Archivo de la categoría: Chorros y Cascadas

Cascada Kiki (Qui Qui)y Romelio 2023

Bien, no es la más alta del país pero si es una de ellas, en caída libre. Para llegar manejas con waze hasta Soloy, ¡427km! o tomas un autobús en la terminal de Albrook, te vas hasta David y ahí tomas un bus que diga Soloy, PERO, te va a tomar mucho más tiempo.

La carretera desde la Interamericana hasta Soloy está en pedazos. Difícil para un auto sedán.

Una vez en Soloy, con cuidado. Deberás procurar sentirte familiarizado en un área rural e indí­gena, ya que estarás dentro de la comarca Ngabe Buglé, del lado de Besiko. Ahora bien, si fuiste en auto sedán, debes buscar un sitio donde dejar el auto y preguntar donde está la ruta de Banco o Cerro Banco y ahí­ solicitar que te dejen en la entrada de la cascada, la cual, tiene 2 entradas. Si andas en 4×4, sigue la ruta de Cerro Banco y toma la entrada que prefieras.

Ahora, en ambos accesos, la entrada a la cascada tiene un costo de 5$, el primer acceso te lleva directo a la cascada en descenso vertiginoso pero más rápido y también tiene acceso a la cascada Romelio.

El segundo acceso es el que está luego de pasar la escuela de Banco y al entrar debes realizar un sendero arbolado, pasar un río y luego accedes a la cascada Kiki, en un post anterior expliqué por qué se llama KIKI.

Puedes contactar al restaurante “Mro”(6431-6089), donde también ofrecen tours, alimentación, parking.

En esta ocasión también fui a modo ritual en celebración de mis 35 años (¡oh sí­!) y siempre, siempre va a ser una excelente idea acudir a este templo natural bajo cualquier excusa.

Kiki guarda una leyenda relacionada con una maestra que falleció ahí­ al ir a recoger una flor, por un sueño que había tenido, justo después de conocer su nombramiento como educadora fuera de la comarca. Yo, también soy educadora.

Como siempre y como buen guí­a de turismo, aunque vaya con amigos, uno desea que la gente entienda, aprenda, amen el sitio igual que uno pero a veces no se puede. Cada quien con sus emociones e inspiraciones.

Pero para quienes leen e interesa, me voy a concentrar en otra cosa: orografí­a e historia geológica.

Besiko, Comarca Ngabe Bugle:

En la Comarca Ngäbe Buglé predominan las colinas y cerros bajos, con elevaciones que oscilan entre los 400 y 1.000 msnm, producto del levantamiento de cuencas sedimentarias por empujes verticales. En el lado Caribe de la Comarca se localizan tierras bajas inundables derivadas de acumulaciones sedimentarias de origen marino.

Cascada Kiki

En contraposición a esto, el eje montañoso que divide ambas vertientes de la Comarca está formado por montañas y macizos de origen volcánico, que en conjunto conforman tanto la cordillera chiricana como la cordillera central.

Sus montañas en su mayorí­a están compuestas de roca volcánica y plutónica afectada por fenómenos intrusivos y que cubren la mayor parte de la comarca Ngäbe-Buglé. Forman valles profundos en disposición norte-sur con fuertes pendientes horadadas por ríos de carácter torrencial, de gran poder erosivo y cortos por la poca distancia entre su nacimiento y su desembocadura.

Curiosamente, esta área contiene varias enormes cascadas con más de 100 metros de altura desde su base. También conocimos la cascada Romelio, tomando un camino cercano a Kiki. Conserva este nombre por ser el de uno de los primeros moradores del área.

Romelio es igual o más alta que Kiki y su caída libre es vertiginosa, peligrosa. La mayorí­a de la gente no baja, solo llegan al mirador. El camino hacia allá es completamente bajo el sol y cruzando unas fincas con vacas. Los mismos 5$ con los que entras a Kiki, te permiten conocer Romelio.

