Ascenso al Monumento Natural Cerro Gaital, Valle de Antón, Coclé

Una de las cosas que más me llaman la atención al ver las montañas es la neblina que se forma en la cima, me encanta, ver esto crea en mi­ unas ganas irracionales de llegar y tocarla, de explorar, de enterarme por mi misma qué es lo que hay allá arriba.

Pajita, Gaital y Caracoral visto desde cerro India Dormida

El Cerro Gaital es uno de esos que llaman grandemente la atención. Cuando se llega al Valle de Antón, es posible verlo desde casi cualquier punto. Forma parte de las “Tres Marías” pues se encuentra en medio de Cerro Pajita y Cerro Caracol. El Gaital es el más grande de los tres e incluso es el más alto del Valle de Antón ya que tiene 1185 metros sobre el nivel del mar y 335 hectáreas.

Hace algún tiempo intenté subir por un trillo que se encuentra por delante del cerro, por el Primer Ciclo de El Valle, nunca lo encontré y quedó pendiente la visita. Fue hasta hace poco que con unos amigos y ganas de todo, llegamos a la cima del Gaital.

Para empezar hay que llegar hasta el Valle de Antón y luego desplazarse hasta la comunidad de La Mesa, para eso es posible hacerlo en carro 4×4 o tomando un taxi doble cabina, aunque también hay buses de La Mesa que te dejan cerca.

Primer ascenso al Gaital: Will, Gaby, Mariel, Karla y Lissy. Año 2010

El camino empieza en la caseta de ANAM en donde generalmente se paga 2 dólares por la entrada (2010), puesto que esta área es un Monumento Natural, pero al parecer en los días de semana no hay nadie en la caseta.

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Salto el Bejucal o Chorro de los Aizpruas y Río San Juan en Calobre, Veraguas

Luego de una visita a Santa Fe de Veraguas, tomamos la calle que conduce hacia Calobre, luego de salir de la iglesia de San Francisco de la Montaña.

El nombre Calobre se originó ya que así­ se llamaba un cacique del área. Este distrito está formado por doce corregimientos: Calobre, Barnizal, Chitra, El Cocla, El Potrero, La Laguna, La Raya de Calobre, La Tetilla, La Yeguada, Las Guías, Mojarás y San José.

En Calobre una de las principales actividades es la cosecha de la sandía, que en gran parte es exportada al extranjero, y es la mejor de Panamá gracias a la tierra algo árida de este distrito.

Justo en la carretera mucho antes de llegar a Calobre vimos un anuncio con imágenes indicaba qué lugares turísticos podíamos encontrar en este bello distrito: El Salto Bejucal, el Río San Juan, la laguna la Yeguada, los Sandiales y Los Pozos Termales de Calobre, tratamos de encontrar los que pudiéramos, nos interesamos sobre todo en encontrar los pozos de Calobre, pero al parecer estos son de difícil acceso.

Justo debajo de un puente estaba el Salto el Bejucal en el corregimiento de Tetilla. Es un imponente chorro de agua que iracundo rompía con fuerza con su caudal de invierno que hacía que el agua se tornara turbia, nadie estaba bañándose en él y no quisimos tomar el riesgo. Está rodeado de mucha vegetación y el lugar es muy bonito a pesar de estar justo debajo del puente.

Pocas personas conocen el salto ya que por su ubicación estratégica es muy difícil darse cuenta que se encuentra semejante maravilla. Tampoco hay ninguna señalización, recomiendo preguntar en la carretera luego de 30 minutos de haber salido de San Francisco de la Montaña.

Río San Juan

Al salir del Salto, seguimos en la carretera hasta ver el Rí­o San Juan, al que vislumbramos sólo desde un puente y el tiempo no nos dio para bajar.

Se apreciaban extrañas formaciones rocosas, quizás causadas por la erosión del tiempo y definitivamente una acción volcánica antigua. El Río San Juan forma parte importante de Calobre ya que sus aguas son desviadas hacia la quebrada las Lajas, que a su vez es el único afluente de la Laguna La Yeguada, para aumentar el volumen de agua utilizable hacia la generación de energía eléctrica.

Para llegar a Calobre se puede ir por dos rutas: desde Santiago, pasando por San Francisco de la Montaña y luego desviándose hacia Calobre, esto te toma un tiempo de 45 minutos. Si vienes por la carretera Interamericana puedes tomar la ví­a que conduce hacia el Jaguito en el Roble y esto te toma un tiempo de 1 hora y 20 minutos hasta llegar a Calobre. Desde la ciudad de Panamá es aproximadamente 3 horas y 15 minutos. Y como decía en la valla de carretera “Calobre es un paraíso por conocer”.

