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Cerro Marta y Chorro Tigrero. Parque Nacional G. D. Omar Torrijos Herrera.

Partimos de la ciudad de Panamá a eso de las 2 de la tarde, la marcha fue directo a Penonomé donde nos abastecimos de lo último necesario; en el Copé nos esperaba el gran Macedonio, guía local del Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera.

Luego de esperar los todo terreno en medio de una tertulia torrijista, abordamos los autos y nos fuimos rumbo a la montaña. Ya caía la noche y los locales me decían que iban cuatro días de lluvia pertinaz.

En el camino, con un fondo de Ulpiano Vergara, le comentaba tantas cosas al conductor “Fulo” en medio de mi emoción, que bajó el volumen y empezó a hablarme de su preocupación por la deforestación, especialmente por la quema “de maldad” que hacen algunas personas en el área de los pinos. Ya oscurecía casi por completo y, en medio de la calle de piedras, saltaban conejos muletos (Sylvilagus brasiliensis) y aves motmot (Momotus momota) se escondían en sus refugios.

Llegamos a nuestro lugar de camping: una acogedora casa en medio del poblado de Santa Marta, que forma parte de El Copé, en El Harino, corregimiento del distrito de La Pintada en la provincia de Coclé.

Procedimos a armar el campamento y encender las parrillas, que al final resultaron ser tres, de las cuales todos comimos. Al mirar al cielo, el firmamento estaba estrellado; agradecí ampliamente, pues con esto, las probabilidades de lluvia al día siguiente eran pocas, y así fue.

Iniciamos la marcha a las 6:30 a.m. Teníamos una idea breve de lo que nos esperaba: 14.5 km de camino difícil, dividido entre el Cerro Escobal y el Cerro Marta.

Bajamos al río Tigrero, lo atravesamos e iniciamos el ascenso hacia el Cerro Escobal rumbo al mirador. Allí nos reencontramos, pues algunos se habían adelantado, mientras Macedonio venía con el resto del grupo. A mí me salió “El Francisco”; más de un año sin caminar como Dios manda… ¡vaya loma!

Bajamos Escobal y caminamos por un bosque de galería alrededor de un potrero que culmina en un valle desde el cual se veían claramente los cerros Marta y Juan Julio. En el potrero había un árbol de guaba —la naturaleza siempre provee.

Me la pasé conversando todo el camino con Macedonio. Me contó algunas versiones de lo que sucedió ese 31 de julio de 1981. Las siete personas a bordo, entre ellas el general Omar Torrijos Herrera, quien dirigió la dictadura militar de Panamá entre 1968 y 1981, fallecieron en el lugar.


Algunos cuentan que la avioneta dio varias vueltas en los alrededores hasta que finalmente se estrelló contra la “Nube de Hueso”, en el borde del Cerro Marta. Otros dicen que la primera explosión se escuchó cuando la avioneta sobrevolaba el área, y no en el cerro. Además, se menciona que se trató de una operación contra Torrijos, denominada “Halcón en Vuelo”, que habría incluido la colocación de un artefacto explosivo en una caja de sodas.

El clima no era bueno, pero el viaje era sencillo: apenas 15 minutos, con constante comunicación con la torre de control. Unos 12 minutos después del despegue, el capitán informó que el vuelo transcurría con éxito. Esa fue la última comunicación. El Cerro Marta tiene una altitud de 1,046 metros, y el avión cayó a 944 metros.

Los residentes de Coclesito reportarían haber escuchado, entre las 11:50 a.m. y las 12:05 p.m., dos estallidos provenientes de la cordillera.

Investigando, constaté que el piloto del FAP-205 habría intentado cruzar un cañón entre el Cerro Juan Julio y el Cerro Marta, cuando los problemas meteorológicos le hicieron perder visibilidad. Así, el ala izquierda del avión habría chocado contra un árbol, provocando que la nave girara hacia un lado e impactara en la ladera, en la parte más alta del cerro, que mide 1,046 metros. Por eso, la nave no quedó esparcida por toda la montaña.