Cascada Romelio

Cascada Las Mesitas, Olá de Coclé

A 28 km que se resumen en casi 45 minutos de la carretera Interamericana se encuentra Cascada Las Mesitas en la comunidad Hijo de Dios, corregimiento de El Copé de Olá.

El sitio es accesible, su costo por entrada es de 1$ por persona y 2$ por cuidarte el auto.

Agua cristalina.

Sendero sencillo y marcado, fácil, entre la sombra de los árboles. Si subes por el río, hay que tener cuidado con el cruce de rocas, aunque nada que no se pueda hacer con paciencia. En época lluviosa, se sigue el curso del sendero hasta llegar al río.

Me cuentan que la cascada debe su nombre a que, hace un tiempo, residía un hombre que se dedicaba a elaborar mesitas.

El pueblo de Olá, aunque es pequeño, es muy vistoso, su iglesia y los Picachos lo hacen mágico.

La mejor época para visitar este chorro es entre los meses de diciembre a febrero ya que mantiene buen caudal y el color del agua es espectacularmente turquesa.

En la parte de arriba de la cascada hay una con mayor altura pero sin una poza para nadar por lo cual los bañistas prefieren la de abajo.

Nosotros, buscando comodidad, primero fuimos a la cascada, de regreso subimos el cerro Picachos y para finalizar fuimos a los Chorros de Olá; pero para poder hacer algo así­ debes tener conocimiento del área, manejar bien el tiempo y salir temprano de donde vengas para que el día te alcance.

Cerca de Las Mesitas también hay un balneario llamado San Antonio en San Roque, muy bonito y cómodo para ir en familia.

Recomendaciones:

  • Lleva agua y comida ya que no hay restaurantes cerca.
  • Ropa cómoda
  • Calzado cómodo
  • Bloqueador solar y repelente.

La cascada de Bajo Bonito o cascada “Las Palmitas”

Desde que me llamaron para trabajar como profesora en Bajo Bonito, quedé boquiabierta; no podía creer que existiera tanta casualidad. Conozco el sitio desde niña, ya que mi tía Hilda trabajó hace 30 años en esa misma escuela. Para mí, era algo de locos… en el mejor sentido.

La escuela está ubicada después de cruzar dos pasos de río, por ambas rutas posibles. Queda casi aislada, rodeada por el cauce, lo que le da esa belleza exótica de vivir y dormir con el sonido del agua, y de interrumpir, de vez en cuando, el silencio del aula con el estruendo de sus crecidas.

Por reglas internas no tuve muchas oportunidades seguidas de disfrutar del río, pero las pocas veces que me escapé, lo disfruté al máximo.

En algunas ocasiones llegué hasta la cascada. Siempre es una delicia caminar por este pueblito: sus caminos de tierra bordean el paisaje y te llevan directo hasta ella. Tiene dos accesos: uno que llega a la parte alta de la cascada y otro sendero que conduce por la parte baja.

Aunque es de fácil acceso a pie, el trayecto hasta el Bajo requiere de un buen 4×4, ya que se deben cruzar varios ríos o quebradas. Solo hay una vía principal que te lleva hasta allí.

En el Bajo, la gente es lo máximo, ¡se los juro! Son personas increíblemente amables y cálidas. Como en cualquier lugar del mundo, por razones de seguridad es recomendable andar en compañía, por si ocurre algún accidente y alguien puede ayudarte. Hay tiendas en el área y muchas familias se dedican a la producción de verduras y hortalizas.

¿Y qué decir de mis estudiantes? ¡Los mejores del mundo! Chicos tranquilos, callados, respetuosos… al punto que a veces era un reto sacarles una respuesta o una pregunta. Son verdaderos luchadores; algunos caminan varias horas para poder asistir a clases o, como dicen allá, “voltean lomas”.

