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Cacique, Canales Cristalinos

Mi bote seguro: Adriano en Cacique. Usted llega y pregunta por él.

Llegamos un domingo, la playa de Cacique estaba demasiado llena y por supuesto que yo ya había planificado encontrarnos con Adriano y salir de ahí. Queridos lectores, ustedes saben que odio los lugares llenos de gente.

Esperando a Adriano en Cacique dominguero, pero igual hermoso.

El oleaje en el Caribe en época de verano es hostil. Las olas son enormes y no debes aventurarte a navegar con cualquier botero. Tienes que hacerlo con uno que posea experiencia porque de lo contrario puede ser muy peligroso.

Adriano nos llevó a dar la vuelta por Isla Mamey, Isla de los Monos, vimos esas edificaciones supersónicas o casas flotantes que ahora hay cerca de Cacique Sea Pod Eco, pasamos por el Túnel del Amor o Canales Cristalinos y llegamos a esta hermosísima playa.

Entrando a Canales Cristalinos
Sea Pod Eco

Pasamos día, tarde. Cocinamos en nuestra estufa de car camping y la pasamos fenomenal. Esta parte es perfecta ya que está sumamente limpia, el paisaje es sublime, el mar es alucinante y se puede hacer snorkel. Considero que es un área muy segura incluso para ir con niños.

Vista hacia Isla Grande

Al atardecer vino Adriano a buscarnos, tuvo que ayudar a unos señores que se habían quedado varados con sus jetsky y llevaban niños así que no pudimos decir que No.

Los fuimos a llevar hasta La Guaira, luego fuimos a la marina y nos agarró el atardecer que dicho sea de paso estuvo HERMOSO.

El Caribe siempre tiene hermosos atardeceres. Amo Colón y sus preciosas playas, no exagero cuando digo que son de mis favoritas en todo el país.

El Interesante Santuario de Perezosos en Gamboa.

La pandemia del Covid-19 dejó una huella profunda en nuestras vidas, impactando tanto nuestra salud física como mental. Hubo un momento en que ni siquiera sabíamos si podíamos salir de casa legalmente, y si alguna vez pensamos que todo terminaría en 2020… nos equivocamos. Aquí estamos, en pleno 2021, y la historia continúa.

Pero si algo no puede faltar en medio de la incertidumbre, es la esperanza. Especialmente para quienes vivimos en Panamá, un país donde viajar y volar es un privilegio que pocos pueden permitirse.

Vista hacia el Rí­o Chagres desde el parque del hotel

Y fue justamente en uno de esos breves respiros de libertad —ese espacio que nos concedieron en noviembre, tras la devastación causada por el huracán Eta en Tierras Altas— cuando decidimos hacer algo por el alma. Después de dejar nuestras donaciones con el corazón en el Parque Omar, tomamos nuestras mochilas, algo de agua y muchas ganas de respirar aire puro… y nos escapamos a Gamboa.

Y qué refrescante fue esa escapada. Pero, ¿y si les cuento que al llegar tuvimos un pequeño susto? Resulta que el hotel principal del Gamboa Rainforest Resort estaba funcionando como “hotel hospital” para la Policía Nacional por temas relacionados con la Covid-19. Por un instante sentí que el virus nos seguía hasta en la selva… pero no fue así, por suerte.

Este lugar es mucho más que un hotel: es un verdadero centro de exploración natural. Entre sus áreas de esparcimiento están el Santuario de Perezosos, el Mariposario, el Ranario, el Orquideario, el Teleférico y hasta un tour en lancha por el canal hacia islas cercanas. Una joya escondida a tan solo minutos de la ciudad.

Nosotros optamos por visitar el Santuario de Perezosos, con una parada en el Mariposario, el Ranario y el Orquideario. La elección fue fácil: Francisco, nuestro pequeño explorador amante de los animales, estaba emocionado solo de imaginar ver un perezoso de cerca. Y la verdad, la experiencia superó las expectativas.

Y sin duda, lo disfrutamos en grande. Luego de tanto tiempo sin poder hacer más que lo que el patio permite y esto dando gracias al universo. Poder disfrutar de la vista hacia el Río Chagres en una tarde soleada pero fresca.