Caminando por el Cacao de Capira, Panamá

Tengo una tía que es maestra y hace mucho tiempo le tocó trabajar en áreas de difícil acceso, Cacao era uno de los poblados más cercanos a la civilización pues se encontraba cercano a Capira, a unas 3 horas y media en caballo para salir a la carretera Interamericana. Ella trabajaba en Bajo Bonito, mucho más lejos que Cacao, en donde aún hoy es difícil llegar.

Ahora ir a Cacao toma un tiempo de aproximadamente una hora y quince minutos desde el distrito de Chorrera, da lo mismo en auto o en bus de ruta.

En Cacao, el río del mismo nombre ondea las veredas del lugar, en donde te metas lo verás, cada casa tiene de patio el río.

En este caso fui con mi prima Deylis, hija de mi tía que trabajó por estos lugares hace más de 24 años y nunca dejó de visitarlos por sus encantos.

En Cacao podemos encontrar una escuela, kioscos, un centro de salud, un terreno para las ferias que se hacen en enero, algunos toldos típicos o “jardines”, iglesias, etc.

Cabe destacar que este corregimiento fue regido por Victoriano Lorenzo en 1889, quien fuera líder indigenista, prócer y mártir de nuestra patria, ya que fue en Cacao donde residió por mucho tiempo con su familia.

Seguimos el dicho de “mientras más río arriba mejor” y caminamos por espacio de media hora hasta cuando llegamos a un puente sobre el río y debajo de él nos metimos al agua, estaba deliciosa. No es exactamente un río en donde vas a poder nadar y nadar con riesgos de que alguien se pueda ahogar, a lo largo del mismo solo hay un lugar en donde se puede nadar a grandes brazadas, le llaman “el Hervidero”, una masa de agua que pasa por unas formaciones rocosas parecidas a cangilones y que luego cae con fuerza a la gran olla de agua en donde generalmente la gente del lugar acostumbra hacer clavados y piruetas.

Cuando estábamos en el río vimos mucha gente pasar por un camino, incluso un señor se acercó para preguntarnos si iba por el trillo correcto, así que con las ansias de conocer, al salir del río empezamos a caminar a ver qué encontrábamos y fue espectacular.

Pasamos sobre el río muchas veces pues así el camino lo exigía, estábamos justo debajo de un cerro sin nombre, preguntamos a la gente que pasaba y nos decían que allá no había nada, ¿NADA? Si esto es precioso…

Mucha vegetación, hermosas vistas fue lo que encontramos, algunos bichos y encantadoras flores silvestres. También vimos una tremenda cantidad de oropéndolas que hacían alarde de su canto y hasta un martín pescador. Cuando ya se hacía un poco tarde decidimos regresar y caminamos aproximadamente hora y media hasta llegar a el kiosco “el Mango”, allí mismo aprovechamos para tomarnos un refresco y devolvernos a la ciudad.

El clima en el lugar es cálido con mucha brisa en el verano y fuertes corrientes de agua en los ríos sobre el invierno. A pesar de que es un poblado que se encuentra luego de pasar algunas pendientes, no tiene una altura elevada.

Cada pueblo tiene su encanto y en el distrito de Capira aún podemos encontrar muchos lugares inexplorados y encantadores para pasarla bien en familia a la orilla de un refrescante río en donde la brisa siempre acaricia nuestras almas.

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Parque Nacional Coiba, Veraguas (le dimos la vuelta a la isla).

Realmente no se por donde iniciar. Para poder ir a Coiba tuve suficientes inconvenientes, tantos que a última hora no sabía a quien llevar de acompañante a la isla, debía elegir, y entre tantas personas deseosas de conocer este paraíso, definitivamente elegí el adecuado, mi compañero de curso Samuelito, quien festivamente me acompañó sin saber lo que nos deparaba este viaje.

Al salir de la ciudad de Panamá, ese jueves, a las 11:30pm tomamos rumbo por el Puente de las Américas en donde nos encontramos con un tráfico sin justificación, de la ciudad de Panamá a Arraiján nos demoramos más de una hora que nos sirvió para empezar a interactuar con compañeros de la excursión. Al llegar al Súper Extra de Arraiján tuvimos otro inconveniente, el bus en el que viajábamos tuvo un fallo mecánico y finalmente, nos encaminamos hacia el interior a eso de las 3:30 de la madrugada.

