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Salto del Harino en Las Lajas de Chame

Escondido en la comunidad de Las Lajas de Chame se encuentra un chorro que es casi conocido solo por los lugareños. En épocas de invierno suele estar un poco sucio pero ya en el verano cambia un poco la tonalidad del agua.

Tiene un salto increíble de unos 12 metros de altura desde el cual los jovencitos hacen mortales clavados con tal destreza que te logran poner los pelos de punta.

El rí­o el Harino tiene la particularidad de que sus rocas son lajas que van formando escaleras naturales que son utilizadas para bajar a la parte cóncava donde la gente se baña.

Ciertamente no es recomendable para personas de la tercera edad y hay que tener mucho cuidado al bajar pues hay partes en las que prácticamente hay que escalar, de manera tal que tampoco es fácil llevar coolers o cosas pesadas.

Es conocido por ser el chorro al que llegó el cantante Justin Bieber, cosa que nadie esperaba que sucediera en ese momento.

El chorro esta situado en la comunidad de las Lajas de Chame, justamente antes de llegar a el Rey de Coronado, a la mano derecha hay una calle al lado de un mini súper, se entra por ahí y unos 10 minutos más adelante a mano derecha la Escuela Las Lajas, después a la izquierda verá una gallera abandonada y una callecita de piedras al lado, se entra por ahí y siga hasta llegar al patio de una casa.

Recomendación: NUNCA dejar el auto a la deriva, hable con los vecinos del área y pague por el servicio de parking.

Las Misteriosas Lagunas de Volcán

Entre cuentos y leyendas, siempre me llamaron la atención las famosas lagunas. Había escuchado que eran hermosas, pero también misteriosas.

Las Lagunas están ubicadas en el corregimiento de Volcán, distrito de Bugaba, provincia de Chiriquí, aproximadamente a 45 km al noroeste de la ciudad de David y a 2 km al suroeste del poblado de Volcán. La temperatura media anual en la zona es de 14 °C. Estas dos lagunas se encuentran a una altitud de aproximadamente 1,200 metros sobre el nivel del mar.

Cuando llegamos, nos esperaba un trayecto algo largo, por lo que es recomendable ir en un vehículo 4×4. Al llegar a la entrada, todo estaba inundado debido a que había llovido durante tres días. Aun así, seguimos nuestro camino; el sol radiante nos permitía apreciar lo hermoso que es el pueblo.

Las lagunas de Volcán se encuentra dentro de una zona de antiguas calderas volcánicas que se caracterizan por: los basaltos-andesitas, cenizas, tobas aglomeradas y lavas. Dale clic al mapa

Consideradas como un área natural de gran importancia, tanto por su biodiversidad como por el hecho de que las mismas constituyen el único humedal pantanoso que existe en las tierras altas de Panamá, y el quinto de este tipo en toda la región centroamericana.

Entre las especies de mamíferos que se pueden encontrar en la zona están el venado corzo, el conejo pintado y los ñeques. También se pueden observar zarigüeyas, armadillos, ardillas rojas, conejos muletos, entre otros.

Pero nuestro recorrido no terminaba allí. Luego de quince minutos de caminata, finalmente llegamos a la conocida “Laguna Grande”.

La zona, denominada Humedal Lagunas de Volcán, incluye los bosques adyacentes y abarca una extensión total de 1.43 kilómetros cuadrados.

La Laguna Menor tiene una superficie de 135,258 metros cuadrados (13.52 hectáreas) y una profundidad máxima de 3.5 metros; mientras que la Laguna Mayor cubre 173,435 metros cuadrados (17.34 hectáreas) y alcanza una profundidad máxima de 9.6 metros.

Hay quienes afirman que este lugar no es más que el cráter abandonado de un antiguo volcán que alguna vez existió.

El sitio es ideal para visitar y contemplar la naturaleza, gracias a la gran variedad de aves propias de las tierras altas chiricanas. Durante el trayecto, se puede disfrutar de la belleza del bosque primario que rodea la zona, así como de la agradable brisa y la temperatura fresca del lugar.

Además, es una excelente zona para la pesca, ya que en sus aguas habita la tilapia, especie introducida por militares panameños en la década de 1980.

Luego de una tarde maravillosa en la laguna, puedo afirmar que es un lugar sumamente relajante, donde basta con dejarse llevar por el entorno: lo que ves, lo que sientes. Es un destino perfecto para disfrutar en pareja, con familia o amigos.

Es fundamental aprender a valorar la gran riqueza natural que representan las Lagunas de Volcán y sus bosques circundantes. Del mismo modo, debemos preocuparnos por su conservación, ya que lamentablemente se evidencia cierto grado de contaminación, producto del comportamiento irresponsable de algunos visitantes.

La Hermosa Laguna de San Carlos

He ido tantas veces a la laguna de San Carlos que ya no puedo escribir una historia en especial, pero si se merece un espacio pues es uno de esos lugares a los que jamás se cansa uno de ir.

La primera vez que fuimos nos dio la impresión de que estábamos en un paraje del paraíso, no había nadie, solo nosotros junto a la laguna y su naturaleza en derredor, la yerba era alta y nosotros, abstraídos, buscábamos el sendero al Cerro Picacho.

