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Finca Agroforestal Las Conchas, Chilibrillo.

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A pocos metros de la carretera, vía Colón, a unos 18 kilómetros de la ciudad de Panamá, se encuentra la Finca Agroforestal Las Conchas, un destino verde y cultural.

Su nombre proviene de la gran cantidad de conchas fosilizadas que se encuentran en la zona, evidencia de que el istmo de Panamá emergió del mar hace millones de años.

Hace 21 años (al 2020), los agricultores que trabajaban estas tierras de forma informal en la comunidad de Chilibrillo, corregimiento de Chilibre, decidieron organizarse con el objetivo de mejorar su producción y obtener mayores ingresos económicos a través del manejo sostenible de los recursos.

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Es un paisaje hermoso, con un paseo extraordinario que además nos permitió conocer la Quebrada Las Conchas, un vivero de plantas medicinales, bohíos para reuniones y actividades, rica comida al estilo del campo, y la biodiversidad del Parque Nacional Chagres, la cual se aprecia en el sendero El Mochilero. Este sendero atraviesa el parque y llega hasta el Lago Alajuela, donde pudimos darnos un delicioso baño en sus tranquilas aguas.

La finca cuenta con 45.5 hectáreas de terreno. De forma colectiva, los 26 miembros de la finca trabajan unas tres hectáreas. Adicionalmente, cada uno dispone de una o dos hectáreas individuales en las que cultivan productos como maíz, ñame, yuca, plátano y guandú. También tienen tres hectáreas sembradas de bambú.

Actualmente, colaboran con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en la producción de semillas de maíz y frijol chiricano. Además, reciben el apoyo de la Fundación Parque Nacional Chagres, quienes fueron los encargados de invitarnos a conocer este sitio de gran interés.

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Puente sobre Quebrada Las Conchas
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Fósiles de cuando emergió el istmo de Panamá.
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Llegando al Lago Alajuela al salir del sendero el Mochilero.
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En cuanto al bambú, cuentan con 1,200 plantones, parte de un proyecto de desarrollo sostenible de doble propósito, que contempla la producción futura de artículos o artesanías con potencial económico.

Según los miembros de la finca, los plantones se venden a $2.50 cada uno, y ya han recibido visitas de personas y empresas interesadas en adquirirlos.

En los bosques de bambú guadua, el proceso de sucesión puede considerarse progresivo cuando el manejo del guadual permite mantener el equilibrio biológico. Por el contrario, si ocurre una alteración —ya sea natural o provocada por intervención humana—, puede iniciarse una sucesión regresiva que amenace con la desaparición total del guadual.

Para evitar ese deterioro, es fundamental conocer y diferenciar todos los elementos que conforman el guadual. Este conocimiento permite un aprovechamiento técnico y sostenible, entendiendo la dinámica del bambú dentro de su proceso productivo. Es, en esencia, una combinación entre el uso responsable de los recursos naturales y su preservación a largo plazo.


La visita

Fuimos con toda la disposición, ya fuese para disfrutar o para ayudar en lo que fuera necesario. Llegamos justo con la lluvia, y de inmediato, el señor Reginaldo nos guió para conocer la zona base antes de adentrarnos en el famoso Sendero El Mochilero.

Caminamos alrededor de dos horas a través de un bosque espeso y profundamente verde, donde nos encontramos con árboles enormes, entre ellos cuipos, barrigón y membrillo. Rodeados por estos colosos del bosque, el momento fue mágico. Confirmamos nuestra pequeñez ante la grandeza de la Madre Naturaleza.

La lluvia nos empapó el rostro mientras el bosque semicaducifolio nos envolvía. Cada 50 metros, otro gigante vegetal nos recibía con su sombra. Fue una experiencia inolvidable, donde la belleza del paisaje y la energía del lugar nos dejaron completamente maravillados.

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Llegando al Lago Alajuela luego de una caminata de aproximadamente hora y media.
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Luego de aproximadamente dos horas de caminata, llegamos al Lago Alajuela. Después de una amena conversación con el señor Reginaldo y los chicos de la Fundación Chagres, nos dieron el visto bueno para bañarnos en las orillas del lago. Los más valientes decidieron nadar hasta llegar al otro lado, ¡y lo lograron!

Durante el recorrido vimos animales como los reptiles anolis y perro sompopo (Corytophanes cristatus); aves como el motmot y el trogón, así como una gran cantidad de tángaras y reinitas vivientes en ese camino tan verde y casi fosforescente.

Al regresar nos esperaba un delicioso almuerzo compuesto por sancocho y arroz blanco, y luego pudimos refrescarnos en el baño ecológico, uno de los atractivos de la Finca Agroforestal Las Conchas.


¿Cómo llegar?

Por la vía Chilibre–Madden, antes de llegar a la represa, a mano derecha se encuentra la finca. Hay un letrero que indica la entrada.

Balneario Las Trancas del Río Santa María, Santa Fe de Veraguas.

En Santa Fé hay tantos ríos como te puedas imaginar; son las venas del distrito. Y aunque agonizante, nos topamos con una parte del río Santa María realmente bella. Escribo “agonizante” porque este es uno de los tantos ríos en lista de espera para formar parte de una hidroeléctrica. Sí, así como lo leen, este hermoso río.

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Puede que su nombre se deba a que en el año 1502, Cristóbal Colón llegó a las costas del norte de Veraguas, donde fundó el primer poblado en tierra firme de América, al que llamó Santa María de Belén.

