En Chorrera y de súbito. La descubrimos de milagro. Nos metimos a una calle desconocida y de regreso vimos muchos carros en una casa, preguntamos y ¿PUM! ¡Cascadaaaaa!!
La entrada al sitio tiene costo de 2$ por auto y 2$ por persona. El lugar lo mantienen bastante limpio y es preferible visitarlo en verano ya que en época lluviosa por lo general pasan crecidas del río.
Verano atardecer
Su nivel de dificultad es nula, es de ese tipo de sitios a los que puedes ir en familia. Tiene buenos espacios para acomodarse y disfrutar un día de picnic, tanto arriba de la cascada como abajo de la misma. Hasta puedes prender tu fogón y hacer sancocho.
No me creerán lo cerca que es. Se entra por el Espino de la Chorrera. Solo pon Caimitillo Abajo en App waze y vas preguntando. Está a unos 10 minutos en auto desde la entrada principal donde dice Bajo Grande.
De igual forma, es necesario siempre tener cuidado, tanto de ti mismo, tu familia o amigos y tus pertenencias. Los autos 4×4 llegan casi al mismo río. Los sedán se quedan en la casa de la entrada y caminas unos 10 minutos.
Nosotros hemos llegado incluso cayendo la tarde y ha sido una bonita experiencia.
Pudiese escribir muchas cosas positivas acerca de Altos de Cerro Azul pero sin duda, este sitio tiene que ser el primero.
Estas cascadas se encuentran en las inmediaciones del Parque Nacional Chagres y para poder conocerlas se requiere de varios procesos.
Para empezar debes ir en auto particular, además solo pueden acceder a Altos de Cerro Azul las personas que residan, invitados de los mismos o bajo alquiler de alguna cabaña dentro del residencial.
Todo está bien señalizado y se mantiene limpio. Para llegar a las cascadas, puedes ir en un vehículo 4×4 por camino offroad o bien, caminando. La bajada puede tomar entre 30 minutos y una hora, dependiendo de tu condición física. Ir cuesta abajo es un paseo; sin embargo, el regreso puede ser agotador si no estás acostumbrado.
Al llegar al inicio del sendero homologado con pasamanos, hay un sitio de campismo que utilizan sobre todo en verano. En época lluviosa es preferible ir caminando ya que las lomas son empinadas y no es recomendable que baje un solo carro, lo preferible es hacerlo con un grupo de autos 4×4 en todo caso sea necesario un rescate. En el sitio no existe señal telefónica.
Son aproximadamente 2 km rodeado de un bosque bellísimo, repleto de plantas tropicales y enormes árboles. La fauna es exquisita, sobre todo para quienes adoran avistar aves; abundan los saltarines, trogones y gavilanes. Nos hemos topado en ocasiones con reptiles como serpientes borrigueras y boas. (Recuerda solo retirarte si ves una víbora, nunca atreverte a tocar si no conoces el comportamiento animal.)
Al parecer se trata de dos ríos diferentes que caen en la misma cuenca, luego, los mismos se unen para formar el Río Mono que termina alimentando el lago Alajuela en la cuenca del gran Chagres.
La cascada más grande de las dos es profunda, por lo que no es recomendable para niños. La más pequeña, en cambio, es mucho más segura. Es fundamental estar atentos a los cambios en el clima, ya que en el Parque Nacional Chagres las lluvias pueden aparecer de forma repentina y los ríos crecen rápidamente.
Lo interesante de que el acceso esté dentro de un residencial es que, aunque puede incomodar que no sea de libre entrada, hay que reconocer que el lugar está muy bien cuidado. El sendero está homologado, algo poco común en la Ciudad de Panamá. No encontramos ni un solo rastro de basura, ni mascarillas abandonadas. Aplausos para Altos de Cerro Azul, que han cumplido su promesa de proteger las fuentes de agua que rodean el residencial. Eso es, sencillamente, admirable.
¿Qué llevar? En Altos de Cerro Azul no hay tiendas ni minisúper, así que debes llevar todo lo necesario contigo: Agua, snacks, ropa ligera.
Recuerda al visitar: No ensucies. Recoge tus desechos y, si es posible, no los dejes en el residencial, ya que no cuentan con servicio regular de recolección de basura.
Un templo natural, la cúpula de Manglarito. Se trata de un chorro en forma de tobogán con una fuerza increíble.
Su acceso es en auto 4×4 y el sendero es sencillo pero aún así puede ser fuerte para quienes no están acostumbrados a caminar.