Mi hijo no paró de correr por toda la exhibición. La emoción era tanta que hasta lloró y armó una pequeña pataleta —de esas que solo un niño genuinamente fascinado puede tener— al ver tantas mariposas volar a su alrededor, escuchar las ranas cantar y maravillarse con los curiosos movimientos de sus animales favoritos: los perezosos.

En el Santuario, manejado por la Asociación Panameña para la Conservación, pudimos ver dos especies distintas de perezosos. Fue una experiencia mágica para él… y, para ser sinceros, también para nosotros. Hay algo profundamente especial en ver a un niño conectar tan intensamente con la naturaleza, sin pantallas, sin filtros, solo pura vida frente a sus ojos.

En este recorrido también tuvimos la suerte de observar aves poco comunes en el día a día, como el Flame-rumped Tanager o Tangara flámigera, y el Green Honeycreeper, conocido como Mielero verde. ¡Una verdadera joya para los amantes de la naturaleza y la observación de aves!

Una de mis grandes aficiones es la jardinería. Sembrar, cuidar, ver cómo una planta crece… es algo que me llena el alma. Y entre todas, mis favoritas son sin duda las orquídeas. Esas plantas elegantes que parecen obra de arte cuando, de repente, brotan con flores tan perfectas y coloridas que te dejan sin palabras.

En esta exhibición hay decenas de ellas, junto a bromelias igualmente hermosas, todas dispuestas con cuidado para que puedas admirarlas, disfrutar de su belleza y tomarles todas las fotos que quieras. Para alguien como yo, fue un pequeño paraíso dentro de la selva.

Costo (precios especiales por reapertura tras la pandemia)

  • Adultos: $10
  • Niños: $5
  • Bebés o niños menores de 4 años: ¡Gratis!

Nota: El recorrido no incluye guía.


Recomendaciones

  • Lleva suficiente agua para el camino.
  • Empaca algunos snacks o comida ligera para merendar al salir.
  • No olvides el repelente para mosquitos… ¡hay muchos!

¿Cómo llegar?

En autobús:
Desde la Terminal de Albrook, puedes tomar un bus con dirección a Gamboa. Sale aproximadamente uno por hora y el trayecto toma cerca de una hora. El costo es de aproximadamente $1.50.

Consejo: Si no conoces la zona, avísale al conductor que vas hacia el hotel Gamboa Rainforest Resort; es una de las últimas paradas.

En taxi:
Consulta el precio antes de abordar. El costo por viaje ronda los $30.

En auto propio:
Si prefieres conducir, aquí te dejamos un mapa (inserta el enlace o imagen del mapa en tu blog).
http://www.gamboaresort.com/es/actividades

Reseña de Selva: Salto de los Monos, Colón. Septiembre 2016

La verdad, un poco intrépido. A petición de varios amigos, esto se hizo realidad. Nosotros consideramos que este sitio es apto para visitar en verano, aunque en esa época no es posible ver el chorro a su máxima magnitud, razón por la cual cedimos a ir a verlo en septiembre, mes que, como todos sabemos en Panamá, es muy lluvioso.

Gracias a Dios, a las buenas vibras y a Madre Naturaleza, pudimos ir y venir sin problemas. En el grupo que se atrevió, al que llamamos “el escuadrón suicida”, iban solo 4 personas nuevas, los demás ya habían ido.

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Al llegar al sitio que hemos habilitado para acampar desde hace muchos años, el tiempo nos dio para armar campamento, hamacas, buscar leña y prepararnos; pero la Naturaleza imponente nos mostró su fuerza. El Guanche arriba demostró que el poder del agua es inminente, en segundos el río estaba color marrón, las gruesas gotas caían sobre el refugio.

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No quedó de otra que pasar el resto del día en el campamento, descansando, echando cuentos, comiendo y disfrutando de la selva virgen que guardan nuestras montañas verdeazuladas.

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La noche fue hermosa y a pesar de toda la lluvia, dormimos relajados y secos. A la mañana siguiente nos preparamos para ir a ver el imponente Salto de los Monos. El río estaba manso y por medio de una trocha improvisada, pudimos llegar al salto, sin absoluta necesidad de pasar por el río.

Disfrutamos un largo rato en el mágico chorro de aguas templadas, admiramos su altura colosal y con mucho respeto, nos divertimos. El chorro de agua ahora pasaba por partes que nunca antes vimos que pasara. Aún guardo en la memoria tan sublime momento.

