleros” se aferraron al Tute.
Cima del Tute.
Allá arriba, la vegetación es escasa. La deforestación causada por la colonización es la principal culpable. Este ya no es un cerro en el que se disfrute de la flora o la fauna; apenas algunos insectos juegan entre la hierba. Lamentablemente, es un cerro “pelao”. El sol nos golpeaba la cabeza con fuerza y daba la impresión de que esas rocas, allá arriba, eran un altar de piedras mágicas. Recordé la canción de Caifanes donde dice: “cada piedra es un altar”.
Me recosté en el suelo, entre la hierba que pica. De pronto, las nubes nos bañaron con rocío, el viento se hizo más fuerte y me aferré a la hierba. Las nubes, densas y frías, iban y venían en una danza espectral. Nos dejaron un manto de rocío imperceptible sobre el cuerpo. Nos tomó una hora llegar a la cima. Supimos que, cuando la carretera no estaba recortada, el ascenso podía tardar hasta ocho horas.
Rey se apresuró hacia la cima, repleta de rocas y precipicios, acompañada por la brisa que nunca cesó. Allí, si sufres de vértigo, no puedes avanzar. Es necesario atravesar un trillo espinoso. Allí termina el cerro: es el mismo filo de la montaña, cuya cima alcanza los 1,453 msnm.
Los guías locales han establecido senderos que conducen al visitante por el cerro Tute. Este fue declarado Sitio Histórico Turístico por el Consejo Municipal de Santa Fe en 1993.
Uno de los lugares a los que nunca me canso de ir es, sin duda, Chiguirí Arriba, un corregimiento del distrito de Penonomé en la provincia de Coclé, fundado en 1940. Entre sus elevaciones más destacadas están el Cerro Congal, con 992 metros; el Cerro Escaliche, con 866 metros; y el Cerro U, con 652 metros de altura.
Se dice que el nombre proviene de un cacique que dominaba estas tierras, llamado Chi Guirí o Guiro. Las comunidades viajan a través del río que lleva el mismo nombre, el río Chiguirí, que conecta tres localidades: Chiguirí Arriba, Chiguirí Centro y Chiguirí Abajo.
Chichibalí visto a lo lejos en el atardecer.
La razón por la que me gusta tanto este lugar es simple: el contacto tan especial que existe entre la naturaleza y los humanos es impresionante. Obviamente, tengo mi “secret spot” donde me quedo a pernoctar, y puedo asegurarles que la fauna que se puede ver en un solo día es increíble. A continuación, describiré solo lo que vi en mi última visita de dos días a Chiguirí.
Cascada Tavidá
Era carnavales y el hostal estaba abierto, obviamente fuimos a acampar con todo lo necesario. Pasamos una tarde tranquila, con un atardecer increíble, a casi un lado del Cerro La Vieja (404 msnm), con el sol ocultándose bajo las montañas de Penonomé. (Ya subimos cerro la vieja, aquí el link) https://www.enlodados.com/resena-pozo-azul-y-ascenso-al-cerro-la-vieja-cocle/
desde cima del Cerro La Vieja
Esa misma noche escuchamos sonidos extraños provenientes de un árbol de caimito. Al acercarnos sigilosos, pudimos distinguir en la oscuridad la forma de unos animalitos que se abalanzaban de un árbol a otro. Era una manada de monos nocturnos (jujuná), toda una familia que iba a cenar caimito justo encima de nuestra carpa. Nos observaban atentos con esos ojazos preciosos, nos veían asustados mientras comían y emitían su sonido particular. ¿Y adivinen? De pronto pasó un animalillo tan rápido que no pudimos distinguir si era un olingo o un cusumbí.
Nos fuimos a dormir mientras una rana descansaba sobre una planta del hostal, y los bichos llenaban la noche con sus sonidos, creando un ambiente fantástico.
A la mañana siguiente nos levantamos con ganas de caminar y fuimos a explorar detrás del hostal. Había un cerrito, primero pasamos una loma bastante inclinada, un alambre de púas, llegamos a un área llena de pinos con vista al Cerro La Vieja y no muy lejos, volaban unos gavilanes grises que denotaban estar disfrutando la mañana fresca y llena de rocío.