En época lluviosa se convierte en un lugar peligroso ya que el río se crece con una fuerza tremenda que hace imposible el cruce.
Uno de los senderos conduce a la parte alta de la cascada, una caída vertiginosa y peligrosísima, con un mal paso caes al abismo.
La biodiversidad abunda en el sitio, ésta vez nos topamos con variadas aves, anfibios como las ranas de cristal (sachatamia albomaculata) y las ranas (Smilisca sila).
Ranas de cristal Sachatamia albomaculataRana Smilisca sila
Disfrutamos ampliamente junto con quienes compartieron con nosotros el sitio. Un lugar que merece ser cuidado y protegido, por la gran diversidad de especies existentes y por su belleza escénica única.
Costo de entrada 2$ por persona ya que es regentada por la comunidad que han creado pasamanos y han mejorado los accesos. Puedes consultar con ellos mismos para comprar almuerzo criollo.
¡Wow! Una gira espectacular. Aunque nuestros amigos siempre buscan caminos más difíciles, disfrutaron La India Dormida como nunca antes. Flor del Aire nos acogió y nos regaló un clima espectacular que nos permitió gozar de la vista.
Comenzamos subiendo el Cerro La India Dormida para recorrerlo completo, desde los pies hasta la cabeza. En su pecho, los chicos se inventaron la idea de tomar el café de la mañana, lo que fue un disfrute para todos.
Foto de Rey Aguilar
En la cima comprendimos que el Valle de Antón es, en verdad, “El Cráter de un Volcán Habitado”, hogar de gente amable y un pueblo pintoresco.
Desde allí avistamos los cerros circundantes: Cerro Gaital, Cerro Pajita, Cerro Caracoral, conocidos como Las Tres Marías; además del Cerro Cariguana, y a lo lejos, el Cerro Picacho y las montañas de Valle Chiquito.
Desde allá arriba pudimos ver el Mar Pacífico y las montañas penonomeñas, así como el Parque Eólico en el distrito de Aguadulce.
Descendimos por la cabellera de la India, llamada “Flor del Aire”, que cuenta con algunos saltos de agua fría para reponerse. Nos bañamos en el Chorro de los Enamorados y luego caminamos hacia La Piedra Pintada, una gran roca que se desprende de un cerro, donde se conserva claramente un mapa antiguo del área (petroglifo). Y como es normal, y el hambre apremiaba, nos fuimos a almorzar.
La cerecita del pastel fue nuestra visita al Serpentario Maravillas-Tropicales Centro de Rescate y Reubicación, donde pudimos disfrutar de una amena charla informativa por parte del biólogo herpetólogo Mario Urriola, quien nos deleitó con información valiosa para el aprendizaje y la conservación de estos interesantes animales; conversación que también se dió en medio de unas tazas de café. Luego pudimos conocer a Lola, nuestra amistosa amiga pitón.
Consideramos que, gracias a Dios, a la Naturaleza y al conocimiento adquirido por personas experimentadas y estudiosas de estos temas, esta gira fue un éxito. Agradecemos de corazón a cada uno de los que nos acompañaron en esta aventura.
Nos llena de orgullo saber que están movidos por la curiosidad, y que dentro de cada uno arde la llama del interés por saber, entender y aprender sobre la función que cumple cada ser vivo en el ecosistema, por el bienestar nuestro y de las futuras generaciones. Hoy, somos personas con un nuevo conocimiento.
Por descabellado que parezca, nuestros amigos prefieren la lluvia al sol. Y cuando llega esta época del año, es cuando más nos preparamos para ir en busca de cascadas. Armamos el equipo adecuado para las lluvias, coordinamos todo lo necesario, y a las 7 a.m. nos fuimos en un transporte 4×4 a cazar cascadas entre Chame y Capira. Sí, 12 horas no son suficientes, ¡pero hacemos lo posible para aprovechar cada minuto!
Nuestro trip fue de día entero entre la sierra, recorriendo algunas comunidades poco conocidas y algo olvidadas por nuestros gobiernos, donde el lodo domina los caminos, y la brisa y el aire fresco y frío se te meten hasta lo más profundo de los pulmones.
Nuestra primera parada fue en el Salto de Manglarito, una magnífica e imponente cascada que nos dejó a todos boquiabiertos. Su magnitud y fuerza eran descomunales. Al verla, no podíamos evitar pensar en el tiempo que debe haber transcurrido para que se formara esa particular figura: baja como en un tobogán, parte la roca y se desvía en una estruendosa cortina de agua, solo apta para cardíacos.