Sin embargo, no significa que el lugar no haya sido intervenido, ya que se han otorgado concesiones para extraer materiales de la zona y se encuentra amenazado por empresas constructoras de carreteras.

Dentro del Parque Nacional Santa Fe se encuentra la cuenca alta del rí­o Santa María, la cuenca hidrográfica más importante de las provincias centrales (i.e., Veraguas, Coclé, Herrera). Esta cuenca abastece de agua a la planta potabilizadora de la ciudad de Santiago, que procesa 43 millones de galones de agua potable por dí­a y beneficia a unos 70,000 usuarios. Adicionalmente, las aguas del rí­o Santa María son vitales para el desarrollo de actividades agropecuarias e industriales que benefician a más de 150,000 panameños.

La Fundación Héctor Gallego, junto con varias ONG, ha creado planes de manejo y reforestación de hectáreas cercanas a los ríos Santa María y Bulabá, así como un plan de ordenamiento que garantice el aprovechamiento sostenible de estos recursos para el futuro. El valor de los bosques no solo radica en su función como protectores de esta cuenca hidrográfica, sino también en la gran diversidad biológica que albergan, incluyendo especies endémicas de flora y fauna. Además, poseen un valor histórico y cultural, así como un potencial turístico, factores que en conjunto son elementos clave para la protección de la cuenca.

También destacan el Movimiento en Defensa del Agua, la Tierra y la Vida de Quebrada Las Trancas de Santa Fe y la Asociación Amigos del Parque Nacional Santa Fe (AMIPARQUE), que trabajan en el desarrollo de un programa de educación ambiental. Este programa busca generar conciencia en la población sobre la necesidad de conservar los recursos naturales y desarrollar habilidades para llevar a cabo procesos de intervención de forma sostenible. Gracias a la labor de estas organizaciones y la sociedad civil, se ha logrado evitar la construcción de una hidroeléctrica en Las Trancas.

Con el apoyo de la Fundación Natura y los fondos de FIDECO, se han reforestado 100 hectáreas de bosque de galería, las cuales se encuentran actualmente en la etapa de mantenimiento y manejo de los árboles plantados. Este programa también ha ofrecido capacitación a la población beneficiaria y a la comunidad en general, incluyendo estudiantes, maestros y profesores de la localidad. Además, se han establecido convenios con las autoridades locales e instituciones para apoyar el desarrollo del proyecto.

Se han construido viveros permanentes en el área, en cuatro comunidades, para avivar plantas nativas destinadas a futuros programas de reforestación. Parte de la política de reforestación incluye la promoción de la siembra de café y cacao, ya que estos cultivos prosperan bajo sombra, en asociación con árboles de gran altura como el corotú, la erythrina y otras especies de árboles leguminosos. Estos cultivos permiten a los agricultores establecer sistemas de conservación de suelo y agua mediante obras como acequias, barreras muertas y vivas, y diques.

Afortunadamente, en la parte alta del río aún se pueden disfrutar sus aguas, especialmente en el Balneario Las Trancas, que tuvimos la oportunidad de conocer. Este se encuentra ubicado a la entrada del pueblo de Santa Fe, a mano derecha, señalizado con un letrero visible desde la vía. Se puede acceder caminando o en vehículo 4×4.

El acceso es muy fácil: caminamos desde el hotel Santa Fe hasta el puente peatonal que cruza sobre el balneario. El descenso tomó unos 15 minutos. Al llegar al puente, nos detuvimos a disfrutar de la vista desde allí. El cerro Tute, cubierto por la neblina de la tarde, parecía una película de ficción, simulando un volcán humeante.

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Sus aguas claras nos invitaron a darnos un chapuzón, y quedamos sumidos en la tranquilidad que emana este río en verano, pues se nota que en época lluviosa puede ser peligroso. En sus orillas descansan gran cantidad de aves, entre las que pudimos distinguir un martín pescador grande (Megaceryle torquata) que iba y venía alimentándose, así como algunas garcitas verdes (Butorides virescens) esperando su presa, gritando su clásico “kiiiiiiiiiiiio”.

A orillas del río Santa María hay algunos senderos viejos y una torre estación meteorológica de ETESA, que también utilizan para medir los niveles del río.

Nos contaron que en el río Bulabá realizan una actividad llamada river tubing: te subes en una llanta y vas río abajo, y el tour termina en el puente del balneario Las Trancas. Esta vez no lo pudimos hacer, pero debe ser emocionante.

La tarde cayó y caminamos loma arriba hacia el hotel. Los rayos del sol irradiaban Cerro Sapo y minutos después, el cielo se torno color rosa. Esos atardeceres tan tí­picos de Santa Fe, tantos, que sus habitantes ya saben cuando el cielo va a ser rosa o por donde va a salir el arcoíris.

Cerro Punta, Tierras Altas

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La vista desde la cima del Sendero de la Fresa.

Cerro Punta es un sitio de ensueño, completamente diferente en clima al resto del país. Si llegas hasta la comunidad de Volcán, obligatoriamente debes visitar también las comunidades de Bambito, Nueva Suiza y, por supuesto, subir a Cerro Punta.

Nos encontramos con carreteras perfectamente pavimentadas, rodeadas de cultivos agrícolas. A 2,000 metros sobre el nivel del mar y con una temperatura que oscila entre los 15 y 20 grados centígrados, este sitio está rodeado de montañas densamente cubiertas de bosques. Cerro Punta es la villa más alta de Panamá y suele estar bañada por las nubes.