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En La laguna se puede acampar, pescar, subir el Cerro Picacho, Cerro Sapo o simplemente darte un baño en sus aguas.

Se encuentra a 25 kilómetros de la carretera Interamericana, entrando por la calle que está justo al lado del Mini Super Las Lajas, antes de llegar al Rey de Coronado. De allí­ conduces hasta ver una carretera de piedras a la derecha por la cual debes entrar. Si vas en transporte público, en el mini super antes mencionado puedes tomar un bus y el pasaje es de alrededor de $1.50.

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La laguna posee aproximadamente dos hectáreas de extensión y se alimenta principalmente de corrientes de aguas subterráneas y de algunos chorros de agua que caen al llover.

Siempre hay alguien accesible a contar las historias del lugar; se dice que en el centro de la laguna no hay fondo (leyendas); anteriormente habíamos escrito acerca de las historias de la laguna: Una de las mas significativas y misteriosas de las historias fue la de hace unos 30 años “unos extranjeros llegaron a la laguna investigando su profundidad, fauna y flora, pero para sorpresa de ellos, al entrar el buzo, se encontró con una cueva de la cual sacó un plato y un vaso de oro. Al salir a la superficie, le mostró a su compañero lo que había encontrado y éste emocionado le dijo que entrara otra vez a buscar más de la vajilla de oro, pues de seguro habían muchos objetos!!con mucho valor!! discutieron un rato y el buzo accedió a entrar a ver si encontraba algo más pero lo que encontró fue la muerte pues mas nunca apareció. Se perdió en las profundidades de la laguna por su avaricia.”

El señor Gregorio siempre recibe a sus visitantes con gran ánimo, dispuesto a ayudarles en lo que necesiten o buscando la manera de que se pase el rato más ameno.

También se le conoce como Laguna Grande o la Laguna de Coronado, es fácil de recorrer, mide menos de un kilómetro, así­ que puedes caminar a sus lados y observarla desde los diferentes puntos y tomar excelentes fotos. Nos contaron que se ha cultivado peces y se pueden sacar algunos muy grandes, en las noches las corrientes arrastran grandes camarones de hasta 1 y 2 libras.

Hace poco nos dijeron que tienen un proyecto de ubicar jaulas de peces para una mejor producción, dejando libre gran parte de la laguna para la pesca de los visitantes.

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Hemos llegado a la conclusión de que en algún momento tuvo que haber sido un lugar ritual, por la posición en la que se encuentra.

Alrededor se pueden ver diferentes aves, a veces gavilanes y pequeñas garzas que alegran el lugar con sus sonidos y algunos cormoranes(Phalacrocoracidae) han llegado a hacer de este sitio, su casa. Las ranas que en las noches, se aparean retumbando sonidos increíbles, así como la cigarra que nunca deja de cantar.

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El agua de la laguna siempre es deliciosa para bañarse, de hecho me he sumergido de noche e increíblemente a altas horas la temperatura del agua es tibia, y en horas de la tarde la neblina baja tocando el agua, a tal punto que en ocasiones es difícil ver a la persona que se encuentra a metros de ti. En verano, el viento es tan fuerte que crea pequeñas olas, dando la impresión de estar en el mar.

Actualmente poseen un restaurante con baño en el cual venden pescado de la laguna y algunos de agua salada, delicioso, acompañado con patacones o arroz, a diferentes precios y tamaños. También venden refrescos y en las mañanas se puede degustar de deliciosas hojaldas y café.

Mapa

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Entrar a la laguna tiene un costo de 2.00 por persona. Si vas a acampar, depende del tamaño del camping el costo por noche. No se permite la venta de comidas pero si puedes llevar tus enseres y hasta barbacoa. Es importante indicar que está prohibido hacer escándalos.

Recuerda: llevar tu repelente y tu petate o colchoneta para tirarte en sus orillas y carga tu cámara fotográfica pues no te vas a querer perder de tremendo espectáculo.

Los Chorros de Olá.

Después de una visita a Natá de los Caballeros, nuestro guía Fanshi nos reveló que iríamos a los Chorros de Olá, ubicados dentro de la comunidad de Nuestro Amo.

Desde hace casi un año, la carretera está pavimentada, a diferencia de lo que muestran algunas de estas fotos tomadas en 2009, cuando el camino era de tierra y había que cruzar varias quebradas.

A lo lejos, más allá de los campos de cultivo, vislumbramos el chorro como un hilo de agua cayendo entre las montañas. Los trabajadores del arado nos saludaron con un “¡Ejueee!” y levantaron los brazos en señal de alegría.

Hace algunos años, el distrito de Olá era uno de los más pobres de la provincia de Coclé, pero las cosas han ido mejorando. Es una región con paisajes espectaculares, naturaleza abundante y gente muy hospitalaria. Además, es uno de los distritos con menor población, y al estar en una zona montañosa, goza de un clima muy agradable.

Avanzábamos alegres y despreocupados por un paisaje de verdes fulgores, cuando de pronto, a nuestro lado, vimos un toro echado cuidando a sus señoras vacas. Al observar con más atención, notamos que el toro estaba suelto y nos miraba con calma. Aprovechamos el momento para tomarle algunas fotos, asegurándonos de que siguiera cómodamente sentado.

