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Senderismo y Turismo Rural en Panama

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¿Qué es la Paz? Para mi la paz es silencio, exactamente ese silencio que se siente en la cima de las montañas.

Desde hace muchísimo tiempo que deseaba hacer este ascenso pero las circunstancias no lo habían permitido, incluso me atrevo a decir que fue casi imposible.

Al principio éramos quince personas los interesados en llegar a la cima y al final de todo solo fuimos tres. Inicié con el entrenamiento desde enero y hací­a lo imposible por recargar baterí­as y practicar cada vez que podí­a. Me asustaron mucho en cuanto a condiciones fí­sicas, me informé leyendo blogs, y cuanta cosa encontrara acerca del Volcán Barú. Hablé con todo el que lo hubiera subido y estuviese entre mis contactos. Mi propósito era exactamente no pasarla mal por mis malas condiciones.

Entre más artículos leí­a me asustaba más, en cada uno decía que era un ascenso casi imposible, que mucha gente no llegaba a la cima, que algunos sufrían de mal de altura, que otros no aguantaban y se desmayaban en el camino, que el frí­o, que las condiciones…

Corrí­ mucho, caminé cada vez que el tiempo me lo permitía, me metí a un gimnasio e hice mucho cardio, dejé de tomar alcohol y empecé a comer frutas, todo esto como parte de un arduo entrenamiento y aún así­ me sentí­a nerviosa de no poder lograr subir el Volcán.

Justo un par de horas antes de salir de casa, me llamó un joven de la universidad que se nos unía pues a él también sus amigos le habí­an quedado mal, siendo él de Boquete, conocía muy bien el camino.

El guí­a fue otro dilema, algunos nos cobraban cifras exorbitantes, otros no estaban disponibles, no subí­an en la época.

Hicimos reservaciones en el Hostal Las Heliconias (507-7715643) en el centro del pueblo de Volcán.

Aquel día era viernes, llegamos muy temprano a Volcán, buscamos el hotel, desayunamos, hicimos las compras de insumos para llevar en el ascenso y luego descansamos y salimos un rato más para «aclimatarnos»

Todo iba de maravilla. Conversamos por buen rato con Nariño Aizpurua, quien ha subido el Volcán Barú 338 veces y nos dio los mejores tips, nos habló de apariciones en el camino, del mal de altura, nos habló de lo importante del equipaje, agua, entre otras cosas. Llegó la mañana y Nariño nos llevó hasta las faldas del Volcán en Paso Ancho. Iniciamos el ascenso a eso de las 6.30am. Pensábamos hacerlo a las 5:30am pero nos retrasamos un poco.

En la entrada del parque pagamos a ANAM 5 dólares cada uno, a lo que más tarde nos dimos cuenta que habíamos sido estafados pues el precio real de la entrada era de 3 dólares para panameños y 5 dólares para extranjeros, ni siquiera tenemos el rostro ni la piel de extranjeros.

Cabe destacar que llevamos lo necesario. Mi maleta no pasaba de las 15 libras. Llevé mi sleeping bag (bolsa para dormir), una muda de ropa entre la que tení­a 1 abrigo de algodón y uno térmico. Un pantalón de algodón para dormir, 1 par de guantes, 2 pares de calcetines y las botas de hiking. Algunas personas prefieren no llevar ropa por el peso pero recomiendo llevar una muda extra pues es difí­cil deducir el estado del clima en este lugar y es posible que de un momento a otro llueva y te mojes y quedes sin ropa para dormir.

Nos habí­amos puesto de acuerdo para llevar sólo una tienda de campaña en la que dormirí­amos los dos, ahora serí­amos 3 en una tienda de campana de dos personas, pues Edén se nos uní­a. Creo que dormir en la cima no requiere de mucha comodidad, basta con llevar algo donde meterse, menos peso, mejor. Más gente, más calor en el frío de la cima.

Entre lo que llevamos para comer: barras de chocolate, 3 litros de agua cada uno, jugo de uva y naranja, pan de pasas, queso amarillo, galletas de chocolate, café, sopa china de vaso, tasajo, jamón del diablo, manzanas. Llevamos también algunas cosas que aunque serían un poco innecesarias por el peso, nos sirvieron de mucho como una lata de melocotón y también algo fuerte para el frío, me refiero a Ron.

Lo más importante es el agua, es necesario tomarla aún si no se siente la necesidad, aún si no tienes sed, se pierde mucha energía y el cuerpo tiende a deshidratarse.

El Volcán Barú está situado sobre la Cordillera de Talamanca y posee una extensión territorial de 14,322 hectáreas, el punto más alto del parque es el Volcán Barú con una altura 3.475 msnm. Además es el punto máximo de la República de Panamá.