“El Cholo Guerrillero, Victoriano Lorenzo, durante la Guerra de los Mil Días, dejaba de vez en cuando a sus hombres para ir a ver a ‘La Vieja’. Así llamaban a la mujer que vivía en los montes coclesanos, donde el caudillo liberal iba a recuperar fuerzas para luego volver a la lucha. Según los habitantes de la región, de allí proviene el nombre del Cerro La Vieja o Cerro de La Vieja.”
Las paisanas graznaban y se lanzaban de un árbol a otro. Otras aves llenaban el ambiente con sus cantos, como el motmot, los ruiseñores y los carpinteros.
Bajamos la loma y regresamos a preparar el desayuno, pero frente a la cocina nos esperaban unos lindísimos monos tití, tan curiosos que no se movieron del árbol por un buen rato. Pudimos adelantar el desayuno mientras ellos permanecían en el árbol; estos sí se dejaron tomar fotos.
Compartimos el desayuno con “Aye Aye” y “Coronel”, dos perros amigos que siempre están en el lugar. Aprovechamos para descansar un rato y luego decidimos visitar alguna de las cascadas cercanas a Chiguirí Arriba.
Tomamos un bus y nos bajamos en el pueblo. Caminando, preguntamos dónde podíamos encontrar otra cascada, además de Tavidá, que es la más conocida en la zona. En el camino, nos topamos con un colarejo o tucancillo “rockero” (Collared aracari).
Encontramos un chorro pequeño y llamativo que, personalmente, me causó algo de miedo aunque no parecía peligroso.
En Chiguirí Arriba hay escuela, una iglesia católica y varias tiendas pequeñas. El transporte público pasa casi cada hora; son autobuses tipo “camión”, que parecen un arca de Noé.
La carretera hasta Chiguirí está en buen estado para cualquier tipo de vehículo. Los buses salen desde el mercado de Penonomé; la ruta está indicada en el post de la cascada Tavidá.
De regreso, decidimos cambiar la ruta. En vez de ir directo a Penonomé, esperamos una hora un 4×4 que saliera de Chiguirí Arriba hacia El Valle de Antón. Mientras tanto, vimos varias oropéndolas Montezuma. Al desistir, tomamos una “chiva” rumbo a Penonomé, pero esta se desvió por el camino hacia El Valle para recoger pasajeros. Justo atrás venía un 4×4 que toma esa ruta difícil, con piedras sueltas y tierra.
Al hacer señales, el 4×4 paró. El viaje al Valle duró una hora y fue increíble cruzar la cordillera, admirar el Cerro Gaital, las Tres Marías y otros cerros de Penonomé como el Congal, Chichibalí y Turega. La vista desde lo alto es impresionante.
En Chiguirí también puedes visitar el Mariposario Cerro La Vieja, creado por el biólogo Samuel Valdez. Cerca, en Loma Grande, está Pozo Azul y los chorros Las Pailas, accesibles solo en 4×4.
Fuimos con mi prima postiza Roxanaà(nieta de la señora Tunina que menciono en el post de Bajo Bonito), ya que ella se dirigÃÂa a La Gloria a dejar un mandado; generalmente no existe transporte público hasta La Gloria asàque los pobladores acostumbran caminar diariamente hasta llegar a sus hogares.
Pasamos varias quebradas, a decir verdad, bastantes. Vimos el cerro ChichibalÃÂ de Capira a lo lejos, por instantes nos rodeaba la neblina y nos serenaba la lluvia.
Ya el sudor se hacÃÂa presente y caminamosàmás rápido que de costumbre, aunque a pesar de nuestros esfuerzos, todo nos tomó 2 horas exactas, sin importar que nos habÃÂan dicho que el camino era solo una hora. Sinceramente, cuando hablamos de tiempo con la gente del campo nunca les creo, ellos caminan muyàrápido y generalmente no poseen reloj o indicador del tiempo.
Nos percatamos de queÃÂ bordeamosÃÂ el rÃÂo, de nombre CirÃÂ Grande, que posee muchas caÃÂdas de agua y algunas cercanas a la vÃÂa principal. La gente de estos pueblos saben el valor del agua, y cuidan sus rÃÂos como oro.