Poco después, Fanshi nos avisó que era momento de bajar y continuar a pie. Seguimos por una calle llena de piedras, bajo un sol estrepitoso. Ya sentíamos el chorro cerca, casi encima. Caminamos unos 15 minutos a paso lento hasta encontrarnos con un poblador, quien nos comentó que esas tierras estaban siendo vendidas y que quizás pronto llegaría inversión extranjera.

Los chorros son producto de una depresión geográfica en donde se fraccionó la tierra creando así­ el curso del río de El Caño, en el cual caen tres hermosas cascadas.

Llegamos al espectáculo natural: uno de los chorros más altos registrados en Panamá (año 2009), con agua todo el año, ubicado a unos 250 metros sobre el nivel del mar y con una caída de aproximadamente 50 metros. Más arriba hay otras caídas. Notamos una especie de túnel formado entre las rocas; se dice que detrás de la cascada hay una cueva, a unos 20 metros de la base, desde donde se puede contemplar el paisaje a través del velo de agua.

El entorno era impresionante, con múltiples tonalidades de verde desplegándose ante nosotros. El chorro era tan imponente que nos dio algo de temor entrar al agua, ya que estaba turbia y no se veía el fondo. Aun así, Fanshi se animó, nadó un poco, descansó sobre una gran piedra —inalcanzable para nosotros—, subió a otra y se alejó.

Max, como siempre, fue “el loco” del grupo. Lo veíamos ir de un lado a otro, saltando entre piedras, inquieto, hasta que de repente apareció en la misma roca desde donde saltaba Fanshi… y se lanzó también.

Pasamos un rato más disfrutando del lugar y luego partimos hacia Natá a comer algo, con la idea muy clara de que pronto volveremos.

La Basílica Menor de Santiago Apóstol de Natá de los Caballeros

Natá se encuentra a 183 km al oeste de la ciudad de Panamá, por la Carretera Interamericana. Aquel día, desayunamos en el camino y al llegar a Natá, nos esperaba nuestro guía de lujo: Fanshi.

Lo primero que le pedimos fue: “¡Llévanos a las iglesias!”. Visitamos la Iglesia Santiago Apóstol de Natá de los Caballeros, ubicada en el corazón de la ciudad más antigua del litoral Pacífico y la segunda fundada en tierra firme, después de Santa María la Antigua del Darién en 1519.

De su estructura destacan la alta torre —a la que subimos para ver Natá, Aguadulce y parte de la Cordillera Central—, el altar mayor y los altares laterales. Aunque no se conoce la fecha exacta de su fundación, se cree que comenzó en 1522, cuando Pedro Arias Dávila colocó una gran cruz en el lugar donde se levantaría esta imponente obra, coincidiendo con la fundación de la ciudad.

La Basílica Santiago Apóstol es una joya colonial construida por los españoles hace más de cinco siglos.

Con un estilo basilical, el templo cuenta con cinco naves y conserva materiales originales de la época, como cal y canto —una mezcla de piedra y mortero similar al cemento—, visible especialmente al subir a su torre. Esta, aunque algo descuidada y estrecha, ofrece una experiencia única con sus altos y mareantes escalones.

La iglesia mide 25 metros de ancho por 50 de largo. Su fachada presenta dos accesos con arcos de medio punto, decorados con pilastras, columnas, mascarones, un remate ondulado, pináculos y una torre campanario que corona el conjunto.

El interior de la basílica cuenta con ocho altares tallados y está dividido en cinco naves que albergan el coro, el baptisterio, dos óleos sobre lienzo y un imponente púlpito colonial, desde el cual los sacerdotes oficiaban la misa cuando el acceso al altar estaba restringido al pueblo y reservado solo para el clero.

Frente a la iglesia, en la plaza, aún se conservan grandes piedras circulares traídas del cerro San Cristóbal, usadas para moler materiales en la construcción del templo. Se dice que la torre sirvió como punto estratégico de observación militar. En su arquitectura se fusionan estilos barroco, plateresco y churrigueresco.

La ciudad de Natá recibe su nombre en honor al cacique Anatá (también conocido como Natá o Natán), quien gobernaba la región donde se estableció el caserío. En sus orígenes, desde el siglo XVI hasta principios del XVII, Natá fue la mayor aldea indígena del Golfo de Parita.

Sorprendentemente, este pequeño pueblo fue en su momento más relevante que la propia ciudad de Panamá. De hecho, tras el saqueo y destrucción de Panamá La Vieja por el pirata inglés Henry Morgan en 1671, Natá y Penonomé compartieron temporalmente las funciones de capital colonial.

Según relatos, los primeros soldados españoles que llegaron a Natá encontraron una abundante provisión de alimentos, suficiente para todo un ejército. En apenas tres meses agotaron las reservas que habrían durado un año. Se casaron con mujeres del asentamiento y, con el tiempo, la mezcla de culturas dio origen a la población mestiza de las provincias centrales de Panamá.

