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Cerro Sapo, San Carlos.

En los alrededores de la laguna de San Carlos hay varios cerros interesantes para hacer senderismo, algunos con más dificultad que otros. En esta ocasión nos enfocamos en Cerro Sapo, con el acceso más sencillo.

Cómo llegar


Coloca “Laguna de San Carlos” en waze. Si andas en transporte público, toma un bus de Coronado que te deje en la entrada de Las Lajas. Ahí­ mismo están los busitos que dicen Laguna. Te van a dejar en el inicio de una calle de piedra que debes caminar y justo antes de llegar a la laguna, a mano derecha se ve la entrada que inicia el camino, está marcada.

Empieza el ascenso y cuando llegas al primer claro arriba, miras a la derecha en donde está la entrada hacia Cerro Sapo.

De ahí­ en adelante el camino es plano hasta que te acercas a las enormes rocas que parecen dedos saliendo de la montaña.

La vista es hermosa. La neblina cubre por momentos al Cerro Picacho, que le queda en frente. Al caminar un poco más y acercarnos a las rocas, divisamos a lo lejos La Laguna de San Carlos, completa se ve desde este punto.

El día era perfecto porque había nubes y leve llovizna, realmente lo mí­o no es el sol. La brisa fría me pegaba de lleno en el rostro. Agradezco siempre la oportunidad de estar en lugares llenos de magia, donde uno ve la neblina venir encima.

Un perro apareció de la nada y me acompañó en el camino de regreso. Este es un cerro sencillo y nivel intermedio, se puede subir con niños. Solo prestar atención cuando hay mucha brisa en la cima.

Al bajar, me di un baño en la laguna, como había ido en día de semana, habían pocas personas, tenía la laguna para mi solita. (Entrada 1$ en día de semana)

Los Saltos de Filipina, Sorá de Chame

En mi experiencia, aventurarse en auto no es lo mismo que hacerlo sin él. Depender del transporte público en Panamá no es fácil y puede convertirse en una pesadilla o en una divertida aventura.

Desde la terminal tomamos el autobús hacia Chame sin ningún problema. Después de recorrer poco menos de 20 kilómetros, llegamos a Sorá, un pueblo de gente amable, rodeado de una exuberante belleza montañosa y con un clima casi siempre fresco y delicioso. Muy cerca de esta comunidad está el complejo de casas de campo “Altos del María”, al que solo se puede acceder con permiso si no eres residente.

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Cuentan que el lugar lleva ese nombre por el cacique Soró (que significa “viejo”), jefe de la región en la época de descubrimiento y conquista. Sorá es el corregimiento más grande del distrito de Chame y uno de los más bellos, con ríos pintorescos, encantadores saltos de agua y una magnífica vista de la ensenada de Punta Chame y su litoral, todo a más de 600 metros de altura.

Fuera del complejo residencial “Altos del María” se encuentran bellezas increíbles, como Los Saltos de Filipina. Nunca había oído hablar de este sitio, pero las fotos y la belleza escénica de Sorá nos motivaron a buscarlo.

Esperamos más de una hora por transporte, pensando que era por ser domingo, pero luego supimos que solo una familia presta ese servicio. Tomamos el transporte y, tras unos minutos por una calle sin pavimento, llegamos al punto de inicio para caminar un rato.

La vista fue grandiosa. Filipina de Sorá nos recibió con tonos verdes y azules, un lugar tranquilo lleno de aves semilleras, y de fondo, el cerro Chichibalí, que marca el límite entre los distritos de Chame y Capira.

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Descubrimos un salto de unos 7 u 8 metros, con buen caudal y poca profundidad, pequeño y casi “personal”. Sus aguas frías y el salto me dieron un masaje natural en la espalda. El agua estaba limpia, sin basura, lo que indica que cuidan muy bien este lugar, al que aún se puede acceder libremente. Más tarde supe que en este salto estuvo John Travolta haciendo rappel para una película filmada en Panamá llamada Basic.

Luego subimos una loma suave y llegamos a otra cascada, esta de unos 15 metros de altura, muy hermosa, con un pilón de agua fresca y fría.

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Seguimos el camino y encontramos otra cascada, más pequeña pero igual de encantadora. Para nuestra sorpresa, aún faltaban más por recorrer. En una bifurcación tomamos el camino de la derecha, que tiene nada menos que ocho cascadas. Se dice que sumando ambas bifurcaciones, hay un total de veinticinco caídas de agua.

Estuvimos ahí hasta no muy tarde, por el problema del transporte. Al regresar, vimos un pickup que se internaba en la montaña, no hacia Sorá. Decidimos caminar y más adelante nos topamos con cazadores furtivos y varios perros listos para cazar.

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Spilotes pullatus

Seguimos descubriendo que nunca dejaremos de explorar Panamá, con sus senderos y rincones llenos de secretos y leyendas. Solo hay que preguntar; los lugareños siempre te señalarán un lugar perfecto para visitar.

Anímense a tomar un bus en su tiempo libre; no es necesario gastar mucho. La felicidad no siempre está en la comodidad. A veces, basta con mirar desde la cima de un cerro o disfrutar la soledad de una cascada para encontrar momentos perfectos.

Buscar maravillas, perderse en el monte, caminar despacio y apreciar la belleza de cada rincón natural de este país.

Ascenso Cerro Picacho de La Laguna de San Carlos

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Cómo llegar

Conduce por la Carretera Interamericana hasta la entrada de la comunidad de Las Lajas de Coronado, un poco antes de llegar al Mall de Coronado. Hay un supermercado llamado “Las Lajas” y debes entrar por la carretera que se encuentra al lado del súper. En Waze puedes colocar: Laguna de San Carlos ¡y listo!

