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El Cerro Ancón, Ciudad de Panamá

Estando en el centro de la ciudad de Panamá, se puede ver el cerro Ancón desde casi cualquier punto, y lo reconocemos al instante cuando vemos en la altura una bandera panameña inmensa y ondeante.

Y aunque esté allí a la vista de todo el mundo, muy pocos se interesan en subirlo, saber más de su historia y de los secretos que guarda un patrimonio histórico que ha estado ahí siempre.

Antes de 1904, el cerro Ancón era un lugar de distracción. Pero además de recreativo, desde el traslado de la ciudad de Panamá la Vieja a lo que es hoy el Casco Antiguo, el cerro y sus manantiales proveían a los habitantes de agua.

Sin embargo, cuando los norteamericanos se ocuparon de la construcción del Canal, ya no se podía ni pasear ni sacar agua. Estuvo bajo la potestad de los Estados Unidos como parte de la Zona del Canal de Panamá, durante gran parte del siglo XX.

Alrededor del cerro habían varios ríos y quebradas; los más importantes: el río Hondo (ahora río Cáceres) que lo bordeaba, y donde la gente se bañaba, y el río Grande que quedaba un poco más lejos, por el área de La Boca, y estaba lleno de sembradíos y de ganado.

Con la nueva ciudad en el Casco Antiguo, uno o dos soldados fueron asignados a la cima para funcionar como vigías de la ciudad. Incluso se propuso construir fortificaciones en el cerro pero nunca se realizaron.

En la época del Canal francés durante la cual se construyó el primer hospital del Canal, Hospital Ancón, se empezó a notar que el cerro estaba pelado y escaso de vegetación.

La tradición de pasear y sacar agua del cerro llegó a su fin cuando en 1903 los norteamericanos se ocuparon de los trabajos canaleros y para ello sanearon toda la ciudad. Todos los pozos, manantiales y lugares donde se podría empozar agua fueron clausurados.

Para este tiempo se construyeron más edificaciones en los alrededores del cerro como el Hospital Gorgas, el edificio de la Administración del Canal, la residencia del administrador.

Desde 1977, con los Tratados Torrijos – Carter, Panamá retomó el control del cerro y de toda la zona del Canal y una de sus primeras acciones fue izar una gran bandera en la cima del cerro, como símbolo de la reafirmación de la antigua Zona del Canal como territorio panameño.

Actualmente el cerro ocupa una extensión de terreno de 4,826 hectáreas, y en su punto más elevado ondea desde hace 33 años la bandera de Panamá, como uno de los primeros símbolos del triunfo de la lucha por la plena soberanía.

En las zonas más altas se encuentra la antigua residencia del Gobernador de la Zona del Canal, y Quarry Heights, antigua locación del Comando Sur. El nombre de Quarry Heights proviene de la antigua cantera que es visible desde un lado del cerro. El cerro Ancón posee un búnker subterráneo abandonado, que pertenecía al Comando Sur.

Cuando uno va hacia Arraiján por el lado de la Boca, se puede ver una parte del cerro que es de roca lisa, como si alguien hubiese cortado ese lado con un cuchillo y se la hubiese llevado. La masiva extracción de roca en el cerro modificó la configuración geológica del lugar donde operó la mencionada cantera, lo cual se puede apreciar a simple vista; a lo largo de un período de 5 años, la Comisión del Canal Istmico, que en ese tiempo pertenecía a los Estados Unidos, extrajo 3.2 millones de yardas cúbicas de roca de la referida cantera en el Cerro Ancón. La extracción se llevó a cabo con dinamita y excavadoras, removiendo largos bloques de roca.

El cerro Ancón tiene, además, el atractivo de ser el hogar de osos perezosos, armadillos, venados, ñeques y un sinnúmero de aves. En total se calcula que hay 68 especies de animales: 15 mamíferos, 39 aves, 9 clases de reptiles y 5 tipos de anfibios. También pasan anualmente más de un millón de aves rapaces en dirección al sur aprovechando las fuentes de aire termales, de lo cual se hace un conteo anual en la cima.

Allá arriba también es posible ver una estatua de Amelia Denis de Icaza que con tanto orgullo y a la vez tristeza expreso en su poesía al Cerro Ancón, su angustia por el cambio que éste dio.

El cerro Ancón, el punto más alto del área metropolitana, es visitado diariamente por unas 100 personas, que suben caminando o en sus vehículos, para encontrar una panorámica de la ciudad de Panamá, del Puente de las Américas, las Esclusas de Miraflores u otro punto del Canal. Algunos también aprovechan sus faldas para hacer entrenamiento.

También en la cima de la torre es posible ver unas antenas de comunicación. En el cerro existe un pequeño camino que es usado por los vehículos solamente durante el día y usado por los visitantes que recorren el cerro a pie para observar su fauna y flora.

A partir de 1909 se instalan los primeros sismógrafos también en las faldas del cerro, y fueron de los primeros sismógrafos en Latinoamérica. Posteriormente estos aparatos se trasladaron a la Comisión del Canal en 1914 y en 1976 se transfirieron a la UP.

Actualmente, el cerro Ancón está bajo la administración de la Unidad Administrativa de Bienes Revertidos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), quien se encarga de su mantenimiento y vigilancia. Otros que participan de esta labor son la Asociación Panameña para la Conservación de la Naturaleza (ANCON) y los residentes del área.

El pasado 18 de mayo, el Consejo Municipal aprobó la creación de un patronato para el cerro Ancón, que se encargará de su conservación, el manejo del suelo, y de la creación de un marco legal que lo proteja, más allá del existente.

El patronato lo formaría un representante del Consejo Municipal, del grupo de residentes, organismos privados, el MEF, la Alcaldía y ANCON.

