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Entrevista a Nariño Aizpurúa, más de un año en ascensos al Volcán Barú.

Nariño Aizpurúa nació en Volcán, Tierras Altas chiricanas. Lo conocí hace casi 10 años y, aunque apenas intercambiamos palabras, hicimos una gran amistad, al punto que cariñosamente le digo “papá”. Vi con admiración el crecimiento de sus hijos, a los que crió al filo de la naturaleza, en el arte de la escalada y rápel.

Actualmente lleva 360 ascensos al Volcán Barú y no conozco a nadie que lo haya subido más. Se caracteriza por su espíritu jovial y profesionalismo en el área de montañismo, senderismo, rápel y arborismo, además de ser líder scout desde hace muchos años.

Suficientes requisitos para hacerle una entrevista y aprender más de él.


1. ¿Cuándo fue la primera vez que subiste el Volcán Barú?

No tengo memoria realmente de cuándo fue (la fecha), sin embargo, recuerdo la primera vez que subí con un turista. Mis hermanos mayores no estaban para hacerlo, yo tenía 14 años y mi madre me dijo: “¡Dale tú, si tú conoces el camino!” Me pasé toda la noche “aprendiendo inglés” (risas). Al día siguiente, durante 5 horas, solo repetía: “FOLLOW ME”. En aquel “tour” gané 10 dólares… gasté más en lo que llevé de comida.


2. ¿Cuántas veces van?
Desde esa primera vez con turistas, llevo 360 veces registradas. Antes de eso no las conté.

La vez # 300

3. ¿Qué es lo que más amas del Volcán Barú?
Ser nada en medio de esas moles rocosas. Sentirte insignificante y comprender la magnitud del universo, donde el planeta Tierra es solo un grano de arena. Todo eso me lleva a sentir que soy parte de algo tan inmenso.


4. ¿Cuál ha sido tu experiencia más memorable?
¡Wooowww! Cuando un grupo de estudiantes ingleses me rodearon en la cima para darme una medalla por ser ese día la número 300 (¡yo no lo sabía!). La agencia de turismo les dijo, y ellos tomaron la iniciativa de celebrarme allá arriba. A raíz de eso… ¡pues seguí contando!

5. ¿Y la más peligrosa?
La vez que rescaté a una chica embarazada que pesaba 130 libras…
Desde el cable hasta el pueblo literalmente la “cargué” sobre mi espalda porque era urgente.


6. ¿Qué es mejor? ¿Lento y seguro o rápido y birrioso?
Recomiendo lento pero seguro. Con el tiempo aprendes que el éxito no está en llegar a la cima, sino en regresar sano y a salvo.


7. ¿Dónde aprendiste todo lo que sabes? ¿Rappel, arborismo, etc.?
Mis pininos con las cuerdas fueron en 1985 en el Instituto Militar General Omar Torrijos Herrera (Instituto Tomasito), donde me enseñaron a hacer un arnés improvisado y rappel solo con un mosquetón (equipo mínimo), y luego rappel táctico.

Esa fue la base que despertó aún más mi interés por las cuerdas, nudos y amarres. Luego continué practicando por mi cuenta y en 1988 se abrieron las puertas con los Boy Scouts, donde seguí aprendiendo y llegué a ser instructor hasta el año 2010. Ese año fui llamado para trabajar en la ampliación del Canal de Panamá en Gatún, Colón, y allí la compañía belga Jan de Nul me instruyó, calificó y certificó como trabajador de altura (“Alpinistas del canal”) y luego como instructor.


8. ¿Qué recomiendas a los principiantes?
Recomiendo interesarse en aprender de todo y observar su entorno, disfrutar la naturaleza, conocer su cuerpo y sus capacidades.

9. ¿Alguna leyenda personal o experiencia curiosa?
Muchas, pero una de las mejores experiencias —o la más impresionante para mí— fue el encuentro con un gran felino. Luego de verlo a los ojos, se desapareció entre la montaña; fue cuestión de segundos en los que quedé inmóvil y no dio tiempo ni de tomar una foto.


