Hace poco tuve la oportunidad de visitar el Centro de Visitantes de Agua Clara, en Colón, junto a mi hijo Francisco y mi amigo Alain, quien vino desde la Polinesia Francesa. Curiosamente, éramos los únicos panameños ese día en el mirador, lo cual me hizo reflexionar sobre lo importante que es redescubrir nuestras propias maravillas. Habían más de 100 personas de nacionalidad estadounidense, con un tour operador.
Desde el primer momento, la experiencia fue excelente. El lugar es amplio, organizado, limpio y rodeado de naturaleza. Pudimos observar de cerca el paso de enormes barcos tipo Neopanamax a través de las esclusas, una muestra impresionante de ingeniería moderna. La vista del Puente Atlántico al fondo completó una postal perfecta.
Francisco era el único niño en todo el centro de visitantes.
Una de las cosas que más me gustó fue que el costo de entrada es mucho más accesible que en las esclusas de Miraflores:
Panameños pagamos solo B/. 3.00,
Niños y adultos mayores entran gratis o por B/. 1.50. La entrada para turistas extranjeros es de aproximadamente B/. 10.00, lo cual sigue siendo razonable por todo lo que ofrece.
Horarios y lo que puedes ver
El centro abre de 8:00 a.m. a 4:00 p.m., y la visita incluye:
Un mirador principal techado con vista directa al Canal.
Una sala de proyecciones con un corto audiovisual sobre la ampliación.
Dos senderos ecológicos rodeados de flora tropical: uno corto y uno de alrededor de 1 km.
Una tienda, restaurante y área infantil para los más pequeños.
Mi hijo disfrutó muchísimo caminar por los senderos y observar aves, mientras Alain y yo nos deteníamos a ver los buques cruzar con calma. Lo vivimos como una experiencia didáctica, familiar y cultural.
¿Cómo llegar?
Desde Ciudad de Panamá, el trayecto en auto toma entre 1 hora y 15 a 1 hora y 30 minutos por la autopista hacia Colón. Nosotros fuimos en vehículo particular, pero también se puede llegar en transporte público y taxi desde la ciudad de Colón.
¿Vale la pena?
Definitivamente sí. Es una visita que recomiendo tanto a panameños como a extranjeros. El ambiente es más tranquilo que en las Esclusas de Miraflores, (además es más barato) la infraestructura es moderna, y se siente uno más cerca de la naturaleza y la magnitud del Canal.
Explorar Agua Clara fue para nosotros una forma de reconectar con nuestras raíces, compartir cultura con un amigo del otro lado del mundo, y enseñarle a mi hijo el orgullo de ser panameño.
Puedes llevar tu comida, hay área de comedor al aire libre. Y lo recomiendo, ya que en el sitio no hay donde comer.
¿Por qué Agua Clara es más barato?
No incluye cine IMAX: Miraflores incluye una película IMAX narrada por Morgan Freeman, lo que encarece la entrada.
Tamaño y servicios: El centro de Miraflores es más grande, más turístico y con museo interactivo, tienda, restaurante y múltiples niveles de observación. Agua Clara es más simple, con un enfoque más natural y tranquilo.
Ubicación y demanda: Miraflores está en la capital, con más turismo, lo que también influye en los precios. Agua Clara está en Colón, con menor flujo de visitantes.
Contacté a Fermín gracias a un buen amigo que vive por el área de Alajuela y organicé un sábado familiar. A las 8 ya estábamos en Puerto Corotú, arribando en una piragua a motor, con dos expertos.
Subiendo por el Alajuela, entramos al Chagres o Río de los Lagartos, como le llamaron los conquistadores españoles. Lo que me importaba a mi eran las reacciones de mis familiares, sobre todo mamá y mi hijo, ya que jamás habían subido a una piragua.
Aquí se pueden observar diversas especies de animales como aves rapaces, garzas y tángaras. A lo largo de las riberas del río, es posible avistar caimanes e incluso nutrias.
Durante el recorrido, fue necesario bajarse varias veces de la piragua para poder avanzar en las zonas secas, ya que en época seca —como en abril de 2023— hay que arrastrarla para continuar.