La avioneta fue encontrada por los llamados “Macho’e Monte”, quienes, a pesar de haber caminado todo el día, no se detuvieron. Según la información de los campesinos, estudiaron dos variantes: escalar el Cerro Juan Julio, el más alto, o el Cerro Marta. Finalmente, por los indicios dados, optaron por el Cerro Marta. Empezaron el ascenso alrededor de las siete de la noche. Como se dice en Panamá, escalaron “en cuatro patas”, es decir, a gatas, utilizando pies y manos durante casi cuatro horas, hasta llegar a la cumbre. Llegaron a la cima alrededor de las 10:45 de la noche de ese sábado.

Existen varias versiones o “teorías de conspiración”, en las cuales se habla incluso de un posible asesinato, como relató el escritor John Perkins en su libro Confesiones de un sicario económico. En él se dice que el General Omar Torrijos Herrera habría sufrido este trágico accidente a causa de la agencia de inteligencia norteamericana (CIA), que se oponía a las negociaciones entre Torrijos y un grupo de empresarios japoneses liderados por Shigeo Nagado, quienes proponían la construcción de un canal a nivel por Panamá. El libro presenta una historia bastante creíble, respaldada por las creencias sobre cómo se tejen las intrigas en lo más profundo de las agencias de seguridad de las potencias mundiales, y permaneció durante siete semanas consecutivas en la lista de best-sellers del New York Times.

Ya por ahí Macedonio me decía que faltaban dos horas de camino, por escaleras, y eso me sonaba escalofriante, pues odio las escaleras; imagínense dos horas subiendo. Debido a esto, uno de nuestros amigos se deshidrató y fue necesario ayudarlo con su equipaje y suero rehidratante. Más adelante, una de las chicas sintió malestar en una de sus rodillas, por lo que también fue necesario apoyarla. Una quebrada nos invitaba a beber de sus aguas, y así lo hicimos: dulce y fresca agua de la montaña.

Pero todo el cansancio se nos olvidó cuando finalmente llegamos a los restos de la avioneta De Havilland Canada DHC-6 Twin Otter de la Fuerza Aérea de Panamá, con el código de identidad FAP-205; dicen que era la favorita de Torrijos, pues era capaz de aterrizar casi en cualquier lugar.

Un frío me recorrió el cuerpo, pero traté de controlarme. Estar frente a esa avioneta me traía sentimientos encontrados, pues, aunque no viví la época torrijista, mi infancia estuvo marcada por historias acerca de ella, contadas con mucho entusiasmo y añoranza por mi madre y mi padre.

Luego de ver la avioneta, subimos a la cima y ahí estábamos a 1,046 msnm, con vistas a las montañas adyacentes: Cerro Juan Julio, Cerro Buenos Aires, y a lo lejos, Cerro Orarí, Cerro Guacamaya, entre otros. A pesar de haber sido un día claro, no pudimos ver el Mar Caribe.

Celebramos la llegada a la cima, pues todos lo logramos y nos sentimos felices por ello. Compartimos merienda y disfrutamos de la vista y el paisaje despejado.

De regreso, me pegué a nuestro guía local, Samuel, y él me habló de la zamia que crece en el cerro, la única zamia epífita en el mundo (crece sobre árboles) cuyas hojas asemejan las de una palma. Es una sobreviviente de la Era Mesozoica, es decir, tiene unos 200 millones de años, por lo que se les llama “fósiles vivientes”. También vimos un trogón (Trogon massena), ranas (Dendrobates auratus, Silverstoneia flotator), entre otras especies. Samuel me contó que en tiempos pasados se veía la Rana Dorada (Atelopus zeteki), y que la última vez que la avistaron por esos lados fue en 2010.

El camino de regreso, a pesar de ser casi todo en descenso, fue duro para algunos senderistas que resentían las rodillas. A mí, en lo personal, me va mejor bajando, pero en el Cerro Escobal hay una parte con rocas sueltas y un sol tremendo que pega de forma vertical sobre la cabeza; estando destapado, podría causar un golpe de calor. Una de las chicas se lesionó la rodilla dos veces, por lo que fue necesario ayudarla a continuar, animarla a avanzar, y uno de los chicos incluso se ofreció a llevarla a cuestas un rato.

Subir el Cerro Marta no es fácil, y es necesario hacerlo con mucha agua y un buen desayuno a base de proteínas. Quien lo intenta debe tener excelentes condiciones físicas o, al menos, experiencia en senderismo para que la experiencia sea agradable y no una pesadilla. El señor Macedonio nos contó de personas que no tuvieron la misma suerte y tuvieron que salir del sendero a las 11 p.m. debido a las crecidas de los ríos Marta y Tigrero. Por ello, recomiendo ampliamente hacer este sendero sólo bajo condiciones naturales favorables.