Mis niños de Los Pinos, de La Gloria, del Jagua, Peñas Blancas y los del mismo Bajo… a cada uno los llevo en mi corazón con un cariño enorme. Espero que me cumplan la promesa de llevarme a conocer las cascadas de sus pueblos, y confío en que cumplirán sus sueños. Para mí, siempre será un honor ser su madrina, ¡de todos si es necesario!

De trip familiar por el hermoso Río Chagres, Parque Nacional Chagres

Contacté a Fermín gracias a un buen amigo que vive por el área de Alajuela y organicé un sábado familiar. A las 8 ya estábamos en Puerto Corotú, arribando en una piragua a motor, con dos expertos.

Subiendo por el Alajuela, entramos al Chagres o Río de los Lagartos, como le llamaron los conquistadores españoles. Lo que me importaba a mi eran las reacciones de mis familiares, sobre todo mamá y mi hijo, ya que jamás habían subido a una piragua.

Aquí se pueden observar diversas especies de animales como aves rapaces, garzas y tángaras. A lo largo de las riberas del río, es posible avistar caimanes e incluso nutrias.

Durante el recorrido, fue necesario bajarse varias veces de la piragua para poder avanzar en las zonas secas, ya que en época seca —como en abril de 2023— hay que arrastrarla para continuar.

La claridad del agua es impresionante; incluso en las zonas más profundas pueden verse las rocas de colores en el fondo. No les voy a mentir, sentí ganas de llevarme un par de esas piedras tan bonitas… pero recordé que estamos en un parque nacional, creado en 1985 para preservar su fauna, flora y su ecosistema de bosque húmedo caducifolio.

La historia se vuelve aún más fascinante al saber que el Alto Chagres alberga diversas comunidades indígenas de la etnia Emberá, una de las más importantes de la República de Panamá. Estas comunidades migraron desde la provincia del Darién, huyendo del conflicto con las guerrillas y en busca de paz para su pueblo.

Con el paso del tiempo y la creación del Parque Nacional Chagres, se vieron en la necesidad de encontrar nuevas formas de sustento. Así, comenzaron a desarrollarse en el ámbito del turismo, una actividad que han sabido adoptar y reinventar con el tiempo.

Paramos en una de las tantas Playitas que se crean en el Chagres, de aguas tranquilas, sobre todo en época de inicio de estación seca, la hace un remanso de paz y disfrute total, donde si te gusta la tranquilidad, podrás disfrutar en toda la plenitud, de lo que te ofrece la Naturaleza.

Puerto Corotú

En esta ocasión, hicimos un fogón, calentamos e hicimos comida, compartimos, aprovechamos para conocer a los chicos de la piragua y como siempre, sacar datos extras de sitios tan interesantes como éste. Siempre hay algo nuevo que aprender.

Después del mediodía, continuamos nuestro recorrido río abajo por el Chagres en dirección a la cascada. Nos acercaron lo más posible en la piragua, pero aún así fue necesario caminar un breve tramo. Es un sendero que cualquier persona puede hacer, aunque si no tienes experiencia en caminatas, podría tomarte unos 15 minutos.

La cascada es, sin duda, la cereza del pastel: perfecta, con una caída escalonada y una poza de profundidad ideal. Aprovechamos para preparar hot dogs y reflexionar sobre la belleza de nuestro país. En un solo lugar se concentra una riqueza inmensa: cultura viva, paisajes impresionantes, patrimonio nacional y aguas vírgenes, entre mucho más.

¿Cuántas veces les he dicho que amo Panamá? Nunca me cansaré. Este pequeño país siempre me demuestra que en cualquier rincón pueden vivirse experiencias grandiosas.

Le doy gracias a Dios y a la vida por permitirme, en esta ocasión, compartir el viaje con mi familia. No todos los destinos son aptos para llevar tanto a personas mayores como a niños, pero este sí lo fue. Como siempre, totalmente recomendado. Y si necesitas más información y sabes cuidar tu entorno, estoy a la orden.