Sembradí­os en Cerro Punta.

Posee un terreno bastante accidentado, con pequeñas planicies, donde la mayoría de los pobladores habitan y es muy común ver casas a cierta distancia una de la otra, es un modelo que ha empleado el pueblo donde se ven las casas chicas y detrás terrenos grandes donde practican la agricultura (mayormente papa y hortalizas de clima templado).

Haras Cerro Punta

Desde la década de los ochenta, la agricultura se ha expandido tan rápidamente aquí que hoy se produce en esta región casi el 80% de los vegetales que se consumen en Panamá, y además se exporta una vasta variedad de flores. Esta explosión agrícola ha ocurrido a costa de los bosques de los alrededores, pero la población local está comenzando a comprender las consecuencias de la deforestación e intenta conservar los abundantes recursos naturales que aún existen, con miras a un desarrollo turístico como alternativa para mejorar el futuro de la región.

El río Chiriquí Viejo tiene 161 km de recorrido y desemboca en el océano Pacífico. Es una de las cuencas hidrográficas más importantes por su alto potencial ecológico y sus valiosos recursos naturales. En la parte del río que atraviesa Cerro Punta, la contaminación provocada por el mal manejo de agroquímicos y otros insumos agrícolas ha disminuido.

El cultivo de hortalizas y flores, la cría de caballos de carrera y la ganadería son las actividades económicas más importantes de la región. Aquí también podemos visitar el Parque Internacional La Amistad (PILA), cuyo nombre se debe a que sus límites se extienden a lo largo de la frontera entre Panamá y Costa Rica.

Las quebradas cerca de Finca Drácula.

Nos detuvimos en Guadalupe, un suburbio de Cerro Punta, donde hay pequeños locales ideales para tomar un café o un chocolate caliente. Visitamos “Jardín Mary”, un lugar que he frecuentado desde niña, cuando mi mamá me llevaba de paseo a Chiriquí. Allí se dedican a la venta de hermosas flores y deliciosos postres, especialmente fresas y moras, que ofrecen en jugos y en “duros”.

En este lugar también cuidan algunos animales rescatados, como perros, gatos, cerdos, e incluso una oveja negra muy linda y amigable. La visita a este sitio es maravillosa, ya que cuentan con una variedad de plantas de origen nacional, algunas especies introducidas y muchas otras que solo pueden verse en tierras altas o que han sido adquiridas en el extranjero.

Entramos a un café donde venden fresas en todas las presentaciones que puedas imaginar: con crema, con vino, con whiskey, con leche condensada, con chocolate. También ofrecen “duros” y batidos. El lugar cuenta con un mirador llamado el “Mirador de las Fresas”, desde el cual se puede apreciar una vista espectacular. Mientras subes, la temperatura va descendiendo, y en ocasiones es tan baja que puedes ver cómo sale vapor frío de tu boca.

A los lados del camino —hecho con restos de llantas recicladas— se pueden ver sembradíos de lechuga y mostaza. Ya en lo alto del mirador, al final del sendero, se alcanza a ver Haras Cerro Punta, conocido por sus hermosos caballos pura sangre. Gracias a las temperaturas que oscilan entre los 10 y 20 °C, los caballos desarrollan una mayor capacidad pulmonar, lo que les permite destacarse como algunos de los mejores del mundo. Estos pura sangre han ganado los grandes clásicos del país y premios de reconocimiento internacional, incluyendo el Clásico del Caribe.

Con las rosas del Jardín Mary

Desde el mirador también se pueden ver los poblados cercanos, incluyendo parte del caserío de Las Nubes y el Parque Internacional La Amistad. El costo para entrar al sendero es de 0.50 centavos, y quedamos encantados con tanta belleza: montañas cubiertas de neblina, aire fresco y un paisaje que invita a la contemplación. Estuvimos allí arriba por una hora, simplemente conversando y admirando el entorno.

En Guadalupe, a 2,197 metros sobre el nivel del mar, es evidente que la agricultura sigue predominando, pero el ecoturismo comienza a abrirse paso en la región. Muchos visitantes llegan para disfrutar y estudiar el clima, la flora y la fauna del Parque Internacional La Amistad. Al ser una reserva de gran extensión, permite observar especies endémicas y otras que se encuentran en peligro de extinción.

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Los jardines mágicos de las casas en Guadalupe, Cerro Punta son un encanto. De hecho nos topamos con una que todo su jardín era de rosas. Caminamos hasta el jardín de orquídeas Drácula, donde poseen este tipo de orquídeas del mismo nombre en particular.

Cascada Bermejo, Santa Fe de Veraguas

Desde que empecé a tener conciencia del mundo que me rodeaba, nació en mí ese comportamiento inquisitivo natural llamado curiosidad por los bosques, las formaciones rocosas y lo que, en aquel entonces, me parecían grandes montañas. Debía tener cinco o seis años cuando, por primera vez, mi madre me llevó a conocer el Valle de Antón, y quedé prendada —como cualquier niño— de las charcas, y anonadada ante los magníficos colores de aquellos seres increíbles, como aves del paraíso, que habitaban en El Níspero.
De regreso de ese viaje, prácticamente babeaba al ver el paisaje circundante. Recuerdo claramente cómo me dije a mí misma que quería ser grande para poder subir aquellas rocas que, décadas después, entendería que se llamaban peñones en Campana.