10. ¿Cómo logras estar casi siempre feliz?
(Risas) Nunca había pensado en eso. Quizás es como me ves tú, o quizás sea que, con el tiempo y siendo autodidacta, he aprendido a comprender que cada persona tiene sus creencias y su forma de ver el mundo. De repente eso me hace ver como una persona positiva o feliz.

Nariño al centro con camisa negra.

Feria de Las Flores y el Café, Boquete

La Feria de las Flores y del Café es una organización sin fines de lucro, creada mediante la Ley No. 40. Sus inicios se remontan al año 1950, cuando surgió como el Festival del Café. En sus primeras ediciones, la exposición era un evento intermitente que se celebraba únicamente cuando la comunidad lograba organizarse para ello.

De 1950 a 1969, el Festival del Café —como se le conocía entonces— se realizó solo en cuatro ocasiones: 1950, 1957, 1961 y 1969. Sin embargo, el 9 de abril de 1970, un día antes de inaugurarse la quinta edición, el distrito fue afectado por graves inundaciones. Ante esta adversidad, los boqueteños, lejos de rendirse, decidieron un año después establecer de forma permanente una exposición que mostrara al país lo mejor de su producción: sus flores y su café.

Flores de Tagetes erecta

Uno de cada tres boqueteños perdió su casa, y la reseña histórica de la Feria de las Flores y del Café registra que en 1971, un año después de la tragedia, gracias a la iniciativa de Carlos Enrique Landau, Alberto Federico de Alba y bajo la presidencia de José Isabel Ruiz, se llevó a cabo el sexto Festival del Café.

Se construyeron obras para embellecer el pueblo, y la reina del festival fue la señorita Brenda Aguilar. El parque Domingo Médica fue el escenario principal de la festividad.

A partir de 1973, el Festival del Café pasó a llamarse Feria de las Flores y del Café, y desde ese año hasta 1991 se celebró en el mes de abril.

A inicios de la década de 1990 se cambió la fecha de la festividad al mes de enero, con el fin de aprovechar la estación seca. Desde entonces, la Feria de Boquete se celebra durante 10 días.

Esta colorida feria se distingue por sus campos repletos de flores, cuidadosamente sembradas para formar imágenes y adornar las veredas con un sendero floral que va desde rosas hasta tulipanes y girasoles.

En la noche, el río Caldera refresca el ambiente y los visitantes lucen sus mejores atuendos, adecuados para el frío característico de Boquete. Es el momento perfecto para disfrutar de un delicioso café, un sancocho o, en mi caso, un chocolate caliente.

Durante el evento ferial se pueden adquirir artesanías —nacionales y extranjeras—, plantas, dulces, productos promocionales y una gran variedad de artículos y servicios propios de esta celebración.

Cómo llegar:

En la mañana aprovechamos para tomar mejores fotos de las flores. Fue un completo deleite verlas de cerca, sembradas con esmero en cada rincón. Este año pudimos apreciar una creación hermosa: la bandera panameña hecha con flores rojas, blancas y azules, algo verdaderamente espectacular.

Todo esto, sin dejar de lado la belleza de Boquete, que con el calor de su gente compensa el frío de sus vientos.

Ascenso al punto más alto de Panamá: Volcán Barú, Chiriquí

¿Qué es la Paz?
Para mí la paz es silencio, exactamente ese silencio que se siente en la cima de las montañas.

Desde hace muchísimo tiempo deseaba hacer este ascenso, pero las circunstancias no lo habían permitido; incluso me atrevo a decir que fue casi imposible.

Al principio éramos quince personas interesadas en llegar a la cima, y al final solo fuimos tres. Inicié con el entrenamiento desde enero e intentaba recargar baterías y practicar cada vez que podía. Me asustaron mucho respecto a las condiciones físicas, así que me informé leyendo blogs y todo lo que encontrara sobre el Volcán Barú. Hablé con todos los que lo habían subido y estaban entre mis contactos. Mi propósito era, precisamente, no pasarla mal por falta de preparación.