En el área protegida se localizan bosques muy húmedos montanos y húmedos montanos bajos que no se encuentran en ningún otro lugar de Panamá. También hay bosques pluviales montanos bajos, pluviales montanos, muy húmedos montanos bajos y pluviales premontanos. Las temperaturas medias anuales fluctúan desde los 20 grados centígrados, en su parte más baja, hasta menos de 10 grados en la cumbre.

La caminata se inicia en donde termina la carretera de asfalto en las faldas del Volcán a 1925 msnm, en un bosque húmedo montano bajo del Parque Nacional Volcán Barú. Luego de caminar 15 minutos por las faldas entramos a el bosque a eso de las 7am, pasamos algunas lomas hasta llegar a un claro, que estaba lleno de basura y como aún no estábamos cansados, decidimos seguir en la marcha. Nos acompañaba el canto del enigmático Jilguero Solitario Carinegro (Myadestes melanops), un violín creciente que nos seguía el paso.

Subimos una empinada loma llena de polvo y tierra hasta llegar a una pared de roca por la que si no fuera por Edén no nos habríamos dado cuenta que era el camino. Subimos por las rocas “escalando” y descansamos en un claro desde donde vimos parte del pueblo de volcán y algunas montañas, un paisaje hermoso que nos daba la bienvenida a lo que sería un ascenso de bellezas para admirar.  Edén me confirmó que ya habíamos pasado “La 45”, aquella loma de tierra, empinada, por la que acabamos de subir y que logra sacarle el aire a muchas personas, me lo escondió pues yo, de tanto leer ya sabía que esa loma sería difícil. Eran las 9:00 am.

Allí comimos manzana y granola, observamos que la vegetación empezaba a cambiar: helechos, hongos, líquenes y musgos por todos lados; durante el recorrido se puede encontrar con una gran variedad de especies de animales y plantas, así como rocas y algunos árboles de diferentes formas, jamás vistas en otro lugar.

Decidimos seguir caminando por una de las pocas bajadas que recuerdo, hasta llegar al “Ojo de Agua” o “el Posito” única fuente de agua del camino. Eran las 9:30 am.

Allí recogimos toda el agua que pudimos, Edén nos confirmó que el agua no requería de filtro y decidimos tomarla así mismo como la ofrece la montaña, en su estado virgen, (aún no me ha pasado nada por haberla tomado). Estaba deliciosa, juraría que fue el agua más fresca que he probado en mi vida. Nos metimos en la cuevita a tomarnos fotos. Dicen que en las noches el área del Ojo de Agua es terreno de algunos búhos.

Nos topamos con un grupo de hombres que venía bajando el Volcán y también iban a abastecerse de agua. Fueron las únicas personas que vimos en todo el camino.

Avanzamos por el Bosque Encantado llamado así pues es donde mayormente las personas pierden el curso y se extravían. También es allí donde supuestamente se desarrollan gran cantidad de apariciones sobrenaturales, se dice que “los duendes” suelen perder a las personas.

Un poco más adelante nos detuvimos pues nos dio hambre, así que aprovechamos para “almorzar” lo que fue jugo de uva, pan de pasitas con queso, chocolate, entre otras cosas y… ¡Avanzada! Nos encontramos con un camino repleto de piedras grandes que parecían estar sueltas pero que estaban muy firmes: El Derrumbe. De allí en adelante el camino de rocas, empezó a serlo de arenilla en una sola subida, el bosque desapareció, ya no había árboles; el clima cambió, la temperatura bajó y a pesar de estar bajo el sol, no sentía calor, es por ello que ahora estoy insolada. Por lo tanto es buena idea llevar bloqueador solar.

Esta es la parte más difícil del ascenso al Volcán, es allí en donde generalmente algunas personas empiezan a tener dolores de cabeza, mareos y algunos desisten al ver lo que les espera, por eso es bueno tener una buena marcha antes de llegar a esta área, para que quede el resto del día para subir.

En este punto ya uno se encuentra a 2500 metros sobre el nivel del mar y es posible tener mal de altura, pero es mejor sacar eso de la mente y no hacerlo una condición psicológica pues puede afectar, algo que nos enseña este ascenso es a trabajar en cuerpo y mente de una manera conjunta y unificada. A cualquiera le puede dar mal de altura, incluso a personas en increíbles condiciones físicas pero obviamente lo mejor es ir con una mentalidad positiva.

Mientras subía me detuve a ver lo que dejaba atrás, el paisaje es sublime, eminente, se puede ver la misma cordillera de Talamanca y todo lo recorrido. La vegetación se compone por líquenes y flores de altura.