Si te aventuras en autobús, pide la parada en Las Lajas; ahí encontrarás los busitos que dicen “Laguna”.

Desde que vienes por la Interamericana, si prestas atención, puedes ver el Picacho. Justo antes de llegar a Coronado, si miras hacia la derecha, se ve una cadena montañosa; de esos cerros, el puntiagudo y más alto es el Picacho.

En el camino hacia la laguna también se puede observar. Su cima imponente tiene una altitud de 1,182.33 msnm y se encuentra exactamente en las coordenadas N8°37.648’ W080°02.839, dentro de la Cordillera Central.

Tuvimos la osadía de ir en transporte público. Una vez en el mini súper de la entrada de Las Lajas, esperamos unos veinte minutos que aprovechamos para conversar con personas que estaban en la parada. Algunos nos dijeron que subir el Picacho sería muy peligroso, que estaba lleno de serpientes, e incluso hubo quien nos comentó que vivía en las faldas del cerro y también se dirigía hacia allá. Nos preguntaron si teníamos experiencia subiendo cerros, pues el Picacho es muy alto y tal vez en su cima podría faltarnos el aire. En total, pensamos: ¡exageraciones de los lugareños!

Llegamos al pueblo de La Laguna, y el busito se adentró en el follaje de los árboles. Sentimos que estábamos cerca. El conductor nos señaló por dónde debíamos subir y fue entonces cuando, frente a nuestros ojos, apareció la laguna: grande, redonda y misteriosa. Una brisa helada recorrió nuestros cuerpos. El viento golpeaba los cerros y luego provocaba pequeñas ondas en el agua del inmenso lago de color verdoso.

Estuvimos media hora tomando fotos, admirando el lugar y organizando el ascenso. En eso, se nos acercó un señor trigueño y de estatura baja. Pensé que iba a cobrarnos alguna cuota, pero, muy por el contrario, nos preguntó cuáles eran nuestros objetivos en el lugar y nos contó varias historias acerca de la laguna.

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Nos dijo que el origen de la fuente que mantiene llena la laguna no ha sido determinado, pero se ha demostrado que sus tranquilas aguas albergan tilapia, sargentos, carpa común, entre otras especies de peces.

Una de las historias más significativas y misteriosas fue la de hace unos 30 años:

“Unos extranjeros llegaron a la laguna investigando su profundidad, fauna y flora. Para sorpresa de ellos, al entrar un buzo, se encontró con una cueva de la cual sacó un plato y un vaso de oro. Al salir a la superficie, le mostró a su compañero lo que había encontrado y este, emocionado, le pidió que regresara a buscar más piezas de esa vajilla de oro, pues seguramente habría muchos objetos más ¡de mucho valor!. Discutieron un rato el asunto y el buzo accedió a entrar de nuevo, pero lo que encontró fue la muerte, pues nunca más volvió a aparecer. Se perdió en las profundidades de la laguna… por su avaricia.”

Emprendimos nuestra caminata, y no habían pasado ni 15 minutos de subida cuando ya estábamos algo cansados. Caminamos un poco más y vimos a lo lejos extrañas formaciones de rocas gigantes. Íbamos en camino recto y, de pronto, un niño venía en dirección contraria. Nos dijo que estábamos en el camino equivocado. Nos pareció muy gracioso encontrarnos con él justo antes de habernos perdido.

Muy amable, nos indicó el camino correcto. Era un sendero confuso, pues no había manera de distinguirlo fácilmente; el monte estaba muy crecido. Llegamos a pensar que, nuevamente, estábamos perdidos. Sentimos algo de miedo, pues la hierba era alta, pero unos instantes después vislumbramos un sendero mejor marcado.

Subimos, nos arrastramos; el camino hacia el Picacho es una vereda angosta por donde solo caben los pies. Esa misma vereda puede desmoronarse en cualquier momento, por lo que se requiere mucha precaución.

Nos arrastramos durante 45 minutos hasta llegar a un claro inclinado desde donde pudimos ver el hermoso pico. Seguimos ascendiendo, ahora sobre pequeñas piedras sueltas, y en ese momento vi una serpiente. Advertí a mis compañeros, y Evelin entró en pánico, lo que nos retrasó unos 15 minutos mientras la convencíamos de continuar.

Llegamos a una gran roca desde la cual la laguna se veía pequeña en comparación con su tamaño real. Desde allí también vislumbramos Altos del María, y en el horizonte, Altos de Campana, la India Dormida, y la costa del Pacífico desde Punta Chame hasta Playa Blanca. Don Florentino nos dijo que en un día despejado incluso se puede ver el Lago Gatún.

Nos quedamos allí arriba aproximadamente una hora, merendando y disfrutando del paisaje. Admiramos lo bello de nuestro país desde ese punto, expuestos al aire y al cielo.

Subir toma alrededor de una hora y media, o hasta dos horas a paso medio. Una persona en buena condición física puede descender el cerro en una hora o menos.

Después de descansar, bajamos el cerro con algo de dificultad, incluyendo un par de caídas. Al llegar a la laguna, no pudimos resistir las ganas de darnos un baño, y así fue: nos metimos al agua con ropa y sentimos cómo la laguna nos quitaba todos los males.

No hay palabras suficientes para describir este ascenso más que ¡HERMOSO!
¡Atrévete a hacerlo! Pero siempre con mucho cuidado, y recuerda: no interfieras con la naturaleza.
No te lleves más que las fotos, baja tu basura y no molestes a los animales.