Entre más artículos leía, más me asustaba. En cada uno decía que era un ascenso casi imposible, que mucha gente no llegaba a la cima, que algunos sufrían de mal de altura, que otros no aguantaban y se desmayaban en el camino, que el frío, que las condiciones…

Corrí mucho, caminé cada vez que el tiempo me lo permitía, me metí a un gimnasio e hice mucho cardio, dejé de tomar alcohol y empecé a comer frutas. Todo esto como parte de un arduo entrenamiento, y aun así me sentía nerviosa de no poder lograr subir el Volcán.

Justo un par de horas antes de salir de casa, me llamó un joven de la universidad que se nos unía, pues a él también sus amigos le habían quedado mal. Siendo él de Boquete, conocía muy bien el camino.

El guía fue otro dilema: algunos nos cobraban cifras exorbitantes, otros no estaban disponibles o no subían en esa época.

Hicimos reservaciones en el Hostal Las Heliconias (507-7715643), en el centro del pueblo de Volcán.

Aquel día era viernes. Llegamos muy temprano a Volcán, buscamos el hotel, desayunamos, hicimos las compras de insumos para llevar en el ascenso, luego descansamos y salimos un rato más para “aclimatarnos”.

Todo iba de maravilla. Conversamos por buen rato con Nariño Aizpurúa, quien ha subido el Volcán Barú 338 veces y nos dio los mejores tips. Nos habló de apariciones en el camino, del mal de altura, de lo importante del equipaje, el agua, entre otras cosas. Llegó la mañana y Nariño nos llevó hasta las faldas del volcán en Paso Ancho. Iniciamos el ascenso a eso de las 6:30 a.m. Pensábamos hacerlo a las 5:30 a.m., pero nos retrasamos un poco.

En la entrada del parque pagamos a ANAM 5 dólares cada uno, y más tarde nos dimos cuenta de que habíamos sido estafados, pues el precio real de la entrada era de 3 dólares para panameños y 5 dólares para extranjeros. Ni siquiera tenemos el rostro ni la piel de extranjeros.

Cabe destacar que llevamos lo necesario. Mi maleta no pasaba de las 15 libras. Llevé mi sleeping bag (bolsa para dormir), una muda de ropa entre la que tenía 1 abrigo de algodón y uno térmico, un pantalón de algodón para dormir, 1 par de guantes, 2 pares de calcetines y las botas de hiking. Algunas personas prefieren no llevar ropa por el peso, pero recomiendo llevar una muda extra, pues es difícil deducir el estado del clima en este lugar y es posible que de un momento a otro llueva, te mojes y quedes sin ropa para dormir.

Nos habíamos puesto de acuerdo para llevar solo una tienda de campaña en la que dormiríamos los dos, ahora seríamos 3 en una tienda de campaña de dos personas, pues Edén se nos unía. Creo que dormir en la cima no requiere de mucha comodidad, basta con llevar algo donde meterse; menos peso, mejor. Más gente, más calor en el frío de la cima.

Entre lo que llevamos para comer: barras de chocolate, 3 litros de agua cada uno, jugo de uva y naranja, pan de pasas, queso amarillo, galletas de chocolate, café, sopa china de vaso, tasajo, jamón del diablo, manzanas. Llevamos también algunas cosas que, aunque serían un poco innecesarias por el peso, nos sirvieron de mucho, como una lata de melocotón y también algo fuerte para el frío, me refiero a ron.

Lo más importante es el agua. Es necesario tomarla aun si no se siente la necesidad, aun si no tienes sed. Se pierde mucha energía y el cuerpo tiende a deshidratarse.

El Volcán Barú está situado sobre la Cordillera de Talamanca y posee una extensión territorial de 14,322 hectáreas. El punto más alto del parque es el Volcán Barú con una altura de 3,475 msnm. Además, es el punto máximo de la República de Panamá.