Me adelanté un poco y empecé a escuchar un sonido parecido a un leve rugido, le grité a los muchachos que cerca había algún animal y solté carcajadas al darme cuenta de que no era otra cosa que el fuerte aleteo de un colibrí Estrella Centellante (Selasphorus cintilla) que volaba como loco alrededor de mi cabeza.

Más de 250 especies de aves han sido censadas en el parque, entre ellas el bellísimo quetzal (Pharomachrus mocinno), el espectacular aguilillo blanco y negro (Spizastur melanoleucus) que sobrevuela las paredes acantiladas del área protegida, y los colibríes vertrinegro (Eupherusa nigriventris) y el orejivioláceo pardo (Collibri delphinae). También están presentes especies endémicas de la Cordillera de Talamanca como la reinita carinegra (Basileuturus melanogenys), el zeledonia (Zeledonia coronata), el pinzón musliamarillo (Pselliophorus tibiallis) y la pava negra (Chamaepetes unicolor).

Las cinco especies de felinos que viven en Panamá están aquí también presentes, siendo el puma o león venado (Puma concolor) el más abundante entre ellos. Otros mamíferos que poseen poblaciones estables en el Parque Nacional Volcán Barú son el amenazado ratón de agua (Rheomys underwoodi), el gato de espinas o puercospín (Sphiggurus mexicanus) y una gran cantidad de murciélagos con especies como Artibeus aztecus y Lasiurus borealis.

Luego de caminar un poco más, el aire era ralo y cada 30 pasos debía parar un minuto para luego seguir. Ya tenía cansado al guía  preguntándole cuánto nos faltaba para llegar, incluso llegué a darme cuenta de que me estaba engañando con sus respuestas; en este tramo hicimos varias paradas de urgencia para ir al “baño”, también nos comimos los melocotones, y aproveché para tomar innumerables fotos del paisaje. Una roca tenía una inscripción que me alentaba, estábamos a 3090 msnm, verifiqué en mi reloj y era cierto. Cada 30 metros que avanzabamos tomaba fotos del paisaje y allí mismo descansaba, el panorama era increíble y la neblina nos perseguía, en algún momento llegué a pensar que llovería pero no fueron más que amenazas.

Y de pronto, ¡el cable! ¡El famoso cable! Ahora lo veía en vivo y en directo y me produjo una sensación espeluznante, son de 20 a 25 metros de cable por un terreno de arenilla y si ese cable no está bien puesto, ¡moriste! Nosotros preferimos tomar el lado izquierdo por donde hay un caminito y seguir marcha arriba con más seguridad.

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Ya veíamos la entrada del Cráter, aceleramos el paso con ganas de llegar rápido, eran las 2 de la tarde y Edén nada más me decía: “Ya lo lograste” hasta que finalmente vimos la enorme roca llamada la “Cueva del duende” y a su paso, el Cráter. Lo más emocionante era que la cima estaba a la vista, vimos las antenas y escuchamos el motor de los four wheel que estaban allá arriba.

El Cráter es grande, unas 3 canchas de baloncesto. Allí es donde uno recuerda que realmente está en un volcán y que es potencialmente activo. El volcán ha tenido cuatro episodios eruptivos en los últimos 1600 años, en particular la más reciente erupción unos 400-500 años atrás. Diversas otras erupciones se ocasionaron en los anteriores 10,000 años. Varios enjambres sísmicos se dieron en el siglo XX y un enjambre reciente ocurrió en el año 2006 que puede servir como recordatorio de un inquieto terreno tectónico.

Sentí el frío de lleno, intenté ponerme los guantes pero sentía que mis dedos no se movían, estaban entumecidos así que me puse dos pares de guantes y un abrigo.

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Aún faltaba por recorrer unos supuestos 20 minutos según Edén que si bien es cierto a su paso lo lograba en 15 minutos, para mi fue una hora más de camino.

Finalmente llegamos a la cima a las 4:10 pm. Dejamos las maletas cerca de un nicho de la Virgen de Guadalupe y fuimos rumbo a la cruz. La neblina y el viento eran increíbles, casi no se veía nada alrededor, prácticamente el paisaje era solo neblina. Edén me dijo que me pegara a las rocas pues debíamos escalar un poquito y con una ráfaga de viento fuerte podría ocurrir un accidente. Me dio un poco de vértigo y sentí miedo, si él se apartaba mucho me daba más miedo, no veía nada debajo, solo la sensación de haber un precipicio profundo que quien sabe donde terminaría.