Nos abastecimos de lo posible en el Súper 99 de Santiago, ya que sabíamos que en Coiba no existen tiendas ni mucho menos supermercados. A eso de las 7:30am tomamos calle hacia Soná, de ahí hacia Santa Catalina y nos desviamos en dirección a Playa Banco, que forma parte de la franja de amortiguamiento del Parque Nacional Coiba.

La isla de Coiba se encuentra en las coordenadas 07°25′58.8″N81°45′57.6″O, situado en los distritos de Montijo y Soná en la provincia de Veraguas, Océano Pacífico. Es un Parque Nacional que fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1980. Su superficie es de 270,125 hectáreas de las que 216,543 son marinas.

Creado por Decreto Ejecutivo en el año 1991, el Parque Nacional Coiba está constituido por varias islas de las cuales la más grande es Coiba, que con 50,314 hectáreas es la isla más grande del Pacífico Centroamericano. También está Jicarón (2,002 ha), Jicarita (125 ha), Canal de Afuera (240 ha), Afuerita (27 ha), Pájaros (45 ha), Uva (257 ha), Brincanco (330 ha), Coibita (242 ha) y otras muchas más forman las 53, 582 hectáreas de territorios insulares.

Salimos de Playa Banco a eso de las 10:15am y luego de dos horas en lancha, viendo la isla a lo lejos, de pronto se acercaron cuatro delfines a saludar y se metieron al agua para no dejarse ver más. Luego de esa emocionante escena, llegamos a la estación de Anam llamada “la 12”, al medio día.

Desde que tengo conocimiento de Coiba, siempre supe que era sublime, pero nunca imaginé que me podía quedar con la bocota abierta; mi primera impresión fue: salvaje, demasiado salvaje, y eso que apenas estábamos conociendo el área menos verde del parque. Es un parque físicamente virgen pues paradójicamente la conservación de este archipiélago se debe básicamente a que desde el año 1919 hasta 2004 isla Coiba fue utilizada como una colonia penal por el gobierno panameño.

Después de un movimiento ambientalista que envolvió a muchas personas y distintos gremios, se logra el estatus legal para esta área, mediante la ley No.44 del 26 de julio de 2004 que “Crea el Parque Nacional Coiba”, la cual regula el funcionamiento de esta área protegida, donde se establece entre otras cosas a esta zona como Patrimonio Nacional.

El agua en la playa de la estación era turquesa con tonalidades azules y amarillas, el fondo de arena blanca sin corales ni algas, una delicia que de no haber sido porque tenía que bajar maletas, me hubiera zambullido antes de desembarcar.

Al llegar a la isla fuimos directo a apuntarnos a la lista de visitas de la Anam, ellos procedieron a ubicarnos en nuestras habitaciones, muy cómodas, con aire acondicionado, agua limpia para bañarse, sábanas limpias y almohadas. En la estación también hay un campo llano para quienes desean acampar y de igual forma es muy cómodo e incluso hay regaderas para quienes deseen.

Recorrimos los alrededores, fuimos al área de “Tito”, el cocodrilo, pero el mismo no se encontraba ya que la marea estaba seca. Entramos al centro de exhibición de Mar Viva, observamos restos de una ballena y al tomarme fotos con ella a insistencia de mi compañero, casi me cae uno encima lo que me costó el primer recordatorio de la isla, una raspada en la rodilla.

Comimos algo y fuimos a dar el primer tour que sería hacia Isla Granito de Oro. No conté exactamente el tiempo para llegar desde “la 12” hasta allá pero calculo que fue menos de media hora en lancha. Esto sí que fue impresionante, pasamos al lado de muchos islotes, algunos repletos de árboles gigantes, otros con un solo árbol, el mar azul oscuro y profundo, tratamos de ver algún delfín pero no tuvimos suerte, logramos ver muchos peces voladores que increíblemente parecían colibríes volando sobre el mar.

Ya había visto muchas veces en fotos la isla Granito de Oro y la reconocí al instante. Es realmente impresionante, el agua en ella era celeste tornasol, destellaban colores inimaginables, la arena blanca y tan menuda. Tiramos todo y fuimos corriendo a tomarnos fotos donde pudiéramos y acelerados también nos quitamos la ropa y nos metimos al mar. Dejamos las cosas lejos del agua, pero en la arena.

Luego de media hora de snorkel, en donde pude ver peces loro, peces globo que me perseguían como perros y algunos otros peces casi transparentes, decidí salir para tomar fotos desde afuera a la gente que se encontraba en la playa, vaya sorpresa me llevé al darme por enterado de que la marea en esa media hora había subido tan rápido, que logró mojarme la cámara y otros implementos, por suerte había llevado otra de repuesto.