En el área protegida se localizan bosques muy húmedos montanos y húmedos montanos bajos que no se encuentran en ningún otro lugar de Panamá. También hay bosques pluviales montanos bajos, pluviales montanos, muy húmedos montanos bajos y pluviales premontanos. Las temperaturas medias anuales fluctúan desde los 20 grados centígrados en su parte más baja, hasta menos de 10 grados en la cumbre.

La caminata se inicia en donde termina la carretera de asfalto en las faldas del volcán a 1,925 msnm, en un bosque húmedo montano bajo del Parque Nacional Volcán Barú. Luego de caminar 15 minutos por las faldas, entramos al bosque a eso de las 7 a.m., pasamos algunas lomas hasta llegar a un claro que estaba lleno de basura, y como aún no estábamos cansados, decidimos seguir en la marcha. Nos acompañaba el canto del enigmático jilguero solitario carinegro (Myadestes melanops), un violín creciente que nos seguía el paso.

Subimos una empinada loma llena de polvo y tierra hasta llegar a una pared de roca por la que, si no fuera por Edén, no nos habríamos dado cuenta de que era el camino. Subimos por las rocas “escalando” y descansamos en un claro desde donde vimos parte del pueblo de Volcán y algunas montañas, un paisaje hermoso que nos daba la bienvenida a lo que sería un ascenso de bellezas para admirar. Edén me confirmó que ya habíamos pasado “La 45”, aquella loma de tierra, empinada, por la que acabamos de subir y que logra sacarle el aire a muchas personas. Me lo escondió, pues yo, de tanto leer, ya sabía que esa loma sería difícil. Eran las 9:00 a.m.

Allí comimos manzana y granola. Observamos que la vegetación empezaba a cambiar: helechos, hongos, líquenes y musgos por todos lados. Durante el recorrido se puede encontrar una gran variedad de especies de animales y plantas, así como rocas y algunos árboles de diferentes formas, jamás vistas en otro lugar.

Decidimos seguir caminando por una de las pocas bajadas que recuerdo, hasta llegar al “Ojo de Agua” o “El Posito”, única fuente de agua del camino. Eran las 9:30 a.m.

Allí recogimos toda el agua que pudimos. Edén nos confirmó que el agua no requería de filtro y decidimos tomarla así mismo como la ofrece la montaña, en su estado virgen (aún no me ha pasado nada por haberla tomado). Estaba deliciosa, juraría que fue el agua más fresca que he probado en mi vida. Nos metimos en la cuevita a tomarnos fotos. Dicen que en las noches el área del Ojo de Agua es terreno de algunos búhos.

Nos topamos con un grupo de hombres que venía bajando del volcán y también iban a abastecerse de agua. Fueron las únicas personas que vimos en todo el camino.

Avanzamos por el Bosque Encantado, llamado así pues es donde mayormente las personas pierden el curso y se extravían. También es allí donde supuestamente se desarrollan gran cantidad de apariciones sobrenaturales; se dice que “los duendes” suelen perder a las personas.

Un poco más adelante nos detuvimos pues nos dio hambre, así que aprovechamos para “almorzar”: jugo de uva, pan de pasitas con queso, chocolate, entre otras cosas… ¡Avanzada!

Nos encontramos con un camino repleto de piedras grandes que parecían estar sueltas, pero que estaban muy firmes: El Derrumbe. De allí en adelante, el camino de rocas comenzó a transformarse en uno de arenilla, en una sola subida. El bosque desapareció, ya no había árboles; el clima cambió, la temperatura bajó y, a pesar de estar bajo el sol, no sentía calor. Es por ello que ahora estoy insolada. Por lo tanto, es buena idea llevar bloqueador solar.

Esta es la parte más difícil del ascenso al Volcán, es allí en donde generalmente algunas personas empiezan a tener dolores de cabeza, mareos y algunos desisten al ver lo que les espera. Por eso es bueno tener una buena marcha antes de llegar a esta área, para que quede el resto del día para subir.