Con mucho cuidado, los más osados se acercaron a la cascada, mientras otros se bañaban en la orilla. Por la época, era evidente que recientemente había pasado una creciente —quizás el día anterior— y lo que presenciamos era la bajada del remanso que, aunque turbia, dejaba ver que se trataba de agua limpia.
Todos quedamos impresionados con la belleza de este lugar, nuevo para casi todos y mágico para muchos, como para Ean, un bebé de 3 años que nos acompañó con toda su familia, a quienes agradecemos profundamente por su confianza.
Nos montamos en la chiva y emprendimos el viaje hacia La Gloria, donde nos bañamos en su deliciosa y tranquila cascada. Luego, disfrutamos de un almuerzo espectacular: arroz con pollo hecho en fogón, ¡una verdadera joya gastronómica!
Tras el merecido descanso, y como ya lo teníamos planificado, aún nos faltaba visitar otra cascada. Así que nos fuimos en su búsqueda y pasamos un rato ameno en las aguas mansas del río Cirí, lamentando cuando llegó la hora de partir.
Como siempre, agradecemos a todos nuestros amigos aventureros que nos acompañaron en este trip, por su entusiasmo, apoyo, unidad, compañerismo… ¡tantas cosas! Y gracias infinitas a los locales, con quienes es un verdadero placer trabajar en la logística de viajes como este. Sin ustedes, nada de esto sería posible.
¡Enlodados rulz! Seguimos trabajando para que todos podamos disfrutar de las majestuosidades que posee nuestro precioso país, siempre poniendo énfasis en la conservación de los sitios naturales, la educación ambiental y empoderando a las comunidades locales para un turismo sostenible, sustentable y 100% amigable con el entorno.
A pocos metros de la carretera, vÃÂa Colón, a unos 18 kilómetros de la ciudad de Panamá, está la Finca Agroforestal Las Conchas, un destino verde y cultural.
Finca Agroforestal Las Conchas tiene mucho que ofrecer, entre ellos su nombre que proviene de la gran cantidad de conchas, más bien fósiles, lo que nos indica que Panamá emergió del mar hace millones de años.
Hace 21 años(al 2020), los agricultores que trabajaban la tierra de forma clandestina en la comunidad de Chilibrillo, corregimiento de Chilibre, decidieron organizarse para sacarle un mejor provecho a la actividad y obtener mejores ingresos económicos.
En mi experiencia, aventurarse en auto no es lo mismo que hacerlo sin él. Depender del transporte público en Panamá no es fácil y puede convertirse en una pesadilla o en una divertida aventura.
Desde la terminal tomamos el autobús hacia Chame sin ningún problema. Después de recorrer poco menos de 20 kilómetros, llegamos a Sorá, un pueblo de gente amable, rodeado de una exuberante belleza montañosa y con un clima casi siempre fresco y delicioso. Muy cerca de esta comunidad está el complejo de casas de campo “Altos del María”, al que solo se puede acceder con permiso si no eres residente.
Cuentan que el lugar lleva ese nombre por el cacique Soró (que significa “viejo”), jefe de la región en la época de descubrimiento y conquista. Sorá es el corregimiento más grande del distrito de Chame y uno de los más bellos, con ríos pintorescos, encantadores saltos de agua y una magnífica vista de la ensenada de Punta Chame y su litoral, todo a más de 600 metros de altura.
Fuera del complejo residencial “Altos del María” se encuentran bellezas increíbles, como Los Saltos de Filipina. Nunca había oído hablar de este sitio, pero las fotos y la belleza escénica de Sorá nos motivaron a buscarlo.
Esperamos más de una hora por transporte, pensando que era por ser domingo, pero luego supimos que solo una familia presta ese servicio. Tomamos el transporte y, tras unos minutos por una calle sin pavimento, llegamos al punto de inicio para caminar un rato.
La vista fue grandiosa. Filipina de Sorá nos recibió con tonos verdes y azules, un lugar tranquilo lleno de aves semilleras, y de fondo, el cerro Chichibalí, que marca el límite entre los distritos de Chame y Capira.
Descubrimos un salto de unos 7 u 8 metros, con buen caudal y poca profundidad, pequeño y casi “personal”. Sus aguas frías y el salto me dieron un masaje natural en la espalda. El agua estaba limpia, sin basura, lo que indica que cuidan muy bien este lugar, al que aún se puede acceder libremente. Más tarde supe que en este salto estuvo John Travolta haciendo rappel para una película filmada en Panamá llamada Basic.