La claridad del agua es impresionante; incluso en las zonas más profundas pueden verse las rocas de colores en el fondo. No les voy a mentir, sentí ganas de llevarme un par de esas piedras tan bonitas… pero recordé que estamos en un parque nacional, creado en 1985 para preservar su fauna, flora y su ecosistema de bosque húmedo caducifolio.
La historia se vuelve aún más fascinante al saber que el Alto Chagres alberga diversas comunidades indígenas de la etnia Emberá, una de las más importantes de la República de Panamá. Estas comunidades migraron desde la provincia del Darién, huyendo del conflicto con las guerrillas y en busca de paz para su pueblo.
Con el paso del tiempo y la creación del Parque Nacional Chagres, se vieron en la necesidad de encontrar nuevas formas de sustento. Así, comenzaron a desarrollarse en el ámbito del turismo, una actividad que han sabido adoptar y reinventar con el tiempo.
Paramos en una de las tantas Playitas que se crean en el Chagres, de aguas tranquilas, sobre todo en época de inicio de estación seca, la hace un remanso de paz y disfrute total, donde si te gusta la tranquilidad, podrás disfrutar en toda la plenitud, de lo que te ofrece la Naturaleza.
Puerto Corotú
En esta ocasión, hicimos un fogón, calentamos e hicimos comida, compartimos, aprovechamos para conocer a los chicos de la piragua y como siempre, sacar datos extras de sitios tan interesantes como éste. Siempre hay algo nuevo que aprender.
Después del mediodía, continuamos nuestro recorrido río abajo por el Chagres en dirección a la cascada. Nos acercaron lo más posible en la piragua, pero aún así fue necesario caminar un breve tramo. Es un sendero que cualquier persona puede hacer, aunque si no tienes experiencia en caminatas, podría tomarte unos 15 minutos.
La cascada es, sin duda, la cereza del pastel: perfecta, con una caída escalonada y una poza de profundidad ideal. Aprovechamos para preparar hot dogs y reflexionar sobre la belleza de nuestro país. En un solo lugar se concentra una riqueza inmensa: cultura viva, paisajes impresionantes, patrimonio nacional y aguas vírgenes, entre mucho más.
¿Cuántas veces les he dicho que amo Panamá? Nunca me cansaré. Este pequeño país siempre me demuestra que en cualquier rincón pueden vivirse experiencias grandiosas.
Le doy gracias a Dios y a la vida por permitirme, en esta ocasión, compartir el viaje con mi familia. No todos los destinos son aptos para llevar tanto a personas mayores como a niños, pero este sí lo fue. Como siempre, totalmente recomendado. Y si necesitas más información y sabes cuidar tu entorno, estoy a la orden.
Quien viva en la ciudad de Panamá y no haya ido al Parque Municipal Summit, no puede decir que es verdaderamente panameño. Summit es un clásico en la vida familiar panameña, un orgullo nacional y una joya que bien merece ser mostrada a los visitantes extranjeros.
Recuerdo con claridad cada vez que, en excursiones escolares, nos llevaban a Summit. Siempre era emocionante solo pensar que vería al lagarto Juancho, al majestuoso águila harpía, e inventaría mil juegos con mis amigas en el parque central. Después, venía el momento de almorzar, rodeadas de abejas que ya nos parecían parte del paisaje, casi como amigas cariñosas.
El parque, por supuesto, ha evolucionado. Hoy se puede disfrutar mucho más: hay una buena cantidad de animales propios de la selva panameña, plantas en exhibición, y una abundancia de árboles que refrescan la vista y el espíritu. Es un entorno distinto, fuera del bullicio de la ciudad. Lo mejor es que cada año se lucha y se invierte más para asegurar que estos animales tengan un refugio en condiciones óptimas.
Este jardín botánico y zoológico, con más de 250 hectáreas de extensión total —de las cuales 55 corresponden al jardín botánico—, se encuentra en las afueras de la ciudad de Panamá, en el corregimiento de Ancón, en el kilómetro 18 de la carretera Gaillard que conduce a la población de Gamboa.