La bandera que ondea en la cima es del tamaño de una cancha de baloncesto y es la única bandera que no es bajada de su asta a las 6 de la tarde como lo indica la ley, por el contrario se le encienden unas luces rojas y azules que la iluminan y deslumbran. La iluminación de la bandera estuvo a cargo de expertos de la empresa Phillips con el patrocinio de la empresa Union Fenosa.

Es muy importante recalcar que el Cerro Ancón es un área protegida y reserva natural del Distrito de Panamá de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo Municipal N° 157 de 31 de julio de 2001, adoptado por el Consejo Municipal de Panamá. En el artículo 3 de dicho Acuerdo se dispuso que quede prohibido cazar, talar, quemar, recolectar o destruir los recursos naturales, así como cualquier otra actividad que atente contra el buen uso de la reserva natural, de acuerdo a lo establecido en el artículo 2 del presente Decreto Municipal.

El Cerro Ancón fue declarado Patrimonio Histórico Nacional, mediante Decreto Ejecutivo N° 104 de 22 de octubre de 2003, con ocasión de la celebración del Centenario de la República de Panamá. La Ley N° 21 de 2 de julio de 1997 asignó al Cerro Ancón la categoría de área verde urbana.

Para llegar caminando se debe ir hasta el centro Mi Pueblito y allí preguntar por la escalera roja que conduce hacia el cerro, en una interactiva caminata de aproximadamente 30 a 40 minutos.

También se puede llegar en carro tomando la carretera que se encuentra detrás del edificio de la Administración del Canal y desde allí hay señalizaciones que lo conducen a la cima.

Es suficiente para invitarlos a visitar el cerro Ancón, tan cerca de la ciudad y con toda la accesibilidad. No dejemos que se pierda este Patrimonio, que aunque no lo sea ante la ley, lo es ante nuestros ojos, debemos valorar que por mucho tiempo no fue nuestro, estando en nuestro propio territorio y hace mucho tiempo que regresó a nuestras manos para que lo conservemos y visitemos.

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Lí­dice, Trinidad, El Cruce: Capira

Hace una semana que estando en Chorrera tomándonos el clásico chicheme ( bebida panameña) y nos pusimos a pensar qué lugar cercano visitar. Tomamos el mapa y decidimos un lugar hermoso, muy poco visitado: Capira y sus montañas, el valle de Lídice, el Cerro Trinidad y la nueva carretera que conduce hacia Cacao.
Lídice es solo uno de los poblados que están en las faldas del Cerro Trinidad de 969 metros sobre el nivel del mar, así mismo como el Cruce detrás del cerro.
Entramos justo después de pasar el puente que le sigue a la panadería Cesarín en el corazón de Capira, a orilla de la calle.
Luego de cinco minutos de recorrido en la carretera hacia Lí­dice, ya el paisaje cambiaba. El verde toma su lugar en este lugar, a medida que avanzas se va viendo Cerro Trinidad desde distintas esquinas, el clima cambia a fresco y puro.
Lí­dice es uno de los trece corregimientos del distrito de Capira de Panamá. La comunidad se encuentra en las faldas del Cerro Trinidad, en un Valle de tierras fértiles y llanas, serpenteado por el rí­o Perequeté, tiene una superficie de 44.4 km² y limita con los siguientes corregimientos: al norte con Caimito; al sur con Campana al este con Capira cabecera; al oeste con el Cacao.
Desde principios del siglo XIX estas fueron utilizadas para pastear al ganado entregando en diezmo a la Parroquia de San Isidro. Su nombre original era el “Potrero”, por inquietud de los moradores se ordena el cambio del nombre de Potrero por el de “Lídice”. Este nombre es un homenaje a Lídice comunidad de Checoslovaquia destruida el 4 de junio de 1942 por orden de Adolfo Hitler. La ONU, decretó que en cada país debía haber un pueblo, calle, plaza o edificio que llevara este nombre en memoria de sus habitantes y le toco a Capira. La forma de este cerro es enigmática, casi siempre tapado por las nubes que lo cubren en la cima. Tiene unos picos impresionantes que sobresalen en la cordillera central que a partir de allí reducen la altitud de sus cumbres, para dar paso a las colinas.
Los ríos y quebradas más importantes del valle de Lídice y alrededores son Río Trinidad, Caimito, Caimitillo, Rí­o Bollo, Perequeté, Quebrada Murciélago, Cerro Pelao, Cecilia, Ballestera, Caña Blanca y la Chapa.
Sus comunidades son Caimitillo, Majara, Felipina, el Murciélago, el Coco, las Tablitas, el Bongo, San Isidro, San José, Pueblo Nuevo, Pedregal, Barraza, la Pela Diente, los Duendes, el Creo, Don Bosco y La 31 de octubre, fecha de fundación del corregimiento de Lídice el 31 de octubre de 1943.
Lí­dice es hoy en día uno de los corregimientos más importantes del distrito de Capira. El fértil valle produce distintos rubros como naranja, café, yuca, ñame y otros.
Las vistas desde Lí­dice son hermosas, el clima es fresco, a lo lejos se ve el cerro Trinidad como el rey de la región. En las tardes el sol pasa por detrás de su cima y refleja su sombra en el pueblo.
Luego de pasar Lí­dice, se ve un precioso paisaje, parecido al que se ve desde Campana: punta chame, algunas islas, parte de Capira, Cermeño, entre otros lugares.
Justo cuando pasamos por la comunidad de San Isidro, vimos la nueva carretera que conduce hasta Cacao y otra hasta el Cruce, esta carretera fue echa en el año 2009 y está en perfectas condiciones. Tomamos la calle de la izquierda y seguimos recto, llego un momento en que la calle nos llevaba directo al cerro, estábamos ahí debajo de él, de pronto podíamos ver del otro lado: Cacao, Caimitillo, Aguacate Arriba; seguimos el camino hasta llegar a un lugar que le llaman El Cruce, en donde la carretera se divide hacia Trinidad, Cacao y Aguacate. Allí preguntamos cual era la comunidad que seguía y si el carro pasaba por la carretera, un señor muy amablemente nos dijo que si se podía seguir hasta llegar a la carretera pavimentada de Cacao y desde allá­ salir a la carretera Panamericana.
Hicimos caso y seguimos el camino, cada vez la carretera era más difícil y de piedras sueltas, decidimos arriesgarnos a seguir, hasta que tuvimos la gran sorpresa de encontrarnos con un río sobre el cual habí­a que pasar, así que dimos la vuelta y decidimos regresar, pues ese río es solo para carros con doble tracción, se veía bastante fuerte.
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Hace una semana, estando en Chorrera tomándonos el clásico chicheme (bebida panameña), nos pusimos a pensar qué lugar cercano visitar. Tomamos el mapa y decidimos un lugar hermoso, muy poco visitado: Capira y sus montañas, el valle de Lídice, el Cerro Trinidad y la nueva carretera que conduce hacia Cacao.