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De regreso, caminando por la trocha vimos muchas ranas Dendrobates auratus, una Smilisca phaeota y en el Verde Esmeralda, nos topamos una serpiente borriguera que al asustarse se fue nadando. Pudimos hacer clavados y nadar a gusto.

Gracias Natura por permitirnos dentro de sus parámetros, disfrutar de su interior. Sabemos que son pocas las personas que han llegado a sitios como estos, y nos sentimos muy afortunados de estar dentro de ese selecto grupo.

Reseña: Salto de los Monos, Guanche Colón 2016

Una vez más, gracias a todos los que participaron en esta actividad. No cabe duda de que la pasaron bien, nos consta y nos hace muy felices. Sabemos que se llevaron un pedacito de la Sierra Llorona en su corazón. La selva nos hizo familia en dos días en los que nos tuvimos que dar la mano unos a otros para salir adelante.

Por sexto año consecutivo, llevamos grupos al sitio. Esta vez, verificamos con anterioridad el trillo en octubre y en enero fuimos a abrir el trillo, cerrado, a machete limpio. Fue un trabajo duro pero gratificante ver la cara de nuestros compañeros de gira al llegar a tan majestuoso lugar que para nosotros es un templo natural.

Disfrutamos cada paso. Cinco horas de ida, cuatro horas de regreso. Ojalá este paraíso natural continúe protegido por tantas horas de camino.

¡Felicidades chicos, ustedes son unos guerreros!

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Bahía de Portobelo, Parque Nacional Portobelo

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Al mediodía de un día de semana, arrancamos para Colón con nuestro amigo Alain, proveniente de la Polinesia Francesa. Pasamos por las esclusas de Miraflores y nos detuvimos a tomar un par de fotos. Nos demoramos más de una hora y media en llegar a Sabanitas, ya que en ese tiempo la carretera hacia Colón estaba malísima y llena de cráteres, a causa de los grandes camiones… ¡Qué pena con Alain! Estaba consternado con el desorden del tráfico.

Pero todo mejoró cuando llegamos al Rey de Sabanitas. Ya después de ahí, ¡todo fue contento y hermosura! Empezamos a ver la costa, y Alain nos decía que esa parte de Panamá es muy parecida a su país… Más adelante vimos varios estuarios bajo puentes, algunas fincas con montañas a lo lejos y disfrutamos del paisaje de playa desde el auto.

Llegamos a la Iglesia del Cristo Negro de Portobelo, que encierra un silencio sepulcral, rodeada de imágenes antiguas, donde la devoción se remonta a los tiempos de la colonia, cuando se cuenta que un 21 de octubre de 1658 llegó a la playa de Portobelo la imagen del Cristo Negro. Solo son suposiciones, ya que todavía no se tienen referencias históricas precisas sobre este tema, pero por algunos cálculos intuitivos se puede decir que la imagen lleva en Portobelo más de dos siglos.

Nos contaron que hay varias versiones del origen de la imagen del Cristo Negro, entre las cuales podemos mencionar las principales:

La caja y la tormenta: Algunos cuentan que un barco que se dirigía a Cartagena de Indias, cada vez que intentaba zarpar de Portobelo, se desataba una violenta tormenta, obligándoles a regresar al puerto. En el quinto intento, la tripulación estuvo a punto de naufragar, por lo que decidieron aligerar la carga tirando por la borda una enorme y pesada caja que llevaban en su bodega. Luego de esto, el barco pudo navegar sin problema. Seguidamente, unos pescadores encontraron la caja y cuando la abrieron, vieron que era una imagen del Nazareno. La llevaron al pueblo y la colocaron en la iglesia.

La caja y la epidemia: Otra leyenda cuenta que unos pescadores encontraron una caja flotando en el mar durante una epidemia. Dentro estaba el Cristo, y lo colocaron en la iglesia. Casi inmediatamente, la epidemia se acabó y los enfermos se recuperaron rápidamente.