En este punto ya uno se encuentra a 2,500 metros sobre el nivel del mar y es posible tener mal de altura, pero es mejor sacar eso de la mente y no hacerlo una condición psicológica, pues puede afectar. Algo que nos enseña este ascenso es a trabajar en cuerpo y mente de una manera conjunta y unificada. A cualquiera le puede dar mal de altura, incluso a personas en increíbles condiciones físicas, pero obviamente lo mejor es ir con una mentalidad positiva.

Mientras subía me detuve a ver lo que dejaba atrás. El paisaje es sublime, eminente, se puede ver la misma cordillera de Talamanca y todo lo recorrido. La vegetación se compone por líquenes y flores de altura.

Me adelanté un poco y empecé a escuchar un sonido parecido a un leve rugido. Le grité a los muchachos que cerca había algún animal y solté carcajadas al darme cuenta de que no era otra cosa que el fuerte aleteo de un colibrí Estrella Centellante (Selasphorus scintilla) que volaba como loco alrededor de mi cabeza.

Más de 250 especies de aves han sido censadas en el parque, entre ellas el bellísimo quetzal (Pharomachrus mocinno), el espectacular aguilillo blanco y negro (Spizastur melanoleucus), que sobrevuela las paredes acantiladas del área protegida, y los colibríes vertrinegro (Eupherusa nigriventris) y el orejivioláceo pardo (Collibri delphinae). También están presentes especies endémicas de la Cordillera de Talamanca como la reinita carinegra (Basileuterus melanogenys), el zeledonia (Zeledonia coronata), el pinzón musliamarillo (Pselliophorus tibialis) y la pava negra (Chamaepetes unicolor).

Las cinco especies de felinos que viven en Panamá están aquí también presentes, siendo el puma o león venado (Puma concolor) el más abundante entre ellos. Otros mamíferos que poseen poblaciones estables en el Parque Nacional Volcán Barú son el amenazado ratón de agua (Rheomys underwoodi), el gato de espinas o puercoespín (Sphiggurus mexicanus) y una gran cantidad de murciélagos con especies como Artibeus aztecus y Lasiurus borealis.

Luego de caminar un poco más, el aire era ralo y cada 30 pasos debía parar un minuto para luego seguir. Ya tenía cansado al guía preguntándole cuánto nos faltaba para llegar, incluso llegué a darme cuenta de que me estaba engañando con sus respuestas. En este tramo hicimos varias paradas de urgencia para ir al “baño”, también nos comimos los melocotones, y aproveché para tomar innumerables fotos del paisaje. Una roca tenía una inscripción que me alentaba: estábamos a 3,090 msnm, verifiqué en mi reloj y era cierto. Cada 30 metros que avanzábamos tomaba fotos del paisaje y allí mismo descansaba. El panorama era increíble y la neblina nos perseguía; en algún momento llegué a pensar que llovería, pero no fueron más que amenazas.

Y de pronto, ¡el cable! ¡El famoso cable! Ahora lo veía en vivo y en directo y me produjo una sensación espeluznante: son de 20 a 25 metros de cable sobre un terreno de arenilla, y si ese cable no está bien puesto, ¡moriste! Nosotros preferimos tomar el lado izquierdo por donde hay un caminito y seguir marcha arriba con más seguridad.

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Ya veíamos la entrada del Cráter, aceleramos el paso con ganas de llegar rápido, eran las 2 de la tarde y Edén nada más me decía: “Ya lo lograste” hasta que finalmente vimos la enorme roca llamada la “Cueva del duende” y a su paso, el Cráter. Lo más emocionante era que la cima estaba a la vista, vimos las antenas y escuchamos el motor de los four wheel que estaban allá arriba.

El Cráter es grande, unas 3 canchas de baloncesto. Allí es donde uno recuerda que realmente está en un volcán y que es potencialmente activo. El volcán ha tenido cuatro episodios eruptivos en los últimos 1600 años, en particular la más reciente erupción unos 400-500 años atrás. Diversas otras erupciones se ocasionaron en los anteriores 10,000 años. Varios enjambres sísmicos se dieron en el siglo XX y un enjambre reciente ocurrió en el año 2006 que puede servir como recordatorio de un inquieto terreno tectónico.