Mariel Ulloa 6592-9153

Chorro de Caño Quebrado, Chorrera, Panamá Oeste.

A un par de minutos de la casa de mi amiga Karla, queda el chorro de Caño Quebrado.

Mis expectativas no eran muy elevadas pero decidimos explorar aquel sábado, en modo bbb: bueno, bonito y barato.

Y para mi sorpresa la experiencia fue muy buena. Un río poco caudaloso y una cascada grande y con mucha agua, escalonada y de buena profundidad en su poza.

Fui con mi hijo y puedo constatar que el acceso es bueno.

La carretera no es la mejor, ya que tiene bastantes huecos, pero eso se resuelve yendo con calma. (Ya está arreglada hasta El Prado, 2025) Luego de pasar la entrada de la barriada El Padro, falta muy poco. Pasas un puente de hierro, te fijas a mano derecha donde dice Caño Quebrado.
Entras por esa calle de piedras y tomas la primera desviación a mano derecha. En la entrada hay una casa, un jorón y un hermoso patio repleto de árboles grandes. Pagas 1 dolar y continúas.

En el sitio hay baños y cambiadores.

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Salto Jordanal, una belleza de 40 metros de alto, en un bosque nuboso exquisito.

“El Árbol que conmueve a algunos hasta las lágrimas de alegría, es a los ojos de los demás solo una cosa verde que se interpone en el camino.”

William Blake

El bosque nuboso aquí es simplemente increíble. Grandes árboles cubiertos de musgo envuelven el paisaje en un aire de cuento encantado. Pequeñas gotas condensadas cuelgan de sus bordes, suspendidas entre los tonos verdes como si flotaran. Enormes bromelias de flores rojas, y otras con patrones atigrados, decoran las esquinas del sendero como si hubiesen sido colocadas estratégicamente.

Las orquídeas son comunes en este lugar, aunque para mí cada una es motivo de asombro —algo que a Yonathan, nuestro guía, le causa gracia porque para él son parte del día a día. Los philodendros son monumentales; vi algunos brillando con tonalidades tornasoladas, especialmente el Philodendron verrucosum, ¡una maravilla! De las begonias, mejor ni empiezo… hay tantas que parecen crecer como pasto.

Existen dos formas para llegar al salto. Uno es por Río Indio y el otro por el residencial Altos del María. Por Río Indio se pueden tomar aproximadamente 3 horas hasta llegar al bosque encantado del que escribo. De ahí­ desciendes en minutos.

Desde Altos del Marí­a se camina aproximadamente una hora a paso muy tranquilo. En nuestro grupo iban incluso 2 niños.

Aclaro, para acceder al residencial es necesario tener casa dentro del mismo, alquilar o por supuesto ir a visitar alguna amistad o familiar, que fue nuestro caso. En Altos del Marí­a existen muchos atractivos naturales muy bien estructurados para ser visitados de la forma más cómoda, por excepción del salto de Jordanal ya que aunque su acceso es más oportuno por medio del residencial, no tiene un acceso homologado, quizás porque es un atractivo algo alejado.

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La cascada con caída libre más alta de Panamá” KIKI, Soloy, Comarca Ngäbe Buglé

11 de diciembre de 2021

Había planeado hacer este viajecito a solas, a modo de catarsis, pero terminé haciéndolo con una amiga de esas que no pesan, que son libres y cargan consigo mismas.

Organizamos con nuestro amigo Jhonathan de Visit Soloy quien nos recibió a eso de las 7am en la comarca. Nosotras habíamos viajado con otras 3 personas desde la ciudad de Panamá, la noche anterior.

