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¡Llegaron las lluvias! Hiking al Saca Lágrimas y Cascada el Cacao.

Nos encontramos temprano y puntuales, listos para la aventura. Sabíamos que esta vez habría sorpresas: las lluvias habían comenzado, y como todos sabemos, el clima en Panamá puede ser muy impredecible. Puede haber un sol radiante y hermoso en un momento, y una lluvia torrencial al siguiente.

Pasamos por nuestro guía local en Chicá y emprendimos la caminata hacia el Saca Lágrimas. La meta era regresar antes de las 2:00 p.m. Habíamos escuchado rumores sobre una represa en la finca Loma Linda, ubicada por los lados de Buena Vista de Chame, que retiene el agua que normalmente cae en esta quebrada.

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La caminata fue agradable y rápida en la bajada, atravesando el clásico “túnel”, como le llamamos: una pared de tierra a ambos lados del camino. Entre vacas, insectos y el verde intenso, finalmente llegamos al chorro, uno de los tantos de esta quebrada. Sin embargo, su caudal estaba sorprendentemente bajo, afectado por la represa mencionada, lo cual es difícil de creer considerando que en esta época del año, con lluvias diarias en Chicá, debería estar a rebosar.

La belleza escénica del lugar es espléndida. Grandes rocas dispuestas de forma curiosa hacen pensar en un gran derrumbe ocurrido hace miles de años. El agua atraviesa estas formaciones y cae en la quebrada que continúa hasta Buena Vista de Chame.

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Nuestros amigos completaron la caminata de ida y vuelta en dos horas, lo que nos dejó tiempo para visitar otro chorro en el área de Chame: El Cacao.

Con hermosas vistas chameras, nos topamos con un fuerte aguacero durante el trayecto. Al bajar del autobús, nos recibió un clima frío y espectacular. Allí nos esperaba nuestro guía local Ysaac, quien nos explicó la problemática actual: Hacienda Loma Linda ha cerrado el acceso al río, habilitando una carretera privada solo para sus vehículos. Esto obliga a los pobladores a escalar por las rocas del río y cruzar senderos antiguos y descuidados para llegar al chorro.

Lo curioso es que, al llegar al chorro, puede verse el final de esa carretera justo al otro lado, pero no está disponible ni para los locales ni para los visitantes. Una verdadera lástima.

A pesar de estos obstáculos, gracias al entusiasmo del grupo, llegamos sin mayores contratiempos y disfrutamos de este bello lugar: un caudal generoso, lluvia suave y un río con profundidad ideal para nadar.

De regreso, pasamos por los terrenos de la Feria del Limón en Chicá de Chame, donde un delicioso sancocho con arroz nos llenó el estómago… y nos dio sueño en el camino de vuelta a la ciudad.

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Cascada Las Golondrinas y Cuevas de Cacao, Capira.

Siento un profundo respeto y admiración por quien fue Victoriano Lorenzo; a pesar de ser un personaje que se menciona de manera superficial en los textos escolares y solo hablan de cómo y dónde murió cuando realmente la historia es mucho más profunda. Un prócer, un mártir, un cabecilla representante de los pueblos humildes de Panamá.

Desde mediados del siglo XIX, la lucha y la alternabilidad del poder entre conservadores y liberales, cada cual con sus contradictorias y poco satisfactorias políticas gubernamentales, promueve un sinnúmero de levantamientos armados, la mayor parte de ellos ejecutados en Colombia, pero con secuelas en Panamá. Uno en especial la afectó y esa fue la Guerra de los Mil Días, en donde tuvieron participación “los indígenas” de la provincia de Coclé, liderados por Victoriano Lorenzo.

Importante siempre destacar, que Capira formó parte de Coclé y luego en 1941 el distrito fue eliminado, y surgió en su lugar el de Bejuco que duró hasta 1945. Cuando andamos en la sierra, nos damos cuenta que muchos pueblos de Capira conectan por trillos con caseríos de Coclé.

Aunque los cambios políticos no fueron casi percibidos por las poblaciones indígenas, hubo algunas como la de Penonomé, que por su relación con la iglesia y el gobierno civil, se vieron afectadas más directamente por las arbitrariedades, abusos y atropellos generados por las autoridades tanto eclesiales como civiles.

Hace poco vi una foto de un lugar que prometí­a ser encantador, pero lo más inusual era que jamás había escuchado siquiera del sitio. Investigando me puse en contacto con la persona que nos pudiese guiar a las cascadas mágicas que emergen a los lados de una cueva. Pasó el tiempo y estando un poco enredada olvidé hacer la gestión, pero se encargó la profesora y amiga Nivia Villarreal, cazadora de cascadas de ir en busca de tan magnífico lugar, al que nos apuntamos de inmediato.