Llegar es muy fácil: desde la ciudad de Panamá se debe conducir hacia las riberas del Canal y continuar en dirección a Gamboa. Es importante tomar la carretera donde se encuentra el puesto de ANAM del Parque Nacional Soberanía, y cinco minutos después verás la entrada al zoológico. Realmente, no tiene pérdida.
Si decides ir en autobús, es aún más sencillo. Solo tienes que llegar a la Terminal de Albrook y tomar un bus con dirección a Gamboa (algunos dicen “Summit”). La parada de estos buses está saliendo por el restaurante Niko’s Café, en el área de comidas de la Terminal. Una vez a bordo, en aproximadamente 45 minutos estarás disfrutando del parque. Así de fácil.
Les cuento que este parque no siempre tuvo las funciones que hoy conocemos. Fue creado en el año 1923 bajo el nombre de “La Granja Experimental Summit” por la antigua Compañía del Canal de Panamá. Su objetivo original era probar la adaptación de especies de plantas de distintas partes del mundo al clima tropical de nuestro país, convirtiéndose así en un centro de investigación científica para el desarrollo de la biología tropical y la horticultura. Se dice incluso que fue la puerta de entrada de la teca en América.
Más adelante, en 1960, se creó dentro del Jardín Botánico un pequeño zoológico, que fue creciendo hasta convertirse en lo que es hoy: un hogar para más de 300 animales. En 1979, con la firma de los Tratados Torrijos-Carter, el jardín pasó a manos panameñas, siendo administrado por el MIDA-RENARE como parte del Parque Nacional Soberanía.
Hoy en día, el Parque Municipal Summit es administrado por la Alcaldía de Panamá, que desde 1985 cumple con la importante función de conservar y dar a conocer la biodiversidad de las plantas y animales de nuestro país.
Actualmente alberga alrededor de 45 especies animales propias de la fauna panameña. De ese total, 17 son aves, seis reptiles y 22 mamíferos. Uno de sus principales atractivos es el Águila Harpía, ave nacional de Panamá, que cuenta con un refugio especialmente diseñado para ella. Justo al lado, hay un centro de exhibición donde se proyectan películas e información educativa tanto para niños como para adultos.
El Jardín Botánico, por su parte, cuenta con más de 4 mil especies de plantas. Su centro interactivo permite al visitante conocer aspectos sobre su biología, hábitat y hábitos reproductivos. Se puede recorrer senderos rodeados de vegetación y observar tanto la colección de animales como de plantas. Además, el parque ofrece áreas para días de campo, baños, parques infantiles, asientos techados, ranchos para reuniones, una sala de proyecciones, un pequeño museo de animales disecados y un kiosco para refrescarse. Incluso se puede llegar a un chorro caminando por uno de los senderos —la caminata no toma más de 20 minutos.
Como parte de su innovación, el Parque Municipal Summit ha creado un refugio para el jaguar, otro de los grandes protagonistas del lugar. Para llegar a su recinto, es necesario caminar por un sendero interactivo donde se encuentra información educativa sobre esta majestuosa especie. Es realmente emocionante poder observar al jaguar a través de un vidrio transparente, en condiciones que respetan su bienestar.
Cabe destacar que, además de los animales en exhibición, es común ver especies sueltas como monos y ñeques. También es posible encontrarse con aves en libertad como trogones, gavilanes, momotos y hasta tucanes de diferentes especies. La experiencia se vuelve así aún más natural y enriquecedora.
Sobra decirlo, pero te invito a visitar el Parque Summit. En lugar de caminar en un centro comercial, camina en medio de la naturaleza. En vez de ver ropa, observa la vida que habita en nuestro país. Y sobre todo: cuida lo que la naturaleza te dio.
Aquí tienes los precios de entrada actualizados para el Parque Municipal Summit (Panamá), vigentes según las últimas fuentes oficiales:
Niños hasta 5 años: Entrada gratuita
Panameños y residentes (a partir de 6 años): B/. 2.00
Extranjeros: B/. 5.00
Jubilados: B/. 1.00
Horarios de atención
Desde el 1 de julio de 2025, el parque opera de miércoles a domingo, de 8:30 a.m. a 4:30 p.m.
