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Senderismo y Turismo Rural en Panama

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Uno de los lugares a los que nunca me canso de ir es sin duda Chiguirí Arriba, no recuerdo ya cuantas veces he ido. Es un corregimiento del distrito de Penonomé en la provincia de Coclé. Se fundó en el año 1940. Entre las elevaciones que más se destacan tiene: Cerro Congal con 992 metros, Cerro Escaliche con 866 metros de altura  y Cerro U 652  metros. Tiene una superficie de 204.1 km2 y una densidad poblacional de 42 habitantes por km2. Su población según censo de 2010 es de 10,018 personas y 1,924 viviendas.

Dícese de un Cacique que dominaba estas tierras, llamado Chi Guirí, o Guirí. Viajaban a través del río al cual se les dio el mismo nombre, río Chiguirí y que actualmente une tres comunidades Chiguirí arriba, Chiguirí centro, Chiguirí abajo.

La razón por la que me gusta tanto este lugar es simple, el contacto tan especial que existe allí entre naturaleza y humanos es impresionante. Obviamente tengo mi “secret spot” donde me quedo a pernoctar y puedo asegurarles que la fauna que uno ve en un solo día es increíble; voy a describirles solamente lo que vi en mi última visita de dos días en Chiguirí.

Era carnavales y el hostal estaba abierto, obviamente fuimos a acampar con todo lo necesario. Luego de pasar una tarde tranquila, con un atardecer increíble, a casi un lado del cerro La Vieja (404 msnm), con el sol ocultándose bajo las montañas de Penonomé, hicimos  la cena y nos llenamos de comida.

Esa misma noche escuchamos sonidos extraños provenientes de un árbol de caimito, al acercarnos sigilosos pudimos distinguir en la oscuridad la forma de unos animalitos que se abalanzaban de un árbol a otro, se trataba de una  manada de monos nocturnos (jujuná), toda una familia que iban a cenar caimito justo encima de nuestra carpa; se nos quedaban viendo atentos y con esos ojazos preciosos, por minutos enteros nos vieron asustados mientras comían su caimito y hacían su sonido particular. Y ¿adivinen? De pronto pasó un animalillo tan rápido que no distinguimos si se trataba de un olingo o un cusumbi. La emoción fue tanta que nos quedamos buen rato viendo si volvían a aparecer, y a ver si les tomábamos fotos, que en su momento fue algo prácticamente imposible.

Y bien, nos fuimos a dormir… una rana descansaba sobre una planta del hostal, los bichos hacían sus sonidos de la noche y llenaban el ambiente de una manera fantástica.

A la mañana siguiente nos levantamos con ganas de caminar y fuimos a explorar detrás del hostal. Había un cerrito, primero pasamos una loma bastante inclinada, un alambre de púas, llegamos a un área llena de pinos con vista al cerro La Vieja y no muy lejos, volaban unos gavilanes grises que denotaban estar disfrutando la mañana fresca y llena de rocío.

“El Cholo Guerrillero, Victoriano Lorenzo, durante la Guerra de los Mil días, dejaba de vez en cuando a sus hombres para ir a ver a la Vieja. Éste era el sobrenombre para la querida que vivía por aquellos montes coclesanos adonde el caudillo liberal iba a recobrar fuerzas para volver, luego, a la lucha. Eso, según los habitantes de la región, dio su nombre al Cerro La Vieja o Cerro de La Vieja“.

Las paisanas graznaban y se lanzaban de un árbol al otro. Otras aves llenaban el ambiente con sus cánticos comunes como el motmot, los ruiseñores y los carpinteros.

Bajamos la loma y regresamos a hacer el desayuno, pero lo que nos esperaba frente a la cocina eran unos lindísimos monos tití tan curiosos que no se movieron de ese árbol por buen rato. Pudimos adelantar el desayuno y ellos seguían en el árbol, estos sí se dejaron tomar fotos.

Compartimos el desayuno con “Aye Aye” y “Coronel”, dos canes amigos que siempre están en el lugar, aprovechamos un rato para reposar y decidimos irnos a alguna cascada de las varias que hay cerca de Chiguirí Arriba.

Así que tomamos un bus y nos bajamos en el pueblo, caminamos preguntando donde podíamos encontrar otra cascada que nos fuera Tavidá, que es la común a visitar en este lugar. En el camino nos topamos con un Colarejo o tucancillo “rockero” (Collared aracarí).

Encontramos un chorro pequeño y llamativo que a mí en lo personal me transmitió un poco de miedo a pesar de no parecer peligroso; locuras mías.

En el pueblo de Chiguirí Arriba hay escuela, una iglesia católica y alguna otra; hay varios mini supermercados, el transporte público pasa casi cada hora y son unos autobuses – camiones que me recuerdan un poco al arca de Noé.

La carretera está en buenas condiciones para cualquier tipo de auto hasta Chiguirí. Los buses se toman en el mercado de Penonomé, la dirección se encuentra en el post de “Cascada Tavidá”.

Ya de regreso decidimos cambiar de ruta y en vez de ir hacia Penonomé, nos sentamos una hora a esperar un transporte 4×4 que nos llevara al Valle de Antón, saliendo desde Chiguirí Arriba. Mientras esperábamos, pasaron varias Oropéndolas Montezuma. Desistimos y nos subimos en una “chiva” rumbo a Penonomé, pero qué casualidad que la chiva se metió por el mismo camino hacia el Valle de Antón a dar la vuelta por allá y recoger pasajeros, en eso vimos que detrás venía uno de los carros 4×4 que llegan al Valle por esta ruta, que no es nada fácil, la calle es malísima, es decir un camino, piedras sueltas, y mucho polvo por ser verano.

Empezamos a gritar y el carro 4×4 paró y nos subimos en él. Nos tomó aproximadamente una hora llegar al Valle, fue una experiencia magnífica poder pasar por toda esa cordillera, ver desde otro punto el Cerro Gaital y las Tres Marías, además de todos esos cerros de Penonomé, como el Congal, Chichibalí o el Turega, una vista esplendorosa desde lo alto.

¿Cuantas veces he dicho que Panamá es hermoso? Hay tanto por ver aún…

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