Pero ni eso pudo con la alegría de estar en este paraíso. Juan Pablo, nuestro guía nos había advertido de no hacer snorkel en cierta parte ya que era posible encontrarnos con tiburones y en ese lado la corriente de agua es muy fuerte.

Los mares de Coiba son conocidos tradicionalmente por su abundante pesca ya que albergan especies como el tiburón ballena (Rhincodon typus), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), la manta raya (Manta birostris), el dorado (Coriphaena hippurus) y el atún de aleta amarilla (Thunnus albacahes). También es el hábitat de cuatro especies de cetáceos: la enorme ballena jorobada o yubarta (Megaptera novaeangliae), la orca (Orcinus orca), el delfín moteado tropical (Stenella attenuata) y el delfín mular (Tursiops truncatus). En las aguas del parque y zonas contiguas se ha observado la presencia ocasional de 19 especies adicionales de cetáceos que se encuentran en el Pacífico panameño. Algunos cetáceos son posibles ver sobre todo en los meses de Agosto – Noviembre.

Nos atrevimos a llegar hasta una roca y logramos ver peces hermosos de diversos colores y formas. Salimos el agua un rato a bañarnos de sol, me dormí un rato pues estaba cansada del ajetreo del viaje y al despertar el agua nuevamente llegaba a mis pies, los cangrejos me rodeaban por doquier y mi compañero no estaba por ningún lado. De alarmada me fui a meter al agua a buscar a mi compañero y no lo veía, por un momento me asusté, pensé graciosamente que se lo había comido un tiburón o que simplemente había ido a caminar, por suerte lo encontré tirado sobre la arena roncando del otro lado de la playa.

Nos fuimos de Isla Granito de Oro 🙁 pero rumbo a Isla Coibita o Ranchería. Esta isla era mucho más grande que Granito de Oro, con palmeras inmensas en sus bordes, mar invitante de una manera increíble pero no pudimos bajar del bote, Juan Pablo logró leer un cartel que decía: “Propiedad de fundación Pacific Wild Life Refuge, se prohíbe el ingreso a esta propiedad a los directivos, trabajadores o empleados de Smithsonian Tropical Research Institute, Se prohíbe la remoción de este letrero”. Y al parecer estaba prohibida la entrada no solo para el Smithsonian, así que se prefirió no bajar.

Llegamos nuevamente a las cabañas de Anam, me fui a dar un baño y comer algo leve mientras esperaba la cena. Salía de la ducha cuando me empezaron a llamar, era que Tito, el famoso cocodrilo acababa de llegar.

Fui corriendo con la cámara a apreciar a tan hermoso bicho y ya estaba Tito casi en la orilla, la gente de Anam lo llamaba y él, un poco sumiso lo pensaba. Algunas de las personas tenían miedo, y era obvio pues Tito mide más de dos metros de longitud y tiene tremendas fauces. Un joven de Anam lo llamó y Tito se acercó; luego buscaron un pescado y Tito salió a la orilla, se lo tiraron y el lagarto orondo lo tragó de un solo tajo como sólo él sabe hacer. Me quedé buen rato admirándolo de cerca, luego llego mucha gente y me fui a recostar un rato. Luego de una hora en mi habitación salí de nuevo y aún Tito estaba inmóvil en el mismo sitio.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano, tomamos nuestro desayuno y nos subimos al bote, ya sabíamos que el día iba a ser exhaustivo pues le daríamos la vuelta completa a la isla sin saber cuánto tiempo nos tomaría pues esto dependía del mar y las peripecias del botero, el cual demostró ser un experto.

Pasamos bordeando la isla que demostró lo salvaje, bárbara y perfecta que es, todo es verde en Coiba, eran las siete de la mañana y los cerros se veían a lo lejos repletos de neblina pesada, el mar retumbaba contra la costa a lo lejos, estaba un poco bravío y en el bote todos en silencio observando tanta belleza. Se dice que más del 80% de la Isla está cubierta por vegetación original, posee manglares y cativales de significativa magnitud.

En la isla de Coiba las colinas costeras con elevaciones inferiores a los cien metros predominan en el norte y sudeste de la isla, mientras que en el resto las colinas de poca elevación que apenas superan los 200 metros sobre el nivel del mar constituyen el paisaje dominante. Únicamente en el sector central hay una cadena de colinas donde se encuentran los puntos más altos: el cerro de la Torre con 416 msnm y el cerro de San Juan con 406 msnm.

