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Senderismo y Turismo Rural en Panama

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A pocos metros de la carretera, vía Colón, a unos 18 kilómetros de la ciudad de Panamá, está la Finca Agroforestal Las Conchas, un destino verde y cultural.

Finca Agroforestal Las Conchas tiene mucho que ofrecer, entre ellos su nombre que proviene de la gran cantidad de conchas, más bien fósiles, lo que nos indica que Panamá emergió del mar hace millones de años.

Hace 21 años(al 2020), los agricultores que trabajaban la tierra de forma clandestina en la comunidad de Chilibrillo, corregimiento de Chilibre, decidieron organizarse para sacarle un mejor provecho a la actividad y obtener mejores ingresos económicos.

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En mi experiencia puedo decir que aventurarse en auto no es lo mismo que aventurarse sin él. Andar a expensas del transporte público en Panamá, no es fácil y nada más el hecho de someterse a esto, puede convertirse o en una pesadilla o en una verdadera y muy divertida aventura.

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En la terminal tomamos el autobús de Chame sin ningún percance. Luego de poco menos de 20 kilómetros de recorrido, llegamos a Sorá, pueblo de personas amables rodeado de belleza exuberante de montaña, con un clima casi siempre fresco y delicioso. Muy cerca de esta comunidad se encuentra el complejo de casas de campo “Altos del María” al cual para acceder es necesario poseer permiso si no eres residente.

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Cuentan que el lugar fue llamado así por el cacique Soró (que significa viejo) jefe en la región en la época de descubrimiento y conquista, es el corregimiento más grande en cuanto a territorio del distrito de Chame y uno de los más bellos, con ríos pintorescos, encantadores saltos de agua y una magnifica vista de la ensenada de Punta Chame y su litoral, todo está a más de 600 metros de altura.

Pero cabe destacar que fuera de ese complejo de viviendas se encuentran bellezas increíbles y una de esas es el lugar del que hablaremos en esta reseña, Los Saltos de Filipina. Un sitio que en mi vida, nunca había visto ni escuchado siquiera, pero que por las fotografías y la belleza escénica que ya conocía de Sorá, fuimos a probar suerte en su búsqueda.

Llevábamos más de una hora esperando el transporte, pensamos que el problema sería porque era domingo, pero luego que el transporte llegó, nos dimos por enterado de que en la comunidad solo una familia presta el servicio, el cual tomamos y sin pérdida, luego de pocos minutos sobre una calle sin pavimento, llegamos a nuestro destino desde donde debíamos empezar a caminar por breves minutos.

La vista, grandiosa. Filipinas de Sorá nos recibió con salpiques verdes y azules, un lugar tranquilo, lleno de aves semilleras, y de fondo, como para matizar, el inconfundible cerro Chichibalí, que marca los límites entre los distritos de Chame y Capira.

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Descubrimos un salto de quizás de 7 u 8 metros, de un buen caudal, de poca profundidad, pequeño, casi se puede decir “personal”. De aguas frías y con el salto de agua, me di masaje natural en la espalda El agua denota que no hay contaminación, no hallamos restos de basura, lo cual nos lleva a pensar que cuidan muy bien este lugar al que aún se puede acceder de forma libre. Más tarde me enteré de que en este mismo salto, estuvo John Travolta haciendo wetrappel para una película que fue filmada en su mayoría en Panamá, de nombre “Basic”.

De ahí pasamos a la siguiente cascada luego de subir una loma imperceptible. Divisamos un salto de unos 15 metros de altura, muy hermoso y con un pilón de agua fresca y fría.

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Seguimos el camino y descubrimos otra cascada, ésta más pequeña pero igual de encantadora. Para nuestro asombro aún nos faltaban cascadas por recorrer. Son dos bifurcaciones y decidimos tomar el de la derecha, que tiene, nada más y nada menos, que en total, ocho cascadas. Dicen que si cuentas todas las cascadas, de ambos lados, da un total de veinticinco caídas de agua.

Estuvimos ahí hasta no muy tarde por el mismo inconveniente del transporte. Caminamos de vuelta y vimos el pickup pero se dirigía hacia montaña adentro, no hacia Sorá. Decidimos empezar a caminar un poco y más adelante nos encontramos con cazadores furtivos y muchos perros dispuestos a cazar.