Desde niña anduve caminando estas tierras capireñas, gracias a un nexo familiar y cuando supe que Victoriano era del Cacao, se tornó más interesante aún para mi. Leí­ libros como Desertores y El Cabecilla, buscando más información del cholo. Caminamos por los mismos senderos que nos dijeron él caminaba, en cada pueblo hemos ido preguntando qué pistas quedan.

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Ya lo presentía. Las cuevas de Cirí Grande tenían que ver y cuando llegamos allá nos lo confirmaron nuestro guí­as. Era allá­ en donde el cholo mandó a su pueblo a guarecerse durante La Guerra de los Mil Días, en donde los conservadores llegaron y prendieron fuego al caserío de El Cacao, llevándose o matando los animales de corral, dejando desamparados a los habitantes, que a su vez nombraron al cholo General, pues confiaban en él como lí­der.

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Camping Cascada La Gloria de Capira

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Camping Cascada La Gloria de Capira
Salida: Sábado 2 de Abril a las 7am (Terminal de Albrook)
Regresamos el día Domingo 3 de Abril en horas de la tarde (Metro de 5 de mayo)

Incluye:
Chiva local 4×4 ida y vuelta. Es el único transporte apto para las lomas del lugar.
Guía, Botiquín de primeros auxilios, Fogata.
Visita a cascada de Bajo Bonito
Hiking a la cascada La Gloria de Capira (media hora aproximadamente)
Camping en La Gloria en terreno privado.
Rico sancocho al final de la jornada.

Qué llevar:
– Camping
– Aislante y bolsa de dormir o colchón inflable
– Ropa fresca
– Alimentación básica para dos días.
– Agua, bebidas rehidratantes.
– 1 vaso 1 plato
– Estufa de camping o camp heat
– Linterna de mano o de cabeza
– Bolsa de basura
– 2 mudas de ropa fáciles de intercambiar
– toalla ligera
– Vestido de baño
– Zapatillas
chancletas
– Repelente contra mosquitos
– Cámara con su debida protección
– Medicamentos personales

Favor no traer más de 15 libras de peso.

Qué no traer:
– Machete

IMPORTANTE:
– El terreno a caminar es fácil, no requiere de mayores condiciones físicas.
– El transporte es LOCAL, no tiene aire acondicionado.
– No hay señal telefónica ni luz en el sitio.
Trabajamos con las comunidades locales con transporte locales 4×4 que son las acondicionadas para subir las pendientes de éste lugar de difícil acceso.
– Los terrenos de la cascada La Gloria son de una familia humilda, por lo cual solicitamos donaciones (alimentos secos, ropa para niños y niñas de edad escolar y útiles escolares) como sugerencia, no es obligatorio.

Indicar al 6592-9153 Nombre, edad, sabe nadar/ no sabe nadar.
# de cuenta BANCO NACIONAL DE PANAMÁ: 40004873560
Favor indicar antes de abonar a verificar si aún hay cupos y enviar foto de slip de depósito al mismo teléfono.
Mariel Ulloa

12 cupos disponibles.

Estoy a la orden para cualquier consulta.

Paraíso Escondido, donde Menchaca. Chicá de Chame.

Lo prometido es deuda y quedamos con Menchaca en dar a conocer su hermosa finca, ubicada al final de Chicá, bajando la calle que conduce hacia Bajo del Río, a mano derecha.

Con paisajes chameros y árboles frutales, nos recibe Paraíso Escondido, un sitio para pasarla relajado, acampando o acostado en una hamaca, disfrutando de un sancocho o un arroz con guandú.

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Abajo nos esperan las cascadas El Guabito y la del Buey, que constituye un cañón de decenas de cascadas y charcos.

A ellas nos llevan cortos senderos que han sido habilitados por los propietarios del lugar. Los más extremos llevan su equipo de rappel y bajan el chorro una y otra vez. Arriba de la Cascada El Guabito también hay un charco, para pasar la tarde y ver el sol esconderse entre los cerros Picacho y Valle Chiquito.

En la noche, amarre bien su casa de camping, pues el viento sopla fuerte. Imprescindible siempre una buena fogata, con ramas secas y fáciles de conseguir en los alrededores de la finca.

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No olvides el chocolate caliente o el vino; los malvaviscos o picadas, pues el espectáculo nocturno te espera. Miles de luces del lado Pacífico se encienden y apagan en un baile singular.

Allá a lo lejos, Coronado, con su ahora selva de cemento y acá abajo El Nanzal de donde salen de los ranchos, el humo de los fogones.