Entramos justo después de pasar el puente que le sigue a la panadería Cesarín, en el corazón de Capira, a orilla de la calle.

Lídice es solo uno de los poblados que están en las faldas del Cerro Trinidad, de 969 metros sobre el nivel del mar, así mismo como el Cruce detrás del cerro.

Luego de cinco minutos de recorrido en la carretera hacia Lídice, ya el paisaje cambiaba. El verde toma su lugar en este sitio, y a medida que avanzas se va viendo el Cerro Trinidad desde distintas esquinas; el clima cambia a fresco y puro.

Lídice es uno de los trece corregimientos del distrito de Capira de Panamá. La comunidad se encuentra en las faldas del Cerro Trinidad, en un valle de tierras fértiles y llanas, serpenteado por el río Perequeté. Tiene una superficie de 44.4 km² y limita con los siguientes corregimientos: al norte con Caimito; al sur con Campana; al este con Capira cabecera; al oeste con El Cacao.

Desde principios del siglo XIX estas tierras fueron utilizadas para pastar al ganado, entregando en diezmo a la Parroquia de San Isidro. Su nombre original era “El Potrero”, pero por inquietud de los moradores se ordenó el cambio del nombre por el de “Lídice”. Este nombre es un homenaje a Lídice, comunidad de Checoslovaquia destruida el 4 de junio de 1942 por orden de Adolfo Hitler. La ONU decretó que en cada país debía haber un pueblo, calle, plaza o edificio que llevara este nombre en memoria de sus habitantes, y le tocó a Capira.

Desde una loma antes de mi casa, se puede ver el Cerro Trinidad, así como desde muchos puntos de Arraiján. Cuando uno va en la carretera Arraiján – Chorrera, puedes ir viendo cómo aparece y desaparece entre las curvas. Incluso en el centro de Chorrera, justo cuando uno va en la carretera central, mirando hacia el frente se ve claramente el Cerro Trinidad. La forma de este cerro es enigmática, casi siempre tapado por las nubes que lo cubren en la cima. Tiene unos picos impresionantes que sobresalen en la cordillera central, la cual a partir de allí reduce la altitud de sus cumbres para dar paso a las colinas.

Los ríos y quebradas más importantes del valle de Lídice y alrededores son: río Trinidad, Caimito, Caimitillo, río Bollo, Perequeté, quebrada Murciélago, Cerro Pelao, Cecilia, Ballestera, Caña Blanca y la Chapa.

Sus comunidades son: Caimitillo, Majara, Felipina, El Murciélago, El Coco, Las Tablitas, El Bongo, San Isidro, San José, Pueblo Nuevo, Pedregal, Barraza, La Pela Diente, Los Duendes, El Creo, Don Bosco y La 31 de Octubre, fecha de fundación del corregimiento de Lídice el 31 de octubre de 1943.

Lídice es hoy en día uno de los corregimientos más importantes del distrito de Capira. El fértil valle produce distintos rubros como naranja, café, yuca, ñame y otros.

Las vistas desde Lídice son hermosas, el clima es fresco, y a lo lejos se ve el Cerro Trinidad como el rey de la región. En las tardes, el sol pasa por detrás de su cima y refleja su sombra en el pueblo.

Luego de pasar Lídice, se observa un precioso paisaje, parecido al que se ve desde Campana: Punta Chame, algunas islas, parte de Capira, Cermeño, entre otros lugares.

Justo cuando pasamos por la comunidad de San Isidro, vimos la nueva carretera que conduce hasta Cacao y otra hasta El Cruce. Esta carretera fue construida en el año 2009 y está en perfectas condiciones. Tomamos la calle de la izquierda y seguimos recto. Llegó un momento en que la calle nos llevaba directo al cerro; estábamos allí, debajo de él. De pronto podíamos ver del otro lado: Cacao, Caimitillo, Aguacate Arriba. Seguimos el camino hasta llegar a un lugar que le llaman El Cruce, donde la carretera se divide hacia Trinidad, Cacao y Aguacate. Allí preguntamos cuál era la comunidad que seguía y si el carro podía pasar por la carretera. Un señor muy amablemente nos dijo que sí se podía seguir hasta llegar a la carretera pavimentada de Cacao y desde allí salir a la carretera Panamericana.

Hicimos caso y seguimos el camino; cada vez la carretera era más difícil y de piedras sueltas. Decidimos arriesgarnos a continuar, hasta que tuvimos la gran sorpresa de encontrarnos con un río que había que cruzar. Así que dimos la vuelta y decidimos regresar, pues ese río es solo para carros 4×4; se veía bastante fuerte.