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En nuestra caminata vimos la construcción de una próxima finca Melo en el área de Filipinas, luego de subir y bajar algunas lomas, nos topamos con una hermosa serpiente Pseustes poecilonotus de más de un metro, mejor conocida como «pajarera» que cruzaba apacible la carretera de piedras y aprovechamos para sacarle algunas fotos a ese divino ejemplar.

Spilotes pullatus

Más adelante escuchamos un auto, el mismo 4×4 que habíamos visto hace tiempo venir bajando de la montaña y aprovechamos para pedirle el “bote” hasta Sorá, que muy amablemente nos cedieron, siempre y cuando  pudieran ir guidando de las ventanas del auto pues dentro estaba repleto de gente, y así fue como llegamos a Sorá a buena hora y felices de la aventura del día.

De regreso nos bajamos en el Nanzal y aprovechamos para caminar hasta Los Cajones, otra maravilla natural del área, pero ya se hacía tarde y empezaba a llover, así que decidimos dejar esta aventura para luego.

Seguimos dándonos cuenta que nunca dejaremos de recorrer Panamá y sus senderos, sus rincones escondidos que guardan secretos y leyendas. Solo basta preguntar y siempre los lugareños te van a señalar con el dedo o con la boca algún lugar perfecto a visitar.

Anímense a tomar un bus en su tiempo libre, ni siquiera hay que gastar demasiado. No siempre la comodidad da la felicidad, a veces con solo mirar desde la cima de un cerro lo que dejamos atrás puede ser un momento perfecto, disfrutar de la soledad de una cascada y meditar, también lo puede ser.

Buscar maravillas, ¡perderse en el monte! Caminar despacio y apreciar lo bello que nos regala cada paraje natural de este país.

Más fotos

Aquel día no tenía ni la menor idea de lo que se me venía encima. Nos encontrarnos en la Terminal de Albrook a eso de las 6am y a las 6.30 ya estábamos ahí comprando algo para desayunar y abordar el primer bus de Gamboa que saliera.

Antes de eso quisimos ir a buscar algo de comer para llevar ya que prácticamente no cargamos nada, y como no queríamos perder el bus, ya que estos en fin de semana salen cada dos horas, al pasar por una esquina vimos un señor vendiendo empanadas y de eso nos abastecimos, y de agua.

Esperamos el bus de Gamboa por más de una hora, en una fila larguísima de gente que rogaba que un bus llegara. Finalmente el bus se llenó, y estuvimos llegando al Camino de Plantación a eso de las 8:30 am.

Escogimos entrar por Plantación y no por el lado de la carretera Forestal (donde está la verdadera entrada del Camino de Cruces), ya que en este último lugar es muy difícil tomar autobús además de que ese lado hay riesgo de asaltos.

Apenas entramos al Camino de Plantación vimos tres monos aulladores (Alouatta palliata) dándonos los buenos días. La entrada para nosotros fue 1$ por ser estudiantes. Para generales, la entrada es 3$ y extranjeros 5$.

El inicio de la caminata fue fresco, vimos muchas aves y algunos ñeques; hay bancas de cemento en el trayecto, al principio del sendero algunos árboles marcados con su nombre. Cuipo (Cavallinesia platanifolia), Barrigón (Pseudobombax septenatum), Nazareno (Peltogyne purpurea), Guayacán (Tabebuia guayacan), fueron los que más vimos.

Entre las aves que se dejaron ver en todo el recorrido estuvieron: el cuclillo faisán (Dromococcyx phasianellus), nuevo para mi!, escuchamos guacamayas (Ara chloropterus), el Trogón colipizarra (Trogon massena), Tucan pico iris (Ramphastos sulfuratus), Momótides (Momotus momota), Loros coroniamarillos (Amazona orchrocephala), un Plain Xenops (Xenops minutus); al principio del sendero vimos un Trepatroncos chocolate (Xiphorhynchus susurrans), varios Hormigueritos alipunteados (Microrhopias quixensis), Saltador Gorguianteado (Saltador maximus) a lo lejos; vi algo parecido a un Mielero verde. Y por supuesto que muchas tángaras, espigueros, semilleros, entre otras aves.