La cruz ya estaba ahí, sentí la gloria combinada con el miedo. El viento era cada vez más fuerte, de un solo tiro, mi compañero se montó en la punta de la cruz, a mi me daba vértigo de solo verlo y el viento más fuerte aún, él estaba por encima del punto más alto de la República de Panamá a 3475 msnm. Edén recomendó esperar que bajara un poco la neblina para bajar a las antenas.

Habían pasado 8 horas desde que iniciamos el ascenso, ninguno de los tres se sentía cansado, más bien felices. No se si fue el frío o la emoción de haber llegado.

El frío era tremendo y el viento más fuerte. Buscamos al policía que vive en la cima y gracias a Nariño, el policía nos dio alojamiento por esa noche en la cima. Dormimos en un cuarto repleto de switch de las antenas, y tenía muchísimo frío aún con toda la ropa que tenía puesta.

Cenamos sopa china de vaso tan fortificante que me cayó al estómago mejor que el caviar más caro del mundo. Me tomé toda el agua, hicimos café, comimos galletas con atún y ya más entrada la noche bebimos un poco de vino. Los muchachos disfrutaron de la TV del policía viendo lucha libre y fútbol y yo salí un rato a ver las luces y la luna que como regalo del cielo, era la luna más brillante y más grande del año en todo el país, el frío me ganó y entré ahora para dormir pero nos quedamos hablando hasta que el sueño nos venció.

A la mañana siguiente luego de un desayuno de compuesto de pan, tasajo y café nos fuimos de nuevo a la cruz a tomar más fotos y a ver si el clima nos dejaba ver un poco más el paisaje. Antes pude ver un Mirlo Negruzco (Turdus nigrescens), ave que suele habitar la cima.

Debido a lo angosto del Istmo de Panamá, es posible ver el Océano Pacífico y el Mar Caribe desde la cima del volcán en un día claro, aunque nosotros no tuvimos la suerte. Se ha reportado en la cima una caída ocasional de nieve granulada, donde la temperatura mínima es inferior a 0 °C, la formación de escarcha es muy frecuente.

Desde allí pude ver el pueblo de volcán, parte de Bugaba, Río Sereno, el Río Chiriquí Viejo, las Lagunas de Volcán, etc. Lo demás queda para una próxima visita que espero sea muy pronto.

El descenso fue relativamente menos complicado y rápido, cuando íbamos por el área del derrumbe nos deslizamos por la arenilla y me apresure pues estaba sedienta, hasta que llegamos al Ojo de Agua y ¡vi la luz! Descansé mis pies ya que me dolían los dedos de tanto contacto entre el pie y el haz de la zapatilla, mientras estuvimos allí vimos llegar una Candelita Collareja (Myioborus torquatus) tomando un baño en el Ojo de Agua. Más adelante nos topamos con unas codornices entre el follaje.

A la cima se puede llegar también por el poblado de Boquete, incluso es posible hacerlo en auto 4×4 o four wheel; se dice que la vista desde el camino de Volcán es más gratificante, de igual forma algún día deseo hacerlo por Boquete para probar.

Nos encontramos con una pareja que venía subiendo en la que el míster le gritaba a la esposa fuertemente que se apresurara y que era muy lenta, me dio coraje, ella estaba muy rezagada de él. Con gente así no recomiendo a nadie subir, asegúrate de hacerlo con amigos que te apoyen en todo momento.

Al llegar a las faldas nos esperaba Nariño y nos fuimos a bañar pues estábamos muy sucios y casi nos quedamos sin bus en Volcán, llegamos a la ciudad de Panamá a las 4 de la madrugada.

Hasta ahora en mi vida este ascenso ha sido el más emocionante y espero poder hacerlo muchísimas veces más si sigo con vida. Es algo que todo panameño que puede y que su cuerpo se lo permite, debe hacer. No solamente por la gratitud de llegar a la cima, si no por el placer de disfrutar la montaña, de ver el paisaje, de escuchar, ver, oler, poner todos los sentidos en contacto con la naturaleza.

Recomiendo enormemente entrenar aunque sea 1 mes y medio antes del ascenso y va a ser un éxito. De no hacerlo puedes pasarla mal.

Ah! Una ultima cosa, ¡baja la basura! Si cuando estas subiendo sientes que te pesa la basura, al menos déjala en bolsas que puedas identificar en el camino, ponla en un lugar estratégico y cuando bajas te la llevas, es muy fácil y estarías contribuyendo a mantener limpio uno de los parques nacionales más importantes del país creado mediante el Decreto Nº. 40 del 24 de junio de 1976.

Queda darles las gracias a los que me acompañaron y a quien considero un padre de montaña Nariño Aizpurúa por habernos dado su incondicional apoyo y consejos.

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