En este lugar las casasàestánàdistanciadas unas de otras y separadas poràhectáreasàgrandes de terreno que utilizan para cultivar vÃÂveres. La escuela primaria es nueva, pero antes de que existieran los niños debÃÂan caminar hasta Bajo Bonito para recibir clases.
Nuestra recomendación es pagar a los dueños de la casa de madera entre 3 a 5 dólares de colaboración.
Si les digo cuanto mide, les miento. Para mi, y sin haberla medido, digo que quizás unos 70 metros. Realmente es una cascada escalonada, o sea que se puede subir con cuidado, arriba se encuentra la cascada La Tulivieja y otras más. Nos dedicamos a contemplar su belleza, embelesarnos con tan magnÃÂfica obra de la Naturaleza y bañarnos en sus frÃÂas aguas, que invitan al deleite.
Al poco tiempo nos regresamos y nos quedamos un rato conversando con Mary Ovalle, la dueña y señora de esos terrenos, una mujer amable y carismática, nos ofreció guineos y nos mostró sus orquÃÂdeas. Compartimos el lunch con la familia, admiramos el paisaje, nos despedimos y caminamos de vuelta a Bajo Bonito, claro ahora nos tomó menos tiempo pues casi todas las pendientes eran en descenso.
El nombre Calobre se originó ya que así se llamaba un cacique del área. Este distrito está formado por doce corregimientos: Calobre, Barnizal, Chitra, El Cocla, El Potrero, La Laguna, La Raya de Calobre, La Tetilla, La Yeguada, Las Guías, Mojarás y San José.
En Calobre, una de las principales actividades es la cosecha de sandía, gran parte de la cual es exportada al extranjero. Se dice que es la mejor de Panamá, gracias a las condiciones de la tierra, algo árida, de este distrito.
Justo en la carretera, mucho antes de llegar al pueblo, vimos un anuncio con imágenes que indicaba los lugares turísticos que se pueden encontrar en este bello distrito: El Salto Bejucal, el río San Juan, la laguna La Yeguada, Los Sandiales y los Pozos Termales de Calobre. Tratamos de encontrar los que nos fuera posible, y nos interesamos especialmente por llegar a los pozos termales. Sin embargo, al parecer, estos tienen un acceso complicado.
Justo debajo de un puente, en el corregimiento de Tetilla, se encuentra el Salto El Bejucal. Es un imponente chorro de agua que, iracundo, rompía con fuerza gracias a su caudal de invierno, lo que hacía que el agua se tornara turbia. Nadie se estaba bañando en ese momento, y preferimos no tomar el riesgo. Está rodeado de abundante vegetación, y el lugar es muy bonito, a pesar de estar justo debajo del puente.
Pocas personas conocen el salto ya que por su ubicación estratégica es muy difícil darse cuenta que se encuentra semejante maravilla. Tampoco hay ninguna señalización, recomiendo preguntar en la carretera luego de 30 minutos de haber salido de San Francisco de la Montaña.
Río San Juan
Al salir del Salto, seguimos en la carretera hasta ver el Río San Juan, al que vislumbramos sólo desde un puente y el tiempo no nos dio para bajar.
Se apreciaban extrañas formaciones rocosas, quizás causadas por la erosión del tiempo y definitivamente una acción volcánica antigua. El Río San Juan forma parte importante de Calobre ya que sus aguas son desviadas hacia la quebrada las Lajas, que a su vez es el único afluente de la Laguna La Yeguada, para aumentar el volumen de agua utilizable hacia la generación de energía eléctrica.
Para llegar a Calobre se puede ir por dos rutas: desde Santiago, pasando por San Francisco de la Montaña y luego desviándose hacia Calobre, esto te toma un tiempo de 45 minutos. Si vienes por la carretera Interamericana puedes tomar la vía que conduce hacia el Jaguito en el Roble y esto te toma un tiempo de 1 hora y 20 minutos hasta llegar a Calobre. Desde la ciudad de Panamá es aproximadamente 3 horas y 15 minutos. “Calobre es un paraíso por conocer”.
Una guía de turismo ecológico en Panamá, dedicada a descubrir ríos, montañas, senderos y aventuras en la naturaleza. Ideal para los amantes del aire libre y la exploración rural.