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Paraíso Escondido, ¡qué buen nombre! y mejor si vas en día de semana, que está vacío pues en los fines las familias recurren al lugar, en busca de un respiro.

El costo de entrada a la finca es de 3$ y la acampada a 5$ por pareja. El costo incluye el uso de los baños higiénicos y duchas. Pronto tendrán una piscina.

Recuerde llevarse sus desperdicios.

Cerro Tute, Santa Fe de Veraguas

Teníamos pensado ver el anochecer desde el Cerro Tute, pero en Santa Fe hay tantas cosas por hacer que se nos hizo de noche sin darnos cuenta. Así que al día siguiente, nos encaminamos hacia el Tute con la orientación de los taxistas, quienes —para su beneficio— nos recomendaron no subirlo a pie desde la carretera asfaltada, ya que tomaría hasta cuatro horas. En su lugar, nos ofrecieron llevarnos hasta la base del cerro.

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En el año 1502, el español Cristóbal Colón llegó a las costas del norte de Veraguas, donde fundó el primer poblado en tierra firme del continente americano, al que llamó Santa María de Belén.

Más tarde, en 1557, se presume que Santa Fe fue fundada por el capitán Francisco Vásquez. Los primeros pobladores de la región eran indígenas autóctonos; sin embargo, con la llegada de los españoles y posteriormente de los colombianos, se produjo un proceso de mestizaje. Durante ese periodo, se libraron fuertes batallas antes de la llegada de la época republicana.

Se considera como tierra de grandes batallas importantes para el país. Es aquí donde los rebeldes caciques Quibian y Urracá libraron en sus montañas diversos combates contra los invasores españoles. Estas batallas alimentaron a la Guerra de los Mil Dí­as; hecho que se dio en 1903, en la que el Cholo Victoriano Lorenzo ganó la batalla.

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El Cerro Tute, como película de ficción engañándonos en la neblina de la tarde, simulaba ser un volcán humeante desde el Río Santa María.

Este cerro es muy conocido por los enfrentamientos que allí ocurrieron, los cuales culminaron con varias muertes. Hoy en día, esas personas son consideradas mártires.

Para llegar al Cerro Tute, debe prestarse atención a la señalización unos kilómetros antes de llegar a Santa Fe, cerca del hotel que lleva el mismo nombre.

Allá, en el año de 1959, y a la usanza del ejemplo cubano se formó el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) como reacción al dominio norteamericano. A imitación de los rebeldes de la Sierra Maestra, los miembros de MAR se trasladaron a Cerro Tute, donde pensaban establecer su Cuartel Central. Los cubanos, un grupo de guerrilleros de la capital y campesinos se alzaron contra la autoridad con el fin de derrocar al gobierno.

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Tomaron sus armas y se internaron en el Cerro Tute, su Sierra Maestra panameña, inspirados por el deber impostergable de luchar por un cambio revolucionario que permitiera instaurar un gobierno legítimo, capaz de impulsar los cambios sociales que exigía el pueblo, extirpar todo vestigio del poder corrupto de las clases dominantes y la sumisión al imperialismo norteamericano. La generación del Cerro Tute es un ejemplo de coraje y dignidad. Como legítimos herederos de nuestros héroes Urracá, París, Felipillo, Bayano, Rufina Alfaro y Victoriano Lorenzo, prefirieron la muerte antes que aceptar las prebendas de los grupos de poder económico y político que sometían al pueblo trabajador.

El 3 de abril de 1959, un grupo de 20 estudiantes llegó armado al cerro, con la intención de luchar por la “liberación de la República”. Este movimiento es considerado el primero de su tipo en Panamá.

Los jóvenes simpatizaban con la Revolución Cubana de Fidel Castro y deseaban alzar su voz contra la injerencia estadounidense en el país, así como contra las injusticias del gobierno de turno. En su momento, Floyd Britton declaró que lo hicieron “cumpliendo con la patria y desafiando el poder de la oligarquía criolla y del imperialismo norteamericano”.

El grupo estaba conformado por: Óscar Navarro, César Jaramillo, Jaime Padilla Béliz, Eduardo Santos Blanco, Samuel Gutiérrez, Campos Labrador, Márquez Briceño, Luis Chandeck, Rodolfo Murgas, Rodrigo y Polidoro Pinzón, Rubén Urieta, Aurelio Ali Bonilla, César Manfredo y Eliseo Álvarez.