Pasamos al lado de algunos islotes, yo estaba sentada en la proa del bote justo con otra pasajera, empezamos a asustarnos cuando el bote empezó a saltar de manera brusca, el botero nos mandó a bajar y obedecimos. Me senté encima de un cooler en medio del bote pues ya no quedaban puestos, me puse los audífonos escuchando Explotions in the Sky extasiada de tanta belleza, pero de pronto el bote empezó a saltar más fuerte, ya ni la cámara podía estabilizar, me reía al principio pero luego de diez minutos en lo mismo mi rostro y el de los demás empezó a cambiar, ya no era normal.

El botero estaba muy serio, así como nuestro guía, habían señoras en el bote que estaban muy asustadas, yo no sabía de donde agarrarme, me halaban por el salvavidas, el bote seguía saltando y nosotros pensando que saldríamos volando de él. Nuestros cuerpos estaban más en el aire que en el asiento, fue una experiencia demasiado extrema. Las costas que rodean Coiba tienen fama de estar llenas de tiburones y animales marinos salvajes. Luego de esto supimos que esa área de la isla es muy peligrosa pues allí el mar es muy fuerte. Mientras estábamos en esto, se veían unas formaciones rocosas sacadas del mundo de las hadas, vi un puente natural que era interceptado por el mar, era un paisaje inimaginable, algo fuera de este mundo.

Pasada la tormenta vino la calma, el mar se aquietó y fue entonces cuando fuimos nuevamente visitados por delfines, eran muchos, salían de todas partes, el señor del bote apagó el motor y cada vez los delfines se acercaban más, pasaron justo al lado haciendo gracias y seguidos desde el cielo por muchas aves, se alejaron hacia un cardumen de peces.

Ciertamente no recuerdo cuanto tiempo llevábamos en el mar, vimos a lo lejos la isla Jicarón que se encuentra al sur de Coiba y mucho más adelante divisamos el hermoso islote Barco Quebrado, que me engañó buen rato pues al verlo de lejos supuse que era algún crucero, tiene el nombre bien puesto, dicen que en esta área se pueden ver bandadas de guacamayas rojas (Ara macao).

Barco Quebrado

Luego de algún tiempo más en bote, llegamos hasta una playa de la Bahía Damas cercana a manglares, los primeros en bajar del vote quedaron con los pies llenos de lama y golpeados por las piedras. En la Bahía Damas se localiza un arrecife de coral con más de 135 hectáreas de extensión, el segundo más grande del Pacífico tropical americano.

Salimos de la playa caminando hacia los manglares, vimos algunos riachuelos que caían desde el follaje en lo alto y llegamos a la entrada del sendero los Pozos.

En Coiba se han censado 1,450 especies de plantas vasculares con la presencia de abundantes ejemplares de Ceiba (Ceiba pentandra), Panamá (Sterculia apetala), Espavé (Anacardium excelsum), Tangará (Carapa guianensis) y Cedro Espino (Bombacopsis gyinatum).

A los Pozos Termales llegamos caminando media hora desde la entrada, en el sendero pudimos ver muchas huellas de ñeque y venado corzo, más adelante uno de los compañeros del viaje, Abel, agarró una serpiente como si fuera de su familia, luego de acariciarla me la pasó; era una bejuquilla gris, la dejé ir y seguimos caminando hasta llegar a los pozos. Vimos también un gavilán caminero en un árbol.

Juan Pablo, nuestro guía nos contó que estos tres pozos fueron en el tiempo de la dictadura utilizados exclusivamente por Manuel Antonio Noriega. Nos llevamos una sorpresa al darnos cuenta de que el pozo que normalmente es usado por los visitantes estaba vacío, es el que tiene el agua a menor temperatura comparando con los otros pozos, así que no quedó más remedio que probar los otros. El segundo pozo tiene el agua caliente pero perfecta para relajarse, el tercer y último pozo es realmente caliente, puedo decir que parece agua acabada de hervir.

El primero en meterse al segundo pozo fue mi compañero seguido por Glenda y luego mi persona, el agua estaba deliciosa, y aunque el fondo estaba lleno de limo, fue espléndido bañarse allí, al salir me sentí mucho más fresca, eso sí con mucha sed y no quería gastar toda el agua que había llevado, aún nos faltaba mucho por recorrer.

De pronto escuchamos un cantar de aves en el cielo y al subir la vista pudimos ver unas guacamayas rojas que pasaban, lastimosamente estaba lejos de mi cámara. Coiba es el único sitio de Panamá en el que hoy se pueden observar bandadas en libertad de los amenazados guacamayos rojos, casi extintos en el territorio continental.