Descubrí Santa Fe de Veraguas en un reportaje de alguna revista que mi padre llevaba a la casa, y de inmediato dije: ¡Carajo! Apenas tengo 13 y falta mucho para ser mayor de edad y poder caminar esos senderos… ¡Uff! No saben cuánto me maldije cada vez que mis compañeros de escuela se iban “pa’l interior” y yo no podía, simplemente porque no tenía familia en el interior del país. Soy netamente de Arraiján.
El pecho se me achicaba cuando veía el Trinidad; jamás imaginé siquiera que algún día llegaría a su cima.

Ahora, en mi década de los 20, Santa Fe se ha convertido en mi talón de Aquiles: prácticamente un sitio en el que me gustaría vivir.
Tiene todo: cerros, cascadas inmensas y otras más personales; está a pocos kilómetros de una costa virgen, tiene una gran producción de café, orquídeas, y uno de los parques nacionales que abarca cinco biomas sobre las vertientes del Pacífico y del Atlántico.

Esta vez, tres días en el paraíso sirvieron para conocer demasiado, y en este post les contaré la magnífica experiencia de la cascada El Bermejo.

En Santa Fe hay muchos hostales y hoteles e incluso cabañas que puedes alquilar para pasar tus dí­as a precios módicos en donde el alojamiento es muy bueno, además ofrecen comida y bebidas.

El sendero toma hasta el chorro una media hora a paso normal. Pero lo puedes hacer en 20 minutos si estás acostumbrado a caminar. Para personas mayores pueden hacerlo fácilmente en una hora. Es un sendero limpio, marcado, de dificultad baja pues es en descenso y desde la entrada del trillo es 1km y medio en donde encuentras vistas muy bonitas de los cerros que rodean el sitio, además variados arboles de mandarinas con las cuales te puedes refrescar.

Cuando fuimos nos topamos con muchas aves y apreciamos el vuelo de gavilanes “Cara cara” que rondaban el área. El bajareque nos daba la bienvenida al río, que ya escuchábamos así­ como los gritos de algunos turistas que iban delante. Cinco especies de mariposas Morpho merodean por el Parque Nacional Santa Fe, y sobrevuelan de manera especial las fuentes de agua. Prestando atención de seguro te encuentras con insectos sacados de alguna película de ficción.

El Bermejo es una impresionante caída de agua que se desplaza por bloques rocosos heterométricos, cuyas dimensiones impactan incluso al más displicente de los espectadores. El río Bermejo alcanza unos 10 kilómetros de longitud, desde su nacimiento en la Cordillera Central —a unos 1400 metros sobre el nivel del mar— hasta su desembocadura en el río Mulaba, a 400 m s. n. m. Su avance es tan rápido y vertiginoso, sobre un terreno abrupto y discordante, que a su paso origina un sistema de espectaculares cascadas.

Es realmente impresionante, mucho más alta de lo que mostraban las fotos. Básicamente, solo se puede tocar el último chorro, pero pudimos divisar que arriba hay al menos dos chorros más, de mayor tamaño. Para subir hasta ellos se necesitan cuerdas y equipo de rápel. Definitivamente, un espectáculo precioso de fuerza natural etérea, conformado por masas de agua: un prodigio de la naturaleza.

Luego de disfrutar por horas enteras de sus aguas, decidimos regresar, pues comenzó a llover y la cascada se volvió bravía, mucho más fuerte de lo que vimos al llegar.

Si subiste el camino en taxi, recomiendo bajar hasta el río Mulaba a pie. Así podrás disfrutar de las vistas, de la etnografía del lugar, de la amabilidad de su gente… y quién quita, tal vez puedas bajar hasta el río, conocerlo y terminar de pasar el día allí.

Santa Fe es más que una aventura: se convierte en algo que te sale por los poros, un sitio del que, definitivamente, no te quieres ir.

Recomendaciones:

  • Llevar agua y comida pues en el camino no hay abarroterías.
  • Zapatillas cómodas y bolsa ligera.
  • Repelente contra insectos.
  • Bolsa ziploc para cámaras o artículos electrónicos.

Lo que jamás debes dejar al ir a una caminata ecológica.

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1. Agua

Durante la caminata debes tomar bastante agua para rendir lo mejor posible y no sentirte mal por estar deshidratado. Con una botella no es suficiente pues no sabes si el clima será caluroso o cómo reaccionará tu cuerpo al ejercicio. La cantidad de agua no es algo que debas pensar en sacrificar si es que te hace falta espacio. En todo caso, en las farmacias venden pastillas filtradoras de agua por si de pronto pasas por un río confiable puedas tomar esa agua y filtrarla.

2. Abrigo

El clima es impredecible y un hermoso día soleado puede convertirse en uno lluvioso de un momento a otro. No olvides empacar un sweter largo pero delgado o un impermeable para protegerte del viento o de una posible llovizna pero sin exagerar con el peso pues serás tu quien la cargará todo el camino. Abrigo impermeable en caso de caminatas a mas de 3000 msnm como el Volcán Barú.

The North Face EVOLVE TRICLIMATE, funciona para frío y lluvia

3. Botiquín

No puedes salir de casa sin un botiquín de primero auxilios en la mochila. Incluye cosas como alcohol, curitas, vendas, algodón, tijeras, gasas y esparadrapo. A este kit básico puedes aumentarle otras cosas que consideres necesarias.

Algo pequeño y más que suficiente

4. Bloqueador y repelente

Protegerse del sol debe ser una prioridad durante tu caminata. No olvides empacar bloqueador con un factor de protección solar alto y un bálsamo labial para evitar los labios cuarteados. Mete en la mochila repelente, especialmente si haces rutas en lugares con mucha vegetación.