Un año antes de los hechos en las montañas de Santa Fe, este grupo se lanzó a las calles en protesta, siendo brutalmente reprimido por la Guardia Nacional mientras exigían mejores condiciones de estudio, bajo la consigna: “¡Más escuelas y menos cuarteles!”. También se manifestaban por otras reivindicaciones populares. La represión dejó cientos de detenidos y varios muertos, entre ellos el estudiante artesano José Manuel Araúz.

La Revolución del Tute duró apenas unos días y dejó un saldo de cuatro estudiantes muertos: Eduardo Santos Blanco, Rodrigo Pinzón, José Girón y Domingo García.

Los registros indican que los rebeldes llegaron al cerro el 3 de abril, tras obtener armamento y municiones. La Guardia Nacional llegó el 5 de abril. Al día siguiente, el 6, se dio el primer enfrentamiento, en el que hubo dos bajas. El choque provocó que el grupo se dispersara. Tres días después, el 9 de abril, ocurrió el segundo intercambio de disparos. Para ese entonces, el hambre, las malas condiciones y el desgaste físico habían afectado el ánimo de los combatientes. Posteriormente, la Guardia logró capturar a los estudiantes, que se encontraban diseminados en distintos puntos.

Una publicación de La Prensa en 2010 recoge las palabras del combatiente Isaías Chang, quien expresó que el fracaso del movimiento se debió al apresuramiento y la inexperiencia.

El profesor de Historia José Álvaro, en un artículo de opinión publicado por La Estrella de Panamá en 2012, escribió: “El levantamiento insurreccional de Cerro Tute constituyó una prueba para la juventud panameña, que demostró no temerle a la pérdida de la vida, si esta significaba transformar el estado caótico del país”.

Aunque cada año se conmemora la fecha con eventos en las tumbas de los caídos, el sociólogo veragüense Víctor Jordán declaró a La Prensa en 2010 que “se ha hecho muy poco por recordar esta gesta”, destacando que el grupo de jóvenes desempeñó un papel importante en la historia nacional en su búsqueda por la reivindicación de los derechos y libertades ciudadanas.

Se dice que la Guardia Nacional envió al capitán Omar Torrijos para dispersar a los revolucionarios. Solo tres militares resultaron heridos, entre ellos el propio Torrijos, quien en plena retirada fue alcanzado por una bala en los glúteos. Aquella humillación lo persiguió por el resto de su vida.

Por nuestra parte, nos encaminamos hacia el Tute con el señor Américo. Observamos cómo el taxi 4×4 subía por la cordillera hasta dejarnos a una distancia considerable del cerro. Desde allí, divisamos la cima y pensamos que sería fácil, ya que la calle de tierra llega prácticamente hasta lo más alto.

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Caminamos a través de ella, confiados y tranquilos, con la vista fija en las enormes e inconfundibles rocas que se veían a lo lejos. Ese cerro que tantas veces había visto en fotos y al que le tenía un amor platónico. La brisa es un factor importante en este lugar; es tan fuerte que, a pesar de mis kilos, en varias ocasiones casi me lleva con ella. Me aferraba al suelo rocoso con miedo de que me levantara. En un momento, muchas piedras pequeñas se elevaron con el viento y me golpearon en los ojos. A pesar de llevar anteojos, no fue impedimento para ellas.

A mitad del corto camino, nos detuvimos a contemplar el paisaje que quedaba atrás. Desde tan alto, se puede ver toda la parte sur y este de Santa Fe. Los cerros van quedando a lo lejos, las calles se pierden, y se distingue cualquier movimiento en las montañas de abajo. Entendimos muy bien por qué la historia cuenta que aquellos “guerrilleros” se aferraron al Tute.

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Cima del Tute.

Allá arriba, la vegetación es escasa. La deforestación causada por la colonización es la principal culpable. Este ya no es un cerro en el que se disfrute de la flora o la fauna; apenas algunos insectos juegan entre la hierba. Lamentablemente, es un cerro “pelao”. El sol nos golpeaba la cabeza con fuerza y daba la impresión de que esas rocas, allá arriba, eran un altar de piedras mágicas. Recordé la canción de Caifanes donde dice: “cada piedra es un altar”.

Me recosté en el suelo, entre la hierba que pica. De pronto, las nubes nos bañaron con rocío, el viento se hizo más fuerte y me aferré a la hierba. Las nubes, densas y frías, iban y venían en una danza espectral. Nos dejaron un manto de rocío imperceptible sobre el cuerpo. Nos tomó una hora llegar a la cima. Supimos que, cuando la carretera no estaba recortada, el ascenso podía tardar hasta ocho horas.