De regreso tuvimos un par de problemas de tracción, pero finalmente logramos continuar. En el camino nos encontramos con el señor que nos había ayudado con las indicaciones. Iba caminando hacia fuera en busca de un transporte que lo llevara hasta Capira con su familia. Le dimos el aventón y, de paso, conseguimos un guía para pronto ir a subir el Cerro Trinidad, que será una nueva exploración de un cerro casi inexplorado, considerado intocable por muchos desde la distancia.

Capira es, sin duda alguna, una perla de Panamá, con sus valles, montañas y ríos que deslumbran a quienes recorren sus caminos. Algunas veces no hay calles pavimentadas, pero siempre vale la pena aventurarse. Siempre más allá, y mientras más lejos llegas, más hermoso se pone.

Trip Enlodados: Camping en la Laguna de San Carlos/ Ascenso al Cerro Picacho con estudiantes de la Universidad de Panamá.

camping con la gente de la U 025

Hace poco estuvimos haciendo camping en la Laguna de San Carlos con los estudiantes de la Escuela de Turismo Geográfico Ecológico de la Universidad de Panamá. Fue gratificante ver la emoción y la organización de la actividad, pues todo salió como lo esperábamos.

Lo primero que hicimos fue limpiar un poco el lugar, ya que la hierba estaba crecida. Luego armamos las carpas y las aseguramos. Esta vez, el precio por carpa fue de 5.00 dólares y la entrada a la laguna fue de 0.50 centavos por estudiante.

Nos fuimos a subir el cerro y empezamos el ascenso muy bien. Algunas jóvenes sintieron agotamiento, pero todos disfrutamos del ambiente y de la naturaleza. Fue muy gratificante llegar a la cima, pues todos estuvieron felices y conformes con la encantadora vista desde el Cerro Picacho. Incluso llegamos a una cima en la que Enlodados nunca había estado, a 1,082.33 metros de altura, que es la máxima del Picacho. Al parecer, este cerro se vuelve cada vez más interesante. La neblina nos cubrió y tuvimos que bajar apresuradamente, temiendo que comenzara a llover.

Durante el descenso, más de la mitad del grupo se resbaló. Las caídas formaron parte de la diversión del momento.

Al llegar nuevamente a la laguna, nos dimos un tremendo baño en sus frías aguas. Fue placentero, como siempre que se visita este hermoso lugar. A medida que atardecía, la neblina fue cubriendo más y más la laguna, hasta que llegó un momento en que desaparecimos dentro de ella.

Después cocinamos una deliciosa cena compuesta de pollo guisado, arroz con vegetales, plátanos, chorizos, ensalada… en fin, una algarabía de sabores que compartimos con entusiasmo.

Luego de contar los tradicionales cuentos de miedo, cada quien se fue a su carpa a dormir, aún con el susto en la piel. A la mañana siguiente, tomamos el desayuno y luego tuvimos partidas de fútbol e incluso voleibol en la laguna.

Más tarde nos despedimos de la gente de la laguna y nos encaminamos hacia Playa Corona para pasar la tarde.

Todo salió a la perfección. Nos divertimos, compartimos, y muchos adquirieron experiencia para los próximos campings… que, sin duda, serán muchos más.

Chorro Los Algarrobos de Chicá, Chame

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Decidimos irnos en búsqueda de los “Algarrobos”, un charco del cual todo el pueblo de Chicá se enorgullece.

Chicá se encuentra en la provincia de Panamá, distrito de Chame, cerca del Parque Nacional Altos de Campana, por el cual entramos. Nos fuimos directo al mirador de Los Mandarinos, en el poblado, el cual queda después de pasar la escuela pública del lugar.

A eso de las 7 a.m. ya estábamos allí, y nos recibieron dos hermosos tucanes que jugaban volando sobre los árboles, haciendo paradas sobre algunas ramas. Una ardilla blanca nos confundió al hacernos pensar que era un mono; unas eufonías coroniamarillas buscaban entre unas ramas pedazos para hacer su nido; una reinita amarilla se burlaba de nosotros desde el árbol de mandarinas. De repente, una elenia penachuda se posó justo sobre nuestras cabezas esperando ser fotografiada, mientras un gavilán de ojos rojos descansó en una rama del árbol de enfrente por bastante tiempo.

Parecía como si el tiempo se hubiese detenido en ese instante, y los animales desearan saludarnos sin miedo. Le alquilamos los binoculares al señor de Los Mandarinos y vimos el Cerro Negro, el Cerro Picacho, Buena Vista de Chame, Bejuco, Altos del María, la Finca de Orquídeas Loma Linda, y también una curiosa casita que parecía tener una hortaliza al frente.

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Vimos un puente rural y un señor nos dijo que era por ahí, y agregó que solo eran 15 minutos caminando hasta Los Algarrobos. Iniciamos la caminata sin nada de equipo, pues no estaba en nuestros planes enlodarnos.

Y caminamos más de 15 minutos a buen paso. Vimos algún caballo, alguna ardilla, y seguimos caminando hasta llegar a un punto donde el camino se dividía. Karla y Max caminarían por la derecha, Leo y yo por la izquierda, y si veíamos el río, gritábamos para avisar. ¡Vaya modo!

Al entrar por nuestro camino, Leo y yo vimos de cerca la casa que ya habíamos observado llena de hortalizas desde el mirador. De repente, pasó un señor con dos caballos y nos dijo que estábamos a punto de llegar a Buena Vista—habíamos caminado mucho. También nos informó que Los Algarrobos estaba en el otro camino. Así que caminamos de vuelta, y justo venía Max a buscarnos, pues había encontrado el río… que en realidad era un charquito poco profundo, en el que nos dimos un baño pensando que eran Los Algarrobos.

Un rato después, pasó otro señor en su caballo y nos dijo que Los Algarrobos estaba cerca de allí, que nos daríamos cuenta al verlo. Entonces, decidimos caminar un poco más.

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Íbamos todos mojados sobre las piedras y, de repente, una serpiente pequeña me pasó entre las piernas. Nos asustamos, y más yo—lo admito—pues la serpiente prácticamente me rozó.