5. Gorro y lentes oscuros

Además del bloqueador, complementa tu protección con un gorro y lentes. Los lentes no solo te servirán para cubrir tus ojos del sol sino también para impedir que te fastidie el polvo.

6. Cuchilla

Siempre es Útil tener una cuchilla pequeña dentro de la mochila si hay que abrir alguna bolsa, cortar alguna cuerda o usar en caso de un accidente.

7. Snacks

En toda caminata sea larga o corta es necesario llevar algo de comer. Es las rutas cortas, piensa en empacar cosas fáciles de cargar y ligeras pero que te den mucha energía como granola, barras energéticas, frutas, maní­, etc. Recuerda que no debes llenarte mucho para evitar molestias posteriores.

8. Linterna y Lighter o Fósforos en bolsitas ziploc.

Es mucho más Útil para caminatas largas pero nunca está de más tener uno a la mano.

9. Toalla

Hay algunas rutas que pasan junto a cascadas o lagunas en las que está permitido bañarse. Otro uso para la toalla es para secarte el sudor si es que te fastidia mucho al caminar.

Toalla de secado rápido.

10. Bolsas plásticas

Son indispensables para guardar los restos de comida o la basura durante toda la caminata pues, como senderista, no debes dañar la naturaleza ni dejar rastros. También puedes usarlas para aislar la ropa mojada o sucia que tengas y meterla sin problemas en tu mochila.

Capira: aves, cascadas y trochas de Victoriano Lorenzo.

Acercándonos a lo más concretos que registra el dato histórico y no la leyenda o la tradición, vemos ciertos planos de la vieja data, en la cual se distinguen en el fondo del litoral, del golfo de Panamá, la existencia de un pueblo de Capira y el río Perequeté. Estos planos reposan en los Archivos Nacionales. En el que se puede observar un pueblo denominado “La Capireja” y río inmediato denominado Perequeté de la prosa del eximio poeta capireño Julio R. Martínez, surge con caracteres definidos la figura del Cacique Capira, valiente exponente de la raza india, quien sin menos gloria de algunos de su época defendió, después de las invasiones, las tierras de su comprensión en las Riberas del Cerro Trinidad.

Durante la Guerra de los Mil Días, Capira con Victoriano Lorenzo a la cabeza se convirtió en campo de correrías del guerrillero, pasado el conflicto, y ya en la era republicana, Capira demostró pujante crecimiento democrático; más en 1941, el distrito fue eliminado, y surgió en su lugar el de Bejuco que duro hasta 1945.

Victoriano conocía su tierra “como la palma de su mano” a tal punto, que jamás dudó de su dominio en el terreno donde vivió desde que era un niño, y no era cualquier terreno, si no una cordillera enorme, que hoy día comprende desde Cerro Trinidad hasta Las Trincheras de La Pintada y más allá, contorno que en el tiempo de la Guerra de los Mil Días, aún pertenecía por completo a Penonomé.

En El Cacao, fue Victoriano un corregidor amado y respetado por todos aquellos que habitaban en aquella ranchería, hasta el día de hoy aún es posible conversar sobre los hechos con las personas que han ido transmitiendo de generación en generación las historias de esa época de rebelión pero también de júbilo vivida de cerca del caudillo.

Nos hemos ido en variadas ocasiones a recorrer parte de esa cordillera y hemos encontrado, maravillados, con hermosos parajes, perfectas cascadas esculpidas en piedra, escondidas cerca de las variadas trochas que se dividen a lo largo de los cerros.

Desde la cima del cerro Trinidad, hasta el Cerro Peña Blanca, existen diferentes formas de llegar de lo que hoy en día es parte de la provincia de Panamá en Capira y Chame hasta partes de Coclé como Sofre y Chiguirí Arriba, recorriendo prácticamente los mismos senderos recorridos por el cholo, a pie.

Esta vez, nos fuimos a caminar cerca del Peña Blanca y Cirí, donde acampamos y fuimos recibidos de manera festiva por viejos amigos y familia adoptiva que viven en este poblado de campesinos. Así fue como nos hicimos amigos de un niño que nos llevo con ánimo y gran preocupación de que nos gustara el chorro que queda cerca de su casa, un chorro sin nombre al que concurren las familias a lavar culantro y a esparcirse sanamente, pues en esta comunidad muy poco hay bullicio.

Denilson se apropió del snorkel y el largavista, qué emoción compartir con un niño tan vivaz, él nos prestó su caballo y nos mostró los mejores lugares para zambullirnos. En años pasados habíamos estado por el área pero nunca notamos aquella linda cascada, solo caminamos hasta La Gloria. Esta vez andábamos con nuestra mascota “Pucha” y procuramos no adentrarnos demasiado en la espesura, por la seguridad de la perrita.

Mientras disfrutábamos de las escaleras naturales del chorro, una familia llegó a lavar culantro y Rey fue a ver en qué les podía ayudar. Ese culantro se distribuye en los más grandes supermercados del país.

Al salir del hermoso chorro, una llovizna de verano nos bañó. Una gente en carro doble tracción venían vendiendo pescado rumbo a donde terminara la calle de tosca. Allí a orilla del sendero pudimos disfrutar de una soda fría y un pan de dulce, raros por estos lares en donde no hay luz, donde lo que nos parece “normal” no se consigue tan fácilmente.