Rey se apresuró hacia la cima, repleta de rocas y precipicios, acompañada por la brisa que nunca cesó. Allí, si sufres de vértigo, no puedes avanzar. Es necesario atravesar un trillo espinoso. Allí termina el cerro: es el mismo filo de la montaña, cuya cima alcanza los 1,453 msnm.

Los guías locales han establecido senderos que conducen al visitante por el cerro Tute. Este fue declarado Sitio Histórico Turístico por el Consejo Municipal de Santa Fe en 1993.

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Balneario Las Trancas del Río Santa María, Santa Fe de Veraguas.

En Santa Fé hay tantos ríos como te puedas imaginar; son las venas del distrito. Y aunque agonizante, nos topamos con una parte del río Santa María realmente bella. Escribo “agonizante” porque este es uno de los tantos ríos en lista de espera para formar parte de una hidroeléctrica. Sí, así como lo leen, este hermoso río.

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Puede que su nombre se deba a que en el año 1502, Cristóbal Colón llegó a las costas del norte de Veraguas, donde fundó el primer poblado en tierra firme de América, al que llamó Santa María de Belén.

Sin embargo, no significa que el lugar no haya sido intervenido, ya que se han otorgado concesiones para extraer materiales de la zona y se encuentra amenazado por empresas constructoras de carreteras.

Dentro del Parque Nacional Santa Fe se encuentra la cuenca alta del rí­o Santa María, la cuenca hidrográfica más importante de las provincias centrales (i.e., Veraguas, Coclé, Herrera). Esta cuenca abastece de agua a la planta potabilizadora de la ciudad de Santiago, que procesa 43 millones de galones de agua potable por dí­a y beneficia a unos 70,000 usuarios. Adicionalmente, las aguas del rí­o Santa María son vitales para el desarrollo de actividades agropecuarias e industriales que benefician a más de 150,000 panameños.

La Fundación Héctor Gallego, junto con varias ONG, ha creado planes de manejo y reforestación de hectáreas cercanas a los ríos Santa María y Bulabá, así como un plan de ordenamiento que garantice el aprovechamiento sostenible de estos recursos para el futuro. El valor de los bosques no solo radica en su función como protectores de esta cuenca hidrográfica, sino también en la gran diversidad biológica que albergan, incluyendo especies endémicas de flora y fauna. Además, poseen un valor histórico y cultural, así como un potencial turístico, factores que en conjunto son elementos clave para la protección de la cuenca.

También destacan el Movimiento en Defensa del Agua, la Tierra y la Vida de Quebrada Las Trancas de Santa Fe y la Asociación Amigos del Parque Nacional Santa Fe (AMIPARQUE), que trabajan en el desarrollo de un programa de educación ambiental. Este programa busca generar conciencia en la población sobre la necesidad de conservar los recursos naturales y desarrollar habilidades para llevar a cabo procesos de intervención de forma sostenible. Gracias a la labor de estas organizaciones y la sociedad civil, se ha logrado evitar la construcción de una hidroeléctrica en Las Trancas.

Con el apoyo de la Fundación Natura y los fondos de FIDECO, se han reforestado 100 hectáreas de bosque de galería, las cuales se encuentran actualmente en la etapa de mantenimiento y manejo de los árboles plantados. Este programa también ha ofrecido capacitación a la población beneficiaria y a la comunidad en general, incluyendo estudiantes, maestros y profesores de la localidad. Además, se han establecido convenios con las autoridades locales e instituciones para apoyar el desarrollo del proyecto.

Se han construido viveros permanentes en el área, en cuatro comunidades, para avivar plantas nativas destinadas a futuros programas de reforestación. Parte de la política de reforestación incluye la promoción de la siembra de café y cacao, ya que estos cultivos prosperan bajo sombra, en asociación con árboles de gran altura como el corotú, la erythrina y otras especies de árboles leguminosos. Estos cultivos permiten a los agricultores establecer sistemas de conservación de suelo y agua mediante obras como acequias, barreras muertas y vivas, y diques.

Afortunadamente, en la parte alta del río aún se pueden disfrutar sus aguas, especialmente en el Balneario Las Trancas, que tuvimos la oportunidad de conocer. Este se encuentra ubicado a la entrada del pueblo de Santa Fe, a mano derecha, señalizado con un letrero visible desde la vía. Se puede acceder caminando o en vehículo 4×4.

El acceso es muy fácil: caminamos desde el hotel Santa Fe hasta el puente peatonal que cruza sobre el balneario. El descenso tomó unos 15 minutos. Al llegar al puente, nos detuvimos a disfrutar de la vista desde allí. El cerro Tute, cubierto por la neblina de la tarde, parecía una película de ficción, simulando un volcán humeante.