Resumen:
Visitante
Precio de entrada
Niños (≤ 5 años)
Gratis
Panameños / Residentes (≥ 6 años)
B/. 2.00
Extranjeros
B/. 5.00
Jubilados
B/. 1.00
Dato curioso: muy cerca del Summit, a pie o en auto, es posible llegar a un mirador donde se ven dos pequeñas lagunas que son perfectas para hacer avistamiento de aves. Luego de cruzar la línea del ferrocarril, se debe caminar al fondo y al terminarse la carretera, hay que ir hacia la izquierda y de inmediato verá las lagunas 🙂
Estando en el centro de la ciudad de Panamá, se puede ver el cerro Ancón desde casi cualquier punto, y lo reconocemos al instante cuando vemos en la altura una bandera panameña inmensa y ondeante.
Y aunque está a la vista de todo el mundo, muy pocos se interesan en subirlo, saber más de su historia y de los secretos que guarda un patrimonio histórico.
Antes de 1904, el cerro Ancón era un lugar de recreación. Pero además de su función recreativa, desde el traslado de la ciudad de Panamá la Vieja a lo que hoy conocemos como el Casco Antiguo, el cerro y sus manantiales abastecían de agua a los habitantes.
Sin embargo, cuando los estadounidenses asumieron la construcción del Canal, ya no se podía pasear ni extraer agua del lugar. El cerro quedó bajo la jurisdicción de los Estados Unidos como parte de la Zona del Canal de Panamá durante gran parte del siglo XX.
Alrededor del cerro existían varios ríos y quebradas, siendo los más importantes el río Hondo (actualmente río Cáceres), que lo bordeaba y era frecuentado por bañistas, y el río Grande, ubicado más lejos en el área de La Boca, rodeado de sembradíos y ganado.
Con el establecimiento de la nueva ciudad en el Casco Antiguo, uno o dos soldados eran asignados a la cima del cerro para vigilar la ciudad. Incluso se llegó a proponer la construcción de fortificaciones en su cima, pero nunca se concretaron.
Durante la época del fallido Canal francés, cuando se construyó el primer hospital del proyecto —el Hospital Ancón—, se empezó a notar que el cerro estaba deforestado y con poca vegetación.
La tradición de pasear y recolectar agua del cerro llegó a su fin en 1903, cuando los estadounidenses asumieron los trabajos del Canal y procedieron a sanear toda la ciudad. Todos los pozos, manantiales y lugares donde pudiera estancarse agua fueron clausurados.
En esa época se levantaron más edificaciones en los alrededores del cerro, como el Hospital Gorgas, el edificio de la Administración del Canal y la residencia del administrador.
Desde 1977, con la firma de los Tratados Torrijos–Carter, Panamá retomó el control del cerro y de toda la Zona del Canal. Una de sus primeras acciones simbólicas fue izar una gran bandera en la cima del cerro, como acto de reafirmación de la soberanía panameña sobre el territorio que antes conformaba la Zona del Canal.
Actualmente, el cerro ocupa una extensión de 4,826 hectáreas. En su punto más elevado ondea desde hace más de 30 años la bandera de Panamá, como símbolo del triunfo de la lucha por la soberanía nacional.
En las zonas más altas del cerro se encuentran la antigua residencia del Gobernador de la Zona del Canal y Quarry Heights, que fue la sede del Comando Sur. El nombre “Quarry Heights” proviene de una antigua cantera, cuya huella es visible en un costado del cerro. El cerro Ancón también alberga un búnker subterráneo abandonado que pertenecía al Comando Sur.
Al viajar hacia Arraiján por el lado de La Boca, puede observarse una parte del cerro con una superficie rocosa lisa, como si hubiera sido cortada. Esto se debe a la masiva extracción de roca que alteró su configuración geológica. Durante cinco años, la Comisión del Canal Ístmico —bajo administración estadounidense— extrajo unos 3.2 millones de yardas cúbicas de roca de la cantera del Cerro Ancón, utilizando dinamita y excavadoras para remover grandes bloques de piedra.