Conseguimos una navaja y mi compañero procedió a montarse a una palma de la que bajó todas las pipas que en la palma había. Todos quedamos hidratados ya que las pipas estaban cargadas en agua, es muy bueno tener un amigo que sepa subir palmas…

Caminando de regreso por el sendero vimos algunos colibríes y muchos semilleros cejiamarillos que fueron identificados de inmediato por Juan Pablo y Abel. La cantidad de cangrejos en la playa era inmensa, ya el botero nos esperaba para ir hacia el antiguo penal de Coiba.

Supe que desde el año 1993 y con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación, AECI, se halla una estación biológica en el parque que hasta la fecha ha censado 36 especies de mamíferos, 147 de aves y 39 especies de anfibios y reptiles, con un alto grado de endemismo como por ejemplo el ñeque de Coiba (Dasyprocta coibae) y el mono aullador de Coiba (Alouatta palliata coibensis) entre los mamíferos, y el colaespina de Coiba (Cranioleuca dissita) entre las aves.

Luego de media hora de mar, estábamos allí en el lado de la antigua Penitenciaría de Coiba, cerca de Punta Damas, que cumplió con ese propósito desde el año 1919 hasta el 2004, que fue bautizada como “Colonia Penal de Coiba” por el Dr. Belisario Porras.

Cuesta mucho escribir esta parte. Al llegar tenía los pelos de punta, hace muchísimo tiempo que quería conocer este lugar. Bajamos en lo que era un antiguo muelle del que solo quedan las añejas pilastras y caminamos hacia unos ranchos a digerir algo para empezar el recorrido.

De pronto sentí alguien detrás de mi y al mirar eran tres perros que me velaban la comida, les di algo y tire la frase al aire preguntándole a los perros a quien le pertenecían, me contestó una voz humana, un cabo de la policía nacional que muy amable respondió que esos eran algunos de los perros que utilizaban los reos cuando aún estaban en Coiba para ir de cacería. Son perros muy cariñosos y se nota que han tenido una vida agotadora.

El cabo dijo que empezaríamos con el recorrido cuando quisiéramos, fue él mismo quien nos explicó cada esquina del penal y respondió una a una mis preguntas curiosas.

Luego de pasar por un puente de tablas de madera, entramos a una celda espeluznante, era la celda de castigo utilizada cuando los reos intentaban escaparse, mataban o violaban a otro, habían muchas frases escritas en las paredes, vestigios del tiempo que tuvieron los presos para distraerse. Le decían “la Jaula” y ciertamente lo era pues desde afuera de los barrotes se sentía un ambiente de encierro hostil. Cada celda estaba construida para seis reos, pero en ella convivían más de una veintena. El cabo dijo que en esta celda se encerraba a cualquier preso con cualquier delito, edad, si había cometido algo grave dentro del penal. La cantidad de barrotes oxidados destilaba un círculo terrorífico en donde quien sabe cuántas personas se doblegaron a su suerte rodeada de perversión.

Los únicos que eran separados eran los que pertenecían a alguna banda, y en efecto luego de salir de estas celdas entramos a una que perteneció a la famosa banda “Los Perros de San Joaquín” banda que atemoriza aún hoy en día en la capital y que guarda muchas leyendas e historias aterradoras. En  esta edificación, por cada una de las celdas había espacio para 9 reos y un retrete.

Entramos al edificio central “La Penitenciaría” que fue uno de los primeros construidos en la isla, las paredes allí fueron erigidas en una simetría total, cemento puro, sólido y fuerte. Allí pagaron los primeros políticos republicanos. Y fueron mezclados con los homicidas.

En el penal también había una capilla que era utilizada solo en el día de los presos, y ese era el único día en que se oficializaba una misa; los homosexuales estaban en una celda aparte y ofrecían servicios como lavar y secar ropa. El área de la comida estaba separada de todo lo demás y los reos eran llamados con una campana, el que no llegaba cuando la campana era sonada no comía, importante es decir que la comida en el penal no era buena. A pesar de que a los reos se le cedieron muchas cabezas de ganado, estas no eran distribuidas de una buena manera, en el penal se comía muy poco y tanto así fue que ésta fue de las causas del cierre de ésta cárcel ya que muchos reos sufrían de desnutrición, sin contar con la gran cantidad de torturas que se dieron en ella, sobre todo en la época del militarismo.

Subiendo una larga escalera se llega al área en donde vivían los policías, los cuales tenían su cocina, dormitorio, teléfono, allí arriba también había una cancha para juegos que era utilizada para partidos que normalmente se daban entre reos y policías. Desde el único teléfono en la isla llamé a mi madre y le avisé que todo estaba bien.