Con algo de miedo seguimos caminando, y empezamos a oír agua cayendo. De pronto, el camino se terminó y apareció una hermosa caída de agua: una charca visiblemente profunda que invitaba al esparcimiento. Sin pensarlo mucho, mandamos a Karla adelante a probar la profundidad… ¡y estaba honda, oh sí! El agua era fresca, verdosa… pero hicimos tanta revoltura que la dejamos color chocolate. El chorro era de unos tres metros, y hasta allá fuimos a darnos unos buenos masajes naturales.

Más tarde llegaron unos lugareños e hicieron tremendos clavados en el charco. Unos niños aprendían a nadar y nos contaron sus aventuras; debe ser muy divertido vivir en un lugar como Chicá.

De regreso vimos un centenar de sapitos negros saltando de un lado a otro, huyendo de nosotros. Parecían haber pasado recién una etapa de su metamorfosis. También nos topamos con chinches rojos y un “meracho” (Basiliscus basiliscus).

Este es solo uno más de esos lugares que ni siquiera imaginamos que existen, especialmente para los capitalinos. Es hermoso ver cómo los lugareños de Chicá se preocupan por sus ríos y quebradas, sin miedo a invitarnos a ellos, confiando en nuestro sentido de responsabilidad con el medio ambiente. Tantas especies en un solo día es mágico verlas en su estado silvestre, pero ellas mismas saben cuándo no recibirán ningún daño y salen a mostrarnos sus virtudes.

Trip Enlodado (Cerro la Cruz y Laguna de San Carlos) con estudiantes de la Universidad de Panamá

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En días pasados estuvimos guiando a los muchachos de la escuela de Turismo Geográfico Ecológico de la Universidad de Panamá por el sendero la Cruz, Cerro la Cruz, en Parque Nacional Altos de Campana. Fue muy emocionante y placentero poder compartir experiencias con estos jóvenes que se están adentrando al medio.

Bastante sorprendente para nosotros fue comprobar las habilidades fí­sicas de estos muchachos que no se quejaron en ningún momento, demostrando en cada paso su interés por el medio ambiente y los seres que lo habitan.

Posteriormente nos fuimos a dar un baño en las refrescantes aguas de la Laguna de San Carlos que nos recibió con un clima agradable que poco a poco se fue opacando y dejo caer sobre nosotros una lluvia sin truenos ni relámpagos que nos invitó a entrar en el lago y pasar un excelente momento.

Fue impresionante como la Laguna de San Carlos se fue llenando de neblina. Todos nos emocionamos por lo curioso del momento.

Como siempre el Señor Florentino de la Laguna de San Carlos se ofreció amablemente a contarnos la historia del lugar y ya con lo místico del momento, la historia se volvería inolvidable.

Gracias a los muchachos de la Universidad de Panamá, Turismo Geográfico Ecológico por dejarnos guiarlos por estos senderos. Estamos seguros de que ésta fue solo una primera vez.

Emberá Drua, Parque Nacional Chagres

Esta vez fuimos a un lugar inimaginable, tuvimos la dicha de por primera vez, pasar sobre las aguas del río Chagres, el más grande afluente de la República de Panamá.

Entramos por la Cabima, que esta situado en la carretera hacia las Cumbres, nos detuvimos en el Restaurante Pio Pio de la Cabima y preguntamos por donde llegar a Puerto Corotú.

Tomamos la carretera justo a mano izquierda de frente a dicho restaurante  y fuimos preguntando hasta llegar a la monstruosa fábrica de Cemento Bayano, verdaderamente desagradable y de ahí seguimos hasta ver las señalizaciones de Parque Nacional Chagres y Puerto Corotú.

Llegamos al gigante árbol de Corotú, característico de que estábamos en el puerto del Lago Madden conocido mejor como Lago Alajuela.

Una vez allí preguntamos por Iván, con el cual había hablado solo por teléfono móvil y lo imaginaba como guía turístico de alguna empresa o parecido, cuando él salio a nuestro encuentro iba ataviado solo por un taparrabo y una falda de chaquiras. Nos puso en contacto con Miromel, un indígena Emberá que no hablaba nada de español.

De repente apareció un señor en 4weel con uniforme de la ANAM a cobrarnos la entrada al Parque Nacional Chagres y a reprendernos por no haber parado la garita, nada visible. El costo por entrar a este Parque Nacional es increíblemente de 5 dólares por persona panameña (luego supimos que eran 3$).

Entre señas y gestos Miromel nos indico que nos subiéramos a la piragua, un medio de transporte tradicional de los indígenas para llegar a sus hogares, de unos 6 metros de largo por menos de un metro de ancho. Miromel nos preguntó qué queríamos hacer primero y cual era nuestro itinerario.

Nos cuentan que en los años 70 el señor Emiliano Caisamo salio del Darién con su familia hacia la ciudad de Panamá, para buscar progreso en cuanto al recurso económico ya que su producción agrícola y ventas era pésimo. Las condiciones de pago y por otro lado los colombianos contrabandistas clandestinos eran un peligro para sus hijas y esposas y hasta para sus propias vidas.

Es por esta situación que llegan a Panamá en la década de los 70 y luego con el pasar de los años funda la comunidad Embera Drúa acompañado por sus hijos y bisnietos que fueron su tercera generación. En ese entonces el trabajo agrícola no estaba limitado, ni el uso de la tierra, pero posteriormente el 2 de octubre de 1984, se crea el Parque Nacional Chagres y se limita la agricultura y el uso de la tierra ya no daba para el comercio solo para la subsistencia, así que Emiliano Caisamo decide empezar con la artesanía.

AMPYME, la Autoridad de Panamá para micro, pequeñas y medianas empresas, les está dando la formación en estas áreas y los está ayudando a registrarse legalmente en el proyecto de turismo, lo que demuestra que son una comunidad muy organizada de la cual están muy orgullosos.