Durante nuestra visita, nuestro guía Fanshi nos mostró varios de los santos venerados en la iglesia: la Virgen del Apocalipsis, Don Bosco, la Virgen del Rosario, el Corazón de Jesús, San José, San Juan Bautista, San Miguel Arcángel y Santiago Apóstol. También nos permitió ingresar a la sala de los sacerdotes y nos reveló la existencia de un antiguo túnel colonial que conecta la iglesia con cerros cercanos.

Hay diversas versiones sobre el uso del túnel: algunos creen que fue una ruta estratégica de guerra, otros que fue una vía de escape en caso de ataques. Incluso se rumorea que aún contiene armas. Según una leyenda local, el túnel tiene cinco salidas: una en la sacristía menor, otra en el campanario, una tercera en la capilla San Juan de Dios (posible huesario), una cuarta en la antigua iglesia de La Soledad y una quinta en el cerro San Cristóbal. La Fundación Natá de los Caballeros Siglo XXI ha confirmado su existencia y busca su restauración.

Debido al temor de que la iglesia estuviera construida sobre espacios huecos, la entrada al túnel desde la sacristía menor fue sellada. Actualmente, el túnel principal está clausurado y protegido por Patrimonio Histórico, ya que la basílica forma parte del conjunto de monumentos históricos del país. Se estima que fue construida entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, aunque no hay una fecha exacta. El túnel, en cambio, podría haber sido excavado a mediados del siglo XVIII, lo que sugiere que ya existía dominio colonial sobre los indígenas en la zona.

Algunos antiguos moradores afirman haber recorrido parte del túnel, aunque lo abandonaban debido a la oscuridad y a la falta de señales claras. Se dice incluso que Victoriano Lorenzo lo utilizó como ruta de escape durante la Guerra de los Mil Días para huir del ejército colombiano.

Se dice que cuando Don Gonzalo de Badajoz llegó a esta región en 1515, después de haber recibido una gran cantidad de oro por parte del Cacique París, su ambición lo llevó a intentar atacar nuevamente al cacique. Sin embargo, sufrió una fuerte derrota que lo obligó a abandonar lo obtenido en la comarca del Cacique Anatá —también llamado Natá o Natán—, quedando impresionado por la fertilidad y riqueza de la zona, bañada por los ríos Grande y Chico.

En 1516, el licenciado Gaspar de Espinosa, alcalde mayor de Castilla de Oro, arribó a la comarca. Fue bien recibido por el Cacique Natá y permaneció allí durante cuatro meses, vigilando el desarrollo de una nueva población que más tarde se convertiría en un importante centro para futuras expediciones de conquista y colonización en otras regiones del continente.

Espinosa informó al gobernador de Castilla de Oro, Pedro Arias Dávila, que había tantos bohíos en la zona que sintió temor al llegar al poblado. También le relató que encontró maíz en abundancia, muchos venados, pescado asado, pavas y una gran variedad de comidas indígenas. Por ello, no fue accidental que eligiera Natá como base para organizar nuevas campañas de conquista, especialmente contra el bravo cacique Urracá en Veraguas.

En ese entonces, la extensión territorial de Natá abarcaba desde lo que hoy conocemos como Chame hasta los límites con Veraguas.

Natá recibió la llegada de 100 “caballeros” españoles enviados por el Rey Carlos V de España, seleccionados entre familias de abolengo. Su misión era mantener el dominio sobre los pueblos indígenas y propagar la fe católica. Para cumplir este propósito, construyeron una capilla: la Capilla de San Juan de Dios, edificada en el último cuarto del siglo XVII, específicamente en 1670. Esta capilla facilitó el proceso misionero en la región indígena y también contribuyó a la construcción de la Iglesia Santiago Apóstol.

Lamentablemente, no pudimos ingresar a esta capilla durante nuestra visita, ya que fue en día de semana y se encontraba cerrada. Está ubicada a tan solo 100 metros de la iglesia principal y su estructura fue restaurada por la Fundación Natá de los Caballeros (FUNAC).

El principal legado de aquella época es la Basílica Menor de Santiago Apóstol, considerada la segunda iglesia más antigua del Hemisferio Occidental. Esta joya arquitectónica fue declarada Monumento Nacional en 1941, y sigue siendo un símbolo único de la historia y espiritualidad del pueblo de Natá.

Los tres siglos que tuvo la localidad bajo el dominio español le dieron gran esplendor e importancia, tal como lo señalan documentos y libros que nos relatan un pasado glorioso de Natá de los Caballeros, y que debe ser motivo de profundo análisis y estudios por las presentes y futuras generaciones de panameños.

Chorro las Yayas en El Copé de La Pintada.

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Salimos a las 6 de la mañana desde la Terminal de Albrook rumbo a El Copé, en busca del Chorro Las Yayas.

Al llegar a El Copé, esperamos una chiva local que nos llevara hasta Barrigón, ubicado en la zona baja del Parque Nacional Omar Torrijos Herrera. Desde allí hasta Las Yayas hay una distancia de aproximadamente tres kilómetros.