Quiero recalcar que ésta es un área llena de hermosas aves, vimos desde martín pescador y los clásicos pechiamarillos, hasta Titira enmarcarada, diversas reinitas, loros cabeciazules o casangas, eufonias coroniazuladas, tangaras de colores increíbles y destellos refulgentes. Todo esto acompañado de café por las mañanas y los gritos de los amigos que nos invitaban a comer el fruto de la guaba chiricana.

Nuestra experiencia de carnaval, acampando en la montaña fue de descanso y tranquilidad, escuchando salomas por la mañana, aves al despertar, caminando hacia el río y cabalgando en caballo. Qué rica que es la vida en la montaña, y ni tan lejos, cerquita, aquí mismo en Capira, cerca de las trochas del caudillo, Victoriano Lorenzo.

Más fotos

Vaquilla, Coclé

Vaquilla es un pequeño pueblo de la provincia de Coclé, perteneciente al corregimiento de Chiguirí Arriba, dentro del distrito de Penonomé. Está rodeado de montañas, pequeñas y humildes casas, ríos de aguas frías y desbordantes. Poco poblado, posee un clima fresco y agradable.

Para llegar a Vaquilla, es necesario pasar primero por Chiguirí Arriba, y luego tomar la carretera de piedras que se encuentra justo frente a la Abarrotería Cristina Milagro. También hay chivas (transporte rural) que salen desde el mercado de Penonomé.

En este poblado no hay hoteles, sitios de camping ni servicios turísticos similares. Si decides visitarlo, las opciones las llevas tú: puedes acampar o buscar tu propio refugio natural.

Fuimos en la busca de un chorro sin nombre, en el camino nos topamos con varias especies de aves interesantes como golondrinas, tangaras hombriblancas, semilleros cariamarillos, reinitas y oropéndolas.

Nos metimos completamente desorientados por un camino que se convirtió en una loma, casas de barro con fogones encendidos. Escuchamos el río abajo y pensamos que quizás estábamos en el camino correcto, así­ que seguimos bajando y al llegar al borde del río, divisamos el chorro, pequeño y profundo en el cual jugaban unos niños y pescaban camarones.

Primero, el chorro me produjo algo de temor, se notaba que el río había sido represado hace poco o que había crecido y dejado los bordes llenos de troncos y ramas.

Nos topamos con una pequeña y curiosa rana con una línea ocre en su cabeza. Nos bañamos en el chorro y estuvimos pasando un rato tranquilo. Al parecer este es un lugar de paso pues mientras estuvimos pasaron algunas personas hacia el pueblo, al otro lado del río, un atajo.

Un momento agradable, en un lugar conocido solo por los que allí habitan.

¡Tanto hay por conocer aún!

Chiguirí­ Arriba, Provincia de Coclé

Uno de los lugares a los que nunca me canso de ir es, sin duda, Chiguirí Arriba, un corregimiento del distrito de Penonomé en la provincia de Coclé, fundado en 1940. Entre sus elevaciones más destacadas están el Cerro Congal, con 992 metros; el Cerro Escaliche, con 866 metros; y el Cerro U, con 652 metros de altura.

Se dice que el nombre proviene de un cacique que dominaba estas tierras, llamado Chi Guirí o Guiro. Las comunidades viajan a través del río que lleva el mismo nombre, el río Chiguirí, que conecta tres localidades: Chiguirí Arriba, Chiguirí Centro y Chiguirí Abajo.

Chichibalí­ visto a lo lejos en el atardecer.

La razón por la que me gusta tanto este lugar es simple: el contacto tan especial que existe entre la naturaleza y los humanos es impresionante. Obviamente, tengo mi “secret spot” donde me quedo a pernoctar, y puedo asegurarles que la fauna que se puede ver en un solo día es increíble. A continuación, describiré solo lo que vi en mi última visita de dos días a Chiguirí.

Cascada Tavidá

Era carnavales y el hostal estaba abierto, obviamente fuimos a acampar con todo lo necesario. Pasamos una tarde tranquila, con un atardecer increíble, a casi un lado del Cerro La Vieja (404 msnm), con el sol ocultándose bajo las montañas de Penonomé. (Ya subimos cerro la vieja, aquí­ el link) https://www.enlodados.com/resena-pozo-azul-y-ascenso-al-cerro-la-vieja-cocle/

desde cima del Cerro La Vieja

Esa misma noche escuchamos sonidos extraños provenientes de un árbol de caimito. Al acercarnos sigilosos, pudimos distinguir en la oscuridad la forma de unos animalitos que se abalanzaban de un árbol a otro. Era una manada de monos nocturnos (jujuná), toda una familia que iba a cenar caimito justo encima de nuestra carpa. Nos observaban atentos con esos ojazos preciosos, nos veían asustados mientras comían y emitían su sonido particular. ¿Y adivinen? De pronto pasó un animalillo tan rápido que no pudimos distinguir si era un olingo o un cusumbí.

Nos fuimos a dormir mientras una rana descansaba sobre una planta del hostal, y los bichos llenaban la noche con sus sonidos, creando un ambiente fantástico.

A la mañana siguiente nos levantamos con ganas de caminar y fuimos a explorar detrás del hostal. Había un cerrito, primero pasamos una loma bastante inclinada, un alambre de púas, llegamos a un área llena de pinos con vista al Cerro La Vieja y no muy lejos, volaban unos gavilanes grises que denotaban estar disfrutando la mañana fresca y llena de rocío.