El cerro Ancón también tiene el atractivo de ser hogar de perezosos, armadillos, venados, ñeques y un sinnúmero de aves. En total, se estima que alberga 68 especies de animales: 15 mamíferos, 39 aves, 9 especies de reptiles y 5 tipos de anfibios. Además, cada año migran más de un millón de aves rapaces hacia el sur, aprovechando las corrientes térmicas del aire, y se realiza un conteo anual desde la cima del cerro.
En la cima también se puede apreciar una estatua de Amelia Denis de Icaza, quien expresó con orgullo y melancolía, a través de su poesía al cerro Ancón, su angustia por los cambios que sufrió este lugar.
El cerro Ancón, siendo el punto más alto del área metropolitana, recibe diariamente unas 100 personas que suben caminando o en vehículo para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad de Panamá, el Puente de las Américas, las esclusas de Miraflores y otros puntos importantes del Canal. También, muchos aprovechan sus faldas para hacer ejercicio o entrenamientos al aire libre.
En la cima también se encuentran antenas de comunicación. El cerro cuenta con un pequeño camino vehicular, habilitado únicamente durante el día, que también es recorrido por quienes lo visitan a pie para observar su flora y fauna.
En 1909 se instalaron en las faldas del cerro los primeros sismógrafos de Panamá, que también fueron de los primeros en toda Latinoamérica. Posteriormente, en 1914, fueron trasladados a la Comisión del Canal, y en 1976 pasaron a manos de la Universidad de Panamá.
Actualmente, el cerro Ancón está bajo la administración de la Unidad Administrativa de Bienes Revertidos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), entidad encargada de su mantenimiento y vigilancia. También participan activamente en su conservación la Asociación Panameña para la Conservación de la Naturaleza (ANCON) y los residentes del área.
El pasado 18 de mayo, el Consejo Municipal aprobó la creación de un patronato para el cerro Ancón. Este organismo será responsable de su conservación, la regulación del uso del suelo y del establecimiento de un marco legal más sólido que garantice su protección.
El patronato estará conformado por representantes del Consejo Municipal, residentes de la zona, organizaciones privadas, el MEF, la Alcaldía de Panamá y ANCON.
La bandera que ondea en la cima del cerro Ancón es del tamaño de una cancha de baloncesto y es la única en todo el país que no se baja de su asta a las 6:00 p.m., como lo establece la ley. En su lugar, se ilumina con luces rojas y azules que la destacan incluso en la oscuridad. Esta iluminación fue realizada por expertos de la empresa Phillips, con el patrocinio de Unión Fenosa.
Es importante recalcar que el cerro Ancón es un área protegida y reserva natural del Distrito de Panamá, conforme a lo dispuesto en el Acuerdo Municipal N.° 157 del 31 de julio de 2001, adoptado por el Consejo Municipal de Panamá. En su artículo 3 se prohíbe expresamente cazar, talar, quemar, recolectar o destruir recursos naturales, así como cualquier actividad que atente contra el buen uso de esta reserva, de acuerdo con lo establecido en el artículo 2 del mismo acuerdo.
Además, el cerro Ancón fue declarado Patrimonio Histórico Nacional mediante el Decreto Ejecutivo N.° 104 del 22 de octubre de 2003, con motivo de la celebración del Centenario de la República de Panamá. Desde antes, la Ley N.° 21 del 2 de julio de 1997 ya le había otorgado la categoría de área verde urbana.
Para quienes deseen subir caminando, se puede acceder desde el centro turístico Mi Pueblito, donde se debe preguntar por la escalera roja que conduce al cerro. El ascenso toma entre 30 a 40 minutos y es una experiencia interactiva y muy enriquecedora.
También es posible llegar en carro tomando la carretera que se encuentra detrás del edificio de la Administración del Canal; desde allí, las señalizaciones lo guían hasta la cima.
Motivos sobran para visitar el cerro Ancón: está cerca de la ciudad, es de fácil acceso y representa un símbolo natural, histórico y cultural invaluable. No dejemos que este patrimonio se pierda. Aunque no lo sea para todos ante la ley, lo es ante nuestros ojos. Debemos valorarlo, cuidarlo y recordarlo siempre: por mucho tiempo no fue nuestro, aún estando en nuestro propio territorio, y hace ya años que regresó a nuestras manos para conservarlo y disfrutarlo.