Sentí el frío de lleno, intenté ponerme los guantes pero sentía que mis dedos no se movían, estaban entumecidos así que me puse dos pares de guantes y un abrigo.

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Aún faltaba por recorrer unos supuestos 20 minutos según Edén que, si bien es cierto, a su paso lo lograba en 15 minutos; para mí fue una hora más de camino.

Finalmente llegamos a la cima a las 4:10 pm. Dejamos las maletas cerca de un nicho de la Virgen de Guadalupe y fuimos rumbo a la cruz. La neblina y el viento eran increíbles, casi no se veía nada alrededor, prácticamente el paisaje era solo neblina. Edén me dijo que me pegara a las rocas pues debíamos escalar un poquito y con una ráfaga de viento fuerte podría ocurrir un accidente. Me dio un poco de vértigo y sentí miedo; si él se apartaba mucho, me daba más miedo, no veía nada debajo, solo la sensación de haber un precipicio profundo que quién sabe dónde terminaría.

La cruz ya estaba ahí, sentí la gloria combinada con el miedo. El viento era cada vez más fuerte; de un solo tiro, mi compañero se montó en la punta de la cruz. A mí me daba vértigo solo verlo, y el viento más fuerte aún. Él estaba por encima del punto más alto de la República de Panamá, a 3475 msnm. Edén recomendó esperar que bajara un poco la neblina para bajar a las antenas.

Habían pasado 8 horas desde que iniciamos el ascenso, ninguno de los tres se sentía cansado, más bien felices. No sé si fue el frío o la emoción de haber llegado.

El frío era tremendo y el viento más fuerte. Buscamos al policía que vive en la cima y, gracias a Nariño, el policía nos dio alojamiento por esa noche en la cima. Dormimos en un cuarto repleto de switchs de las antenas, y tenía muchísimo frío aún con toda la ropa que tenía puesta.

Cenamos sopa china de vaso, tan fortificante que me cayó al estómago mejor que el caviar más caro del mundo. Me tomé toda el agua, hicimos café, comimos galletas con atún y, ya más entrada la noche, bebimos un poco de vino. Los muchachos disfrutaron de la TV del policía viendo lucha libre y fútbol, y yo salí un rato a ver las luces y la luna que, como regalo del cielo, era la luna más brillante y más grande del año en todo el país. El frío me ganó y entré ahora para dormir, pero nos quedamos hablando hasta que el sueño nos venció.

A la mañana siguiente, luego de un desayuno compuesto de pan, tasajo y café, nos fuimos de nuevo a la cruz a tomar más fotos y a ver si el clima nos dejaba ver un poco más el paisaje. Antes pude ver un Mirlo Negruzco (Turdus nigrescens), ave que suele habitar la cima.

Debido a lo angosto del Istmo de Panamá, es posible ver el Océano Pacífico y el Mar Caribe desde la cima del volcán en un día claro, aunque nosotros no tuvimos la suerte. Se ha reportado en la cima una caída ocasional de nieve granulada, donde la temperatura mínima es inferior a 0 °C; la formación de escarcha es muy frecuente.

Desde allí pude ver el pueblo de Volcán, parte de Bugaba, Río Sereno, el Río Chiriquí Viejo, las Lagunas de Volcán, etc. Lo demás queda para una próxima visita que espero sea muy pronto.

El descenso fue relativamente menos complicado y rápido. Cuando íbamos por el área del derrumbe nos deslizamos por la arenilla y me apresuré pues estaba sedienta, hasta que llegamos al Ojo de Agua y ¡vi la luz! Descansé mis pies ya que me dolían los dedos de tanto contacto entre el pie y el haz de la zapatilla. Mientras estuvimos allí vimos llegar una Candelita Collareja (Myioborus torquatus) tomando un baño en el Ojo de Agua. Más adelante nos topamos con unas codornices entre el follaje.