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Sus aguas claras nos invitaron a darnos un chapuzón, y quedamos sumidos en la tranquilidad que emana este río en verano, pues se nota que en época lluviosa puede ser peligroso. En sus orillas descansan gran cantidad de aves, entre las que pudimos distinguir un martín pescador grande (Megaceryle torquata) que iba y venía alimentándose, así como algunas garcitas verdes (Butorides virescens) esperando su presa, gritando su clásico “kiiiiiiiiiiiio”.

A orillas del río Santa María hay algunos senderos viejos y una torre estación meteorológica de ETESA, que también utilizan para medir los niveles del río.

Nos contaron que en el río Bulabá realizan una actividad llamada river tubing: te subes en una llanta y vas río abajo, y el tour termina en el puente del balneario Las Trancas. Esta vez no lo pudimos hacer, pero debe ser emocionante.

La tarde cayó y caminamos loma arriba hacia el hotel. Los rayos del sol irradiaban Cerro Sapo y minutos después, el cielo se torno color rosa. Esos atardeceres tan tí­picos de Santa Fe, tantos, que sus habitantes ya saben cuando el cielo va a ser rosa o por donde va a salir el arcoíris.

Chiguirí­ Arriba, Provincia de Coclé

Uno de los lugares a los que nunca me canso de ir es, sin duda, Chiguirí Arriba, un corregimiento del distrito de Penonomé en la provincia de Coclé, fundado en 1940. Entre sus elevaciones más destacadas están el Cerro Congal, con 992 metros; el Cerro Escaliche, con 866 metros; y el Cerro U, con 652 metros de altura.

Se dice que el nombre proviene de un cacique que dominaba estas tierras, llamado Chi Guirí o Guiro. Las comunidades viajan a través del río que lleva el mismo nombre, el río Chiguirí, que conecta tres localidades: Chiguirí Arriba, Chiguirí Centro y Chiguirí Abajo.

Chichibalí­ visto a lo lejos en el atardecer.

La razón por la que me gusta tanto este lugar es simple: el contacto tan especial que existe entre la naturaleza y los humanos es impresionante. Obviamente, tengo mi “secret spot” donde me quedo a pernoctar, y puedo asegurarles que la fauna que se puede ver en un solo día es increíble. A continuación, describiré solo lo que vi en mi última visita de dos días a Chiguirí.

Cascada Tavidá

Era carnavales y el hostal estaba abierto, obviamente fuimos a acampar con todo lo necesario. Pasamos una tarde tranquila, con un atardecer increíble, a casi un lado del Cerro La Vieja (404 msnm), con el sol ocultándose bajo las montañas de Penonomé. (Ya subimos cerro la vieja, aquí­ el link) https://www.enlodados.com/resena-pozo-azul-y-ascenso-al-cerro-la-vieja-cocle/

desde cima del Cerro La Vieja

Esa misma noche escuchamos sonidos extraños provenientes de un árbol de caimito. Al acercarnos sigilosos, pudimos distinguir en la oscuridad la forma de unos animalitos que se abalanzaban de un árbol a otro. Era una manada de monos nocturnos (jujuná), toda una familia que iba a cenar caimito justo encima de nuestra carpa. Nos observaban atentos con esos ojazos preciosos, nos veían asustados mientras comían y emitían su sonido particular. ¿Y adivinen? De pronto pasó un animalillo tan rápido que no pudimos distinguir si era un olingo o un cusumbí.

Nos fuimos a dormir mientras una rana descansaba sobre una planta del hostal, y los bichos llenaban la noche con sus sonidos, creando un ambiente fantástico.

A la mañana siguiente nos levantamos con ganas de caminar y fuimos a explorar detrás del hostal. Había un cerrito, primero pasamos una loma bastante inclinada, un alambre de púas, llegamos a un área llena de pinos con vista al Cerro La Vieja y no muy lejos, volaban unos gavilanes grises que denotaban estar disfrutando la mañana fresca y llena de rocío.

“El Cholo Guerrillero, Victoriano Lorenzo, durante la Guerra de los Mil Días, dejaba de vez en cuando a sus hombres para ir a ver a ‘La Vieja’. Así llamaban a la mujer que vivía en los montes coclesanos, donde el caudillo liberal iba a recuperar fuerzas para luego volver a la lucha. Según los habitantes de la región, de allí proviene el nombre del Cerro La Vieja o Cerro de La Vieja.”

Las paisanas graznaban y se lanzaban de un árbol a otro. Otras aves llenaban el ambiente con sus cantos, como el motmot, los ruiseñores y los carpinteros.