El origen de Gamboa está asociado a la construcción del Canal de Panamá. La zona comenzó a poblarse en 1911 con casas y cabañas a orillas del río Chagres para los trabajadores que construían el Canal, y posteriormente residieron allí militares de Estados Unidos hasta 1999.
Cuando era niña, lo único que conocía de ese lado era el Parque Municipal Summit; recuerdo al lagarto Juancho, que falleció hace algunos años, y a otro par de animales de la selva panameña.
Gamboa está situado en una curva pronunciada del río Chagres, en el punto donde este alimenta el lago Gatún. Justo al sur de Gamboa, el lago Gatún y el río Chagres se encuentran con el Corte Culebra (también llamado Corte Gaillard), donde el Canal atraviesa la Divisoria Continental. Por lo tanto, aunque Gamboa está más cerca del lado pacífico de Panamá, su cuenca pertenece al lado Atlántico. Una vez cruzas el puente, ya estás en la provincia de Colón.
Un solo carril de hierro y un puente de madera cruzan el río Chagres, y es el único acceso por carretera a Gamboa. Este puente todavía está en uso hoy en día. Los vehículos que esperan pasar deben aguardar la señal de un semáforo, ya que solo permite el paso de un carril a la vez. En diciembre de 2010, este puente fue escenario de inundaciones masivas y de enormes islas flotantes que pasaron bajo él, con árboles golpeándolo violentamente, lo que provocó el cierre temporal del Canal de Panamá. Actualmente, ya está en gestión la construcción de un nuevo puente.
Una vez, siendo adolescente, caminé con algunos amigos desde Summit hasta el Sendero El Charco, que queda a unos 5 minutos en auto después de pasar Summit.
Cerca del Parque Municipal Summit hay dos lagunas separadas por una carretera de piedras, excelentes para la observación de aves. Las lagunas son pantanosas y albergan caimanes, por lo que no son aptas para bañarse; considero que son solo para observar o tomar buenas fotos. Están ubicadas justo frente a Summit, en una calle que baja hacia la línea del ferrocarril. Se sigue hasta llegar a una garita fronteriza, desde ahí se camina a la izquierda y se encuentran las lagunas.
Gamboa está a 32 km de la ciudad de Panamá y a 25 km desde Arraiján. Es un lugar donde llueve mucho y la precipitación es elevada, pero nada más llegar al puente de madera —por donde pasan autos y el ferrocarril— caminar sobre él es toda una experiencia, especialmente con el paisaje exótico que lo rodea.
Antes de llegar al puente, hay un pequeño muelle donde se puede pescar o simplemente quedarse un rato si te conformas con observar. También salen diferentes tours hacia las islas cercanas, como Isla Monos o Isla Barro Colorado.
En el sendero El Charco hay que tener suerte, ya que la mayoría de las veces está sucio. Lo bueno es que cuenta con un rancho con parrilla, donde puedes improvisar, baños y acceso fácil con barandales e incluso sillas para descansar. Con suerte, la entrada es gratis; sin embargo, a veces hay guardaparques que cobran, ya que esta es una instalación de la ANAM y forma parte del Parque Nacional Soberanía.
Toda el área de Gamboa es perfecta para la observación de aves.
Dentro del Parque Nacional Soberanía y en Gamboa se encuentran también el Camino del Oleoducto, el Camino de Plantación y, muy cerca, parte del Camino de Cruces.
Dentro del parque se encuentra una estación de investigación científica operada por el Instituto Smithsonian, así como el Gamboa Rainforest Resort, un hotel “ecoturístico”.
Aquel día fuimos al mediodía a llevar a mi amigo Alain a ver el tránsito de un buque en las Esclusas de Miraflores. La entrada costó $3.00 para nacionales y $8.00 para extranjeros, un precio bastante justo.
La edificación es impresionante. Sin embargo, al llegar tuvimos un inconveniente: nos habíamos estacionado en el lugar equivocado. Me tocó decirle al policía: “¡Pongan letreros visibles!”
Pagamos el ticket y subimos. Apenas entramos, tuvimos la suerte de ver cómo un buque se acercaba a las esclusas. Una voz por altoparlante anunció su entrada. Observamos todo el tránsito desde un balcón, mientras una voz femenina narraba cada detalle: las maniobras, los procesos, y el trabajo coordinado del personal del Canal.