Lo que ofrecen es turismo ecológico y cultural. La parte cultural es que los visitantes descubren e interactúan con los indígenas, la parte ecológica, significa aprender  acerca de la selva, y todo ello sucede de manera de bajo impacto para el entorno natural y sus formas de vida. Los visitantes van para experimentar la naturaleza, pero no se pueden tomar las plantas o los animales.

Miromel metía una larga vara dentro del agua para verificar la profundidad y Mario, que manejaba la máquina, la movía de un lado para el otro  y no arrastrarla. En un momento la cosa se puso extrema, tuvimos que dejar todo dentro de la piragua y ayudar a moverlo entre los rápidos que nos atacaban por un lado. Un momento verdaderamente extremo.

Decidimos ir primero al chorro y UFF! vaya experiencia, después de caminar un poco por la selva llegamos a la preciosura de lugar, sacado de una película de hadas.  Max y su mamá estaban muy emocionados, al igual que Karla en la que se veían los ojos de felicidad, Andrés con ganas de meterse al agua y Leo y yo tomando fotos como locos para dejar la cámara y tirarnos al agua!

A lo largo de la orilla del río Chagres, se pueden ver cocodrilos, caimanes, nutria de río, aves como loros, guacamayas, tucanes, martín pescador, entre muchos más.

Nos bañamos en las aguas del Chagres bajo ese esplendoroso chorro, todo fue un contento, me caí y casi me parto un dedo, pero no importó, Max también se dio algún golpe que no pasó a más, andábamos tan emocionados que no veíamos donde poníamos los pies. Después de casi una hora y cuando ya se acercaban algunos extranjeros, Miromel nos dijo que sería mejor retirarnos. Llenos de felicidad y regocijo, emprendimos la marcha a seguir por lo que nos esperaba pues no íbamos ni por la mitad.

Nos recibieron con bailes en la comunidad. Tomamos asiento en algunos bancos y esperamos por más. Iván nos empezó a explicar todo acerca de sus costumbres y tradiciones, historia, modo de vida, nos dijo hasta cómo hacían sus vestiduras y algo muy curioso fue ver el “brassier” de la joven indígena del que colgaban monedas de 5 y 25 centavos panameños y relucían contra los rayos del sol. El rey de la comunidad se le llama “Noko”, y el curandero Elías. El Noko es quien da permiso para todo, hasta para las fiestas y tomar bebidas alcohólicas.

Es importante destacar que tienes que llevar tu propia agua, ya que el agua usada en la comunidad no es filtrada. También es importante llevar billetes de denominaciones bajas como 1 dólar o 5 dólares ya que hay dificultades con grandes cuentas.

Una joven se acerco con un plato de pescado el cual estaba delicioso y fresco, acabado de sacar del Chagres, con plátanos fritos en su punto.

Después de eso nos fuimos con el botánico y los extranjeros subiendo una loma, vimos un mono araña en alguna de las casas, pasamos por los puestos donde venden las artesanías con precios geniales para tan magnificas obras.

Llegamos al sendero y ahí el señor nos explicó una a una las plantas que tenía y sus funciones. Nos dió a probar algo así como una rama de un arbusto y al instante, la boca nos picaba, era una sensación extraña como si la lengua estuviese dormida.

Dice él que tiene la cura del cáncer y muchas otras enfermedades, no vende ninguna planta, la única manera de que te cure es prácticamente yendo a vivir algún tiempo allá.

El Tour incluye: – transporte en piragua ida y vuelta aproximadamente 40 minutos de ida y 35 minutos de regreso, – Visita a la Cascada del Indio en la que te puedes quedar el tiempo que plazcas, – Bienvenida de los Emberá Drúa con cantos y bailes y su Rey al frente, – Charla informativa de todas las actividades diarias de los Emberá y su etnografía por categorías- Un delicioso plato de pescado frito (tilapia) con plátanos, – Bailes tradicionales por las mujeres del pueblo, – Bailes tradicionales interactivos para el público, – Visita al jardín botánico en donde se explica cada una de las plantas curativas y sus funciones, – Puedes bañarte de nuevo en el río de aguas cristalinas, – Te llevan a ver caimanes, aves, iguanas en plenas funciones. Entre muchas otras cosas más ofrecen tatuajes de jagua, el cual hasta el día de hoy aún tengo, duran aproximadamente 1 semana y son muy característicos de estos indígenas, se dice que esta pintura limpia la piel, ya que es de origen vegetal y es sacada de un árbol llamado Jagua (Genipa americana).

También se puede pasar la noche para vivir una experiencia más amena y despertar con los sonidos de la selva. Ofrecen tours de Avistamiento de aves, fotografía extrema, pescar, kayak, y hasta hacer trekking.

Algunos hablan español, otros solo la lengua Emberá y están aprendiendo el español, cabe destacar que también tienen su escuela en la cual da clases una maestra proporcionada por el Ministerio de Educación.

Queda la memoria de una experiencia única dentro de un lugar increíble en donde la naturaleza perdura, en donde la etnografía es respetada, en donde la vida te la da la Naturaleza y nada más.

Un paraíso en Panamá.

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Salto del Harino en Las Lajas de Chame

Escondido en la comunidad de Las Lajas de Chame se encuentra un chorro que es casi conocido solo por los lugareños. En épocas de invierno suele estar un poco sucio pero ya en el verano cambia un poco la tonalidad del agua.

Tiene un salto increíble de unos 12 metros de altura desde el cual los jovencitos hacen mortales clavados con tal destreza que te logran poner los pelos de punta.

El rí­o el Harino tiene la particularidad de que sus rocas son lajas que van formando escaleras naturales que son utilizadas para bajar a la parte cóncava donde la gente se baña.