Bordeamos una quebrada hasta donde termina el Camino de Plantación, que son aproximadamente 5km hasta llegar a un herbazal alto de Paja canalera (Saccharum spontaneum) en donde el bosque desaparece por un rato e inicia nuevamente en la señalización del Camino de Cruces.

Descansamos un rato en donde esta la intersección que separa los dos caminos, comimos “algo” y al rato seguimos, no podíamos demorarnos demasiado en las paradas ya que teníamos exactamente las horas del día para hacer el recorrido ida y vuelta. Observamos un rato el mapa y avanzamos.

Al entrar en el Camino de Cruces, no había un sendero marcado, lo que había era un revoltijo de hojas por todos lados, puestos de cazadores, y un par de letreros que indicaban que íbamos bien.

Aquí el bosque cambia, se vuelve pesado, en momentos te rodea de manera rotunda, te invade la respiración con su olor a árboles putrefactos y ni decir de más adelante, que el bosque se cierra aún más, es una selva y deja de ser sendero para convertirse en paredes altas con solo un metro aproximadamente entre esas paredes para caminar, con el suelo repleto de hojas expenso a que te salga una serpiente en cualquier momento, los monos molestando y enfurecidos nos trataban de tirar sus excrementos y su orine.

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Vimos monos aulladores, cariblancos (Cebus capucinus) y escuchamos monos tití (Saguinus geoffroyi). Nos topamos en variadas ocasiones con ñeques (Dasyprocta punctata), gato solo (Nasua narica), chachalacas (Ortalis cinereiceps) y hasta me pareció ver una liebre de monte.

Había árboles de gran tamaño y con amplias raíces, tuvimos la dicha de ver el enigmático árbol de vela (Parmentiera cereifera), llamado así porque sus frutos asemejan a una vela de cera y el cual es difícil de encontrar.

La cantidad de insectos era infinita y estaban por todos lados, recostarse en el suelo significaba salir con quien sabe cuantos aguijones en el cuerpo, me mantuve en movimiento pues no quiero volver a saber de los tórsalos por un buen tiempo.

Llegó un momento en que me sentí agotada, la humedad estaba jugando con mis sentidos y con mi cuerpo, el sudor no se hizo esperar y estuvo presente en mi cuerpo en todo momento. Casi no nos detuvimos pues teníamos pensado llegar antes de las 1pm a Venta de Cruces.

La naturaleza allí se torna iracunda, por tanta flora y fauna, pero creo que en una próxima visita iré con más gente. Ya luego, y casi al final logré ver que algunos árboles estaban marcados con cinta naranja para ayudar.

Recuerdo que, siendo niña, escuché en las noticias que algunas personas se perdían en este sendero, incluso recuerdo que todo un grupo de estudiantes se perdió con un profesor de un colegio privado y estuvieron allí una noche entera.

Había pequeñas quebradas o agua empozada, pero nada como para darse un baño, o tomar.

Soy algo claustrofóbica, quizás por eso para mi fue asfixiante pasar por ciertas partes en las que las paredes aparecían; recordemos que el Parque Nacional Camino de Cruces fue en la antigüedad un camino de la época de dominación española, Camino Real, que unía los núcleos de población de Panamá y Nombre de Dios, en Colón.

Vamos con algo de historia: Hace mucho tiempo, por allá por el siglo XVI, año 1519, los españoles colonizadores terminaron de construir una ruta o camino que uniera el Mar Caribe con el Océano Pacífico. El camino era sumamente estrecho, hecho de piedras de diferentes tamaños, que aún se encuentran allí, enclavadas en la tierra, dando una firmeza que desafió el tiempo.

En esa época predominaba la esclavitud, los primeros en ser mano de obra fueron los indígenas nativos y luego de eso, los españoles introdujeron esclavos negros procedentes de distintos lugares de África, a quienes se les trataba peor que a las mulas, tanto así que empleaban cadenas para mantenerlos unidos durante las horas de trabajo en el Camino de Cruces, donde abundaban los latigazos por cualquier tipo de descuido que éstos tuvieran.