A la cima se puede llegar también por el poblado de Boquete, incluso es posible hacerlo en auto 4×4 o four wheel; se dice que la vista desde el camino de Volcán es más gratificante. De igual forma, algún día deseo hacerlo por Boquete para probar.

Nos encontramos con una pareja que venía subiendo en la que el míster le gritaba a la esposa fuertemente que se apresurara y que era muy lenta, me dio coraje, ella estaba muy rezagada de él. Con gente así no recomiendo a nadie subir, asegúrate de hacerlo con amigos que te apoyen en todo momento.

Al llegar a las faldas nos esperaba Nariño y nos fuimos a bañar pues estábamos muy sucios y casi nos quedamos sin bus en Volcán. Llegamos a la ciudad de Panamá a las 4 de la madrugada.

Hasta ahora, en mi vida este ascenso ha sido el más emocionante y espero poder hacerlo muchísimas veces más si sigo con vida. Es algo que todo panameño que puede y que su cuerpo se lo permite, debe hacer. No solamente por la gratitud de llegar a la cima, sino por el placer de disfrutar la montaña, de ver el paisaje, de escuchar, ver, oler, poner todos los sentidos en contacto con la naturaleza.

Recomiendo enormemente entrenar aunque sea 1 mes y medio antes del ascenso y va a ser un éxito. De no hacerlo, puedes pasarla mal.

¡Ah! Una última cosa, ¡baja la basura! Si cuando estás subiendo sientes que te pesa la basura, al menos déjala en bolsas que puedas identificar en el camino, ponla en un lugar estratégico y cuando bajas te la llevas, es muy fácil y estarías contribuyendo a mantener limpio uno de los parques nacionales más importantes del país creado mediante el Decreto N° 40 del 24 de junio de 1976.

Queda darles las gracias a los que me acompañaron y a quien considero un padre de montaña, Nariño Aizpurúa, por habernos dado su incondicional apoyo y consejos.

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El distrito de Boquete, en Chiriquí

Si hay un lugar encantador, ese es Boquete. Con sus vistas montañosas y la diversidad de rostros que se mezclan en el ambiente, formando una auténtica mezcolanza de razas. El lugar es tan encantador que muchas personas sueñan con habitarlo, y muchas ya lo han hecho realidad.

Por sus veredas deambulan los indígenas Ngäbe, quienes dominan la zona, ya que son ellos los principales dedicados a la agricultura y a traer las deliciosas frutas, legumbres y, por supuesto, el café a este poblado.

Es increíble también que, en Boquete, muchas veces encontremos más extranjeros que panameños, ya que muchos han escogido este lugar como sitio de descanso o retiro.

Fundado el 11 de abril de 1911, Boquete fue inicialmente poblado por habitantes de distritos vecinos, a quienes se sumaron inmigrantes suizos, yugoslavos, suecos, alemanes y norteamericanos. Esto ha dado lugar a que la población de Boquete esté compuesta por tres grupos principales: los indígenas de las montañas, que trabajan principalmente en los cafetales; los pobladores panameños no indígenas; y, en tercer lugar, los inmigrantes extranjeros provenientes de Europa y Estados Unidos.

Sus fincas, granjas y casas reflejan la influencia de los estilos arquitectónicos de esas regiones de Europa Central. Desde hace años, estas tierras han atraído no solo a personas que buscan terreno para cultivar, sino que también han sido consideradas uno de los mejores lugares para una segunda vivienda o para disfrutar de la jubilación.

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Para llegar a Boquete, es necesario manejar hasta David, Chiriquí, y luego conducir aproximadamente 46 km, lo que toma alrededor de 40 minutos. Desde la Carretera Interamericana, viniendo de Panamá, debe tomar hacia la derecha en el cruce donde se encuentra el centro comercial Terronal. Justo frente está el tradicional supermercado chiricano Súper Barú. En el camino hacia Boquete se pueden disfrutar bonitos parajes. Justo antes de llegar al pueblo, verá a la derecha un mirador desde el cual podrá contemplar un majestuoso valle atravesado por el río Caldera.