Fue una experiencia educativa que refleja el compromiso de la Autoridad del Canal de Panamá con la divulgación y la educación del público sobre esta maravilla de la ingeniería.
Ella contaba muchos datos, en español e inglés. Entre ellos, mencionó que atravesar el Canal de Panamá le toma a un barco menos de 24 horas, usualmente unas 8 horas. En ese trayecto, de aproximadamente 80 kilómetros, el buque debe pasar por tres juegos de esclusas: Miraflores, Pedro Miguel y Gatún, que funcionan como enormes ascensores de agua para los barcos.
Las esclusas son impresionantes compuertas de 25 metros de altura que permiten elevar a los buques debido a la diferencia de nivel entre los océanos Pacífico y Atlántico.
Después de casi una hora de observar el tránsito, la voz anunció el inicio de la película. Fuimos entonces a lo que funciona como un “cine” dentro del Centro de Visitantes de Miraflores. Allí se presentó la historia del Canal de Panamá: desde la fallida iniciativa francesa, hasta los planes futuros y la ampliación del canal. Fue una película de menos de 30 minutos, pero muy completa e interesante.
Después de ver la película, subimos a un museo interactivo, donde se exhiben maquetas, modelos mecánicos de simulación y objetos relacionados con la historia del Canal. El museo está compuesto por cuatro salas de exhibición, cada una con un enfoque distinto:
Sala de Historia Presenta referencias históricas, innovaciones tecnológicas y medidas higiénicas clave durante la construcción del Canal. Esta sala rinde homenaje a los miles de hombres y mujeres que hicieron posible esta obra monumental.
El Agua: Fuente de Vida Resalta la importancia del agua, la preservación del ambiente y la biodiversidad. Se aborda el papel fundamental de la cuenca hidrográfica del Canal y el compromiso de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) con el manejo sostenible de este recurso vital.
El Canal en Acción Muestra de forma dinámica cómo funciona el Canal. Incluye un simulador y una reproducción de una compuerta de esclusas. A través de una maqueta topográfica, se puede experimentar un tránsito virtual de océano a océano, destacando la innovación, modernización y mantenimiento constante del Canal.
El Canal en el Mundo Explica la relevancia del Canal para el comercio global. Describe rutas comerciales, principales usuarios, tipos de buques y productos transportados. También presenta estudios sobre su competitividad futura y los beneficios que aporta a la República de Panamá.
Horarios de atención
Fachada/Ticket office: de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. todos los días
Centro en general (incluye miradores, museo, cine IMAX): abierto de 8:00 a.m. a 6:00 p.m. diarios
Precios de entrada (incluye película en cine IMAX)
Dura entre 45 min y media hora, narrada por Morgan Freeman
Funciona en varias sesiones por día: 8:45, 9:45, 11:00, 12:15, 13:30, 14:45, 16:00 y 17:15
Duración sugerida
El recorrido completo toma aproximadamente 1 – 1.5 horas, incluyendo miradores, museo y cine
Mejor hora para ver el tránsito
Mañana (9–11 a.m.) y tarde (3–4 p.m.) suelen ser horarios con más tránsito de barcos.
El horario típico de tránsito en Miraflores:
Pacífico → Atlántico: 6:00 a.m. – 3:15 p.m.
Atlántico → Pacífico: 3:45 p.m. – 11:00 p.m.
Recomendaciones útiles
Llega temprano, idealmente a las 8:00 a.m., para asegurar buen lugar y boleto para la película.
Precios en balboas y dólares: los B/. 3.00 equivalen a unos US$ 3—muy económicos para residentes. Asegúrate de llevar identificación panameña para el precio de local.
Visitas grupales guiadas o tours combinados (con transporte o visitas a Gatún) suelen incluir entrada y pueden costar desde US$ 65 hasta más de US$ 100
Una guía de turismo ecológico en Panamá, dedicada a descubrir ríos, montañas, senderos y aventuras en la naturaleza. Ideal para los amantes del aire libre y la exploración rural.