El Camino de Cruces era una vía tan normal como la carretera Interamericana de nuestros días, pero sumamente estrecho, en ese tiempo medía aproximadamente 1 metro y medio de ancho, con precipicios en partes y curvas peligrosas.

Era utilizado en las dos vías, de Chagres a la Ciudad de Panamá y viceversa. Desde el pueblo de Chagres, se viajaba río arriba en cayucos, remados por fuertes esclavos que poseían la fuerza viril para tales hazañas, no cualquier hombre podía hacerlo, los que lo hacían tenían tremenda contextura física y se dice que los indígenas muchas veces eran asesinados por no poder hacer tales funciones. Los africanos remaban luchando contra la corriente, bajaban en Venta de Cruces, con la mercancía encima y caminaban o utilizaban mulas, hasta la ciudad de Panamá, una distancia de 60 millas.

Tuvo una increíble época de prosperidad, al servir como paso para los tesoros provenientes de Sur América, especialmente del Perú y otros países, para llevarlos al Atlántico, y ser trasladados a galeones que se dirigían hacia España.

Mi profesora de historia me pasó un texto en el que un viajero de Massachussets describía “Exteriorizo el sentimiento unánime de los pasajeros, a quienes he oído expresarse y es, diciéndolo con temor a Dios y por el amor del hombre, a unos y a todos, que bajo ninguna circunstancia, vengan por esta ruta. No tengo que decir nada sobre las otras, pero no vengan por esta.” Ya se imaginaran cómo habrá sido el Camino de Cruces en su Época de Oro.

Y claro, los ladrones muy pronto se enteraron del tránsito de oro, plata y joyas preciosas procedentes de distintos lugares colonizados en América y que enviaban a España. Los maleantes se dedicaron a atacar a los viajeros, que trataban de llegar al lado Atlántico. Pero al decaer el poderío español, esta vía fue perdiendo su uso y prácticamente desapareció, por los avances del tiempo, el clima y el poder de la selva, que todo lo invadía.

Desde Las Cruces hacia Panamá, era un día de viaje, por medio de las mulas. Cada una de ellas se alquilaba a razón de $ 15 por día, sin incluir el equipaje. Por los continuos robos de oro y piedras preciosas, llevadas a cabo por los asaltantes, se constituyó una especie de milicia privada, bajo la dirección de un antiguo militar, llamado Ran Runnels, quien integró un cuerpo bien entrenado, que procedía a linchar a cualquier ladrón, sin mayores contemplaciones. Esta forma agresiva de lidiar con los malhechores, terminó con la ola de asaltos a los viajeros.

Imagínense la historia tan grande que tiene este lugar, incluyendo las batallas que allí tienen que haberse dado entre viajeros y malhechores y quien sabe cuantos habrán muerto.

Esas paredes fuertemente construidas aún están intactas, ni los bruscos cambios desde el siglo XVI hasta nuestros días han logrado derribarlas.

Y como todo acaba, cuando se inauguró el Ferrocarril de Panamá, el 28 de enero de 1855, vino el total abandono del Camino de Cruces, cuya memoria todavía está presente, por la gran importancia que tuvo en el desarrollo de Panamá, por más de tres siglos, recordando que el pirata Henry Morgan, empleó esta ruta para cruzar el Istmo y atacar a Panamá.

Al kilómetro diez me desesperaba, necesitaba algo dulce que me diera fuerzas, comida, más agua y debíamos guardar la poca agua que teníamos para tomar algo al llegar y al regresar.

Por lapsos parecía que iba a llover, y sentíamos que se acercaban los aulladores, la selva nos hablaba, las aves estaban por todos lados pero no se dejaban ver a pesar de que teníamos los sentidos agudizados y preparados para cualquier cosa.

Por otro lado estaban los letreros de la Policía Nacional que advertían las fases del camino, ya que ellos utilizan este camino para entrenar. Pudimos leer: “fase2: No van muy lejos los de adelante si los de atrás caminan bien”, “fase3: No se preocupen, algún día llegan” y finalmente “fase4: Los felicito, llegar es la misión”.

Pensé: “Vaya, parece que estamos haciendo un entrenamiento de la policía nacional.”