“El Cholo Guerrillero, Victoriano Lorenzo, durante la Guerra de los Mil Días, dejaba de vez en cuando a sus hombres para ir a ver a ‘La Vieja’. Así llamaban a la mujer que vivía en los montes coclesanos, donde el caudillo liberal iba a recuperar fuerzas para luego volver a la lucha. Según los habitantes de la región, de allí proviene el nombre del Cerro La Vieja o Cerro de La Vieja.”

Las paisanas graznaban y se lanzaban de un árbol a otro. Otras aves llenaban el ambiente con sus cantos, como el motmot, los ruiseñores y los carpinteros.

Bajamos la loma y regresamos a preparar el desayuno, pero frente a la cocina nos esperaban unos lindísimos monos tití, tan curiosos que no se movieron del árbol por un buen rato. Pudimos adelantar el desayuno mientras ellos permanecían en el árbol; estos sí se dejaron tomar fotos.

Compartimos el desayuno con “Aye Aye” y “Coronel”, dos perros amigos que siempre están en el lugar. Aprovechamos para descansar un rato y luego decidimos visitar alguna de las cascadas cercanas a Chiguirí Arriba.

Tomamos un bus y nos bajamos en el pueblo. Caminando, preguntamos dónde podíamos encontrar otra cascada, además de Tavidá, que es la más conocida en la zona. En el camino, nos topamos con un colarejo o tucancillo “rockero” (Collared aracari).

Encontramos un chorro pequeño y llamativo que, personalmente, me causó algo de miedo aunque no parecía peligroso.

En Chiguirí Arriba hay escuela, una iglesia católica y varias tiendas pequeñas. El transporte público pasa casi cada hora; son autobuses tipo “camión”, que parecen un arca de Noé.

La carretera hasta Chiguirí está en buen estado para cualquier tipo de vehículo. Los buses salen desde el mercado de Penonomé; la ruta está indicada en el post de la cascada Tavidá.

De regreso, decidimos cambiar la ruta. En vez de ir directo a Penonomé, esperamos una hora un 4×4 que saliera de Chiguirí Arriba hacia El Valle de Antón. Mientras tanto, vimos varias oropéndolas Montezuma. Al desistir, tomamos una “chiva” rumbo a Penonomé, pero esta se desvió por el camino hacia El Valle para recoger pasajeros. Justo atrás venía un 4×4 que toma esa ruta difícil, con piedras sueltas y tierra.

Al hacer señales, el 4×4 paró. El viaje al Valle duró una hora y fue increíble cruzar la cordillera, admirar el Cerro Gaital, las Tres Marías y otros cerros de Penonomé como el Congal, Chichibalí y Turega. La vista desde lo alto es impresionante.

En Chiguirí también puedes visitar el Mariposario Cerro La Vieja, creado por el biólogo Samuel Valdez. Cerca, en Loma Grande, está Pozo Azul y los chorros Las Pailas, accesibles solo en 4×4.

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Los Saltos de Filipina, Sorá de Chame

En mi experiencia, aventurarse en auto no es lo mismo que hacerlo sin él. Depender del transporte público en Panamá no es fácil y puede convertirse en una pesadilla o en una divertida aventura.

Desde la terminal tomamos el autobús hacia Chame sin ningún problema. Después de recorrer poco menos de 20 kilómetros, llegamos a Sorá, un pueblo de gente amable, rodeado de una exuberante belleza montañosa y con un clima casi siempre fresco y delicioso. Muy cerca de esta comunidad está el complejo de casas de campo “Altos del María”, al que solo se puede acceder con permiso si no eres residente.

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Cuentan que el lugar lleva ese nombre por el cacique Soró (que significa “viejo”), jefe de la región en la época de descubrimiento y conquista. Sorá es el corregimiento más grande del distrito de Chame y uno de los más bellos, con ríos pintorescos, encantadores saltos de agua y una magnífica vista de la ensenada de Punta Chame y su litoral, todo a más de 600 metros de altura.

Fuera del complejo residencial “Altos del María” se encuentran bellezas increíbles, como Los Saltos de Filipina. Nunca había oído hablar de este sitio, pero las fotos y la belleza escénica de Sorá nos motivaron a buscarlo.

Esperamos más de una hora por transporte, pensando que era por ser domingo, pero luego supimos que solo una familia presta ese servicio. Tomamos el transporte y, tras unos minutos por una calle sin pavimento, llegamos al punto de inicio para caminar un rato.

La vista fue grandiosa. Filipina de Sorá nos recibió con tonos verdes y azules, un lugar tranquilo lleno de aves semilleras, y de fondo, el cerro Chichibalí, que marca el límite entre los distritos de Chame y Capira.

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Descubrimos un salto de unos 7 u 8 metros, con buen caudal y poca profundidad, pequeño y casi “personal”. Sus aguas frías y el salto me dieron un masaje natural en la espalda. El agua estaba limpia, sin basura, lo que indica que cuidan muy bien este lugar, al que aún se puede acceder libremente. Más tarde supe que en este salto estuvo John Travolta haciendo rappel para una película filmada en Panamá llamada Basic.

Luego subimos una loma suave y llegamos a otra cascada, esta de unos 15 metros de altura, muy hermosa, con un pilón de agua fresca y fría.

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Seguimos el camino y encontramos otra cascada, más pequeña pero igual de encantadora. Para nuestra sorpresa, aún faltaban más por recorrer. En una bifurcación tomamos el camino de la derecha, que tiene nada menos que ocho cascadas. Se dice que sumando ambas bifurcaciones, hay un total de veinticinco caídas de agua.