Ciertamente no es recomendable para personas de la tercera edad y hay que tener mucho cuidado al bajar pues hay partes en las que prácticamente hay que escalar, de manera tal que tampoco es fácil llevar coolers o cosas pesadas.

Es conocido por ser el chorro al que llegó el cantante Justin Bieber, cosa que nadie esperaba que sucediera en ese momento.

El chorro esta situado en la comunidad de las Lajas de Chame, justamente antes de llegar a el Rey de Coronado, a la mano derecha hay una calle al lado de un mini súper, se entra por ahí y unos 10 minutos más adelante a mano derecha la Escuela Las Lajas, después a la izquierda verá una gallera abandonada y una callecita de piedras al lado, se entra por ahí y siga hasta llegar al patio de una casa.

Recomendación: NUNCA dejar el auto a la deriva, hable con los vecinos del área y pague por el servicio de parking.

Esclusas de Miraflores, Canal de Panamá

Aquel día nos fuimos al medio día a llevar a mi amigo Alain a ver el tránsito de un buque en las Esclusas de Miraflores. 3.00 dólares nacionales, 8.00 extranjeros…bastante justo.

Una edificación perfecta, al llegar ya teníamos un problema: nos habíamos parqueado en el lugar equivocado, me toco decirle al policía “pongan letreros visibles.”

Pagamos el ticket, y subimos. Inmediatamente al entrar tuvimos la suerte de que un buque venía entrando a las esclusas y una voz de alto parlante avisó. Estuvimos viendo el tránsito desde un balcón, la voz femenina daba uno a uno los detalles del tránsito. Cada una de las acciones que sucedían echas por otros trabajadores desde el buque que demuestra el compromiso permanente de la Autoridad del Canal de Panamá por fortalecer la educación del público acerca del Canal.

Ella contaba muchas cosas, en español e inglés; entre esas decía que atravesar el canal le toma a un barco menos de 24 horas, normalmente 8 horas. En el trayecto, de alrededor de 80 kilómetros, el buque debe pasar por tres juegos de esclusas: Miraflores, Gatún y Pedro Miguel, que hacen las veces de enormes ascensores de agua para los buques. Las esclusas son unas impresionantes compuertas de 25 metros de altura que sirven como ascensores permitiendo a los buques elevarse, debido a la diferencia de altura entre los océanos Pacífico y Atlántico.

Después de aproximadamente una hora, la voz avisó que empezaba la película, fuimos a lo que es un “cine” dentro del centro visitantes de Miraflores. Allí expusieron la historia del Canal de Panamá desde la presencia francesa, los planes futuros y la ampliación. Fue una película de menos de media hora, pero bastante completa e interesante.

Después de ver la película, subimos a lo que es un museo interactivo dentro del cual se exhiben maquetas, modelos mecánicos de simulación y objetos relacionados con la historia del Canal; el museo esta compuesto en cuatro salas de exhibición:

La sala de Historia presenta las referencias, las innovaciones tecnológicas y las iniciativas higiénicas que acompañaron la construcción del Canal. Esta sala rinde homenaje a los miles de hombres y mujeres que ayudaron a este logro.

La sala de El Agua: Fuente de Vida se destaca la importancia del agua, la preservación del ambiente y la biodiversidad, el cuidado de la cuenca hidrográfica del Canal, y la responsabilidad de la ACP con el manejo sostenible de este recurso y la región interoceánica.

El Canal en Acción muestra, de forma placentera, cómo funciona el Canal y permite vivir la experiencia dentro de un simulador y una alcantarilla de las esclusas. Por medio de una maqueta topográfica, se puede hacer un tránsito virtual de océano a océano. Esta sala destaca las innovaciones, modernización y mantenimiento del Canal.

El Canal en el Mundo da a conocer la calidad del Canal para el comercio mundial, describe las rutas comerciales que utiliza; identifica sus principales usuarios, los tipos de buques que transitan y los productos que transportan. Presenta, además, algunos estudios para asegurar la competitividad del Canal en el futuro y los beneficios que brinda a la República de Panamá.

Horarios

  • De Lunes a Domingo, incluyendo días feriados
  • Boletería de 9:00 A.m. – 4:30 P.m.
  • Salas de exhibición, refresquerías y tienda de recuerdos 9:00 A.m. – 5:00 P.m.
  • Restaurante 12:00 P.m. – 11:30 P.m.

Saliendo de ahí se nos ocurrió visitar el Parque Summit, siempre interactivo con algunas especies de animales de la selva panameña.

Visitamos el centro de exhibición del Águila Arpía e inesperadamente una joven muy cortésmente nos invito a ver la película que exhiben y fue demasiado interesante conocer más acerca del ave nacional.

Ya cuando caminábamos de regreso vimos un ave en uno de los árboles en forma natural, era un Collared aracari.

Ver más fotos.

Ascenso Cerro La Cruz, Parque Nacional Altos de Campana

Mis primeras veces en Campana, fueron en solitario. Me tomaba el tiempo de irme hasta la piquera de Capira y esperar la “chiva” de Menchaca. Alguna de esas veces me tocó regresar en la parte trasera de un camión lleno de estiércol ya que en ese tiempo (2007-2008) después de las 6 de la tarde era difícil conseguir transporte.

Desde cuando uno viene por la carretera de Chorrera, hasta Capira puedes ir viendo el Parque Nacional Altos de Campana y sus cerros, con simplemente prestar un poco de atención puedes ver Cerro Campana (1,007 m.s.n.m), y  Cerro Trinidad (969 m.s.n.m).

Cuando vas encaminado en la carretera hacia Altos de Campana, puedes ver a lo lejos el paisaje sacado de algún capitulo de “Heidi”, las formaciones rocosas, la Bahía de Chame, con sus impresionantes manglares que cubren la boca del río del mismo nombre y que crean una forma que para mi es como una pata de gallina.