Boquete es un distrito con una superficie de 488.4 km² y una población de 18,555 habitantes. Este distrito es conocido por su clima templado, a diferencia de gran parte del país, debido a que se encuentra ubicado en lo alto de la Cordillera Central.

Es muy interesante que el nombre “Boquete” proviene de la topografía de la entrada a la capital del distrito, que consiste en una abertura o “boquete” que da paso a un valle rodeado por montañas.

Río Caldera

Este lugar es uno de los destinos turísticos más nuevos y pujantes del país, con una enorme abundancia de recursos naturales, tales como montañas cubiertas de bosques primarios y secundarios, una fauna importante y muy diversa, arroyos y quebradas de aguas cristalinas, ríos impetuosos, un majestuoso volcán, parques nacionales y reservas forestales.

Entre las atracciones turísticas se encuentran majestuosos paisajes de montaña, rafting y kayak de clase mundial, golf, excursiones a fincas de café, observación de aves, senderismo, paseos a caballo, un tour de canopy sobre los árboles, comunidades residenciales, clima primaveral durante todo el año y una población muy amistosa.

El distrito de Boquete limita al norte con la provincia de Bocas del Toro; al oeste, con los distritos de Bugaba y Dolega; al sur, con los distritos de Dolega y David; y al este, con el distrito de Gualaca. Boquete está dividido en seis corregimientos: Bajo Boquete (cabecera del distrito), Alto Boquete, Jaramillo, Los Naranjos, Caldera y Palmira.

La temperatura promedio es de 20ºC durante todo el año, presentando dos tipos de clima: templado muy húmedo de altura, con lluvias copiosas superiores a los 60 mm anuales, y tropical húmedo.


Según estudios arqueológicos, el área cercana al Volcán Barú fue lugar de las primeras sociedades agrícolas y cacicazgos, fechados entre los años 300 a.C. y 600 d.C. En Caldera se encuentran diversos petroglifos que atestiguan la presencia de estas aldeas en la región. El señor Roberto Barú de Sairé, conocido como el primero en subir al Volcán Barú, es una figura importante en Panamá, por lo cual el volcán lleva su nombre en honor a él.

Durante la colonización española, el distrito de Boquete, junto con el resto de las Tierras Altas, quedó casi aislado debido a la topografía accidentada de la zona, lo que permitió que los indígenas Ngäbe del centro del país y los miskitos del Caribe centroamericano usaran el área como refugio.

En 1950 comenzó a celebrarse el Festival del Café, un evento realizado de manera intermitente por la comunidad para resaltar el principal producto agrícola del distrito. Entre los cafés más reconocidos del área están Café Ruiz y Kotowa Coffee.

El 9 de abril de 1970 ocurrió una grave inundación que causó daños materiales colosales, afectando a uno de cada tres habitantes del distrito y la muerte de ocho personas. Debido a este suceso, la feria fue suspendida hasta el año siguiente. La zona inició un rápido proceso de recuperación, y en 1973 el Festival del Café se transformó en la Feria de las Flores y del Café.

Entre los principales ríos del distrito se encuentran el río Caldera (que forma la frontera con el distrito de Gualaca) y el río Caldera (afluente del río Chiriquí) que atraviesa el distrito. Otros ríos importantes son el río Palo Alto, río Los Valles, río Cochea, río Colga, río Papayal y río Agua Blanca.

Definitivamente, visitar la provincia de Chiriquí y no recorrer un poco el distrito de Boquete deja un gran vacío en la experiencia de esta hermosa provincia.

¿Qué hacer en Boquete 2025?

  • Biblioteca de Boquete.
  • Finca Lérida Coffee Estate.
  • Centro de eventos y Teatro comunitario de Boquete.
  • Sendero el Pianista.
  • Sendero los Quetzales.
  • Parque Internacional La Amistad.