Luego subimos una loma suave y llegamos a otra cascada, esta de unos 15 metros de altura, muy hermosa, con un pilón de agua fresca y fría.
Seguimos el camino y encontramos otra cascada, más pequeña pero igual de encantadora. Para nuestra sorpresa, aún faltaban más por recorrer. En una bifurcación tomamos el camino de la derecha, que tiene nada menos que ocho cascadas. Se dice que sumando ambas bifurcaciones, hay un total de veinticinco caídas de agua.
Estuvimos ahí hasta no muy tarde, por el problema del transporte. Al regresar, vimos un pickup que se internaba en la montaña, no hacia Sorá. Decidimos caminar y más adelante nos topamos con cazadores furtivos y varios perros listos para cazar.
Spilotes pullatus
Seguimos descubriendo que nunca dejaremos de explorar Panamá, con sus senderos y rincones llenos de secretos y leyendas. Solo hay que preguntar; los lugareños siempre te señalarán un lugar perfecto para visitar.
Anímense a tomar un bus en su tiempo libre; no es necesario gastar mucho. La felicidad no siempre está en la comodidad. A veces, basta con mirar desde la cima de un cerro o disfrutar la soledad de una cascada para encontrar momentos perfectos.
Buscar maravillas, perderse en el monte, caminar despacio y apreciar la belleza de cada rincón natural de este país.
Después de una visita a Natá de los Caballeros, nuestro guía Fanshi nos reveló que iríamos a los Chorros de Olá, ubicados dentro de la comunidad de Nuestro Amo.
Desde hace casi un año, la carretera está pavimentada, a diferencia de lo que muestran algunas de estas fotos tomadas en 2009, cuando el camino era de tierra y había que cruzar varias quebradas.
A lo lejos, más allá de los campos de cultivo, vislumbramos el chorro como un hilo de agua cayendo entre las montañas. Los trabajadores del arado nos saludaron con un “¡Ejueee!” y levantaron los brazos en señal de alegría.
Hace algunos años, el distrito de Olá era uno de los más pobres de la provincia de Coclé, pero las cosas han ido mejorando. Es una región con paisajes espectaculares, naturaleza abundante y gente muy hospitalaria. Además, es uno de los distritos con menor población, y al estar en una zona montañosa, goza de un clima muy agradable.
Avanzábamos alegres y despreocupados por un paisaje de verdes fulgores, cuando de pronto, a nuestro lado, vimos un toro echado cuidando a sus señoras vacas. Al observar con más atención, notamos que el toro estaba suelto y nos miraba con calma. Aprovechamos el momento para tomarle algunas fotos, asegurándonos de que siguiera cómodamente sentado.
Poco después, Fanshi nos avisó que era momento de bajar y continuar a pie. Seguimos por una calle llena de piedras, bajo un sol estrepitoso. Ya sentíamos el chorro cerca, casi encima. Caminamos unos 15 minutos a paso lento hasta encontrarnos con un poblador, quien nos comentó que esas tierras estaban siendo vendidas y que quizás pronto llegaría inversión extranjera.
Los chorros son producto de una depresión geográfica en donde se fraccionó la tierra creando así el curso del río de El Caño, en el cual caen tres hermosas cascadas.
Llegamos al espectáculo natural: uno de los chorros más altos registrados en Panamá (año 2009), con agua todo el año, ubicado a unos 250 metros sobre el nivel del mar y con una caída de aproximadamente 50 metros. Más arriba hay otras caídas. Notamos una especie de túnel formado entre las rocas; se dice que detrás de la cascada hay una cueva, a unos 20 metros de la base, desde donde se puede contemplar el paisaje a través del velo de agua.
El entorno era impresionante, con múltiples tonalidades de verde desplegándose ante nosotros. El chorro era tan imponente que nos dio algo de temor entrar al agua, ya que estaba turbia y no se veía el fondo. Aun así, Fanshi se animó, nadó un poco, descansó sobre una gran piedra —inalcanzable para nosotros—, subió a otra y se alejó.
Max, como siempre, fue “el loco” del grupo. Lo veíamos ir de un lado a otro, saltando entre piedras, inquieto, hasta que de repente apareció en la misma roca desde donde saltaba Fanshi… y se lanzó también.
Pasamos un rato más disfrutando del lugar y luego partimos hacia Natá a comer algo, con la idea muy clara de que pronto volveremos.
Una guía de turismo ecológico en Panamá, dedicada a descubrir ríos, montañas, senderos y aventuras en la naturaleza. Ideal para los amantes del aire libre y la exploración rural.