Puente sobre río Colorado

La carretera fue recién inaugurada en Noviembre de 2014; recuerdo que antes de eso era difícil llegar al sitio por lo pedregoso y las calles solo eran transitadas por autos 4×4 y los transportes públicos del lugar, ahora es muy fácil acceder en auto sedán.

La visita a Las Yayas se complementa con maravillosas vistas del extenso bosque tropical característico del área, con múltiples tonalidades de verde y el llamativo Río Colorado, cuyas aguas rojizas parecen teñidas por minerales del suelo o por compuestos vegetales de árboles de la región.

Un puente rojo permite apreciar esta peculiaridad y sirve como punto de partida para explorar la selva tropical. Más adelante, el río se vuelve claro al unirse con el Río Blanco, donde los pigmentos desaparecen.

La comunidad local cuenta con una pequeña tienda que ofrece dulces, frituras y bebidas, y también es posible alquilar una cabaña: B/. 2.00 para extranjeros y B/. 1.00 para nacionales.

Descendimos por unas escaleras rojas que nos llevaron a distintas zonas del río. La primera parada fue un chorro que cae entre rocas cóncavas, bajo la sombra de grandes piedras.

Más adelante, subimos hasta un mirador desde el cual se pueden observar las tres caídas de agua que conforman el Chorro Las Yayas, de aguas cristalinas y frescas, rodeado de mitos y leyendas.

Según una antigua historia local, el nombre “Las Yayas” proviene de tres mujeres que, según los relatos, solían aparecer bañándose en estas aguas. Aunque no todos podían verlas, sus apariciones fueron comentadas por generaciones, y así el lugar fue nombrado en honor a aquellas “yayas”, como se les llamaba a las muchachas en esa época.

Las Yayas parecen ser otra leyenda heredada de nuestros antepasados españoles, muy similar a la de las Xanas en España, quienes se aparecen en los ríos durante la noche de San Juan. Es un misterio recurrente: en ciertas caídas de agua se manifiestan figuras femeninas —mujeres, ninfas o hadas— como en Las Yayas, el Chorro de las Mozas en El Valle de Antón, o el Salto del Pilón en Los Santos, donde se dice que aparece una niña peinándose el cabello.

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Las Yayas, en su caída más alta, alcanza unos 15 metros de altura. Es posible disfrutar de sus refrescantes aguas en una pequeña “totuma”, como llaman los lugareños al balneario natural formado por la quebrada que alimenta las cascadas.

El lugar destaca por su belleza escénica, paisajes naturales y gran biodiversidad de flora y fauna.

El Copé se encuentra a solo 40 minutos de la ciudad de Penonomé, en la provincia de Coclé, y cuenta con dos accesos principales: uno por la carretera hacia Piedras Gordas y otro a la altura de la comunidad de Río Grande.

Playa La Huerta, Parque Nacional Portobelo

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Tomamos un bus en la Terminal de Albrook, Panamá-Colón Corredor e increíblemente, en menos de 40 minutos estábamos en el Rey de Sabanitas, pero decidimos ir hasta la terminal de la ciudad de Colón para tomar el bus hacia Portobelo desde allí.

Por un momento nos sentimos desorientadas, pero ya dentro del bus todo fue más fácil. Después de mucho reggae, buhoneros cantantes y un buen tiempo en el autobús, llegamos a Portobelo.

Dimos un paseo por las ruinas y la iglesia del Cristo Negro, conocimos un mono cariblanco y caminamos hasta el puerto del Fuerte de Santiago de la Gloria (las ruinas que están en la entrada del pueblo, mirando hacia la bahía), donde tomamos un bote, cuyo precio fue de 25 dólares por las dos, Evelin y yo, ida y vuelta.

Después de 10 minutos en lancha, disfrutando de una preciosa vista del Atlántico, yates, casas de veraneo y botes inflables rápidos, llegamos a nuestro destino: Playa Huertas, tan pequeña que podría decirse “personal”, con aguas de verde claro a turquesa. El bosque que la rodea es tupido, invitante y húmedo; toda el área forma parte del Parque Nacional Portobelo.

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Hay un espacio racional donde se puede acampar y dejar las cosas personales; no hay agua disponible. Playa Huertas es genial para hacer buceo, con mucho cuidado, pues se han visto barracudas y anguilas morenas en varias ocasiones.

El mar es bastante tranquilo y no hay muchas olas, por lo que dificultaría el surf. En los alrededores hay monos aulladores, y en la fauna de la playa se pueden ver pelícanos grandes pescando, cangrejos, peces saltadores, entre otros.

Hablamos con los boteros y se comprometieron a venir a buscarnos a una hora indicada, pues éramos las únicas en la playa y está bastante difícil salir de allí caminando — que digo difícil, es casi imposible. Así que, con algo de miedo, nos quedamos solas, disfrutando de lo rico de las aguas en intimidad total. Es buena idea tomar el número de teléfono del botero o de alguien conocido en el pueblo de Portobelo.

A la hora indicada nos fueron a buscar, sin minutos de retraso. Llegamos a Portobelo y pernoctamos en un restaurante al lado del puerto, donde nos atendieron como reinas, con comida deliciosa, y nos consiguieron que dos señores nos llevaran hasta la Ciudad de Panamá muy amablemente.