A pesar de todo, hicimos el tiempo estipulado y, en horas de la tarde, llegamos al Chorro El Tigrero, donde disfrutamos de tan hermosa caída de agua que nos quitó el cansancio y nos devolvió las fuerzas para terminar el último kilómetro y medio en subida que faltaba.

Al final de la jornada, nos esperaba una sopa de pollo que revitalizó por completo nuestro espíritu y estómago. Salimos de día hacia El Copé, donde nos encontraríamos con nuestro transporte privado hacia la ciudad de Panamá.

La experiencia de haber subido el Marta fue sublime. Para mí, haber tocado el punto donde murió tan importante hombre, líder de nuestra patria, aún me pone los pelos de punta. Es una experiencia para contar a mi familia y un sendero que espero poder recorrer algún día con mi hijo.

Entrando al Parque Nacional G. D. O. T. H.
Todos en la cima.

Agradecemos a cada uno de los participantes por su ánimo positivo y entusiasmo contagioso. A nuestros excelentes guías locales, quienes conocen el área a la perfección, saben dónde se encuentra cada planta y hasta dónde duerme el jaguar.

¡No cabe duda de que fue una experiencia para toda la vida!

Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera

Hace poco emprendimos una travesía hacia el Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera (PNGDOTH), un tesoro natural enclavado en las tierras altas de la Cordillera Central, en el distrito de La Pintada, comunidad de El Copé, provincia de Coclé. La entrada al parque se encuentra a pocos minutos después de pasar Penonomé, antes de llegar a El Caño, tomando el desvío por la comunidad de La Candelaria.

Este parque fue creado mediante el Decreto Ejecutivo N.º 18 del 31 de julio de 1986 y forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP), con el propósito de resguardar la extraordinaria biodiversidad de la región central panameña. Además, su relevancia histórica es innegable: lleva el nombre del General Omar Torrijos Herrera, ya que en su interior se encuentra el Cerro Marta, donde se estrelló la avioneta en la que perdió la vida el general. Hoy día, este espacio también forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano.

El acceso se da por la carretera que nace en el kilómetro 167 de la Vía Interamericana, a la altura de la comunidad de La Candelaria. Desde allí se recorren aproximadamente 28 kilómetros hasta llegar a El Copé, y luego se continúa hacia el norte en dirección a la comunidad de Barrigón. Desde este punto, parte un camino empedrado de 5 km que asciende hasta el cerro El Calvario, ya dentro del parque. Este tramo final requiere vehículo 4×4 debido a sus condiciones.

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Los buses solo llegan al Chorro las Yayas, enclavado en las faldas del parque. Pero es fácil contactar con los taxis 4×4. Generalmente por un costo aprox de 20$ el viaje.

La temperatura es muy agradable entre 18 y 29 grados.

Cubre una extensión de 25,275 hectáreas y dentro de sus límites se encuentran siete comunidades: El Potroso, Las Peñitas, El Tigre, La Rica, El Guabal, Río Blanco y Caño Sucio. En sus alrededores se encuentran los poblados de El Copé, Barrigón, La Junta, Cerro Hueco, Belencillo, Aguas Blancas, Bateales y Palmarazo.

Protege las cabeceras de los ríos más importantes de la región coclesana: río San Juan, el río Belén y el Concepción en la vertiente caribeña; y el río Grande, el río Marta y el río Nombre de Dios en la vertiente del Pacífico. En su territorio sobresalen los cerros Negro (1408 metros), Peña Blanca (1314 metros), Blanco (1192 metros) y Cerro Marta (1046 metros).

En el año de 1986 la superficie del parque era de seis mil hectáreas, sin embargo, la misma fue ampliada según criterios ecológicos en el año de 1996 a 25,275 hectáreas, con el propósito de incorporar tierras que requerían su conservación y protección.

Por seguridad, dejamos el auto y seguimos a pie.