Casi de inmediato al entrar en la zona comarcal, la calle se puso difícil, aunque no imposible. Pero no recomiendo ir en sedan, se complica por la cantidad de cráteres que hay en la calle y por partes es camino. Pasamos por la famosa cascada La Tulivieja pero casi no tenía agua, a pesar de estar aún en diciembre. Se nota muy fuerte el cambio al estar en zona comarcal, en el aspecto de organización y socio económico. De hecho olvidó por completo el aspecto pandemia, ya que muy pocas personas utilizaban mascarilla. Me sorprendió ver centros de salud muy completos y escuelas cuidadas a la perfección incluso a una hora de Soloy.

Soloy es la cabecera del distrito de Besikó. Nosotros nos dirigimos hacia Cerro Banco, corregimiento del distrito.

Al llegar tomamos un delicioso desayuno en un restaurante que está justo frente al Rí­o Fonseca, donde fueron muy amables. En Soloy los precios son realmente económicos y la comida por lo general es orgánica.

Tomamos un 4×4 por un trayecto de aproximadamente media hora hasta llegar a la entrada de Kigui o Kiki, donde nuestro guía ya tenía todo previsto. Por lo general se pagan 5$ por persona y eso incluye el guía local que te lleva por una caminata de media hora hasta llegar al chorro.

Así­ fue como casi todo el sendero fue en bajada hasta llegar a la impresionante cascada de más de 100 metros de altura. Al verla de súbito y tan de cerca, no podía apreciar su tamaño y a pesar de ser masiva, no me sorprendí­ porque la tenía casi encima.

Al cabo de un rato y luego de haber tomado la mayor cantidad de fotos posibles, seguimos caminando por debajo de la cascada, atravesamos una enorme cueva debajo de la caí­da de agua. Uno queda por detrás del chorro, incluso sin mojarte; ahí­ dejamos nuestras mochilas y seguimos caminando hasta una parte escabrosa y resbaladiza. Al mirar hacia atrás comprendí por qué Jhonathan insistió en llevarnos ahí. Uno queda casi de frente a la cascada y es entonces donde se aprecia completa.

Leyendas de princesas, ritos y costumbres guarda Kiki. Cuentan los indígenas que también le llaman el chorro “La Maestra” ya que en los años 80s una educadora, quien estuvo trabajando en el área comarcal le habí­a salido traslado de centro educativo. Esa noche soñó que iba a la cascada Kiki a buscar una flor. Al parecer, en la realidad, al día siguiente se encaminó en busca de la misma y aprovechar para despedirse de ese lugar tan hermoso donde había desempeñado su labor como docente. Es ahí­ donde al reclinarse para tomar la orquídea, se va de bruces. Un profesor que estaba con ella intentó ayudarle pero al hacerlo también corrí­a el riego de caer y es entonces cuando ella cae al vacío, muriendo del golpe.

Algunos mitos indican que el nombre se relaciona con un argot popular ngäbe; sin embargo, lo asocian con un gran pez que observaron varios lugareños y éstos exclamaban en su lenguaje: “allí estaba”, “aquí pasó”, “está aquí”. Aunque la palabra “kiki” no tiene traducción, el “Ki” se relaciona con ir o venir, incluso ver y observar en el sentido de localización. Otras personas sugieren que la palabra correcta es “Kigüi”.

Jhonathan me contó que también los locales utilizan el sitio a modo de fantasía para asustar a los niños y decirles que ahí habita un ente que se los lleva cuando tienen malas acciones.

No tengo otra palabra para describir Kiki que “colosal”. Es preciosa, sublime. Es enorme y brutal. Cae con tanta fuerza en una poza muy grande y profunda. Son 110 metros de caída libre aproximadamente. Te puedes perder viendo el agua caer como escarcha en su poza. Para mí es un lugar ancestral y, sin duda, es seductor… Mi mente no podía parar de pensar en verla en época lluviosa.

La mejor vista
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Alto y Bajo Tife, las cascadas más enigmáticas de Coclé, Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera

En la espesura del bosque nuboso coclesano, en la vertiente Caribe y dentro del Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera baja con fuerza El Tife, un nombre importante para el excursionista panameño.