Isla Colón, Bocas del Toro

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A las 8:00 p.m. arrancó el bus desde la Terminal de Albrook hacia Bocas del Toro: diez horas de viaje frías y congeladas, acompañada solo por un abrigo y mis propias ideas. Lo que me complacía era pensar que en pocas horas vería a mamá, después de varios meses; ella es profesora en un área de difícil acceso.

Traté de dormir, pero con el frío incesante me fue imposible. Me dediqué a mirar las estrellas y, por momentos, cerraba los ojos. En un instante, el bus empezó a cabecear y a dar frenazos seguidos, lo que hizo que me despertara por completo y prestara atención.

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A las seis, casi en punto, llegué a Almirante. Seguí las indicaciones de mi mamá y tomé un taxi justo donde me dejó el bus, indicándole que me llevara a Bocas Marine: una de las piqueras de taxis-lanchas.

Allí vi que dos de mis acompañantes extranjeros del bus también iban para Isla Colón y se unieron a mí, pensando que yo sabía más que ellos.

El cielo era de un rosado viejo. A lo lejos se veían caseríos, aves marinas; el agua mojaba mis maletas y mi rostro. En la lancha también viajaban personas que iban a trabajar, con saco y corbata, como si fuera cualquier autobús en la ciudad.

Al llegar, me despedí de mis compañeros canadienses y seguí mi camino. Llamé a mi mamá, que estaba a la vuelta. Le di un gran abrazo y, entonces, admiré la belleza del lugar.

Hoteles, hoteles, hoteles. Supermercados pintorescos. Edificios públicos incrustados en el mar. El agua verde esmeralda. Desde el fondo, justo donde me dejó la lancha, se veían estrellas de mar y peces coloridos.

Desayuné en una fonda, de las pocas que aún quedan en la isla, y luego fuimos a la residencia. Mi mamá se fue a trabajar y yo descansé del viaje, esperando a que regresara.

Más tarde salimos a dar una vuelta por el pueblo. Ella me mostró los lugares de interés: la iglesia, restaurantes, bares, pizzerías, heladerías, y el Banco Nacional, más bonito que algunos en la ciudad de Panamá. Fuimos al antiguo muelle, donde vi un ferry por primera vez en mi vida: transportaba basura, cajas de comida, bajaban carros, etc.

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Ciertamente, pude notar la presencia extranjera en el lugar, y podría asegurar que había muchos más forasteros que panameños. Entré a un supermercado y fue entonces cuando recordé la fama que tiene la isla de ser cara. La botellita me salió nada más y nada menos que en 1.50 USD (2008). No quise imaginar a cuánto estaría comer en los restaurantes.

Caminé hasta la piquera de taxis marinos y me senté un rato, comiéndome un helado mientras leía. Mi mamá ya había regresado a la residencia. Algún extranjero se sentó a mi lado y me hizo conversación; en Isla Colón todo el mundo parece ser amigo. Luego llegó un nativo y entabló conversación con el extranjero, y la verdad es que no pude entender nada. Cortésmente le pregunté de dónde nacía su idioma y me contó que el Guari-Guari no tiene estatus de lengua oficial. Solo se habla en Bocas del Toro y es una lengua híbrida entre el inglés y el español, con elementos de la lengua de los indígenas Ngäbe-Buglé.

En Isla Colón puedes ver desde gallinas y perros correteando por calles sin pavimentar, hasta cajeros automáticos y tiendas de artículos para surf, en cada esquina.

Ese día conocí el centro de la isla: un lugar tranquilo. Ya en la noche, fui al bar Wari Wari a tomarme algo, disfrutar del paisaje y observar el pasar de las personas.

Al día siguiente me quedé en casa, caminé por el pueblo. Andaba sola, así que no me atreví a llegar muy lejos. Pero al tercer día no aguanté y tomé un bus para dar un paseo por la playa de Boca del Drago. En el camino, vi las casas de los indígenas: abandonadas en la miseria, llenas de niños con rostros mustios. Del bus se bajaron unos diez indígenas que iban a trabajar en los distintos sitios turísticos de la isla.

Los autobuses se toman en el parque central y demoran alrededor de una hora en llegar a Boca del Drago.

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Después de pasar por una carretera que bordea la isla, llegué a Boca del Drago. Es el punto del archipiélago más cercano a tierra firme, con varias pequeñas playas y senderos arbolados. Cuando Cristóbal Colón arribó a Panamá desde Costa Rica, el primer lugar que visitó fue Bocas del Drago, entrando por lo que hoy se conoce como la Bahía de Almirante, a través del canal que separa Isla Colón de tierra firme.

Este lugar se aprovecha al máximo. Es una de esas playas donde puedes ver el fondo desde lejos, de un color verdoso claro. Los destellos del sol hacen que el océano parezca aún más sereno. Hay arena dorada, arrecifes donde se puede disfrutar del snorkel o el buceo, y un restaurante encantador para degustar platos caribeños.

Llegaron varios tours en lancha, de los cuales bajaban extranjeros que se instalaban en la playa a tomar el sol o leer. Vi a muy pocos bañarse.