Estuvimos ahí hasta no muy tarde, por el problema del transporte. Al regresar, vimos un pickup que se internaba en la montaña, no hacia Sorá. Decidimos caminar y más adelante nos topamos con cazadores furtivos y varios perros listos para cazar.

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Spilotes pullatus

Seguimos descubriendo que nunca dejaremos de explorar Panamá, con sus senderos y rincones llenos de secretos y leyendas. Solo hay que preguntar; los lugareños siempre te señalarán un lugar perfecto para visitar.

Anímense a tomar un bus en su tiempo libre; no es necesario gastar mucho. La felicidad no siempre está en la comodidad. A veces, basta con mirar desde la cima de un cerro o disfrutar la soledad de una cascada para encontrar momentos perfectos.

Buscar maravillas, perderse en el monte, caminar despacio y apreciar la belleza de cada rincón natural de este país.

Cascada La Gloria y Cascada La Tulivieja, Capira

Fuimos con mi prima postiza Roxana (nieta de la señora Tunina que menciono en el post de Bajo Bonito), ya que ella se dirigía a La Gloria a dejar un mandado; generalmente no existe transporte público hasta La Gloria así que los pobladores acostumbran caminar diariamente hasta llegar a sus hogares.

Pasamos varias quebradas, a decir verdad, bastantes. Vimos el cerro Chichibalí de Capira a lo lejos, por instantes nos rodeaba la neblina y nos serenaba la lluvia.

Nos topamos con muchas aves, pero la más característica fue la oropéndola, que con su canto alegraba el camino y nos advertía que cuidaba de sus nidos.

La Gloria

Ya el sudor se hacía presente y caminamos más rápido que de costumbre, aunque a pesar de nuestros esfuerzos, todo nos tomó 2 horas exactas, sin importar que nos habían dicho que el camino era solo una hora. Sinceramente, cuando hablamos de tiempo con la gente del campo nunca les creo, ellos caminan muy rápido y generalmente no poseen reloj o indicador del tiempo.

Nos percatamos de que bordeamos el río, de nombre Cirí Grande, que posee muchas caídas de agua y algunas cercanas a la vía principal. La gente de estos pueblos saben el valor del agua, y cuidan sus ríos como oro.

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En este lugar las casas están distanciadas unas de otras y separadas por hectáreas grandes de terreno que utilizan para cultivar víveres. La escuela primaria es nueva, pero antes de que existieran los niños debían caminar hasta Bajo Bonito para recibir clases.

La luz eléctrica en La Gloria es nula y la única manera de poseerla es mediante paneles solares que realmente es un recurso lejano, puesto que gran parte de las familias en esta comunidad son de bajos recursos.

Al terminarse la calle, entramos a un sendero mágico repleto de sonidos producto de la cantidad de aves que en él había, atravesamos una loma en donde el lodo era rojizo y formaba escalones hechos por los caballos. Llegamos a una casa “en medio de la nada” y digo esto porque era una casa grande, linda, con un patio extenso y llano, con una vista espectacular de las montañas.

Desde ahí caminamos quizás unos 15 minutos, topamos otra casa, ésta de madera en donde vive una hermosa familia, que hasta el día de hoy sigue siendo una “familia amiga” (2016) y atravesamos una quebrada que estaba detrás, cruzamos un alambre de púas, caminamos 3 minutos y allí estaba la Cascada La Gloria.

Nuestra recomendación es pagar a los dueños de la casa de madera entre 3 a 5 dólares de colaboración.

Si les digo cuanto mide, les miento. Para mi, y sin haberla medido, digo que quizás unos 70 metros. Realmente es una cascada escalonada, o sea que se puede subir con cuidado, arriba se encuentra la cascada La Tulivieja y otras más. Nos dedicamos a contemplar su belleza, embelesarnos con tan magnífica obra de la Naturaleza y bañarnos en sus frías aguas, que invitan al deleite.

El pozo principal es reducido, no es hondo, lo cual lo hace seguro. En la parte de arriba hay una poza mucho más amplia, pero para llegar allá las condiciones no son tan buenas y es mejor hacerlo en verano, un accidente ahí sería inminente. No dejo de pensar en cómo será la fuerza del agua en época de invierno, ¡de seguro imponente!

Al poco tiempo nos regresamos y nos quedamos un rato conversando con Mary Ovalle, la dueña y señora de esos terrenos, una mujer amable y carismática, nos ofreció guineos y nos mostró sus orquídeas. Compartimos el lunch con la familia, admiramos el paisaje, nos despedimos y caminamos de vuelta a Bajo Bonito, claro ahora nos tomó menos tiempo pues casi todas las pendientes eran en descenso.

Así es que… ¡una vez más! los invito a caminar Panamá… ¡hay tantos lugares hermosos por descubrir, tanto por recorrer! Si deseas que visitemos algún lugar especial de tu provincia, invitanos, y nosotros iremos con la mochila a cuestas a caminar, tomar fotos y mostrarlo al mundo por medio de ésta web. Es importante recalcar que lo que llevas, lo tienes que traer. Vive sin dejar rastro.

Valora lo natural, el agua, los ríos, piensa si realmente necesitas destruir una montaña, ¿porqué mejor no hacer turismo sostenible con un plan de capacidad de carga para no afectar su entorno? Ama tu país, que tan hermosos lugares tiene.

Fotos