Bajamos la loma y regresamos a preparar el desayuno, pero frente a la cocina nos esperaban unos lindísimos monos tití, tan curiosos que no se movieron del árbol por un buen rato. Pudimos adelantar el desayuno mientras ellos permanecían en el árbol; estos sí se dejaron tomar fotos.

Compartimos el desayuno con “Aye Aye” y “Coronel”, dos perros amigos que siempre están en el lugar. Aprovechamos para descansar un rato y luego decidimos visitar alguna de las cascadas cercanas a Chiguirí Arriba.

Tomamos un bus y nos bajamos en el pueblo. Caminando, preguntamos dónde podíamos encontrar otra cascada, además de Tavidá, que es la más conocida en la zona. En el camino, nos topamos con un colarejo o tucancillo “rockero” (Collared aracari).

Encontramos un chorro pequeño y llamativo que, personalmente, me causó algo de miedo aunque no parecía peligroso.

En Chiguirí Arriba hay escuela, una iglesia católica y varias tiendas pequeñas. El transporte público pasa casi cada hora; son autobuses tipo “camión”, que parecen un arca de Noé.

La carretera hasta Chiguirí está en buen estado para cualquier tipo de vehículo. Los buses salen desde el mercado de Penonomé; la ruta está indicada en el post de la cascada Tavidá.

De regreso, decidimos cambiar la ruta. En vez de ir directo a Penonomé, esperamos una hora un 4×4 que saliera de Chiguirí Arriba hacia El Valle de Antón. Mientras tanto, vimos varias oropéndolas Montezuma. Al desistir, tomamos una “chiva” rumbo a Penonomé, pero esta se desvió por el camino hacia El Valle para recoger pasajeros. Justo atrás venía un 4×4 que toma esa ruta difícil, con piedras sueltas y tierra.

Al hacer señales, el 4×4 paró. El viaje al Valle duró una hora y fue increíble cruzar la cordillera, admirar el Cerro Gaital, las Tres Marías y otros cerros de Penonomé como el Congal, Chichibalí y Turega. La vista desde lo alto es impresionante.

En Chiguirí también puedes visitar el Mariposario Cerro La Vieja, creado por el biólogo Samuel Valdez. Cerca, en Loma Grande, está Pozo Azul y los chorros Las Pailas, accesibles solo en 4×4.

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Cascada La Gloria y Cascada La Tulivieja, Capira

Fuimos con mi prima postiza Roxana (nieta de la señora Tunina que menciono en el post de Bajo Bonito), ya que ella se dirigía a La Gloria a dejar un mandado; generalmente no existe transporte público hasta La Gloria así que los pobladores acostumbran caminar diariamente hasta llegar a sus hogares.

Pasamos varias quebradas, a decir verdad, bastantes. Vimos el cerro Chichibalí de Capira a lo lejos, por instantes nos rodeaba la neblina y nos serenaba la lluvia.

Nos topamos con muchas aves, pero la más característica fue la oropéndola, que con su canto alegraba el camino y nos advertía que cuidaba de sus nidos.

La Gloria

Ya el sudor se hacía presente y caminamos más rápido que de costumbre, aunque a pesar de nuestros esfuerzos, todo nos tomó 2 horas exactas, sin importar que nos habían dicho que el camino era solo una hora. Sinceramente, cuando hablamos de tiempo con la gente del campo nunca les creo, ellos caminan muy rápido y generalmente no poseen reloj o indicador del tiempo.

Nos percatamos de que bordeamos el río, de nombre Cirí Grande, que posee muchas caídas de agua y algunas cercanas a la vía principal. La gente de estos pueblos saben el valor del agua, y cuidan sus ríos como oro.

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En este lugar las casas están distanciadas unas de otras y separadas por hectáreas grandes de terreno que utilizan para cultivar víveres. La escuela primaria es nueva, pero antes de que existieran los niños debían caminar hasta Bajo Bonito para recibir clases.

La luz eléctrica en La Gloria es nula y la única manera de poseerla es mediante paneles solares que realmente es un recurso lejano, puesto que gran parte de las familias en esta comunidad son de bajos recursos.

Al terminarse la calle, entramos a un sendero mágico repleto de sonidos producto de la cantidad de aves que en él había, atravesamos una loma en donde el lodo era rojizo y formaba escalones hechos por los caballos. Llegamos a una casa “en medio de la nada” y digo esto porque era una casa grande, linda, con un patio extenso y llano, con una vista espectacular de las montañas.

Desde ahí caminamos quizás unos 15 minutos, topamos otra casa, ésta de madera en donde vive una hermosa familia, que hasta el día de hoy sigue siendo una “familia amiga” (2016) y atravesamos una quebrada que estaba detrás, cruzamos un alambre de púas, caminamos 3 minutos y allí estaba la Cascada La Gloria.