Acceder a este sitio requiere de una logística perfecta combinada con excelentes condiciones físicas. Para llegar debes ir hasta El Copé de La Pintada. Una vez ahí­ debes buscar la forma de subir al Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera; los autos 4×4 regulares te pueden dejar en cerro El Calvario, donde hay una cruz.


De ahí­ en adelante tienes dos opciones:

  • Caminar desde El Calvario hasta la escuela del caserío de Caño Sucio (8km)
  • Contratar el único todo terreno que llega a El Limón: Pablito (llega más allá de Caño Sucio y La Rica). Verificando disponibilidad y costos días antes. (Previo 6592-9153)

Dependiendo lo que escoges, lo recomendable es alojarse en la casa azul cabaña donde también puedes contratar el servicio de alimentación y caballo para la carga (sólo de camino para regresar al Calvario, no para el sendero) . La comida es deliciosa, orgánica y a excelente precio. Además, te aseguro que luego de caminar más de 20 km por día, no vas a querer cocinar.

Nos tomó dos horas y media llegar al Alto Tife. Mis impresiones: hermoso… y exigente; aún más si ya vienes caminando desde El Copé.

El sendero inicia atravesando un potrero, bordeando algunas casas humildes. Luego se pasa bajo un puente colgante en desuso, cubierto por el óxido del tiempo. A medida que se avanza, aparecen cabañas rústicas con techos de penca y palmas de chunga, propias de la comunidad de La Rica, hasta llegar a un aposento elevado sobre pilotes en medio del bosque. Allí se paga una tarifa simbólica de $2 por persona.

El ascenso comienza entonces en serio. Durante varias horas se sube entre raíces y piedras, internándose en un bosque rocoso que parece salido de un cuento antiguo. La flora es fascinante. Uno avanza entretenido, jadeando, cuando de pronto una bromelia atigrada con flores rojo pasión te arranca el aliento —no por el cansancio, sino por su belleza inesperada. El paisaje se torna más dramático: paredes de roca se alzan a los costados y se asoman cuevas misteriosas, como si el bosque guardara secretos que no quiere revelar fácilmente.

El terreno aquí se vuelve peligroso. Un mal paso y podrías resbalar entre las grietas. Pero cuando alcanzas este punto, sabes que estás cerca. Muy cerca.

De repente, se oyen gritos. No de susto, sino de euforia. Hemos salido de las subidas. Y entonces, el rugido de la cascada nos alcanza. Se mete por los oídos, por la piel, por las venas. Se me eriza todo el cuerpo. Disculpen lo explícito, pero qué placer tan intenso es ver esta cascada.

No es solo su altura ni su belleza. Es su fuerza brutal, su caída salvaje. Su potencia es tal que te hace sentir pequeño, vivo, vulnerable. Un paso en falso, y podría matarte. Pero también, podría enamorarte para siempre del Alto Tife.


Grandes rocas resbalosas te dan la bienvenida a este coloso. Es un paraje jurásico, enigmático que en lo personal me trae sentimientos encontrados. Miedo, amor. Dicha, gozo.

Un río potente que cae en la vertiente del Caribe. Increíble porque habíamos entrado caminando por el Pacífico.

Por increíble que parezca, mis compañeros hicieron clavados; en estos lugares pasa algo, la adrenalina te corre por el cuerpo, uno se desboca, la cascada te llama y aclama. Por momentos pensé que iba a ser imposible entrar al agua, pero ahí­ estuvimos dentro, disfrutando de sus aguas repletas de minerales.

Éramos solo tres: Rey, Juventino y yo, acompañados por nuestro guía Pablo, e Ilka y Magdiel, los locales que conocían cada piedra del camino.