Cómo llegar:

Antes de iniciar tu caminata debes…

Es necesario pasar por la caseta de Mi Ambiente, Antiguo ANAM, registrarte y dar por hecho que vas a estar en los senderos. El costo por entrada al parque para persona nacional es de 3$ y extranjeros 5$. Para acampar debes pagar 5$ por camping (actualmente deshabilitado 2022)  y hay varios sitios donde puedes hacerlo. No te salgas de los senderos pues te puedes perder.

Geomorfología

Se trata de una extensión de la formación Ígnea del volcán del Valle de Antón. Su pasada acción volcánica queda claramente reflejada en su quebrado relieve en el que se observan espectaculares acantilados, campos de lava, capas volcánicas y otras numerosas manifestaciones que hablan de un pasado geológico súper intenso.

Cerro La Cruz: entre neblina, barro y biodiversidad

Desde el Cerro La Cruz se observa la cuenca del Canal de Panamá, donde nacen ríos como el Trinidad, Cirí, Chame, Perequeté y Caimito. Las temperaturas oscilan entre 20 °C y 24 °C, con precipitaciones que superan los 2,500 mm al año. Es un entorno natural privilegiado.

El acceso al sendero está justo donde se ubica una finca con un curioso nombre: “NO ESTOY”, visible desde la carretera. Allí se dejan los autos y comienza la caminata.

La primera vez que fui, en 2007, llovía y había neblina. Caminamos sin una ruta clara, solo siguiendo la intuición y el entusiasmo de la aventura. El bosque olía a corteza húmeda y tierra viva.

Tras un breve descanso en unas bancas, continuamos el ascenso. Subimos, bajamos, volvimos a subir. Nos rodeaba una biodiversidad impresionante: 26 especies de plantas endémicas, 200 tipos de árboles, 342 arbustos, 267 aves (48 migratorias), 62 anfibios y 86 reptiles. Solo vimos insectos, probablemente por el ruido que hacíamos, pero la sensación de estar en medio de tanta vida fue inolvidable.

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Perdidos en el camino correcto: la Cruz en la cima

Más adelante nos topamos con un letrero pequeño, borroso e indescifrable. Estaba justo entre dos caminos. Yo sugerí tomar el de la izquierda, que ascendía aún más. A medida que subíamos, el clima se volvió más templado y húmedo, y la luz se fue apagando bajo el dosel de los árboles. El lodo era ya un fango profundo, hasta que nos dimos cuenta: no había más camino. Nos habíamos equivocado. Sin embargo, no cundió el pánico. Aparentemente, íbamos rumbo al Cerro Campana, uno de los más altos de la región.

De regreso, Evelin resbaló y cayó. Soltamos carcajadas. Un minuto después, y por burlón, fui yo quien cayó en el mismo sitio. Max se mantuvo firme, como si el lodo no lo afectara.

Volvimos al letrero y esta vez tomamos el sendero de la derecha. A poco andar, vislumbramos unas barandas verdes oxidadas que descendían. Nadie parecía haberlas usado en mucho tiempo, pero ya estábamos lo suficientemente sucios como para tomarlo como un juego. Prácticamente nos deslizamos por ellas hasta llegar a un claro.

Era febrero, pero allá arriba el rocío lo empapa todo. Seguimos subiendo, ya con la meta cerca. Trepamos sobre piedras húmedas, y entonces la vimos: la Cruz. En lo alto, sobre un peñón final.

Ya había dos jóvenes allí. Subimos con cuidado, no sin advertir: no intentes ese ascenso si no tienes experiencia en escalada, y mucho menos si vas solo.

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Casi llegando a la Cruz.
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Vista desde La Cruz
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La vista desde el cielo

Desde La Cruz (N 8º 41.169′ W 79º 55.173′), a 900 metros sobre el nivel del mar, se contemplan no solo vistas imponentes de la cuenca del Canal, sino también un panorama majestuoso de la Bahía de Chame, enmarcada por la Punta Chame.

Al mirar alrededor, un escalofrío recorre el cuerpo: te sientes en la cima del mundo. Desde esa roca coronada por la cruz, lo visible es tan vasto que uno cree haber llegado al cielo.

El viento golpeaba fuerte. Nos quedamos largos minutos en silencio, simplemente contemplando. La belleza del lugar nos dejó sin palabras. Luego de dos horas allí, iniciamos el descenso, tan ligeros de espíritu que ni sentimos el cansancio.

Han pasado los años, y por lo menos tres veces al año volvemos a subirlo. Ya es una tradición, un relajo… pero jamás deja de silenciarnos el alma esa vista desde la gran roca de la cruz.

En el Parque Nacional Campana no solo está el Sendero La Cruz, hay 4 senderos más que también son muy interesantes: Sendero La Rana Dorada, Sendero Panamá, Sendero Podocarpus, Sendero Zamora.

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Mapa interactivo del área.

Camping

En el sendero Podocarpus, la vista para acampar es simplemente hermosa. Personalmente, me gusta caminar hasta encontrar el sitio perfecto, y por eso acampamos en la parte baja del Cerro La Cruz. Fue una experiencia magnífica: el frío de la tarde, la noche y la madrugada es algo que me encanta profundamente.

Durante la noche, escuchamos una gran variedad de animales merodeando, entre ellos búhos y pequeños felinos. Esa cercanía con la naturaleza, tan cruda y real, te recuerda que estás siendo testigo de un mundo intacto.

En este lado del parque es esencial llevar suficiente agua y todo lo necesario para una buena fogata. También es importante llevar una lona o cubierta para el camping, por si llueve, y optar por comida ligera. Si tienes la posibilidad de llevar una estufa de camping, mucho mejor, ya que encender una fogata en un terreno tan húmedo no es tarea sencilla.

Lo demás es disfrute puro para los sentidos.