Nuestra recomendación es pagar a los dueños de la casa de madera entre 3 a 5 dólares de colaboración.

Si les digo cuanto mide, les miento. Para mi, y sin haberla medido, digo que quizás unos 70 metros. Realmente es una cascada escalonada, o sea que se puede subir con cuidado, arriba se encuentra la cascada La Tulivieja y otras más. Nos dedicamos a contemplar su belleza, embelesarnos con tan magnífica obra de la Naturaleza y bañarnos en sus frías aguas, que invitan al deleite.

El pozo principal es reducido, no es hondo, lo cual lo hace seguro. En la parte de arriba hay una poza mucho más amplia, pero para llegar allá las condiciones no son tan buenas y es mejor hacerlo en verano, un accidente ahí sería inminente. No dejo de pensar en cómo será la fuerza del agua en época de invierno, ¡de seguro imponente!

Al poco tiempo nos regresamos y nos quedamos un rato conversando con Mary Ovalle, la dueña y señora de esos terrenos, una mujer amable y carismática, nos ofreció guineos y nos mostró sus orquídeas. Compartimos el lunch con la familia, admiramos el paisaje, nos despedimos y caminamos de vuelta a Bajo Bonito, claro ahora nos tomó menos tiempo pues casi todas las pendientes eran en descenso.

Así es que… ¡una vez más! los invito a caminar Panamá… ¡hay tantos lugares hermosos por descubrir, tanto por recorrer! Si deseas que visitemos algún lugar especial de tu provincia, invitanos, y nosotros iremos con la mochila a cuestas a caminar, tomar fotos y mostrarlo al mundo por medio de ésta web. Es importante recalcar que lo que llevas, lo tienes que traer. Vive sin dejar rastro.

Valora lo natural, el agua, los ríos, piensa si realmente necesitas destruir una montaña, ¿porqué mejor no hacer turismo sostenible con un plan de capacidad de carga para no afectar su entorno? Ama tu país, que tan hermosos lugares tiene.

Fotos

Trip Enlodados: Camping en la Laguna de San Carlos/ Ascenso al Cerro Picacho con estudiantes de la Universidad de Panamá.

camping con la gente de la U 025

Hace poco estuvimos haciendo camping en la Laguna de San Carlos con los estudiantes de la Escuela de Turismo Geográfico Ecológico de la Universidad de Panamá. Fue gratificante ver la emoción y la organización de la actividad, pues todo salió como lo esperábamos.

Lo primero que hicimos fue limpiar un poco el lugar, ya que la hierba estaba crecida. Luego armamos las carpas y las aseguramos. Esta vez, el precio por carpa fue de 5.00 dólares y la entrada a la laguna fue de 0.50 centavos por estudiante.

Nos fuimos a subir el cerro y empezamos el ascenso muy bien. Algunas jóvenes sintieron agotamiento, pero todos disfrutamos del ambiente y de la naturaleza. Fue muy gratificante llegar a la cima, pues todos estuvieron felices y conformes con la encantadora vista desde el Cerro Picacho. Incluso llegamos a una cima en la que Enlodados nunca había estado, a 1,082.33 metros de altura, que es la máxima del Picacho. Al parecer, este cerro se vuelve cada vez más interesante. La neblina nos cubrió y tuvimos que bajar apresuradamente, temiendo que comenzara a llover.

Durante el descenso, más de la mitad del grupo se resbaló. Las caídas formaron parte de la diversión del momento.

Al llegar nuevamente a la laguna, nos dimos un tremendo baño en sus frías aguas. Fue placentero, como siempre que se visita este hermoso lugar. A medida que atardecía, la neblina fue cubriendo más y más la laguna, hasta que llegó un momento en que desaparecimos dentro de ella.

Después cocinamos una deliciosa cena compuesta de pollo guisado, arroz con vegetales, plátanos, chorizos, ensalada… en fin, una algarabía de sabores que compartimos con entusiasmo.

Luego de contar los tradicionales cuentos de miedo, cada quien se fue a su carpa a dormir, aún con el susto en la piel. A la mañana siguiente, tomamos el desayuno y luego tuvimos partidas de fútbol e incluso voleibol en la laguna.

Más tarde nos despedimos de la gente de la laguna y nos encaminamos hacia Playa Corona para pasar la tarde.

Todo salió a la perfección. Nos divertimos, compartimos, y muchos adquirieron experiencia para los próximos campings… que, sin duda, serán muchos más.