Emprendimos el regreso, internándonos por un nuevo tramo del sendero que, tras una hora y media de caminata, nos llevó a Bajo Tife. Desde lo alto del sendero, se divisaba un mar entre montañas. Parecía una inmensa laguna turquesa, casi irreal. La poza de esta cascada es descomunal, y el chorro en sí… colosal. No impresiona tanto por su altura —aunque la distancia entre la orilla y la caída engaña a la vista— sino por su volumen brutal, una masa de agua profunda que nadie se atreve a medir. Allí, el silencio se rompe solo por el estruendo del agua golpeando las rocas, y el eco parece suspirar historias de quienes se han atrevido a nadar allí.

Pablito, nuestro guía, cargó todo el trayecto un bote inflable. Fue allí, junto a la poza, donde se marcaron las diferencias entre los locos y los aventureros comunes. Inflaron el bote con la emoción de niños armando una nave espacial. Y cuando me di cuenta, ya estaban haciendo intentos por alcanzar la base misma del chorro. Todos lo intentaron. El que más lejos llegó, luego de un par de cálculos y mucho coraje, fue Juven. Parecía que el agua lo empujaba y lo desafiaba al mismo tiempo, como si el chorro eligiera a quién dejar acercarse.

De regreso, se suponía que el camino sería más rápido… pero como siempre, la montaña tiene sus propios planes. En plena senda nos topamos con una serpiente hermosa y serena que, como guardiana del bosque, nos saludó con su quietud y colores. Continuamos entre sombras y claros hasta alcanzar el mismo derrumbe de árboles que habíamos cruzado por la mañana.

Me adelanté unos pasos, algo en el ambiente me puso en alerta. Un presentimiento extraño se me instaló en el pecho. Y entonces, ocurrió: el rugido de un árbol al quebrarse rasgó el silencio. Una rama cayó directamente sobre mi hombro derecho. Fue un instante impresionante, brutal. De todo lo que puede pasar en la montaña, ese ha sido siempre mi mayor temor. Pero, por suerte, no pasó a más. Solo quedó el sacudón, el susto… y el recuerdo.

Al final del camino, justo cuando el día se rendía, salimos nuevamente a la casa de pilotes. La noche ya caía cuando cruzamos el río bajo el puente colgante. Agotados, llegamos a la casa azul, deshechos, pero vivos. Allí nos esperaba el más sencillo de los lujos: un baño reconfortante, el alivio de quitarme las botas, sentir ropa seca sobre la piel, beber agua viva… y un plato de espagueti con salsa roja y gallina dura. No había banquete más perfecto para cerrar la jornada.

Me siento profundamente agradecida con mis compañeros de sendero, con quienes compartí pasos, silencios… e incluso oscuridad. A Rey, por dejar a un lado su propio cansancio para darme ánimos y ofrecerme agua en los momentos más duros. A Juven, por su estoica respuesta cada vez que le preguntábamos cómo se sentía, simplemente diciendo “creo que estoy bien”, aunque al llegar de regreso se dejara caer, hecho trizas, en una silla de taburete.

Sin duda, Tife no es un sendero cualquiera. Es uno de los más exigentes de Coclé, y me atrevería a decir, de todo Panamá. Una travesía que deja marca, que se convierte en un hito para quienes se atreven a recorrerlo. Ida y vuelta, son aproximadamente 45 kilómetros… pero lo que se gana en alma y espíritu no se puede medir en distancias.

Estas líneas, como siempre, las comparto con cariño y el corazón lleno de monte.
—Mariel Ulloa

Cascada Caimitillo Abajo, ¡Increíblemente cerca!

En Chorrera y de súbito. La descubrimos de milagro. Nos metimos a una calle desconocida y de regreso vimos muchos carros en una casa, preguntamos y ¿PUM! ¡Cascadaaaaa!!

La entrada al sitio tiene costo de 2$ por auto y 2$ por persona. El lugar lo mantienen bastante limpio y es preferible visitarlo en verano ya que en época lluviosa por lo general pasan crecidas del río.