Finalmente vimos un letrero que indicaba que solo faltaban 1 kilómetro y medio y me sentí muy feliz pues eso indicaba que estábamos a punto de llegar a Venta de Cruces, a las orillas del Río Chagres, y en minutos, ¡llegamos!

Me tiré al piso y no tenía ganas de comer nada, solo agua. Trate de comerme una empanada pero por mi boca no pasó, estaba fría y mala. Luego de refrescarnos un rato,  movimos un tronco que estaba en la orilla y dejamos la mitad del tronco dentro del agua y la otra mitad fuera y encima de él nos trepamos y refrescamos un rato nuestros cuerpos cansados; no podíamos quedarnos mucho tiempo allí, primero porque en cualquier momento nos podía salir un caimán y segundo porque debíamos caminar 4 horas más para regresar hasta la carretera de Gamboa.

A la delantera veíamos el inmenso Río Chagres que parecía un mar bravío, así como el Hotel Gamboa Rainforest Resort.

El área de venta de Cruces es apta para acampar, claro con mucho cuidado pues me atrevo a decir que es un área en donde seguramente es fácil que pasen muchos animales, por su cercanía al río. Allí también vimos puestos de cazadores, lo que me indignó, pues esto demuestra que Anam no cuida bien este sendero tan importante para la biodiversidad de este parque nacional, que cuenta con más de 4590 hectáreas paralelas a las riveras del Canal de Panamá.

Algo que pudimos notar más que todo por nuestra hambre, fue que en el camino hay muy pocos árboles frutales, incluso quedamos en regresar a sembrar pues nos parece que los árboles frutales en senderos transcurridos son de suma importancia para el visitante.

El valor de este parque es muy amplio ya que es especial es muchos sentidos: históricamente, geográficamente, ambientalmente y sin embargo es uno de los parques nacionales del que menos estudios y conocimientos se tiene a pesar de haber sido declarado zona protegida en 1980, mediante el Decreto Ejecutivo N°13 del 27 de mayo, o sea hace mucho tiempo.

Cabe destacar que la dificultad del sendero es baja, no hay grandes pendientes ni muchas lomas, lo que puede molestar al excursionista es la distancia y la humedad que lo lleva a uno a perder mucho líquido, por lo que es importante llevar reservas y buenas botas para senderos.

Al caminar de vuelta me sentía más relajada, ya sabía lo que iba a caminar, la distancia, el clima, los peligros, sinceramente saberlo me hace sentir más segura. Decidimos acelerar el paso y tratar de caminar de regreso en 3 horas y media pero fue imposible, a mi me hacía falta comida y agua, con decirles que llegué a tomar agua recogida en las hojas de la lluvia que hacía poco había caído en ciertas partes.

Íbamos en maratón contra todo, desafiando al tiempo tratando de llegar antes de las 6pm a la carretera de Gamboa para poder llegar a nuestras casas, pero en ciertas partes tuvimos que parar a descansar y comernos las empanadas malas, que aunque estaban malas, al fin de todo eran comida.

Al pasar por las quebradas que antes mencioné, me detuve a lavarme la cara y los brazos llenos de picadas de bichos extraños. Los monos cariblancos llegaron nuevamente, esta vez más enfurecidos que antes, hacían sonidos extraños como de un perro cuando está peleando.

Cuando llegamos a la intersección del Camino de Cruces con Sendero de Plantación nos alegramos pues ahora solo faltaban 5 kilómetros más, ya habíamos recorrido 5km. Esto daba un total de casi 25 kilómetros en el día por la selva tropical Húmeda del Parque Nacional Soberanía.

El recorrido por Camino de Plantación hasta la carretera de Gamboa para mi fue efímero, mi única meta era llegar antes de que anocheciera y así fue. Salimos del sendero a las 5.30pm cansados pero felices por tremenda hazaña.

De todos los parques nacionales de Panamá que he recorrido, éste fue en el que vi más animales y eso lo ubica en un lugar muy importante ya que está muy cerca de la ciudad de Panamá, a solo media hora o 45 minutos del centro de la ciudad.