La equivocación de imágenes: Una tercera leyenda asegura que la Iglesia de Taboga (una isla del Pacífico) ordenó la imagen de un Jesús Nazareno a un proveedor en España. Por otra parte, la Iglesia de Portobelo le solicitó al mismo artesano una imagen de San Pedro. Se produjo una equivocación al enviar las imágenes, y el San Pedro terminó en la iglesia de Taboga y el Nazareno en Portobelo. Todos los esfuerzos para tratar de subsanar la equivocación resultaron infructuosos, pues siempre ocurría algo que impedía al Nazareno abandonar el pueblo. De esta manera, la comunidad interpretó las dificultades como un mensaje divino y desistió de la idea de intercambiar las imágenes. Incluso en los gozos dedicados a la devoción cantan: “En Portobelo te quedaste, como signo de tu amor…”.

Es lógico que todas estas devociones estén acompañadas de ciertos mitos que para la gente son como norma de vida. Por tal razón, las conferencias episcopales, los obispos de cada diócesis y, en casos más concretos, los párrocos, deben permanecer en silencio frente a los mitos del pueblo respecto a las devociones, que como tales son aceptadas por la Iglesia.

Salimos de la iglesia y nos dirigimos donde había una venta de molas, collares, pulseras y artículos hechos a mano por los indígenas kunas que emigran de San Blas hacia Portobelo para vender sus productos.

Vimos en otro punto de venta un mono cariblanco que estaba amarrado con una cuerda; nos acercamos para tocarlo y nos tomamos algunas fotos con el tan fotogénico animalito.

La Bahía de Portobelo fue descubierta por Cristóbal Colón el 2 de noviembre de 1502, durante su cuarto viaje a América. Está rodeada de fortificaciones que, en la época de la colonia —siglos XVI, XVII y XVIII—, fueron utilizadas para defenderse de los cruentos ataques de los piratas. Esto se debía al auge que tuvo la región por el oro, la plata y las mercancías que la corona española traía desde América del Sur.

Caminamos hacia el Fuerte Batería de San Jerónimo, donde se refugiaron los españoles durante los ataques del pirata Henry Morgan en junio de 1668. En ese entonces, Portobelo albergaba grandes riquezas que resultaron tentadoras para Morgan, quien antes de atacar Panamá —capital de la Castilla de Oro—, asaltó por sorpresa esta ciudad. Con una tropa de 460 hombres, logró tomar Portobelo. Hoy en día, el fuerte es patrimonio cultural y es utilizado por los lugareños para jugar fútbol, entre otras actividades.

Logramos entrar en uno de los calabozos, comúnmente llamados mazmorras, ubicadas justo debajo del Fuerte Batería de San Jerónimo. Al regresar del viaje, investigué un poco más sobre el tema y encontré que en el Fuerte de San Lorenzo, en la desembocadura del río Chagres, también existen mazmorras o galerías subterráneas en las cuales estuvieron recluidos personajes importantes durante la colonización española.

No logré encontrar información sobre quién estuvo encarcelado en el calabozo que visitamos, pero nos pareció impresionante estar allí, en el mismo lugar donde personas vivieron calamidades y sufrieron condenas. Curiosamente, al revisar las fotografías, notamos que en una de ellas, en la pared del calabozo, se distinguía la forma de un rostro: parecía un colonizador renacentista o un pirata, con bigote incluido.

Caminamos por las calles del pueblo hasta llegar a otro fuerte: Santiago de la Gloria. En el camino nos encontramos con una perrita muy cariñosa que se tiró al piso tratando de llamar nuestra atención.

Según se cuenta, Francis Drake decía que este fuerte superaba en artillería al famoso Castillo de San Felipe. Santiago de la Gloria está ubicado en la entrada de Portobelo, y desde allí las baterías defensivas tenían una vista estratégica para dominar a los piratas que intentaban invadir el puerto.

Al llegar al fuerte, se puede caminar entre las ruinas y los cañones, y observar la garita donde, según la historia, Morgan degolló al centinela.

Portobelo representaba para España un centro con mejores condiciones que Nombre de Dios, que hasta entonces había sido utilizado como base de operaciones en el Caribe.

Fue hermoso compartir nuestra historia con un extranjero que vive en uno de los países más bellos del mundo, y que para él, Panamá es un precioso rincón de Centroamérica. Es significativo, considerando que muchas veces nosotros mismos, quienes tenemos el privilegio de ser llamados panameños, no sabemos apreciar lo que tenemos.