Verano atardecer

Su nivel de dificultad es nula, es de ese tipo de sitios a los que puedes ir en familia. Tiene buenos espacios para acomodarse y disfrutar un día de picnic, tanto arriba de la cascada como abajo de la misma. Hasta puedes prender tu fogón y hacer sancocho.

No me creerán lo cerca que es. Se entra por el Espino de la Chorrera. Solo pon Caimitillo Abajo en App waze y vas preguntando. Está a unos 10 minutos en auto desde la entrada principal donde dice Bajo Grande.

De igual forma, es necesario siempre tener cuidado, tanto de ti mismo, tu familia o amigos y tus pertenencias. Los autos 4×4 llegan casi al mismo río. Los sedán se quedan en la casa de la entrada y caminas unos 10 minutos.

Nosotros hemos llegado incluso cayendo la tarde y ha sido una bonita experiencia.

100% recomendado.

Lugares Perfectos: Cascada Romeo y Julieta, ¿Cascadas Privadas?

Parque Nacional Chagres

Pudiese escribir muchas cosas positivas acerca de Altos de Cerro Azul pero sin duda, este sitio tiene que ser el primero.

Estas cascadas se encuentran en las inmediaciones del Parque Nacional Chagres y para poder conocerlas se requiere de varios procesos.

Para empezar debes ir en auto particular, además solo pueden acceder a Altos de Cerro Azul las personas que residan, invitados de los mismos o bajo alquiler de alguna cabaña dentro del residencial.

Todo está bien señalizado y se mantiene limpio. Para llegar a las cascadas, puedes ir en un vehículo 4×4 por camino offroad o bien, caminando. La bajada puede tomar entre 30 minutos y una hora, dependiendo de tu condición física. Ir cuesta abajo es un paseo; sin embargo, el regreso puede ser agotador si no estás acostumbrado.

Al llegar al inicio del sendero homologado con pasamanos, hay un sitio de campismo que utilizan sobre todo en verano. En época lluviosa es preferible ir caminando ya que las lomas son empinadas y no es recomendable que baje un solo carro, lo preferible es hacerlo con un grupo de autos 4×4 en todo caso sea necesario un rescate. En el sitio no existe señal telefónica.

Son aproximadamente 2 km rodeado de un bosque bellísimo, repleto de plantas tropicales y enormes árboles. La fauna es exquisita, sobre todo para quienes adoran avistar aves; abundan los saltarines, trogones y gavilanes. Nos hemos topado en ocasiones con reptiles como serpientes borrigueras y boas. (Recuerda solo retirarte si ves una víbora, nunca atreverte a tocar si no conoces el comportamiento animal.)

Al parecer se trata de dos ríos diferentes que caen en la misma cuenca, luego, los mismos se unen para formar el Río Mono que termina alimentando el lago Alajuela en la cuenca del gran Chagres.

La cascada más grande de las dos es profunda, por lo que no es recomendable para niños. La más pequeña, en cambio, es mucho más segura. Es fundamental estar atentos a los cambios en el clima, ya que en el Parque Nacional Chagres las lluvias pueden aparecer de forma repentina y los ríos crecen rápidamente.

Lo interesante de que el acceso esté dentro de un residencial es que, aunque puede incomodar que no sea de libre entrada, hay que reconocer que el lugar está muy bien cuidado. El sendero está homologado, algo poco común en la Ciudad de Panamá. No encontramos ni un solo rastro de basura, ni mascarillas abandonadas. Aplausos para Altos de Cerro Azul, que han cumplido su promesa de proteger las fuentes de agua que rodean el residencial. Eso es, sencillamente, admirable.

¿Qué llevar?
En Altos de Cerro Azul no hay tiendas ni minisúper, así que debes llevar todo lo necesario contigo:
Agua, snacks, ropa ligera.

Recuerda al visitar:
No ensucies. Recoge tus desechos y, si es posible, no los dejes en el residencial, ya que no cuentan con servicio regular de recolección de basura.