Notamos un cementerio improvisado en donde las lápidas tenían escrito “En memoria de” pero sin terminación. El cabo nos contó que este cementerio era utilizado para los reos que morían y sus familiares no los reclamaban y esto era simplemente porque sacar el cadáver de la isla costaba 100 dólares más algunos gastos por el envío, entonces las familias muchas veces preferían mandar a hacerles una misa a sus familiares y dejarlo todo así. Hoy en día se sabe que en este cementerio quizás puedan estar restos de algunas personas que fueron asesinadas durante la dictadura y como Coiba era un área inaccesible, se aprovechaba esta condición. Según el documental “La Isla del Diablo” se vieron llegar a la isla muchos cadáveres con ropa militar e incluso una mujer que le llamaron la “India Gringa” que fue enterrada en el penal junto con un niño.

Se dice que luego de algunas excavaciones de lo que al principio eran 9 lápidas, se sacaron 58 esqueletos de los cuales fueron identificados: Floyd Britton (idealista revolucionario panameño, masacrado a palos, arrastrado por caballos y torturado por los esbirros del General OmarTorrijos),  Cecilio Hazelwood (enemigo de los militares) y Gerardo Olivares. Aquello formó un alboroto a nivel nacional. Muchos culpables cayeron, otros ya habían muerto, pero gracias a la Comisión de Paz las cruces de Britton y Hazelwood tienen un nombre. Lástima que las 56 tumbas restantes vagan en Coiba.

Fue “La Masacre de Coiba” lo que llamó mayormente la atención de los organismos de los Derechos Humanos. Un día como cualquier otro en el año 1998 en Playa Brava, cerca del Penal de Playa Hermosa se enfrentaron la banda “Los Perros de San Joaquín” contra “Los Chuckis”. Varios de “los Perros de San Joaquín” intentaron escaparse, se untaron diesel en el cuerpo supuestamente para espantar a los tiburones y justo cuando iban a salir, llegaron “los Chukies” a dañarles el plan, agarraron a “los Perros de San Joaquín” y los amarraron de pies y manos, solo uno pudo escapar nadando.

Los pusieron sobre un árbol caído y a uno de ellos le quitaron la cabeza con un hacha, a otro lo machetearon y tiraron su cabeza al mar, a los otros les quitaron también la cabeza, los volvieron pedacitos y tiraron sus cabezas al mar. Se dice que el que huyó nunca lo agarraron. El cabo nos dijo que esa no fue la primera decapitación en Coiba… esa fue la única de la que la prensa se enteró.

Algunos reos que eran de confianza, o que se les había bajado los años de condena, que cumplían con alguna labor dentro del penal como agricultura o el procesamiento de aceite de coco, eran distribuidos en otros campos que fueron construidos en la isla. Habían mas de 20 campamentos en todo Coiba y los reos que en estos campamentos vivían se encargaban de conseguir alimento por sus propios medios. Muchos de los reos que sabían labrar la tierra o manejar el ganado fueron distribuidos en los campamentos. Hoy día se sabe que en la isla de Coiba hay mas de 4000 cabezas de ganado que ya están salvajes pues fueron dejados allí luego del cierre del penal. Hay vacas, búfalos, toros y otros rumiantes que han sido imposibles de sacar de la isla por el estado de salvajismo que poseen, igualmente están los caballos que eran esgrimidos para el trabajo.

El antiguo penal de Coiba, ahora está siendo reconstruido para que nunca sea olvidado en las futuras generaciones, lo que anteriormente funcionó como aeropuerto también esta siendo restaurado y va a formar parte del Servicio Aeronaval de Panamá para vigilar las costas.

Justo en el penal mi cámara no dio más y su batería recargable en PC murió, no pude tomar más fotografías, pero la aventura siguió.

Al llegar en la tarde a las cabañas de Anam, por el contrario de querer dormir, nos metimos en la playa a darnos un delicioso baño a la vez que hacíamos snorkel. De este lado no vimos casi ningún pez, pero luego de la plática en la playa que fue por horas, un guarda parque de la Anam advirtió que a menos de 80 metros de donde nos bañábamos estaba Titín, el otro cocodrilo que suele llegar a la isla. Conversamos un rato más dentro de la playa pero con esa paranoia de que en cualquier momento Titín podía aparecer, luego nos dimos cuenta de que se había desviado. Hubiera sido realmente extremo tener que huir de él.

En la noche el Jefe encargado de Anam en Coiba ofreció reproducir una película acerca de la isla, la cual fue muy placentera, producida por Mar Viva.

