
Las primeras observaciones registradas sobre la migración de las aves datan de hace aproximadamente 3,000 años y fueron mencionadas por autores como Hesíodo, Homero, Heródoto, Aristóteles, entre otros.
La Biblia también hace referencia a las migraciones, por ejemplo en el Libro de Job (39:26), donde se plantea la pregunta:
“¿Es por tu inteligencia que se cubre de plumas el halcón y despliega sus alas hacia el sur?”
Por su parte, el autor de Jeremías (8:7) escribió:
“Hasta la cigüeña, en el cielo, conoce sus estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla tienen en cuenta el tiempo de sus migraciones.”
Esta tarde subimos al Cerro Ancón para colaborar en el conteo de aves rapaces migratorias 2010, organizado por Audubon Panamá, bajo el nombre “Rapaces de Océano a Océano”.
Entonces te preguntas: ¿Qué es la migración de aves?
La migración consiste en los viajes estacionales y regulares que realizan muchas especies de aves. Además de la migración, las aves realizan otros movimientos en respuesta a cambios en la disponibilidad de alimento, hábitat o condiciones climáticas. Estos movimientos suelen ser irregulares o unidireccionales y reciben diferentes nombres como nomadismo, invasiones o irrupciones (cuando las poblaciones exceden la capacidad de carga del ambiente para su especie). La migración se caracteriza por su estacionalidad anual. En contraste, las aves que no migran se llaman aves residentes.
Muchas aves terrestres migran largas distancias. Los patrones más comunes implican volar hacia el norte para reproducirse en los veranos en áreas templadas o árticas, y luego regresar a sus zonas de invernada en regiones más cálidas del sur.


La ventaja principal de la migración es energética. Los días más largos del verano en el hemisferio norte ofrecen a las aves mayores oportunidades para reproducirse y alimentar a sus polluelos.
La extensión de las horas de luz permite a las aves diurnas producir nidadas más grandes que las especies emparentadas no migratorias, que permanecen en los trópicos durante todo el año. A medida que los días se acortan en otoño, las aves regresan a regiones cálidas donde la disponibilidad de alimento varía poco con las estaciones.
Estas migraciones, especialmente las de rapaces y aves playeras, son un claro ejemplo de cómo una parte del hemisferio depende del ambiente de otro.
Algunas aves grandes, con amplias alas, dependen de columnas de aire caliente ascendente para planear. Entre ellas se encuentran muchas rapaces como buitres, águilas y gavilanes. Estas aves migran durante el día.

Las aves migratorias de estos grupos tienen gran dificultad para cruzar grandes masas de agua, ya que las columnas térmicas solo se forman sobre tierra firme. Estas aves no pueden mantener un vuelo activo durante largas distancias y, para conservar energía, suelen ayunar durante el viaje. Acumulan grasa en Norteamérica, que les sirve como combustible para su travesía hacia Sudamérica, aprovechando las corrientes térmicas que les permiten planear sin hacer tanto esfuerzo. En algunas ocasiones, al analizar restos de rapaces encontradas, se ha constatado que no llevaban alimento en su interior.
El Cerro Ancón es un centro de observación donde se ha documentado el paso de más de un millón de aves rapaces migratorias durante la temporada, siendo uno de los cuatro puntos de categoría mundial donde ocurre este fenómeno.
Panamá es probablemente el mejor lugar en América para contar y monitorear las poblaciones de aves rapaces migratorias, gracias a que las áreas aledañas al Canal Interoceánico cuentan con pequeñas colinas que ofrecen excelentes puntos para el avistamiento.
Durante los primeros 15 días de octubre, más de un millón de aves cruzan el Cerro Ancón, cifra que casi siempre se alcanza hacia mediados de noviembre, cuando finaliza este evento natural. Hasta la fecha, se han contado aproximadamente 1.3 millones de aves rapaces migratorias en el Cerro Ancón, gracias al arduo y apasionado trabajo de voluntarios amantes de las aves.