La diversidad de plantas es fenomenal, es un paraíso para cualquier botánico o persona amante de las plantas, así como para aquellas personas interesadas en conocer de cerca lo que han leído en los libros de historia de la República, esa época de colonización que es de suma importancia para nuestra cultura.

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Más fotos

Les recomiendo enormemente formar parte alguna vez de una excursión a través del Camino de Cruces, que incluya un bote de vuelta a Gamboa luego de llegar a Venta de Cruces de modo tal que puedan disfrutar del sendero en su totalidad, prestando atención a cada cosa que en la selva se pueden encontrar.

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El cerro la India dormida tiene un aproximado de 860 a 900 m.s.n.m.

Iniciamos en ascenso por el sendero de la Piedra Pintada, al llegar a éste lugar se nos abalanzaron diferentes niños del lugar que ofrecían cuidar el carro o hacer de guías hasta la cúspide del cerro. Optamos por irnosm con un niño de nombre Dorindo de unos 10 años de edad que llevaba unos sacos llenos de mangos. Ofrecí mi ayuda para cargar los sacos pero al llegar a la piedra ya estaba cansada, podí­a pesar unas 25 libras. Nos turnamos Alain y yo para ayudar al niño hasta que el vió un familiar y se lo entregó.

Caminamos en medio del paisaje boscoso, pasamos por las laderas de varios chorros como Los Escondidos, el de Los Enamorados y el Salto del Sapo.

Dorindo iba delante de nosotros saltando sobre las piedras, agarrando algunas y tirándolas en los chorros, trepándose en los árboles; llevaba jeans, una gorra y zapatos escolares. Algunas partes estaban resbalosas e hicieron que casi cayéramos.

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Llegamos a La Piedra del Sapo. Una señora vení­a bajando con los zapatos en la mano, su bolso en otra, vestida para trabajar. Dorindo en vez de seguir recto, tomo una trillo a mano izquierda y nos dijo que apenas estábamos en la mitad del camino; le pedimos disculpas por no poder ir a su ritmo y fue entonces cuando empezó a contarnos que él vive detrás del cerro y que camina este sendero todos los días para ir al colegio y regresar a su casa, así como la señora que vení­a bajando, camina todos los días desde detrás de la montaña hasta llegar al pueblo a trabajar.

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Subimos una loma de tierra muy empinada y ya faltaba poco, 5 minutos más y ya estábamos en medio de piedras sueltas y al frente del cráter del volcán extinto del Valle de Antón. Una hermosa y gratificante vista. Dorindo nos dijo que allá aparecían los duendes en el atardecer y que no debíamos demorarnos mucho en la cima.

Estuvimos disfrutando del sol, tomando algunas fotos, almorzando algún trozo de dulce y conversando, me atreví a preguntarle a Dorindo la peligrosidad de los otros cerros y me dijo que «el Cerro Gaital tiene leyenda de ser muy peligroso y que es el culpable de muchas mordidas de serpientes.»

Nos contó la historia de la India Dormida de la cual hay varias versiones: «Una india de nombre Piria, hija del cacique, esposa del Sol y protectora del astro y la llama de la vida, de la que estaba enamorado el guerrero Montevil, el cual le pide que sean amantes a lo que ella le dice que es la esposa del Sol y que su cuerpo y alma le pertenecí­an al astro y si él se acercaba se mataría. Al estar enamorado, el guerrero no comía, ni dormí­a pensando cómo acercarse a la joven, se le ocurrió la idea de ser cacique para tener el poder dentro de la tribu y lograr conseguir el amor de Piria. El padre de la joven estaba muy viejo y la tribu escogió a Montevil como su nuevo cacique. Éste para ganarse el amor de Piria realizó grandes donaciones al templo. Como la india continuaba rechazándole, Montevil mandó cortar la cabeza de su padre. Una mañana mientras ella lloraba la muerte de su padre, el indio Montevil se le acercó con intensiones de violarla. Ella perturbada corrió y cayó cansada a  la orilla de un acantilado. Cuando él se acercó vio como los rayos solares iluminaban el cuerpo de la india hasta convertirla en piedra, transformándola en un grupo de montañas. Al ver esto, el indio se desmayó, escuchándose un ruido como el que hace el agua cuando corre. El sol lo convirtió en ruido de agua fluyendo para que continúe sufriendo por el amor que nunca logró conseguir, por haber querido ser dueño de una de sus esposas.»