El hospedaje en la isla es simple y natural. El énfasis está en la naturaleza y en una vida en armonía con la tierra. La comida es sencilla pero abundante, y la vida nocturna es relajada: generalmente consiste en mirar la puesta del sol, disfrutar de una cena sustancial o tomar algunos tragos en bares de surfers.

Bocas del Toro no es para todo el mundo. A quienes aman los resorts puede que les aburra la vida nocturna tranquila y los hoteles sin lujos ni servicios extra. Aunque, ya hay discotecas donde los excesos son parte del paisaje.

Sin embargo, si estás buscando algo diferente —un lugar con belleza natural, estilo de vida sereno, gente cortés, vida salvaje y deportes acuáticos espectaculares—, Bocas podría ser ese lugar para ti.


Ya de regreso a la ciudad, salimos mamá y yo alrededor de las 3 de la tarde de la isla. A esa hora no hay buses directos a la capital, así que un señor muy amable se ofreció a llevarnos hasta David, Chiriquí. Un viaje de unas cuatro horas, repleto de paisajes hermosos y precipicios, lo que me ayudó a comprender los frenazos del bus de cuatro noches atrás.

La carretera hacia Bocas del Toro estaba llena de derrumbes, tramos a medio construir y tubos inmensos fuera de lugar.

El bosque que bordea el camino es frondoso y majestuoso. Pasamos por grandes elevaciones de cerros, ríos hermosos y, claro, la razón de todo ello: estábamos atravesando la Cordillera Central. También pasamos cerca de la represa Fortuna, donde se puede disfrutar de un paisaje impresionante.

Finalmente llegamos a David, donde tomamos un bus que nos llevaría de vuelta a la ciudad de Panamá.

Esclusas de Miraflores, Canal de Panamá

Aquel día nos fuimos al medio día a llevar a mi amigo Alain a ver el tránsito de un buque en las Esclusas de Miraflores. 3.00 dólares nacionales, 8.00 extranjeros…bastante justo.

Una edificación perfecta, al llegar ya teníamos un problema: nos habíamos parqueado en el lugar equivocado, me toco decirle al policía “pongan letreros visibles.”

Pagamos el ticket, y subimos. Inmediatamente al entrar tuvimos la suerte de que un buque venía entrando a las esclusas y una voz de alto parlante avisó. Estuvimos viendo el tránsito desde un balcón, la voz femenina daba uno a uno los detalles del tránsito. Cada una de las acciones que sucedían echas por otros trabajadores desde el buque que demuestra el compromiso permanente de la Autoridad del Canal de Panamá por fortalecer la educación del público acerca del Canal.

Ella contaba muchas cosas, en español e inglés; entre esas decía que atravesar el canal le toma a un barco menos de 24 horas, normalmente 8 horas. En el trayecto, de alrededor de 80 kilómetros, el buque debe pasar por tres juegos de esclusas: Miraflores, Gatún y Pedro Miguel, que hacen las veces de enormes ascensores de agua para los buques. Las esclusas son unas impresionantes compuertas de 25 metros de altura que sirven como ascensores permitiendo a los buques elevarse, debido a la diferencia de altura entre los océanos Pacífico y Atlántico.

Después de aproximadamente una hora, la voz avisó que empezaba la película, fuimos a lo que es un “cine” dentro del centro visitantes de Miraflores. Allí expusieron la historia del Canal de Panamá desde la presencia francesa, los planes futuros y la ampliación. Fue una película de menos de media hora, pero bastante completa e interesante.

Después de ver la película, subimos a lo que es un museo interactivo dentro del cual se exhiben maquetas, modelos mecánicos de simulación y objetos relacionados con la historia del Canal; el museo esta compuesto en cuatro salas de exhibición:

La sala de Historia presenta las referencias, las innovaciones tecnológicas y las iniciativas higiénicas que acompañaron la construcción del Canal. Esta sala rinde homenaje a los miles de hombres y mujeres que ayudaron a este logro.

La sala de El Agua: Fuente de Vida se destaca la importancia del agua, la preservación del ambiente y la biodiversidad, el cuidado de la cuenca hidrográfica del Canal, y la responsabilidad de la ACP con el manejo sostenible de este recurso y la región interoceánica.

El Canal en Acción muestra, de forma placentera, cómo funciona el Canal y permite vivir la experiencia dentro de un simulador y una alcantarilla de las esclusas. Por medio de una maqueta topográfica, se puede hacer un tránsito virtual de océano a océano. Esta sala destaca las innovaciones, modernización y mantenimiento del Canal.

El Canal en el Mundo da a conocer la calidad del Canal para el comercio mundial, describe las rutas comerciales que utiliza; identifica sus principales usuarios, los tipos de buques que transitan y los productos que transportan. Presenta, además, algunos estudios para asegurar la competitividad del Canal en el futuro y los beneficios que brinda a la República de Panamá.

Horarios

  • De Lunes a Domingo, incluyendo días feriados
  • Boletería de 9:00 A.m. – 4:30 P.m.
  • Salas de exhibición, refresquerías y tienda de recuerdos 9:00 A.m. – 5:00 P.m.
  • Restaurante 12:00 P.m. – 11:30 P.m.