Al llegar a el Copé vimos una primera entrada hacia el Cerro Marta, seguimos y encontramos otra entrada directo al parque. Fue un recorrido de media hora hasta llegar al Centro de Visitantes. Pasamos por la comunidad de Barrigón, también por la entrada del Chorro las Yayas, incluso pasamos sobre un riachuelo y unos minutos después estábamos en la oficina de control y monitoreo ambiental de Anam, en la cual no había nadie y nos tomamos el beneplácito de seguir, algo un poco extraño pues en este puesto laboran dos guarda parques por turno y es donde debe hacerse el pago de la entrada.

La vista era impresionante, se veía lo recorrido desde la carretera Interamericana, vastas montañas, un paisaje increíble en donde se puede apreciar casi todo el Copé y el Océano Pacífico.

Minutos después nos topamos con el responsable de Anam y nos dio el permiso de seguir, nos explicó de dejar el auto en el centro de visitantes en caso de subir al Cerro el Calvario.

Hicimos lo establecido y empezamos la caminata hacia El Calvario, que bien tiene su nombre pues subíamos y subíamos, nos demoramos aproximadamente 30 minutos hasta llegar a la cima. En el camino pudimos disfrutar de la diversidad de flora del parque. El cerro se encuentra a 912 metros sobre el nivel del mar y es unos de los pocos sitios donde en días claros se pueden observar los dos mares, y efectivamente tuvimos la dicha de ver el Mar Caribe y el Océano Pacífico. Ya que el sol era incandescente y radiante.

Fue impresionante ver la majestuosidad del Cerro Marta, en el cual cayó la avioneta en donde murió el general Omar Torrijos, motivo por el cual el parque lleva su nombre. A lo lejos vislumbramos las comunidades de Coclesito, San Juan de Turbe, Boca de Toabre incluso Coclé del Norte.

En la parte más elevada del parque, se desarrollan bosques pluviales montanos bajos y a medida que se desciende están los bosques pluviales y húmedos premontano, y los muy húmedos tropicales.

Se cree que de las 2 mil 604 especies de plantas y 552 especies de vertebrados terrestres que se encuentran en la provincia, la mayoría tiene presencia en el parque. Existe también una gran diversidad de especies endémicas o propias de estos bosques, unas 60 muestras han sido recolectadas dentro de la zona montañosa. Según los estudios científicos, el área se originó por la alternancia de las actividades volcánicas y sedimentarias que caracterizaron la formación del istmo de Panamá.

Monolena glabra

Se observan exuberantes helechos arbóreos, palmas, enormes árboles como el guayacán y jacaranda, musgos, muchas orquídeas, bromelias, heliconias, anturios, algunas plantas endémicas como la selaginelas, scheffleras, la emblemática Monolena glabra y el árbol copé, nativo del parque.

También posee la planta carnívora (Drossera capillaris) característica de los suelos pobres en nutrientes. Se encuentra la única zamia epifita en el mundo y sus hojas asemejan la de una palma.

Solo en aves se pueden observar aproximadamente 350 especies diferentes, el colibrí­ pico de hoz, por su diseminada presencia, ha sido escogido como ave símbolo del parque. El Ave Sombrilla (Cephalopterus glabricollis) que según la actualización de la Lista Roja de la UICN de Especies Amenazadas, de su estatus de ‘Vulnerable’ pasó a estar ‘En Peligro’; anualmente los observadores de aves se dirigen a este parque en busca de poderse encontrar con esta ave e incluirla en su lista de “lifebirds”.

Bajando del Calvario, toqué una planta con pelos urticantes. Después, llegamos al centro de visitantes, donde pagamos la entrada y disfrutamos de su mirador, patio y senderos.

Recorrimos varios senderos: el de la Rana (2 km), los Helechos (800 m, accesible) y el Cuerpo de Paz (2 h, más exigente).

Cerca del parque hay cascadas como Tife Alto y Bajo, que requieren logística y excelente condición física, pues Tife implica caminar más de 30 km.

Alto Tife
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Personalmente hemos tenido la dicha de ver un jaguarundi detrás de la cabaña, también zarigüeya gris, ardillas enanas (Microsciurus sp).

Nos retiramos del centro de visitantes y fuimos directo al Chorro las Yayas a relajarnos bajo sus frías aguas.

Como leen y ven, el Parque Nacional Omar Torrijos posee todo en un solo lugar, es un sitio excepcional, lleno de vida silvestre, muy bien conservado, y esperando ser visitado.