Capira: aves, cascadas y trochas de Victoriano Lorenzo.
marzo 10, 2014 • Cerros y Montañas, Chorros y Cascadas, Provincia de Panamá, Ríos, Vegetación • Comments
Acercándonos a lo más concretos que registra el dato histórico y no la leyenda o la tradición, vemos ciertos planos de la vieja data, en la cual se distinguen en el fondo del litoral, del golfo de Panamá, la existencia de un pueblo de Capira y el rÃo Perequeté. Estos planos reposan en los Archivos Nacionales. En el que se puede observar un pueblo denominado “La Capireja†y rÃo inmediato denominado Perequeté de la prosa del eximio poeta capireño Julio R. MartÃnez, surge con caracteres definidos la figura del Cacique Capira, valiente exponente de la raza india, quien sin menos gloria de algunos de su época defendió, después de las invasiones, las tierras de su comprensión en las Riberas del Cerro Trinidad.
Durante la Guerra de los Mil DÃas, Capira con Victoriano Lorenzo a la cabeza se convirtió en campo de correrÃas del guerrillero, pasado el conflicto, y ya en la era republicana, Capira demostró pujante crecimiento democrático; más en 1941, el distrito fue eliminado, y surgió en su lugar el de Bejuco que duro hasta 1945.
Victoriano conocÃa su tierra “como la palma de su mano” a tal punto, que jamás dudó de su dominio en el terreno donde vivió desde que era un niño, y no era cualquier terreno, si no una cordillera enorme, que hoy dÃa comprende desde Cerro Trinidad hasta Las Trincheras de La Pintada y más allá, contorno que en el tiempo de la Guerra de los Mil DÃas, aún pertenecÃa por completo a Penonomé.
En El Cacao, fue Victoriano un corregidor amado y respetado por todos aquellos que habitaban en aquella rancherÃa, hasta el dÃa de hoy aún es posible conversar sobre los hechos con las personas que han ido transmitiendo de generación en generación las historias de esa época de rebelión pero también de júbilo vivida de cerca del caudillo.
Nos hemos ido en variadas ocasiones a recorrer parte de esa cordillera y hemos encontrado, maravillados, con hermosos parajes, perfectas cascadas esculpidas en piedra, escondidas cerca de las variadas trochas que se dividen a lo largo de los cerros.
Desde la cima del cerro Trinidad, hasta el Cerro Peña Blanca, existen diferentes formas de llegar de lo que hoy en dÃa es parte de la provincia de Panamá en Capira y Chame hasta partes de Coclé como Sofre y Chiguirà Arriba, recorriendo prácticamente los mismos senderos recorridos por el cholo, a pie.
Esta vez, nos fuimos a caminar cerca del Peña Blanca y CirÃ, donde acampamos y fuimos recibidos de manera festiva por viejos amigos y familia adoptiva que viven en este poblado de campesinos. Asà fue como nos hicimos amigos de un niño que nos llevo con ánimo y gran preocupación de que nos gustara el chorro que queda cerca de su casa, un chorro sin nombre al que concurren las familias a lavar culantro y a esparcirse sanamente, pues en esta comunidad muy poco hay bullicio.
Denilson se apropió del snorkel y el largavista, qué emoción compartir con un niño tan vivaz, él nos prestó su caballo y nos mostró los mejores lugares para zambullirnos. En años pasados habÃamos estado por el área pero nunca notamos aquella linda cascada, solo caminamos hasta La Gloria. Esta vez andábamos con nuestra mascota “Pucha” y procuramos no adentrarnos demasiado en la espesura, por la seguridad de la perrita.
Mientras disfrutábamos de las escaleras naturales del chorro, una familia llegó a lavar culantro y Rey fue a ver en qué les podÃa ayudar. Ese culantro se distribuye en los más grandes supermercados del paÃs.
Al salir del hermoso chorro, una llovizna de verano nos bañó. Una gente en carro doble tracción venÃan vendiendo pescado rumbo a donde terminara la calle de tosca. Allà a orilla del sendero pudimos disfrutar de una soda frÃa y un pan de dulce, raros por estos lares en donde no hay luz, donde lo que nos parece “normal” no se consigue tan fácilmente.
Quiero recalcar que ésta es un área llena de hermosas aves, vimos desde martÃn pescador y los clásicos pechiamarillos, hasta Titira enmarcarada, diversas reinitas, loros cabeciazules o casangas, eufonias coroniazuladas, tangaras de colores increÃbles y destellos refulgentes. Todo esto acompañado de café por las mañanas y los gritos de los amigos que nos invitaban a comer el fruto de la guaba chiricana.
Nuestra experiencia de carnaval, acampando en la montaña fue de descanso y tranquilidad, escuchando salomas por la mañana, aves al despertar, caminando hacia el rÃo y cabalgando en caballo. Qué rica que es la vida en la montaña, y ni tan lejos, cerquita, aquà mismo en Capira, cerca de las trochas del caudillo, Victoriano Lorenzo.