Saliendo de ahí se nos ocurrió visitar el Parque Summit, siempre interactivo con algunas especies de animales de la selva panameña.

Visitamos el centro de exhibición del Águila Arpía e inesperadamente una joven muy cortésmente nos invito a ver la película que exhiben y fue demasiado interesante conocer más acerca del ave nacional.

Ya cuando caminábamos de regreso vimos un ave en uno de los árboles en forma natural, era un Collared aracari.

Ver más fotos.

Puerto Armuelles, Punta Burica y la Petroterminal, Chiriquí

Recogimos nuestras cosas y nos dirigimos rumbo a Puerto Armuelles, cabecera del distrito del Barú, también conocida como la ciudad de las arenas, debido a que la mayor parte del área urbana donde se edificó la ciudad y las barriadas de la United Fruit Company está compuesta de suelo totalmente arenoso. Es uno de los lugares más alejados de la capital panameña, con una distancia aproximada de poco más de 550 km.

Llegamos a lo que se conoce como La Frontera y giramos a la izquierda, finalmente a Puerto Armuelles, y nos encontramos con un muelle antiguo, el Muelle Fiscal, ubicado en el centro de la ciudad y a orillas del Golfo de Chiriquí. Fue uno de los principales sitios de exportación de bananos durante varias décadas, hasta finales de los noventa. Poco a poco ha caído en desuso y abandono. Puerto Armuelles es también una zona rica en cultivos de banano y ahora se siembran palmas de corozos.

Un pueblo con casas de madera coloridas. Dicen que el poblado antes llevaba el nombre de “Rabo de Puerco”, ya que sus primeros pobladores se dedicaron a la cría de cerdos, pero el 27 de febrero de 1924 se le cambió el nombre por Puerto Armuelles.

El nombre Puerto Armuelles proviene del apellido del Coronel Tomás Armuelles, veterano de la Guerra de Coto, que murió el día 18 de marzo de 1921 en un accidente ferroviario en el Puerto de Pedregal, en David. En su honor se cambió el nombre de “Rabo de Puerco” por el de Puerto Armuelles.

Empezamos la búsqueda de la entrada hacia la Petroterminal de Panamá, terminal de Charco Azul, industria del aceite de palmito, que está conformada por terminales para el manejo de hidrocarburos en las costas del Pacífico y el Atlántico de la República de Panamá, un oleoducto que se extiende 131 kilómetros a través del Istmo de Panamá, plantas de generación de energía y un muelle de carga general en la costa del Atlántico.

Al llegar, después de pasar por una carretera bastante deteriorada, nos encontramos en una garita en la cual nos pidieron identificaciones y nos preguntaron qué íbamos a hacer, a lo cual respondimos que nos dirigíamos a la playa. Ésa fue la clave.

Había grandes tubos de acero a lo largo de la carretera, también tubos gigantes incrustados en el mar, algunos de los cuales pasaban por arriba del carro como un puente.

Llegamos a la playa, que sentimos peligrosa; solo adentramos nuestros pies e inventamos algún juego de fuerza, y corrimos lejos con un perro desconocido y cariñoso detrás, entretenidos con la belleza del mar.

Vi una punta de tierra entrante al mar y me di cuenta entonces de que estaba en el punto final de mi país: lo que se llama Punta Burica.

Dicen que la gente llega a esperar que baje la marea para cruzar, pues la frontera con Costa Rica está un poco más allá y se puede cruzar tranquilamente: no hay policías de frontera.

Punta Burica está ahí, en medio del mar, con olas viniendo con furia desde el hemisferio sur, que normalmente se forman en tormentas frente a las costas de Chile o Nueva Zelanda. Allí hay una rompiente muy buena, con largas olas fuertes. Se habla de olas increíbles en las áreas montañosas del lado tico 🙂

Se dice que Punta Burica ha sido utilizada como “ruta de la droga” por los traficantes; al parecer, lo apartado del lugar lo hace vulnerable a la actividad del narcotráfico.

Descansamos antes de tomar un largo viaje de varias horas en el último punto del territorio nacional. Ya cuando regresamos por el mismo punto de la garita, tratábamos de tomar algunas fotos y fuimos advertidos por el policía de no hacerlo, pues estaba prohibido tomar fotografías, pero era demasiado tarde, pues ya teníamos varias.

Se dice que en este lugar se va a hacer una refinería de petróleo. Pocos días antes de que el gobierno definiera la zona petrolera en Burica, la multinacional estadounidense Occidental Petroleum Corporation había expresado formalmente su interés por instalar en Panamá una refinería de petróleo de 400,000 barriles diarios cerca del oleoducto que comienza en Petroterminal. La inversión sería, dicen, de 6 mil millones de dólares.

Personalmente, pienso que lo de la refinería es algo meramente político, para que el pueblo se tranquilice, ya que no hay trabajo en la zona y los tienen creyendo en este proyecto. Recuerden que el petróleo no es eterno. La refinería sería excelente siempre y cuando el problema de cualquier desarrollo —ser ecológicamente sostenible— se trate con seriedad.

Cuidado y quedamos sin costas, y con instalaciones brujas abandonadas sin nada que refinar.