Al día siguiente luego del desayuno recogimos nuestras cosas para salir de la isla, pero antes de eso el botero se ofreció a llevarnos por uno de los senderos que se encuentra cerca del campo de Anam. Caminamos aproximadamente 45 minutos a una hora hasta llegar a un precioso mirador desde el cual se ve parte de la isla y del muelle, así como el mar infinito. El señor botero nos instó a seguir caminando y llegar a otro mirador más improvisado en donde se veía parte del oeste de la isla, así como a lo lejos las Islas Secas y una entrada de agua en donde habíamos ido anteriormente a ver Tortugas Carey pues en Coiba llegan a desovar al menos 3 especies de tortugas marinas. Al bajar del sendero nos llamó la atención ver en un comején un cráneo de algún animal.

Salimos de Coiba, pero aún esto no terminaba, Juan Pablo inventó llevarnos a una playa en la Isla Canal de Afuera y valió la pena, parte de la playa estaba llena de arrecifes de coral. Cabe destacar que hasta la fecha se han identificado en la superficie protegida 69 especies de peces marinos, 12 de equinodermos, 45 de moluscos y 13 de crustáceos.

Fui la primera en entrar al agua y pude ver un gran pez loro y muchos otros peces grandes. Luego de un buen rato haciendo snorkel sentí que algo me picó y por allí mismo salí, aún no se qué fue, pero me picó por varias partes del cuerpo.

Nos fuimos de Isla Canal de Afuera y bajamos en la isla de Bahía Onda, allí nos refrescamos por espacio de una hora, y salimos hacia Playa Banco para terminar el paseo, antes de eso bajamos en Playa Azul, una playa preciosa de aguas turquesas tibias y arena blanca y suave.

Actualmente el Parque Nacional Coiba tiene un papel vital en cuanto a su posición dentro del Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical (CMAR) que enlaza cinco parques nacionales, comprendiendo la Isla del Coco en Costa Rica, isla Coiba en Panamá, Malpelo y Gorgona en Colombia y Galápagos en Ecuador. Conformando así un gran corredor de 211 millones de hectáreas incluyendo a cinco parques nacionales y mezclando zonas económicas exclusivas de cuatro países.

Para llegar al Parque Nacional Coiba hay varias opciones: puedes unirte a algún grupo que haga la excursión y te ofrecen un paquete todo incluido generalmente entre 250 y 300 dólares por persona, todo depende de qué es lo que se ofrece, algunas veces estos tours no incluyen el recorrido normal que fue el que describí en este post, ninguno hace el recorrido alrededor de la isla por seguridad.

También es posible ir en auto tomando la carretera Interamericana hacia el interior del país y desviarse en Santiago hacia Soná y luego entrar por la carretera que conduce a playa Santa Catalina, de ahí preguntar cómo llegar hasta playa Banco. En esta playa hay muchos boteros dispuestos a llevarte a Coiba pero cobran desde 200 a 300 dólares y debes regatear.

Es importante decir que antes de llegar a la isla hay que llamar a Anam y hacer la reservación de las cabañas o avisar de que irás a acampar cierto día. Las reglas en Coiba son muchas y las reservaciones se hacen con semanas de anticipación. Si tienes un yate, o bote y deseas llegar por tus propios medios, se pagan 50 dólares por bote, supongo que por yate sería mucho más.

En caso de ir en bus, debes tomar un Panamá – Santiago en la Terminal de Albrook en la ciudad de Panamá, luego bajarte en la Terminal de Santiago de Veraguas, tomar un bus que conduzca a Soná y en Soná tomar otro bus que te lleve a playa Banco o cerca, recuerda que preguntando se llega a Roma. También es posible tomar un bus en Santiago hacia Puerto Mutis y allí discutir con un botero por un buen precio.

Nuestro viaje desde Playa Banco hasta Coiba duró dos horas, pero esto depende del mar. En Anam se cobra 3 dólares por persona y 10 dólares por extranjero, si vas con un tour operador es obvio no pagar nada. El precio por cabaña es de 10 dólares.

Recuerda que en Coiba no vas a conseguir establecimientos de ninguna clase, así que debes llevar el alimento que consumirás por el espacio de tiempo que te vas a quedar.

La isla coiba ha permanecido lejos de los ojos y manos codiciosas del hombre, como si ella misma fuera uno más de esos tesoros míticos que bucaneros de todas las pelambres iban a enterrar en sus blancas playas de arenas coralinas.

Visitar el Parque Nacional Coiba es una experiencia Jurásica que transforma tus sentidos, que te hace sentir como en el Edén, Coiba es prácticamente un paraíso virgen. Pocas personas conocen un lugar con tanta belleza natural e inexplorada y es muy posible.

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