Este fenómeno, único en solo cuatro países del mundo —Israel, Costa Rica, México y Panamá—, atrae a científicos y voluntarios de Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Argentina y México para contar, observar y monitorear la ruta migratoria de las aves.
La misión, además del conteo, es informar y motivar a que cada día más personas formen parte de este espectáculo, aprovechando nuestra privilegiada posición geográfica y la riqueza natural de nuestro país.
Las cifras de la Sociedad Audubon de Panamá muestran que en 2004, año del primer conteo, se registraron 1,074,078 aves en el Cerro Ancón. Para 2005, la cantidad disminuyó a 800,329 aves. En 2006, el número aumentó a 1,330,270 aves. Desde entonces, las cifras han superado el millón, alcanzando un récord en 2008 con 1,687,205 aves. Este año, faltando aún dos semanas para finalizar el conteo, ya se ha superado el millón de aves.
Entre las especies más numerosas que usan los bosques panameños como puerto biológico destacan el gallinazo cabecirrojo, el gavilán aludo y el gavilán de Swainson. Algunas aves descansan y se alimentan aquí antes de continuar su destino final, mientras que otras hacen de Panamá un hogar temporal durante el invierno en Norteamérica.
Existen catorce especies de aves rapaces comunes en la migración, entre las que están el cernícalo americano, el merlín, el halcón peregrino, el gavilán estriado, el aguilucho norteño, el gavilán colirrojo, el gavilán colifajeado, el elanio plomizo, el elanio migratorio, el elanio tijereta, el águila pescadora, el gavilán aludo, el gavilán de Swainson y el gallinazo cabecirrojo. De estas, las más numerosas son el gavilán aludo (pequeño y de apariencia blanca), el gavilán de Swainson y el gallinazo cabecirrojo.
Estas aves deben pasar siempre por tierra, ya que no pueden cruzar grandes masas de agua debido a que no tienen dónde posarse. Por esta razón, están obligadas a cruzar por Panamá, que funciona como un puente terrestre entre Sudamérica y Norteamérica, lo que nos da el privilegio de observar millones durante la temporada migratoria.

Las actividades humanas han amenazado a muchas especies de aves migratorias. Las grandes distancias que recorren durante sus migraciones hacen que frecuentemente crucen las fronteras de distintos países, por lo que su conservación requiere cooperación internacional. Por ello, se han firmado varios tratados internacionales para proteger estas especies migratorias.
Es importante destacar que la mayor amenaza para estas aves es la destrucción de su hábitat debido al cambio en el uso de la tierra. En particular, los humedales de tierras bajas —que son sitios clave para la parada temporal y la invernada de muchas aves migratorias— están gravemente amenazados por el drenaje y la transformación para usos humanos.
Hace algunos años, había nueve sitios de conteo a lo largo del Canal de Panamá: Gunn Hill, Cerro Luisa, Gold Hill, Cerro Semáforo, la Isla de Barro Colorado, Gamboa Rainforest Resort, Escobal y Achiote. Sin embargo, con el tiempo, debido a la falta de recursos y personal, solo quedó activo un sitio de conteo: el Cerro Ancón.
Desde el Cerro Ancón también se pueden disfrutar espectaculares vistas de la ciudad de Panamá, el Canal de Panamá, el Puente de las Américas, el Puente Centenario, el mar y las montañas. Además, es posible observar de manera segura la presencia de ñeques (Dasyprocta punctata) y tucanes que merodean el área; en ocasiones se ven monos tití y armadillos, junto con los gallinazos negros que juegan con las columnas de aire termales y muchas aves que descansan y se alimentan de los árboles frutales.


Es muy importante compartir este privilegio, por eso los invitamos a visitar el Cerro Ancón. Aún faltan dos semanas para que termine el conteo de este año, que se extiende hasta el 18 de noviembre. A veces tenemos la suerte de ver miles de aves rapaces migrando, y en otras ocasiones no, pero de igual manera es una experiencia que se disfruta mucho y llena de alegría, al poder adquirir tanta información sobre un fenómeno poco conocido en un país tan privilegiado, y que ocurre en un lugar tan cercano y accesible desde la ciudad de Panamá.


Lo mejor de todo es que, cuando llegas allá arriba, los voluntarios te reciben con muchas ganas de enseñarte sobre las aves. Nosotros también tuvimos la suerte de ver un ave migratoria llamada Yellow-billed Cuckoo, y fue muy emocionante verla tan de cerca y aprender acerca de su ruta y hábitat.
Se espera una gran cantidad de Gallinazos Cabecirrojo en estos días, los cuales, en esta época, se pueden ver por miles volando alrededor del Cerro Ancón.
Al Cerro Ancón se puede llegar en carro o taxi tomando la carretera que está detrás del edificio de la Administración del Canal, donde hay señalizaciones claras para llegar al mirador. También se puede llegar caminando, entrando al centro Mi Pueblito, y desde allí subir una escalera que conduce directamente a la carretera que llega al mirador, en una caminata interactiva y corta.

Damos las gracias por la atención y la valiosa información brindada a la Sra. Laura Reyes, quien comparte con gran emoción sus amplios conocimientos sobre aves rapaces. Su motivación personal es que cada año más personas se unan al conteo de aves rapaces y que esta actividad sea más valorada en Panamá, especialmente en universidades y escuelas.
También agradecemos a Juan Pablo Ríos y Ovidio Jaramillo por compartir sus conocimientos con nosotros.