Existen otras versiones e incluso una novela, ya que esta montaña ha sido la inspiración de poetas y escritores.

Alguna otra historia cuenta que «Una bella doncella indí­gena hija del cacique Urracá, llamada Flor del Aire, se enamoró de un soldado español, de los que conquistaron la región. Su enamorado indígena, un fuerte y agresivo guerrero llamado Yaravá­, al ver que ella no le correspondía por culpa del español, se suicidó frente a ella y su pueblo. Entonces ella decide olvidar a su enamorado español para no traicionar a su gente y se dedica a vagar por los alrededores llorando su amargo destino, y así­ muere, mirando el cielo en la cima de las montañas e inmortalizando su sentimiento. Queda la silueta grabada como gran símbolo de su verdadero amor.»


En otra ocasión decidimos subir la India Dormida por los pies, es decir por el final y bajar por la cabellera, es decir los chorros y la Piedra Pintada.

Caminamos desde La Cruz, que está cerca de Altos de la Estancia, a simple vista resultaba un sendero no marcado y muy empinado, con una dificultad alta a causa de los precipicios con los que nos encontramos casi de inmediato, pero al aligerar el paso pudimos constatar que más adelante el camino estaba homogéneo y permití­a seguir sin más problemas.

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Nos encontramos en las pantorrillas del cerro y ya estuvimos disfrutando de magní­ficas vistas del cráter del Valle de Antón. Bajo un sol trepidante seguimos el camino y luego de casi una hora, nos encontramos en la cintura u ombligo de la India Flor de Aire.

Evelin se nos unió esta vez, casi acabadita de llegar del Norte y para ella fue un toque difícil regresar al hiking, pero la emoción, combinados con los lazos fuertes de amistad y el regalo tan grande que la Naturaleza nos entregaba, la hizo llegar sin problemas al final de la jornada.

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Evelin y Rey subiendo por las piernas de La India.

En el camino nos topamos con unos chicos que habían subido por los lados de la comunidad del Hato es decir por «la cintura» de la India.

Nos desviamos un poco del camino y pasamos muy cerca de una cruz de madera en lo alto del cerro, en una parte que da con las comunidades que están detrás de la India Dormida. Luego de eso vino una bajada muy empinada que bajamos con todas las medidas de seguridad en mente y buscando la forma más adecuada, decidimos hacerlo por la parte derecha con mucho cuidado, luego escalamos y llegamos a la garganta de la India.

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Cerca de la Cruz de la comunidad trasera al cerro.

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Mariel por las pantorrillas de La India Dormida.

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Cráter casi completo del Valle de Antón.

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Cascada Los Enamorados.

Divisamos la cabeza y en minutos estábamos ahí­. Nos tomó 3 horas hacer el recorrido desde Altos de la Estancia hasta el Chorro los Enamorados de la Piedra Pintada, en donde terminamos dándonos un delicioso baño mientras los rayos del Sol caían, como acto de magia o regalo de Madre Natura.

El Cerro La India Dormida es uno de esos en los que no solo disfrutas el final, si no su recorrido, lleno de mitos, en donde no sabes si en cualquier momento te puede aparecer un duende o un elfo, y quien sabe si hasta el indio que cuida el tesoro de la Piedra Pintada, sus chorros están estratégicamente dispuestos a lo largo del camino, en un recorrido que puedes escoger: tres opciones para subir o bajar, el tiempo que quieres demorar y la vista que quieres disfrutar.

Tiempo:

  • Por La Piedra Pintada, en buenas condiciones fí­sicas, puede tomarte una hora y media hacer el ascenso, casi lo mismo de bajada.
  • Por La Cruz de Alto de La Estancia, toma de tres horas a tres horas y media dependiendo de tus condiciones físicas; deberás tener especial cuidado en los precipicios, importante llevar zapatillas adecuadas, nada de «converse» ni «crocs».

Una excelente actitud, llevar gorra y tener muchísimo cuidado si empieza a llover, en ese caso, No suba por favor.

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